¿VIDA RELIGIOSA O VOCACIÓN CRISTIANA?* Por Dariel Enrique Martín Hernández Usado con permiso “La iglesia lo tiene embobecido”. La expresión anterior pudiera ser un lugar común en hogares donde uno o pocos miembros de la familia son cristianos y el resto inconversos. Las personas que no han recibido a Jesucristo en sus corazones, manifiestan que “mi hijo está perdiendo el tiempo”, o “mi nieto está derrochando su juventud” o, en el mejor de los casos, “dejen que mi hermano se entretenga”. Los amigos tampoco son ajenos a estos esfuerzos por “rescatar al socio”. Mirándolo todo, pensándolo todo, sufriéndolo todo está el ser convertido al evangelio. Quien ha recibido el llamado del Salvador del mundo, sabe que las opiniones son equivocadas. Sabe que Dios está en ese hogar por medio de su presencia. Sabe que el Señor lo usa con un propósito definido: llevar la luz a los que viven en tinieblas. ¡Cuánta responsabilidad! Convencido toma su cruz. Suplica a Cristo que multiplique sus fuerzas. Olvida entonces las penurias. Piensa en aquel que sanó enfermos, perdonó a sus enemigos y ama a los pecadores, aquel que resucitó de los muertos. Piensa en aquel que cumplió la voluntad del Padre. Su verdad, la postrera verdad emerge. Enfrenta los temores, las dudas, las angustias. Con el Espíritu Santo, asume el reto. Jehová lo acompaña, nada más importa. Sus palabras quiebran muros, destruyen las barreras. Familia y amigos ceden. No pueden defender lo indefendible. No pueden derrotar lo inderrotable. Ese cristiano que mira, ese cristiano que piensa, ese cristiano que sufre puedo ser yo, o puede ser usted, hermano mío. Roguémosle a Dios que nos ayude a ser fieles hasta el final. Pidámosle al Mesías que nos llene de su amor santo, de su vida santa, de su Espíritu Santo. Andemos con la certeza de que por la muerte de Jesús, el cristianismo no es una religión. Vivamos con la confianza de que por la resurrección del Señor Jesucristo, el cristianismo se convierte en el único camino verdadero para la salvación de nuestras almas. * “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.
