Una estrella infantil del cine

10 dic. 2011 - ADOLFO C. MARTINEZ. PARA LA NACION. Adrianita en La melodía perdida, con Ama- lia Sánchez Ariño; y en la actualidad, en Miami.
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ESPECTACULOS

Sábado 10 de diciembre de 2011

I

CINE s ¿EN QUE ANDA?

LANZAMIENTOS

Una estrella infantil del cine

ENSAYO

La legendaria Adrianita, figura de la pantalla en los años 50, vive ahora en Miami ADOLFO C. MARTINEZ PARA LA NACION Adrianita fue la dulce y pícara nena que cautivó al público cinematográfico en la década del 50. A partir del film La melodía perdida, de Tulio Demichelli, rodado en 1952, Adriana Bianco, tal su verdadero nombre, se convirtió en la estrella infantil por excelencia ya que un año después rodó La niña del gato, de Román Viñoly Barreto, un policial que ya la catapultó definitivamente al éxito masivo. Pero sus inicios artísticos datan de antes de su presencia en la pantalla, ya que en 1950 fue elegida para un importante papel en la obra Un angelito diabólico, para volver a los escenarios en 1955, al dar vida a la demoníaca protagonista de La mala semilla. Lue go de una exitosa trayectoria tanto en la pantalla como en el teatro, Adrianita se instaló en varios países para, finalmente, recalar en Miami, desde donde mantuvo una larga y amena charla con LA NACION. “De la Argentina –dice– tengo grandes recuerdos, pues allí nací y me vinculé con lo que yo más quería: la actuación. Tuve la suerte de participar en La melodía perdida y en La niña del gato, dos películas que me abrieron la posibilidad de seguir en el intento de filmar, y luego llegaron títulos como Ritmo, amor y picardía, Mi marido hoy duerme en casa, El primer beso y Mientras haya un circo, las cuatro dirigidas por Enrique Carreras. Paralelamente proseguí mi trabajo en teatro y en televisión… Luego me fui del país y me convertí en una especie de mujer trashumante, ya que estuve un tiempo en Francia, donde nacieron mis dos hijos, pasé luego a México y, posteriormente, estuve una larga temporada en Nueva York para finalmente radicarme en Miami.”

–¿Qué te decidió a dejar la Argentina en una plena y muy aplaudida trayectoria artística? –Fue por un disgusto que me quitó las ganas de seguir filmando allí. Corrían los inicios de la década del 60 cuando Leopoldo Torre Nilsson, que iba a dirigir la coproducción argentino-norteamericana El ojo que espía, me propuso para interpretar el principal papel femenino, pero los productores norteamericanos se opusieron a ello, ya que le habían asignado el personaje a una actriz de su país. Esto me produjo una gran decepción y por eso creí que mi trayectoria artística había terminado. Ahora pienso que en aquel momento actué un poco alocadamente, pero las cosas se dieron así y, ya con el título de licenciada en Filosofía y Letras, recorrí los más diversos países como periodista, siempre atenta a lo que ocurría culturalmente en cada uno de esos lugares a los que llegaba con gran alegría, aunque siempre con la nostalgia de mi tierra. Al asumir la presidencia Raúl Alfonsín, Adriana Bianco retornó a la Argentina y Carlos Gorostiza, en aquel momento secretario de Cultura, le dio un importante cargo en su espacio, pero esa Adrianita ya convertida en una señora todavía con ansias de actuación, viajó a Nueva York, donde se quedó una temporada, y de allí se trasladó a Miami. “Pero entre estos viajes –rememora– volví varias veces a Buenos Aires y en mi última estada, en 2004, la Asociación de Cronistas Cinematográficos me galardonó con el Cóndor de Plata a mi trayectoria. Fue un momento emocionante, pues ahí me di plena cuenta de que el público no me había olvidado del todo.” –¿En estos momentos seguís conectada con lo cinematográfico? –Totalmente. Cuando llegué a

Teatro musical I. Broadway DE PABLO GORLERO. EMERGENTES EDITORIAL. 310 PAGINAS. BUENOS AIRES, SEPTIEMBRE 2011.

L

Ya desde la tapa se vuelve atractivo este primer libro sobre el teatro musical –o los musicales, a secas– que escribió el periodista y crítico teatral Pablo Gorlero. Vaya a saber qué sigue, quizás el West End londinense o una compilación de las muchas y muy buenas reposiciones de los grandes éxitos de Broadway que llegaron a otras latitudes. Pero Gorlero empieza por el principio, más precisamente por el corazón que desde hace más de un siglo da vida, hace latir y nutre a un género que tiene millones de rigurosos y fanáticos conocedores. Así empezó este periodista, que fue aprendiendo y se fue forTEXTOS DRAMATICOS

Silencio todo el tiempo Adrianita Miami decidí haen La melodía cer un ciclo de perdida, con Amalia Sánchez Ariño; y cine argentino en la actualidad, con el apoyo del en Miami Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incca), quien me facilita las películas, y con ellas recorro universidades y foros culturales exhibiendo ese material y hablando acerca de las actrices, actores y directores de cada uno de esos films. Trato de proyectar producciones de antes y de ahora para que el público vea la parte histórica y la política, el tema de la mujer y de la literatura, es decir toda la gran variedad que tiene nuestro cine. –¿Y cómo recibe el público tu propuesta? –Tanto los latinos como los yanquis están fascinados, porque las películas argentinas tienen un lenguaje diferente. Les pido a los jóvenes directores de mi tierra que me apoyen para seguir con estos ciclos, que son eventos culturales hechos con el corazón. Adriana Bianco, la inolvidable Adrianita de nuestro pasado cinematográfico, promete volver pronto a su Buenos Aires querido. “Mentiría si digo que no extraño aquellos lares –apunta– y siempre estoy pensando en volver… Aunque sea unas horas, unos días, pero volver”.

L DE MAXIMILIANO DE LA PUENTE EDICION INDEPENDIENTE ([email protected]). 125 PAGINAS. BUENOS AIRES MAYO DE 2011.

Sigue sorprendiendo el nivel de producción dramatúrgica de Maximiliano de la Puente, que a su vez es actor y director de muchas de sus obras. Esta vez presenta un libro que recoge cinco piezas: “Cuatro versiones del hecho”, “Memory Test”, “Párpados”, “Una pena (muerte en Retiro)” y “Silencio todo del

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mando en todo lo que tiene que ver con esta vorágine imparable de música, baile y actuación de puro apasionado. Leerlo en este Teatro musical I es casi como escucharlo en cualquiera de las numerosas charlas que brinda, en la mesa de un bar después de haber visto alguna función o mate de por medio en la redacción del diario, antes de escribir una crítica. Da detalles, compara, recuerda, tira datos y datos de manera desenfrenada; tiene una memoria a prueba de fuego con el nombre de los actores, de los temas musicales, de los responsables de la coreografías, de los estilos… Pero, sorpresivamente, no abruma; por el contrario, serenamente invita a meterse en un mundo del que –él lo sabe– es muy difícil salir. Su pasión por el género contagia y da ganas de seguir leyendo, descubriendo la siguiente anécdota, el próximo estreno. Por su mirada pasan clásicos como Chicago, Cabaret (“desde ahí todo cambió”), la inolvidable West Side Story, Hair y muchos más. Sin dudas un libro imprescindible para los amantes del musical o para quienes –inevitablemente– terminarán siéndolo. tiempo”, la obra que le da nombre a la edición. El enrarecimiento de lo cotidiano, en un juego de imaginación que vaya más allá de los deseos del autor, el libro podría haberse llamado así, o ser un subtítulo. Es que es eso a lo que lleva la obra de este joven escritor que amplifica con su mirada momentos que a cualquiera podrían pasarle por alto. Ahí pone el ojo y escarba, en silencio, con poco, alejadísimo de ampulosidades barrocas; por el contrario hay cierto minimalismo escénico, lingüístico que se vuelve sumamente provocador, que llega hasta el humor, uno seco, desangelado. Siempre es una aventura adentrarse en el mundo de este polifacético teatrista, un universo repleto de ambigüedades y solapadas sorpresas.

Verónica Pagés