espectáculos | 3
| Martes 24 de dicieMbre de 2013
Las chicas punk rusas tuvieron su amnistía
El notable músico, baluarte de la proyección folklórica, toca en el Margarita Xirgu este jueves, junto a 16 colegas
Manolo Juárez. “Yo no soy pianista. Soy tocador de piano. Pianista es Salgán”
Ayer quedaron en libertad las dos integrantes de Pussy Riot
Textos Mauro Apicella | Fotos Hernán Zenteno
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uena música y humor ácido. Tal vez con esos adjetivos y sustantivos se pueda definir en pocas palabras a don Manolo Juárez. Este año publicó su último disco al frente de su cuarteto. Un bello álbum. Poco después de la salida, un accidente doméstico que afectó su mano izquierda lo mantuvo alejado del piano por varios meses. Pero Manolo siempre tiene a mano una respuesta guardada bajo de la manga, que expresa toda su ironía y provoca una sonrisa en la cara de su interlocutor, incluso cuando no bromea, cuando habla en serio y se enoja. ¿Y cómo anda la mano? “Mejor hubiera sido quedarme sordo –larga apenas se enciende el grabador–. Porque así me estaría llenando de plata.” ¿Sería un Beethoven? “Bueno, ése es un caso genial. Pero también están los otros tipos de sordos que hace la cumbia villera y comercian con lo más bajo de los estamentos populares intoxicando al pueblo con mercadería en mal estado. El pueblo no se merece eso. Aunque a la larga toma venganza con el canto popular. Con un tema como «Balderrama», que no es anónimo, pero es casi como si lo fuera. Yo le decía al Cuchi que de tan popular él se había convertido en una especie de autor anónimo, que es lo más grande que le podés decir a un autor. Y sí, el pueblo se venga.” Así es Manolo, un tipo que hace música de manera franca y, al momento de hablar, se expresa sin ningún tipo de filtros. Pasado
mañana, participará en un proyecto que se presentará en el teatro Margarita Xirgu, que impulsa Lito Vitale y que reúne a 16 pianistas dispuestos a interpretar música latinoamericana. Y quizás en febrero pueda hacer un ciclo en el Torquato Tasso, aunque esto todavía no está confirmado, lo mismo que una serie de conciertos con Dino Saluzzi, que bien necesarios son para tener testimonio del estilo de dos tipos que dejaron una huella para músicos de su generación y de las que vinieron después. Porque sin Waldo de los Ríos ni Eduardo Lagos, en línea sucesoria y generacional Manolo es el siguiente baluarte de ese linaje que defendió la música de proyección folklórica desde la solidez musical (en la composición y, sobre todo, con los arreglos) y sin la temeridad con la que otros se lanzaron a la innovación. –¿Qué fue lo que se te cruzó por la cabeza cuando una caída te impedía tocar? –Nada. No me preocupó. Por supuesto que vi a un especialista, pero si no pudiera tocar con la mano izquierda, que no va a ser el caso, tocaría con la derecha. Yo no soy pianista. Soy tocador de piano. Pianista es Horacio Salgán, sin distinción de género. –Te lo pregunto porque habías publicado el disco y te habrán quedado ganas de tocar esta música en vivo. Además, luego de algunos años sin grabar, da la sensación de que te fuiste poniendo al día con tus últimos CD.
“En la enseñanza a los jóvenes los reto muchísimo”, dice Manolo, maestro de pianistas –Sí. Este disco nuevo, con el cuarteto, es acústico como lo fue mi primer trío. En general, tiene una prescindencia de medios electrónicos. Además, no quiero caer en elogios desmedidos para los músicos que intervinieron. Pero la verdad es que hay gente realmente notable, como Roberto Calvo, que alguna vez fue alumno mío. Es un artista, un tipo que despliega creatividad. También Mono Hurtado, a quien le revisé cada nota del bajo, porque soy un obsesivo, y el Colorado Belmonte, que es tan bueno que su batería casi no se siente. –¿Y el repertorio? –Tengo cierta recurrencia. Hay cosas que las he grabado dos o tres veces. Grabo, escucho y estoy conforme. Pero con el tiempo siento que le falta algo. Es como el que nunca termina de pintar una pieza. Los enfoques no son diametralmente opuestos, pero sí nuevos, distintos. A veces pienso en la simpleza de las cosas gratas. En el campo compositivo, hay temas que son como estar en un ambiente viciado y de
Sobrecarga renace de sus propias cenizas disco y show. La banda volvió a grabar un álbum de canciones
nuevas luego de veintiséis años y lo presentará este fin de semana Sebastián Ramos LA NACIoN
El grupo Sobrecarga, comandado desde su Trenque Lauquen natal por César Dominici, sigue construyendo su camino a contramano, sin atender a coordenadas fijas de tiempo y espacio. A cuatro años de un nuevo reencuentro de la banda y su consecuente regreso a los escenarios, acaba de editar su álbum Cenizas del tiempo, el tercero de su discografía y el primero en los últimos veintiséis años. Todo un registro y una marca más para la historia de estos músicos irreverentes que, a mediados de los años 80, irrumpieron con modernidad estética y sonora y hoy retoman su carrera desde donde la dejaron. “La grabación del álbum fue una decisión de mostrar material que había quedado en casetes y canciones que nacieron a partir del reencuentro en 2009”, dice Dominici, voz y guitarra punzante del grupo. “Queríamos testimoniar un sonar que pertenece al pasado-presente y futuro de una música en extinción, que tomó un sentido exponencial con la muerte de Gamex”. Gamex no es otro que Horacio Villafañe, “Gamexane”, ignífugo guitarrista original del grupo que luego hizo escuela en bandas como Todos Tus Muertos y Los 7 Delfines y que falleció en noviembre de 2011. “Él seguía vivo en los tracks que estábamos grabando”, dice y el homenaje a su amigo y compañero se refuerza en el final del flamante álbum, con el tema “Cielo de agosto”. “Era una canción instrumental, con unas frases de Gamex que quedaron sin grabar. Entonces, lo conectamos a Daniel Melero, que garabateó unas frases y puso su voz emocional con una interpretación fantástica”. Desde la apertura con “Existe un mundo” hasta el cierre con la guitarra de Gamexane y la voz de Melero, Cenizas del tiempo suena como si todo ese lapso transcurrido de silencio discográfico (el debut Sentidos congelados es de 1986 y su sucesor, Mentirse y creerse, de 1987) no hubiera existido. Pero lo
La versión 2013 de Sobrecarga
emilia tedesco
que bien podría ser una variable retro, que llevara a las canciones hacia un sonido quedado en la década del 80, Sobrecarga lo devuelve como una sonoridad actual, más vigente que nunca. “La esencia de la banda sigue viva y la música es actual porque siempre estuvimos adelantados a las propuestas del momento. Creo que el tiempo transcurrido nos está poniendo al día... en tiempo y espacio”, sugiere Dominici al respecto y su teoría de “adelantados” coincide con la revalorización que por estos días vive el post-punk, influencia madre de Sobrecarga. –¿Cómo recordás aquellos años 80 y cómo ves la actualidad de la escena? –Lo que sentíamos en aquel momento era fundacional, visceral e inocente. Lo de hoy, en un gran porcentaje, es solo comercio salvaje y palmaditas en la espalda. La música como expresión cultural en la actualidad es un hilo de un arroyo contaminado que sin embargo se niega a sucumbir. –¿Por qué creés que en la década del 90 no hubo lugar para un grupo como el de ustedes? –Bueno, en los 90 explotó el rock como un fenómeno comercial, en ese momento no estábamos tocando y hoy creo que estamos ante una
situación de crecimiento que nos lleva a reinterpretar la vida misma y la música en un latir más natural. –Después de todo este tiempo, ¿por qué el rock como expresión te sigue motivando a crear? –Es una cuestión de respiración, uno respira con el hacer y sentir de los sonidos. Siento que el rock no lo abarca todo: es un viaje vibracional e interactivo con los seres vivos y allí me muevo como un pescado rabioso. La banda (que se completa con el otro integrante original, Gustavo Collado, en batería, Hernán Firpo en bajo, Leonardo Martínez en guitarra y Emanuel Ugarte en percusión) presentará oficialmente su nuevo álbum en Capital Federal el próximo sábado, en el ciclo de conciertos de la confitería La Ideal, Suipacha 384, con la participación especial de Marcelo Pocavida como maestro de ceremonias: “Surgió por un convite del grupo que nos acompañará en la fecha (Milnovecientos80, banda tributo a Joy Division). En las épocas del Parakultural, Einstein y Cemento, Marcelo era un outsider que pintaba con humor las noches transgresoras de los 80”, lo define Dominici y se despide con la promesa de un día de los inocentes para el recuerdo.ß
golpe es como abrir la ventana para que entre aire fresco. Temas como la “Milonga triste” de Piana y Manzi, “Balderrama” o “Luna tucumana”, que grabé en este disco. Son un reservorio cultural. Mío sólo grabé un fragmento de una suite (“Momento N° 1”). Son diez temas y yo sólo tengo el 10 por ciento. No es porque me haya convertido al budismo zen de la humildad. Realmente critico mucho a todos los músicos esa impronta de ordenar repertorio que dejó Astor. Piazzolla tocaba todos temas de él, pero era Astor Piazzolla. Se repetía en muchos, pero tiene cosas que son inabarcablemente descomunales. Ahora los pibes hacen compactos con obras propias. Y eso es dañino para ellos. ¿Sabés por qué? Es como aquel que en el terreno del teatro es autor del texto, iluminador, director y primer actor. El que graba temas propios crea el problema y se responde a sí mismo. Tiene que frecuentar otras obras para ver cómo reaccionan otras formas de pensamiento. Eso le
abre el panorama. Hay jóvenes que no lo comprenden. En la enseñanza, a los jóvenes los reto muchísimo. Tienen que transitar por obras maestras porque alguna información les va a dejar. –A esta altura, vos podrías grabar sólo obra tuya. ¿O considerás que tenés que seguir creciendo? –Podría grabar tres compactos con obras mías. Pero me encariño con las obras de otros. En una buena crítica que me hicieron decía que mi andar por la música era muy silencioso. En parte es cierto. Porque no es que yo la juegue de tipo que no hace declaraciones altisonantes, porque sabés que he dado algunas que son cañonazos, como cuando rechacé el Konex porque no lo tenía Cuchi Leguizamón y eso me dio vergüenza. Además, sé que inventé una forma abierta, desde la “Chacarera sin segunda”. Pero, como te decía, me encariño con obras de otros. Y como el disco quedaba un poco corto, al final agregué un tema mío. ß
MoSCÚ (AFP).– Las dos integrantes del grupo ruso Pussy Riot, María Aliójina y Nadezhda Tolokónnikova, que aún estaban en prisión acusadas de “vandalismo” e incitación al odio religioso, tras haber entonado en febrero de 2012, encapuchadas y acompañadas por sus guitarras, una “oración punk” contra Putin en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, fueron finalmente liberadas ayer, en virtud de una amnistía. Sin embargo, tras salir de la cárcel, Aliójina criticó la ley de amnistía, aprobada el miércoles pasado por el parlamento ruso y que prevé amnistiar, entre otras, a las personas condenadas por “vandalismo” y a las madres de menores. “No creo que esta amnistía sea un gesto de humanismo, es más bien una operación de comunicación”, declaró la joven de 25 años. “Si hubiera tenido opción, la habría rechazado”, añadió, y subrayó que la ley sólo afecta al 10% de los detenidos. “Estoy indignada por que no salgan en libertad todos los presos políticos condenados por el caso Bolótnaya”, concluyó Aliójina, en alusión a los opositores encarcelados por participar en los disturbios del 6 de mayo de 2012, durante una manifestación contra el Kremlin. Por su parte, Tolokónnikova, de 24 años, aseguró que su liberación es para ella “una carga de responsabilidad” ante la población prisionera de Rusia. “Todo apenas empieza con mi puesta en libertad, ya que la línea entre la libertad y su falta es muy delgada en Rusia, un Estado autoritario. Pondré todo mi esfuerzo en ayudar a los presos. Ahora estoy unida al sistema penitenciario con lazos de sangre.” La tercera integrante del grupo punk, Ekaterina Samutsévich, había sido liberada en 2012, pocos meses después de ser condenada, debido a que la justicia adujo que había sido interceptada por los guardias de la catedral antes de que pudiera participar en la acción. ß