domingo 22 de septiembre de 2013
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Progresismo de papel Un país en las leyes, otro en la realidad En la última década, el Congreso argentino sancionó varias leyes de avanzada que, por deficiencias en la gestión estatal, infraestructura insuficiente, falta de previsión de recursos o una voluntad política que se agota en el Parlamento, no logran asegurar protección a los más vulnerables Diana Fernández Irusta LA NACIoN
I
maginemos un arqueólogo del futuro que trabaja en el territorio donde alguna vez existió la Argentina. Imaginemos también su entusiasmo al encontrar, en un archivo, normas aprobadas en la primera década del siglo XXI. Al leerlas descubre leyes que creaban nuevos sujetos de derecho, dignificaban la niñez, impulsaban políticas de género y configuraban un modelo de sociedad generoso y moderno, especialmente preocupado por la protección de los más vulnerables. Nuestro arqueólogo, entusiasmado, concluye que acaba de descubrir a una de las democracias más avanzadas de la época.
No sería fácil explicarle que, efectivamente, esa normativa (auspiciada por la reforma constitucional de 1994 y la incorporación de tratados internacionales) existió, pero por los más diversos motivos –falta de reglamentación, mala gestión de recursos, ausencia de capacitación, distancia entre el Poder Ejecutivo, el Legislativo y la ciudadanía– no llegó a cumplirse cabalmente. Dejando de lado la licencia ficcional, podría decirse que en nuestro país hoy se perfilan algo así como dos realidades: una en los textos legales, otra en la agobiante dinámica de un Estado incapaz de ponerse a la altura de la ambiciosa normativa que él mismo promovió.
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martín balcala
El muNdO
El pERfIl
Loris Zanatta. “El kirchnerismo perderá la batalla cultural porque los populismos están condenados a morir”
Londres: la crisis en una ciudad multimillonaria La ciudad británica sufre el impacto del recorte en la política social estatal Página 5
REAlISmO TRágICO
Cristina, la “abonada” de los humildes
ENTREVISTA CON
El consumismo es el budismo de los pobres, dice Diego Sehinkman
Juan Nosiglia, el hijo del “Coti” que promete renovación en el radicalismo
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El historiador italiano, experto en el peronismo, traza paralelos entre el Gobierno y el justicialismo clásico, y afirma que “la Argentina exagera su propia importancia”
Laura Di Marco PArA LA NACIoN
“¿Por qué hoy en Italia se puede decir que el fascismo fue una dictadura y que no se puede reivindicar? ¿Por qué a nadie se le ocurriría decir hoy en España «Viva Franco»? El problema de la Argentina es que el kirchnerismo no logra ver lo evidente, y es que el peronismo, a pesar de todos sus logros, fue un régimen dictatorial. Y no sólo no lo reconoce sino que lo lee como un éxito, y por eso repite sus errores”, lanza el historiador italiano Loris Zanatta, devenido en uno de los mayores expertos en el estudio de los populismos en América
latina –el peronismo es, actualmente, su principal foco de interés– y de la historia de la Iglesia Católica. De visita en la Argentina para presentar su último libro sobre la política exterior del primer peronismo –La Internacional justicialista. Auge y ocaso de los sueños imperiales de Perón (Sudamericana)–, Zanatta, que es profesor en la Universidad de Bologna, se divierte cuando le cuentan una anécdota que revela, entre otras cosas, que sus trabajos han logrado saltar el cerco de la academia. “Si la Presidenta no sabe qué es el kirchnerismo, que le pregunte a Loris Zanatta”, fue un tuit que circuló por las redes poco después de la emisión
de la primera media hora de la entrevista que ofreció Cristina Kirchner al ciclo oficialista Desde otro lugar. Su biografía política sobre Eva Perón fue el libro que lo hizo conocido en la Argentina. “Cristina tiene, como Eva, una visión mucho más emocional y primitiva de la política de la que tenía Néstor Kirchner, por eso su estilo confrontacional tiene efectos más desgarrantes en la sociedad”, dijo a la nacion, y no ahorró definiciones políticamente incorrectas, filosas y polémicas sobre el movimiento político más trascendente de la Argentina contemporánea. Continúa en la página 3