Resumen Alimentar a 10.000 millones de personas a finales del presente siglo, como nos demanda Naciones Unidas (FAO), es un gran desafío. En primer lugar, por la presión que la especie humana ya ejerce sobre la producción primaria en la actualidad. Además, recibimos advertencias de los científicos sobre el papel de la humanidad en el Cambio Global a que está sometido el Planeta, alteración que pone en riesgo incluso el futuro de la propia especie. Las técnicas actuales de mejora genética, que nos ayudan a producir alimentos, no parecen tener la potencia necesaria para alcanzar los objetivos de la Seguridad Alimentaria. Desde hace veinte años, se ha implantado una tecnología de mejora complementaria, basada en la Ingeniería Genética y en las técnicas de genética reversa, que ha permitido disponer de la primera generación de cultivos transgénicos. La mala noticia es que, aun contando con esta tecnología, no parece posible asegurar la producción de alimentos suficientes para todos hacia finales de siglo. En la Unión Europea vivimos ensimismados en nosotros mismos, ignorantes de esta problemática y arrogantes y autocomplacientes con nuestra capacidad económica para obtener alimentos en la actualidad. Desde el año 2014 disponemos de distintas tecnologías para la edición de genomas, entre las que destaca la derivada del sistema CRISPR/Cas, descubierto por el investigador alicantino Francis J. M. Mojica. Estas tecnologías permiten de manera rápida y precisa modificar el genoma de las plantas de cosecha para introducir modificaciones que las hagan más productivas consumiendo menos recursos. Más aún, las técnicas de edición de genomas cuestionan el propio concepto de transgénico, por lo que es de esperar que los cultivos obtenidos tras su utilización tengan un tratamiento jurídico diferente al que tienen los transgénicos. Con todo, la cuestión permanece: ¿seremos capaces de dar respuesta al desafío alimentario del presente siglo y de preservar el Planeta para las generaciones futuras?