espectáculos | 3
| Lunes 16 de diciembre de 2013
música
La bendición de Stevie Wonder s t e v i e w o n d e r . ★★★★★ excelente . músicos :
Stevie Wonder,
voz y teclados; Nathan Watts, bajo; Stanley Randolph Jr, batería; Roman Johnson, teclados; Edward Brown, teclados; Kyle Bolden, guitarra; Juan Villaluna, guitarra; Fausto Ceuvas III, percusión; Darryl Jackson, percusión;
En Vinilo, donde volverá a estar el jueves
d. spiVACoW / AFV
Ryan Kilgore, saxo; Dwight Adamos, trompeta; La Nesha Baca, coros; Jasmin Cruz, coros; Darryl John, coros, y
música
Aisha Morris, coros. lugar : Estadio
Giammarco anticomercial Presentación del cd nUnca se saBe. ★★★★ músicos:
muy bueno.
Omar Giammarco (guitarra, voz, arreglos y composición),
Mariano Martos (bajo), Alejandro Nuin (flauta), Julio Locatelli (acordeón), Diego Settón (guitarra) y Augusto Argañaraz (batería). sala: Café Vinilo, Gorriti 3780. Próxima función: el jueves.
N
unca se sabe hacia dónde nos puede llevar el destino; sólo se sabe hacia dónde cada persona quiere que vaya; y en la medida de lo logrado se evaluará el éxito de ese intento. El cantautor Omar Giammarco considera que tiene un pésimo sentido comercial. Pero lo cierto es que, a juzgar por composición, no ha intentado hacer música con ese fin. Muchas de sus canciones tienen una acidez que parece ser una de sus señas particulares, además de cierta incorrección que las saca de los espacios convencionales de lo comercial. Su nuevo disco, Nunca se sabe, es otra prueba de esto, lo mismo que el concierto de presentación que dio el último jueves, al frente de su banda. Incluso hay algo de imprevisible en su trabajo; no en cada canción, sino en ese viaje ecléctico que es su repertorio y la manera como salta de un tema al siguiente. Lo que ha cambiando en Giammarco (y esto sí que es, verdaderamente, la propia construcción de un destino) es el sonido. Si hace una década hacía gala de una instrumentación y sonoridad acústicas que muy bien le quedaban a su estilo declamativo y casi murguero, ahora sube a los escenarios y graba sus CD arropado por una banda más eléctrica; rockera y popera. Pero la esencia es la misma: canciones aparentemente inconexas que al momento de sonar sobre el escenario son parte de ese inventario Giammarco de situaciones y personajes dignos del repertorio de un juglar. Porque también es evidente que el cantor se nutre de los recuerdos que hay en su propia historia y de las situaciones cotidianas y actuales. Un picado de fútbol con amigos y la pérdida del balón en manos de una vecina malvada (“La asesina de las pelotas pulpo”), un descubrimiento arqueológico que fue noticia en todo el mundo hace cinco años (“Los amantes de Valdaro”) o la historia de un desaparecido (“Cómo hacer de una foto un padre”). El cambio gradual de la estética sonora de Giammarco es bien
evidente sobre el escenario. Y lo más interesante es que ha hecho muy bien los deberes para que aquellas viejas canciones (que sonaban muy diferentes en su estreno) y las nuevas sean ahora parte de una misma sonoridad que fluye naturalmente en un combo de dos guitarras, bajo y batería, más un acordeón y una flauta. En lo cantado hay pulso de cumbia y de candombe, hay un homenaje al grupo Almendra y varias decepciones que incluso llegan al reclamo a una novia (“Te pido por favor, no me dejes un domingo”). En el disco hay muchos invitados (Hugo Fattoruso, Lila Downs, Gabriela Torres y Liliana Herrero); en vivo es sólo una banda la que lo acompaña y que se ajusta muy bien a los requerimientos de Giammarco y a esas canciones que van de la cumbia al murgón o al tempo medio del rock nacional y son claro reflejo de las ocurrencias de su dueño. ß mauro apicella
Vélez Sarsfield
L
os músicos suben al escenario con las luces apagadas; de fondo suena un motivo bailable. Una vez dispuestos en sus lugares, las luces se encienden y se lo ve a él, a Stevie Wonder, con su teclado colgado. Él es el artífice de esa frase hipnótica y sube al escenario casi como un arriero del groove, vistiendo un dashiki verde y anteojos del mismo color. Su atuendo irradia luz; su persona irradia alegría y amor en forma de música. Con una banda conformada por quince músicos dispuestos sobre el escenario en formato estéreo (un par de percusiones, teclados y guitarras dispuestos a ambos costados de la batería, el bajo y el propio Stevie; vientos a la izquierda y coros a la derecha, casi al pie del escenario, completaban la formación), el comienzo formal fue con “How Sweet It Is (To Be Loved By You)”, aquel hit R&B salido de las entrañas de Motown y llevado al tope de los rankings por Marvin Gaye en 1964. Ya con Stevie sentado sobre el piano, fue el momento de “Master Blaster (Jammin’)”, el mejor cruce de músicas negras del siglo XXI jamás compuesto. En clave reggae, a los arreglos y breaks propios del funk, en vivo, se le suma un solo de armónica deudor del blues, todo bajo el manto de la dulzura soul de una voz que permanece intacta (gracias al jengibre, comentó luego mientras parodiaba el cantito del público). Con palabras alusivas a Nelson Mandela y banderas sudafricanas sobre el escenario, una excelente “Higher Ground” se lleva la prime-
televisión
Capítulo final del año de Homeland Hoy, a las 22, se emitirá el último episodio de la tercera temporada de Homeland. La serie protagonizada Claire Danes y Damian Lewis (ganadores del Globo de Oro) promete un final atrapante y, según dice la información de prensa, “lleno de adrenalina”. Será un capítulo doble por FX. Para tranquilidad de los fanáticos, habrá una cuarta temporada.ß
televisión
Vuelve la Doctora Juguetes Hoy, a las 10.30 y a las 21, por Disney Junior, se emite el primer capítulo de la nueva temporada de Doctora Juguetes, la historia de una niña de seis años que hace cobrar vida a sus animalitos de peluche y a sus otros muñecos, a quienes cuida en su clínica para juguetes. La serie se emite de lunes a viernes, a las 10.30 y a las 21, y los sábados y domingos, a las 8 y a las 21.30.ß
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Wonder hizo cantar, bailar y disfrutar al público
RodRigo NÉspolo
ra gran ovación, a la vez que muestra la esencia de la ética y la estética de Wonder: dar un mensaje pacifista y superador sobre el que se pueda bailar. La corporalidad del funk no implica que las letras no puedan estar cargadas de contenido y Stevie hace de ello su estandarte. “Dame algo de Mike” fue la orden para su banda y el pie para “The Way You Make Me Feel”, de Michael Jackson, en lo que sería la primera jam extendida con Stevie soleando desde un minúsculo sintetizador. “Keep ur Love Alive”, una canción nueva, compuesta a la memoria del líder africano concluyó con el homenaje a Mandela, a la vez que dio comienzo al bloque de baladas soul que incluiría “Overjoyed”, “Lately” y “Ribbon In The Sky”, cuya improvisación vocal derivó en una zapada con cita, más de manera evocativa que fiel, a “Waiting In Vain”, de Bob Marley. Las dos presencias argentinas sobre el escenario no aportaron más que para lo anecdótico y el regocijo de los artistas, Fabiana Cantilo cumplió en “Love’s Is In Need Of Love Today” y los Illya Kuryaki & The Valderrama rapearon “Ula Ula” y “Abarajame” sobre “Do I Do”, en una apuesta que, sin dudas, pudo ser mejor lograda dada la correlación genérica. Stevie Wonder apunta hacia la integración en todo momento, llamando al público “Stevie’s Voices Of Argentina”; en varios momentos de la noche hizo cantar pequeñas células rítmicas a hombres y mujeres para luego hacerlas funcionar en conjunto convirtiendo al estadio en un gigante coro de himno gospel responsorial. Para el final, en un show de dos horas y media de duración, “Isn’t She Lovely” y “Signed, Sealed, Delivered (I’m Yours)” continuaron entregando felicidad en forma de canción para que lleguen los vientos de “Sir Duke” y “Superstition”: el clímax obvio, el cierre esperado, el baile consumado. Con su túnica verde, Stevie Wonder agradeció y se retiró del escenario, músicos y público –como fieles feligreses de este gurú del optimismo activo– nos retiramos tras él, luego de haber recibido la bendición máxima.ß sebastián chaves