TRANSFORMACIÓN, CRECIMIENTO Y GLORIA - ObreroFiel

transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 .... por medio de la Palabra, y la Palabra, por medio del Espíritu Santo.
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TRANSFORMACIÓN, CRECIMIENTO Y GLORIA: Crecimiento en la vida cristiana Por Eliseo Hernández Echegoyén Usado con permiso “Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respeto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece...Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (3:18). Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 3:4-4:4). INTRODUCCIÓN:

I.

A.

El apóstol, aquí, contrasta la gloria de la antigua dispensación con la gloria de la nueva: Aquella fue gloriosa: el mismo instrumento de ella, Moisés, tenía gloria; pero su gloria era imperfecta, temporal. Así como fue el brillo del rostro de Moisés—temporal.

B.

No así la gloria de la nueva dispensación y de su mediador, Jesús, cuya gloria contemplamos y reflejamos: “...mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Co. 3:18).

UNA TRANSFORMACIÓN NECESARIA: A.

El término transformación, aquí, es el mismo con que se describe la transfiguración del Señor (Mr. 9:2); y el que usa Pablo en Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecto”.

B.

No se refiere aquí a la regeneración, que es obra instantánea--no un proceso; sino a la santificación, que es el desarrollo de esa vida nueva: “La senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento...”

C.

Esta es una transformación gradual y continua: Es de toda la vida. 1. Todo creyente o cristiano verdadero siente la necesidad de ella: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús...prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil 3:12-14). 2. El cristiano camina por una senda ascendente de superación moral y espiritual: Abraham, Enoc, Noé, Daniel, José.

II. EL MODELO DE ESTA TRANSFORMACIÓN: “LA GLORIA DEL SEÑOR” A.

La gloria del Señor es excelsa y majestuosa.

B.

La gloria de su carácter es sublime. ¡Qué carácter tan glorioso el del Señor! 1. En cuanto a su pureza y perfección: “Sed santos”. 2. En cuanto a su obediencia y sumisión. 3. En cuanto a su amor y dulzura. 4. En cuanto a su abnegación y resignación.

C.

¡Gloria insuperada e insuperable!

D.

Jesucristo es el modelo digno, único, suficiente y digno de imitar: ¿Para qué otros modelos imperfectos y limitados?

III. LOS SUJETOS DE ESTA TRANSFORMACIÓN: “Somos nosotros todos”—esto es los creyentes, los cristianos todos, usted y yo y todos los cristianos verdaderos. A.

Todo carácter cristiano está experimentando constantemente algún cambio: Creciendo, afirmándose, acentuándose, confirmándose para bien.

B.

El incrédulo se prepara para el infierno; el creyente se prepara para estar con Cristo en el cielo de gloria.

C.

Sólo el cristiano puede apreciar tal gloria. Realmente sólo él la desea; y tiene el principio de esa vida gloriosa.

D.

Este es privilegio de todos y cada uno de los verdaderos cristianos: “Hemos de ser semejantes a él”. 1. “Yo en justicia veré tu rostro, seré saciado cuando despierte a tu semejanza” (Salmo 17:15). 2. “Le veremos como él es” (1 Juan 3:1-3) ¿Quiénes? ¡Cuántos han testificado! “¡Qué lindo es el Señor!” 3. Himno: Lo he de ver ¡Lo he de ver! ¿Cuándo?, no sé. País del horizonte inmenso; ¿Do hallaré su oculto ascenso? ¿El trono cuándo miraré? Que no lo sepa, vale más; Veloz el tiempo transcurrido; Al fin su rostro amante viendo, Tendré reposo, tendré paz. La vida va que antes viene, Las flores tras los fríos brotan; Las dichas al dolor derrotan, Y cada mal remedio tiene. No importan unos años más, Yo sé que sobre aquella playa Un alba reluciente raya, Y yo veré de Dios la faz.

CORO ¡Allí veré su faz divina! ¡Allí veré su faz amante! Con los que han ido por delante Él me dará perfecta paz. 4.

Coro: Yo anhelo un día ver a Cristo Este anhelo arde en mi corazón. Desvanece lo de aquí Se vislumbra lo de allí Yo anhelo un día ver su faz.

IV. EL INSTRUMENTO DE ESTA TRANSFORMACIÓN: “como en un espejo”. A.

No es otra cosa que la palabra de Dios: “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural...Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:23-25). 1. La Biblia es el espejo en el cual podemos vernos de cuerpo entero: “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23). 2. En ella está reproducida fielmente la imagen moral y espiritual de cada uno. 3. Nos podemos ver aún cuando sea imperfecta nuestra visión: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:12). 4. No seríamos capaces de ver la gloria y majestad del Señor directamente (Moisés). (La transfiguración) 5. Allá veremos su rostro tal cual él es.

B.

La Biblia es el gran instrumento de santificación: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar su palabra” (Salmo 119:11,9). 1. O nos aleja la Biblia del pecado, o el pecado nos aleja de ella. 2. Enseñando, reprendiendo, inspirando: “A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena abra” (2 Timoteo 3:17). 3. Cristo aparece en sus páginas bajo diferentes aspectos; de él está llena: “son ellas que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).

V. EL AGENTE TRANSFORMADOR: “El Espíritu del Señor”: El Espíritu Santo.

A.

No la Palabra sin el Espíritu, tampoco el Espíritu sin la Palabra, sino el Espíritu Santo por medio de la Palabra, y la Palabra, por medio del Espíritu Santo.

B.

El Espíritu es santificador; la Palabra de verdad santifica. Haznos más santos: “Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad” (Juan 17:17).

VI. EL OBSTÁCULO QUITADO: “a cara descubierta”, sin ningún velo que impida la visión. Ningún pecado consentido en la vida: orgullo, envidia, auto suficiencia, hábitos, vicios. A.

El pecado, la ignorancia, y la preocupación son obstáculos que como velos impiden a muchos mirar la gloria del Señor. ¿Estoy viendo la gloria del Señor?

B.

¡Miremos al que viene de los cielos! ¡No apartemos nunca de él nuestros ojos! El que aparta su vista del Señor, como Pedro lo hizo en el mar, se hunde, fracasa, naufraga. ¡Es fácil quitar la vista del Señor!

C.

Talvez nos parecerá que poco o nada avanzamos, pero otros verán el cambio en nuestras vidas. Ilustración: ¡Cuán glorioso es el cambio! La faz de Moisés resplandecía, el rostro de Esteban brilló, de los discípulos se decía que “reconocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4:13).

D.

En aquel día glorioso, despertaremos a su semejanza, y sólo gloria contemplaremos más allá: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos, tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:2-3). “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6).

CONCLUSIÓN: A. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. B.

Himno: En presencia estar de Cristo En presencia estar de Cristo, Ver su rostro, ¿Qué será Cuando al fin en pleno gozo Mi alma le contemplará? Cara a cara espero verle Más allá del cielo azul, Cara a cara en plena gloria He de ver a mi Jesús. Sólo tras oscuro velo, Hoy lo puedo aquí mirar, Mas, ya pronto viene el día, Que su gloria ha de mostrar. ¡Cuánto gozo habrá con Cristo Cuando no haya más dolor, Cuando cesen los peligros Y ya estemos en su amor! Cara a cara, ¡cuán glorioso Ha de ser así vivir! ¡Ver el rostro de quien quiso Nuestras almas redimir!

C. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). D. ¡Y sólo gloria más allá! ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.