Quiere crecer en su vida cristiana, pero ha caído en la ... - ObreroFiel

No estoy sugiriendo que vivamos nuestras vidas vicariamente a través de otros. ... Dejemos de presentar nuestras mentes y nuestros cuerpos al pecado como ...
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EL GOZO DEL SEÑOR Por Marcos Robinson Usado con permiso

¿Quiere crecer en su vida cristiana, pero ha caído en la rutina religiosa? ¿Ha perdido el gozo en su vida? Aquí hay una sugerencia: Arrímese a un nuevo creyente. El entusiasmo de los nuevos creyentes es contagioso. Los nuevos hermanos miran con ojos nuevos las cosas que hemos conocido desde hace tiempo. Recuerdo cuando un nuevo hermano llamado Leonel se me acercó con gran entusiasmo diciéndome que había descubierto al leer 1 Corintios que el Espíritu Santo vivía dentro de él. No podía contener su entusiasmo. Algunos dirían, ¿Cuál es la gran cosa? Ya sabemos esto. Claro que lo sabemos y allí está el problema. Sabemos de cabeza pero no de corazón. De alguna manera extraña, con el paso del tiempo, esta verdad y otras van perdiendo su significado para nosotros. Santiago 1:22 nos exhorta “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” El nuevo creyente nos ayuda a ver de nuevo algunas verdades clásicas. Nos recuerda que conocer a Cristo es VIDA, no solo una rutina religiosa. Es una relación mucho más que un calendario lleno de actividades cristianas. No estoy sugiriendo que vivamos nuestras vidas vicariamente a través de otros. No, pero dejemos que ellos nos ayuden a reenfocar nuestra visión en lo que es realmente importante, las cosas invisibles que son eternas. Nunca desanimemos al nuevo hermano cuando cree cosas grandes de Dios. Dejemos de decir: “Si, pero...” y aprendamos a recordar: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17). Si no estamos experimentando esta vida nueva, clamemos a Dios, humillándonos y confesando nuestra incredulidad. Examinemos nuestras vidas para ver si el pecado o la pereza nos están controlando. Comencemos a creer de nuevo en un Dios grande y soberano. Considerémonos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Dejemos de presentar nuestras mentes y nuestros cuerpos al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentémonos nosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos (Ro. 6:11, 13). Seamos fieles a Dios observando su maravilloso poder, no olvidemos quién es él y lo que ha hecho por nosotros.

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