Otro quíntuple en Palermo

tante con su manejo, más nervioso, que el francés. Pero así como Gabriel Raies era más vistoso en su estilo que Jorge. Recalde, era éste el que más carreras.
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Domingo 19 de abril de 2009

20

dixit

la contra

La avenida Sarmiento y el Monumento de los Españoles fueron un escenario insólito para el rally y Loeb, ante unos 10.000 espectadores

1

LA EXHIBICION.

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LA MOTIVACION.

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EL RALLY ARGENTINA.

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EL COPILOTO.

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LOS OTROS PROTAGONISTAS.

// FOTOS DE SOLEDAD AZNAREZ

Otro quíntuple en Palermo Sébastien Loeb, pentacampeón mundial de rally, voló e hizo trompos con un Citroën entre el Planetario y el Monumento de los Españoles, zona donde corría Fangio hace 61 años; el público admiró y ovacionó al francés Desde el jueves, el Rally Argentina en Córdoba

Por Xavier Prieto Astigarraga De la Redacción de LA NACION a era la Argentina un país muy aficionado al automovilismo cuando Juan Manuel Fangio corrió un par de veces en Palermo, por las temporadas internacionales, en 1947 y 1948. El que no era todavía lo que más tarde terminaría siendo era el propio Chueco de Balcarce. Sus cinco conquistas mundiales de Fórmula 1 llegarían poco después. Sigue siendo la Argentina un país muy aficionado al automovilismo, seis décadas luego, pero Sébastien Loeb ya es lo que es, un quíntuple, aunque en rally mundial. Y aún puede ser mucho más. Y de chueco, por cierto, nada tiene; así, difícilmente podría haber logrado títulos nacionales de gimnasia en su tierra natal. “Me parece que soy mejor en rally que en gimnasia, porque en ésta fui campeón de Francia, y en rally fui campeón del mundo”, contestó a LA NACION ayer, festejado por el público, después de que el piloto lo cautivara en una espectacular exhibición organizada por Citroën en la avenida Sarmiento entre Libertador y Figueroa Alcorta. El pequeño francés, de 171 centímetros y 35 años, que suele festejar sus triunfos en auto con una muestra de su destreza física –vuelta de campana en el podio–, parece dominar tan bien su cuerpo como su coche. “Cómo maneja, cómo lleva el auto. Increíble. Por algo es el campeón del mundo”, comentó Marcos Di Palma, el piloto de Arrecifes, tras acompañar a Loeb en una de sus furibundas salidas al asfalto palermitano. Asfalto que quedó como el de la avenida 9 de Julio cuando sobre él anduvo el escocés David Coulthard en un Red Bull

Y

Tras cada respuesta, Loeb fue aclamado

Los saltos y los trompos, preferidos de la gente

de Fórmula 1, en octubre pasado: marcado de negro en círculos. Así lo dejaron Loeb y su compañero español Dani Sordo, el otro piloto de Citroën en el Campeonato Mundial. En eso, huellas, y también en humo –mucho humo– se convirtió una gran cantidad de caucho que quemaron y gastaron con sus C4. La gente, por supuesto, chocha. Aunque el fierrero porteño no es en general un fanático del rally, unas 10.000 personas se congregaron en las plazas contiguas a la avenida Sarmiento, y no se marcharon ni siquiera entre las grandes pausas que había entre una pasada y la siguiente (hubo exhibiciones de magníficos Citroën clásicos y otros de Turismo Nacional). En esos casi 300 metros que

El Rally Argentina, una de las carreras más tradicionales y populares del Mundial, celebrará la próxima semana su 29ª versión. Tendrá lugar entre el jueves y el domingo, por dos de los tres valles cordobeses, Punilla y Traslasierra; este año no se recorrerá el de Calamuchita. Será la 5ª fecha de un certamen que Sébastien Loeb viene dominando casi sin oposición, pues venció en las cuatro competencias. El francés, que desde 1999 corre con Citroën, es el piloto más exitoso de la historia en el rally: ya posee el récord de cinco coronas, como también el de triunfos, con 51.

había entre el monumento a Urquiza y el de los españoles, había “puertas” (inflables), paneles sostenidos por pencas de alfalfa, un auto estacionado, algunos tambores y la mayor atracción: una rampa. No muy alta, de un metro, pero suficiente para hacer volar a Loeb y a Sordo en las varias veces que encararon el trazado durante las dos horas del acontecimiento, que zafó de la lluvia. El ruido del turbo de más de 300 caballos de fuerza, la agilidad del vehículo, su capacidad de frenado, los saltos y, sobre todo, los derrapes, encantaron a la concurrencia, que dejó ver que las cámaras digitales ya les ganan, casi por goleada, a las de rollo. Tal vez Sordo haya sido más impactante con su manejo, más nervioso, que el francés. Pero así como Gabriel Raies era más vistoso en su estilo que Jorge Recalde, era éste el que más carreras y coronas acopiaba. Loeb, el monopolizador (2004-2008) de la segunda categoría más popular del mundo del automovilismo, asombraba especialmente con sus trompos. Los hacía seguidos y continuos, sin frenar para tomar nuevo impulso. Un crack del volante. La rutina, acabados los giros del auto sobre sí, terminaba con salir del coche y saludar a la gente, aún en medio del humo de lo que hasta segundos atrás era neumáticos. O bien pasar a baja velocidad con la puerta abierta y Loeb, saludando parado, o hasta sentado en el techo. Sí, con el vehículo en movimiento. En definitiva, una exhibición de alta calidad, de notable categoría. Con una estrella deslumbrante: quizás el piloto de más alta calidad en la historia de esta noble categoría. Que, al menos por un día, conquistó a una Buenos Aires no tan ralliera, más bien aficionada a la pista, allí donde brilló Fangio. El otro quíntuple.

“Fue una tarde espléndida. Dio muchísimo gusto hacer una exhibición como ésta, para la gente, que alentaba y disfrutaba tanto. Nos gusta esto. Estamos acá con menos presión, para hacer un buen show, divertir a los espectadores. Si todos están contentos, nosotros estamos contentos de hacerlo. Es completamente diferente a un rally, que tiene tres días de dura lucha. No podemos compararlos”, apuntó Sébastien Loeb.

“Es hacer lo que me gusta, manejar, ganar. No conseguir récords, sino el sentimiento por lo que hago. La motivación es la misma de la primera vez; la diferencia es que hay menos presiones. Es cierto que por los récords y los campeonatos podría retirarme, que no tendría ya necesidad de seguir. Pero no es eso lo que me motiva para correr; corro porque me gusta, porque es mi pasión. El día en que ya no sienta la pasión de manejar y de correr, dejaré de hacerlo”.

“¿Qué puedo esperar? Va todo perfecto, el auto está impecable. La única duda es al abrir el camino. En algunos rallies, y en ciertos tramos en particular, no conviene ser el primero. Depende del clima; si está húmedo, está todo bien; si está seco, puede complicarse”.

“Parte del trabajo, de las claves para ganar, es tener notas precisas. Daniel y yo nos conocemos desde hace diez años. No comete muchos errores. En dos o tres rallies hemos tenido problemas por él; muy poco en diez años”, manifestó Loeb sobre el monegasco Daniel Elena, su copiloto y todo un personaje, que tiene siempre lista una broma.

“Un placer hacer esto en el medio de Buenos Aires, con todo caliente”, se complació Elena, que habló en un esforzado español en la conferencia de prensa, aludiendo al entusiasmo del público porteño. “Muchas gracias por este calor que nos han brindado. Lo hemos pasado muy bien aquí y esperemos estar otros años”, destacó Dani Sordo, el segundo piloto de Citroën en el Mundial. Y su acompañante y compatriota, Marc Martí, no quiso agregar más que “Sébaaastien, Sébaaastien, Sébaaastien”, en tono de canto, para que la concurrencia se prendiera, en un gesto de familiaridad muy propio del rally, especialidad más cálida que la Fórmula 1. Y concluyó con un “¡viva Argentina!”, previo a una ovación.