Rastros de un quiebre cultural

14 mar. 2009 - NOTA DE TAPA | FUTURISMO. POR HUGO BECCACECE. De la Redacción de La Nacion. Rastros de un quiebre cultural. May Lorenzo Alcalá ...
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DIÁLOGO. El próximo martes, a las 19, en el Museo Nacional de Bellas Artes, Adriana Lauría y Raúl Antelo presentarán La esquiva huella del futurismo en el Río de la Plata, de May Lorenzo Alcalá, en un acto del Instituto Italiano de Cultura y Patricia Rizzo Editores

NOTA DE TAPA | FUTURISMO

Rastros de un quiebre cultural May Lorenzo Alcalá habla de su libro La esquiva huella del futurismo en el Río de la Plata, en el que investigó los ecos locales del movimiento de Marinetti, cuyo manifiesto, traducido por Rubén Darío, apareció por primera vez en el país en LA NACION POR HUGO BECCACECE De la Redacción de La Nacion

P

or su profesión de diplomática, May Lorenzo Alcalá está acostumbrada a tender puentes entre culturas y a profundizar en los hechos históricos y la vida de las grandes personalidades. Ese hábito, convertido en destreza, le ha permitido desarrollar con coherencia su vocación literaria y de investigadora. Autora de libros de viajes y de novelas como El lugar de la herida y Los veraneantes, Lorenzo Alcalá encauzó su pasión por el arte y la literatura en una serie de ensayos: Vanguardia argentina y modernismo brasileño, años 20; Matta y Lam; Norah Borges, la vanguardia enmascarada y La utopía latinoamericana en Xul Solar. Ahora está por aparecer en la Argentina La esquiva huella del futurismo en el Río de la Plata (Patricia Rizzo Editores) y casi al mismo tiempo, se publicará en Italia Piero Illari: un futurista tra due mondi (Uni.Nova), una compilación de estudios sobre ese poeta de Parma, que incluye dos artículos de la escritora argentina. Las dos obras se suman de un modo muy oportuno a la estela de libros, homenajes y exposiciones que ha desencadenado la celebración del centenario futurista. –Mi curiosidad por el futurismo empezó muy temprano, cuando empecé a investigar las vanguardias. Me resultaba extraño que en un país con tanta población italiana o de origen italiano, no hubiera, en apariencia, ninguna huella del futurismo. En mis estudios sobre el tema, di con el poeta italiano Piero Illari, un militante futurista, con una trayectoria de vida muy novelesca. –¿Cuál fue la primera noticia que tuvo de Illari? –Aparece escribiendo en la revista Martín Fierro desde el número 7, pero ya se lo menciona en el 4, donde Girondo publica el manifiesto de Martín Fierro. Illari vino al país en 1924 y alguien lo introdujo en el círculo de Martín Fierro. Sospecho que esa persona fue el escritor Pedro Juan Vignale, oriundo, como Illari, de Emilia Romagna. Vignale traducía del italiano. Illari publicó varios artículos en Martín Fierro, algunos con motivo de la visita de Filippo Marinetti, y después desapareció. Entonces me fijé en Internet, para ver si encontraba más datos. Di con un profesor de la Universidad de Parma, Paolo Briganti, que en su cátedra de literatura italiana del siglo XX enseñaba la poesía de Illari producida en Europa antes de emigrar. Le envié un e-mail y al día siguiente recibí una contestación escrita en perfecto español por el hijo de Paolo, el hispanista Andrea Brigante. Empezamos una correspondencia. Ellos tenían toda la información sobre Illari que podía hallarse en Italia, pero de lo que le había pasado aquí sólo sabían que había tenido una nieta que vivía en Córdoba. Les propuse a los Briganti hacer la investigación argentina y ellos coordinaron un libro sobre ese futurista casi olvidado en nuestro país. Encontré, además de la nieta, a dos sobrinas de Illari, Cristina 8 | adn | Sábado 14 de marzo de 2009

DIEGO SPIVACOW

MAY LORENZO ALCALÁ: “Tan sólo en las décadas de 1920 y 1930, se produjeron obras que respondían a la estética futurista”

Wargon y Guigui de Pisauri. Ellas se sorprendieron de mi interés por el tío. Ignoraban que Piero había tenido una militancia futurista, que yo reconstruyo, de 1924 a 1930. En esos años, él vivió en Buenos Aires, editó la revista Rovente futurista, participó en Martín Fierro y se hizo amigo de Borges. En 1930, se casó y se fue a vivir a Villa Mercedes, en San Luis. Para esa casa, diseñó un juego de comedor y de sala, que la familia llama “futurista” (en realidad, son más bien una mezcla de art déco y racionalismo). La última aparición de Illari como personaje dentro del movimiento futurista se produjo durante la visita de Marinetti de 1936, en ocasión del Congreso del PEN Club. Hay varias fotos suyas en ese acontecimiento. Además Piero escribió el prólogo de la edición argentina y mexicana de Mafarka, la novela de Marinetti. Me costó encontrar un ejemplar de Rovente futurista. Muchos me decían que esa revista nunca había existido y que la mención era una de esas bromas de la gente de Martín Fierro, destinadas a que los lectores siguieran pistas falsas. Por último, hallamos la revista en la Universidad de Yale y hemos hecho reproducciones facsimilares de ese número para distribuirlas. –¿Cuándo se conoció el manifiesto en la Argentina? –En Italia, se lo publicó el 20 de febrero de 1909. Un mes y medio después, el 5 de abril, La Nacion reprodujo un artículo enviado por Rubén Darío desde París, en el

que traduce y comenta la proclama de Marinetti. Sin embargo, no tuvo repercusión entre los escritores y artistas. Sólo en las décadas del 20 y del 30, la cultura argentina se mostró más permeable a ese movimiento. –¿Por qué? –Debo citar a un colega de la Cancillería, cuyos trabajos me sirvieron de hilos conductores: Alberto Candiotti, cónsul en Berlín de 1917 a 1924. Él escribió el catálogo de la exposición que hizo Pettoruti en la galería Der Sturm en Berlín. Después hizo el libro Pettoruti, futurismo, cubismo, expresionismo. Para él, una de las razones del escaso eco del futurismo en aquella temprana época era que la Argentina, como país joven, necesitaba crearse una tradición más que sacudirse el pasado. Marinetti subrayaba la importancia y los beneficios de la guerra, mientras que la Argentina era una tierra de paz, que recibía inmigrantes de todas partes del mundo. En varias cosas, Candiotti tenía razón. En 1909, la Argentina no estaba preparada para escuchar esa proclama de ruptura. Los intelectuales y artistas nacionales se hicieron más sensibles a los aires de renovación en las décadas del 20 y el 30. La huella futurista más persistente está en el diseño, sobre todo el diseño gráfico. Piero Illari intuyó que ése era el aspecto que más podía interesar en Buenos Aires. Del lapso que estuvo en esta ciudad, hay cartas, por ejemplo, de 1927, que firma como director de