PRESENTACIÓN DEL LIBRO “LOS DIPLOMÁTICOS Y EL CINE” DEL EMBAJADOR DE ESPAÑA AMADOR MARTÍNEZ MORCILLO 15 de Diciembre de 2015 Buenas tardes a todos. Bienvenidos a este nuevo evento organizado por la Escuela Diplomática. Es un placer contribuir a la presentación del último libro del Embajador Martínez Morcillo “Los diplomáticos y el cine” y un honor que haya elegido los locales de esta Escuela Diplomática para hacerlo. Muchas gracias, asimismo, a Eduardo Torres‐Dulce por estar aquí con nosotros en esta ocasión. Te felicito también por el magnífico Prólogo del libro. Quisiera comenzar subrayando varias cualidades diplomáticas, como son la versatilidad, la curiosidad o el afán de superación, que posee sobradamente el Embajador Martínez Morcillo, y sin las cuales no habría sido posible la edición de este libro. Él mismo explica en la introducción cómo en un momento determinado de su carrera, durante su destino en Manchester, tiene más tiempo libre y disfruta más intensamente de su ocio no solo viendo películas, su gran afición, sino también sumergiéndose verdaderamente en el mundo del 7º arte haciendo algunos cursos. Ello me da pie, en mi papel de Director de la Escuela Diplomática, para insistir, una vez más, en la importancia de ‘la formación permanente’, particularmente en nuestra profesión en la que debemos estar todo el tiempo formándonos. Porque la carrera es tan larga, con muchos y muy distintos destinos, y la realidad internacional está sometida a tantos cambios que no hay mas remedio que estar al tanto de todo o de casi todo. Quisiera, Embajador, antes de entrar en materia, destacar la evolución del arte que sintéticamente describes al comienzo del libro, pero que me parece sumamente atractiva para llegar a la identificación del arte por antonomasia del S. XX con el cine. Quizás se trate de una simplificación, pero es cierto que con los precedentes del teatro en el XVI (Shakespeare, Calderón, Lope…), la pintura en el XVII (Velázquez, Rembrandt), la música en el XVIII (Bach, Mozart, Haendel…) y la novela en el XIX (Zola, Flaubert, Balzac, Dickens), no hay otro arte que haya despuntado tanto en el S XX que el cine, cuando confluyen sonido e imagen para influir como ninguna otra manifestación artística lo había hecho antes al gran público. Los Estados, incluyendo los regímenes totalitarios, también fueron muy conscientes de este poder de influencia y lo utilizaron para conseguir sus propios fines. Hoy día la industria del cine es fabulosa. Pero centrémonos en los diplomáticos y 7º arte, porque el cine no los trata bien, en términos generales. Se ofrece, por lo general, una imagen distorsionada de la realidad. Y no hablamos solo del cine español. Hablamos del cine internacional, del de Hollywood y del gran cine europeo, como bien refleja Martínez Morcillo en un gran alarde de erudición. Esta imagen refleja el ideario social del S. XX, la imagen del diplomático‐burgués del S. XIX, que se mueve como pez en el agua por los entresijos del poder, heredero del aristócrata diplomático de siglos anteriores asociado al viejo régimen. Cae el poder, el rey absoluto se ve sustituido por el Parlamento, pero los diplomáticos siguen…..asociados a una nueva clase: la burguesía. Imagen trasnochada o no, pero la realidad es que se nos describe como poco trabajadores, superficiales, cuando no tontos, juerguistas, mujeriegos…A propósito del trabajo del diplomático, me ha encantado la cita del libro del Embajador Martínez Morcillo sobre la película de Carol Reed “El ídolo caído”, basada en un relato corto de Graham Green –que se está proyectando en este acto precisamente‐, en donde en el curso de una investigación policial sobre un crimen cometido en una Embajada, un inspector de policía le pregunta a un chico….:”¿tu padre trabaja en la Embajada?” y el chico le responde….”No, es el Embajador!”.
Sublime! Los ejemplos son múltiples y reiterados y el libro de Martínez Morcillo incide en muchas de estas “malas cualidades” diplomáticas, en donde se suceden casos verdaderamente desternillantes. De alguna manera, en el cine pasa algo parecido a lo que ocurre con la literatura o la prensa. El magnífico recorrido de Martínez Morcillo buscando la imagen del diplomático por el cine universal, bien como personaje principal o secundario, me ha recordado la obra de algunos de nuestros compañeros diplomáticos españoles sobre los clichés sobre los diplomáticos en la literatura o la prensa actual (ahí están las aportaciones de Manuel Gómez de Valenzuela, de Javier Gil Catalina o de César Espada para atestiguarlo, tres diplomáticos de tres generaciones diferentes pero que llegan a las mismas conclusiones…..no muy diferente de la imagen proyectada de los diplomáticos por el cine). A mi modo de ver, el punto más exagerado, el culmen crítico del papel del diplomático, es la reciente serie norteamericana de HBO “The Brink”, protagonizado por Jack Black, que representa a un tercer secretario de la Embajada norteamericana en Pakistán y Tim Robbins quien encarna al Secretario de Estado en Washington. Ahí encontramos prácticamente todos los tópicos, pero hay que reconocer que se trata de una serie muy entretenida con algunos momentos verdaderamente jocosos. Pero como bien señala Martínez Morcillo en su obra, parece atisbarse una nueva tendencia en el cine contemporáneo que empieza a reivindicar el papel decisivo, pero discreto, del diplomático, normalmente asociado al arreglo de controversias, a evitar males mayores con su intervención personal. Representantes de esta nueva tendencia, “ARGO” de Ben Affleck, ganadora de tres Oscars que describe la salida de un grupo de diplomáticos norteamericanos del Irán de los ayatolas, merced al buen hacer de la Embajada de Canadá, o “Diplomacia” de Völker Schlöndorff, basada en una obra de teatro (Ciryl Gely) en donde se presenta a dos personajes, un cónsul sueco y un general alemán, conversando sobre la suerte de París durante la II Guerra Mundial. Junto a Edgar Neville, personaje al que se dedica la segunda parte del libro, personaje poco conocido entre nosotros, pero gran director de cine y diplomático, cuya biografía y méritos recorre acertadamente Martínez Morcillo –por cierto, me ha llamado particularmente la atención que su compañera Conchita Montes también llegara a preparar las oposiciones a la Carrera Diplomática‐, me gustaría aprovechar esta oportunidad para señalar que hay varios compañeros diplomáticos en activo que son directores de cine: José Antonio Zorrilla, director de “El arreglo” (1983) que actualmente está destinado en Bolivia o César España, director de “Spot” (2012), en la actualidad en nuestra Embajada en Australia. Ninguno de los dos ha podido venir a este acto al que, no obstante, estaban invitados. Conozco bien a ambos. Con César he tenido la suerte de trabajar hasta hace poco en Australia y cuya vocación artística –no solo por el cine, al que se dedica con mucho empeño, sino la literatura, la pintura etc.‐, iguala, o incluso, supera su vocación diplomática. Estoy seguro de que su variada producción cinematográfica, que conozco y admiro, dará mucho que hablar en el futuro. Quisiera concluir agradeciendo a todos Vdes. que hayan venido a esta presentación y también a Eduardo Torres Dulce por aceptar estar con nosotros en esta presentación y al Embajador Martínez Morcillo. Enhorabuena por esta magnífica obra que se presta muy bien a futuras ampliaciones y nuevas ediciones. Me encantaría poder organizar un acto similar en 2017, con ocasión del 75 aniversario de esta Escuela Diplomática. Sería estupendo que con ese motivo pudiéramos contar con una nueva actualización de esta magnífica obra, incluyendo películas muy recientes sobre diplomáticos, incluyendo la francesa “Quai D’Orsay” que describe, en clave de humor, la difícil y larga gestación del discurso del Ministro Dominique de Villepin en Naciones Unidas para justificar que Francia no acompañaría a EEUU en su aventura en Irak. Muchas gracias!