PASTORAL PAULINA Por Welter Zepeda Usado con permiso Introducción: No es mi objetivo presentar una sistematización de la teología pastoral del apóstol Pablo; más bien, deseamos despertar el interés para que iniciemos un trabajo serio que apunte a la investigación de este asunto en los escritos paulinos. Hemos de tomar en cuenta las epístolas del apóstol Pablo responden pastoralmente a circunstancias específicas que tenían lugar en cada una de las iglesias. De esa cuenta su doctrina, aunque obedece a objetivos claros en la edificación del cuerpo de Cristo, no la encontramos sistematizada. Desde ya queremos decir que el apóstol Pablo no presenta una teología que ocupara el tiempo de sus lectores para elucubrar de una manera contemplativa sino que sus enseñanzas tenían que transformarse en vida. Pablo como pastor. Muchas veces pensamos en la actividad paulina como totalmente centrada en la predicación del evangelio, el kerigma; sin embargo, él no era un evangelista que miraba en la conversión de una persona la meta final de su esfuerzo; al contrario, era el principio de toda tarea que implica un proceso largo de acción pastoral hasta alcanzar “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. El concepto soteriológico de Pablo revela que el hecho de la salvación afecta al hombre total. La nueva criatura, en una interacción con sus hermanos, va creciendo para presentarse a Dios como “un hombre enteramente perfecto para toda buena obra”. Desde otro ángulo, concebía el proceso como el ir formando a Cristo en el hombre para parecerse cada vez más a Cristo mismo. Esta forma de ver “su evangelio” le llevó a él a ser un pastor destacado, solamente superado en el Nuevo Testamento por Cristo. Por otro lado, aunque el apóstol enseñó la organización de la iglesia y la asignación de ciertas funciones específicas de liderazgo, de su propia eclesiología deriva la instrucción clara con respecto de la responsabilidad pastoral de cada cristiano para con los demás; y que los puestos de liderazgo, al fin, dentro del desempeño de los dones que el Espíritu dio a cada uno, no es más que el cumplimiento de la función en beneficio de los demás de la diversidad para la unidad. La imposibilidad de no poder estar presente en cada una de las iglesias para atender personalmente, dio lugar a sus epístolas. Lo cual nos permite ver cómo el apóstol les instruía para ministrarse mutuamente. La actualidad del tema de la acción pastoral. Para los que nos movemos en el ámbito eclesiástico no es ajena a nosotros la actualidad del tema pastoral. Durante el transcurso de la historia de la iglesia, la pastoral ha tenido diversos énfasis. De ese hecho, en la actualidad tiene matices especiales que bien valen la pena presentarle la atención que ameritan, en un ejercicio de examinarlo todo y retener lo bueno. La pastoral tiene que ver con la práctica de la vida cristiana en la experiencia diaria de los fieles, pero las circunstancias no son las mismas para todos en todos los lugares y en todos los tiempos. Estas consideraciones nos llevan a pensar en lo siguiente: 1) La tarea pastoral tiene sus matices propios derivados de las situaciones particulares que hay qué atender desde la práctica de la fe, de tal manera que el consejo de Dios sea válido para “aquí y ahora”.
2) Las acciones pastorales de Pablo, aunque obedecen a hechos específicos, sirven de parámetros y permiten formular principios para una pastoral que responda a las exigencias de nuestros tiempos. Una palabra sobre la metodología. Indicamos arriba cuales son los alcances de este ejercicio, por lo cual no pretendemos exponer una posición ya elaborada, ni imponer algún enfoque en particular. Más bien, esperamos que en la interacción y con la dinámica de los participantes a la luz del contexto bíblico y de la experiencia acumulada surjan los mejores aportes en torno al tema. Se espera una actitud abierta en cada participante, a la vez que crítica, y la voluntad de participar. Semántica del vocablo pastoral. El término pastoral es una elipsis de las expresiones “tarea pastoral”, “acción pastoral”, “ministerio pastoral”; es una sustantivación del adjetivo. Aunque en la literatura cristiana, como en este escrito, conlleva el nombre “teología pastoral”. La teología pastoral, como rama de toda la teología tiene que ver con el mandato de Dios de cuidar la iglesia o como lo diría nuestro hermano Max Pérez, “en 1ª Pedro 5, la orden es apacentar la grey de Dios como Dios mismo lo haría…. Este liderazgo teológico y práctico le da el acento de teología pastoral”.1 Otra forma de enfocar el asunto de manera descriptiva es como lo hace Gutiérrez Cortéz: “pastoral fraternal que a través de los siglos se ha ejercido en la iglesia cristiana, donde cada quien es guarda de su hermano, por que tiene la conciencia de la fraternidad común de aquel a quien invocan en la oración de Jesús”.2 ¿Qué le recuerda esta expresión “donde cada quien es guarda de su hermano?” La necesidad de la pastoral. La comprensión de que la iglesia como pueblo del Señor va peregrinando aún por este mundo y que se sigue procurando el “perfeccionamiento de la condición humana según el modelo que Dios nos ha dado en Jesucristo para lograr la plena expresión de la vida de fe”.3 Este comentario evidencia la necesidad de una guía y del aporte de cada creyente que implica el sufrimiento. La misma expresión paulina de edificar y sobreedificar comporta la idea de algo inconcluso. Esto establece una tensión entre lo que se es y lo que debe ser en sentido comunitario. También hay que observar que la iglesia en toda su historia ha entrañado problemas que ha de reconocerse. Pero a veces pareciera ignorarse este punto, por lo que A. León nos advierte: “…..una idealización de la iglesia que impida verla en toda su humanidad, y un menosprecio arrogante por los que están afuera no contribuye a que el cristiano se ubique adecuadamente en la realidad para cumplir la misión para la cual Dios lo ha colocado en el mundo”.4 El cristiano tiene segura su salvación pero todavía padece las vicisitudes de la vida (Gá. 1:4; 1ª Co. 7:26, 29-31)
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Pérez, M. Hacia un liderazgo pastoral bíblico en América Latina. Cairos No.5. SETECA. Pág. 31 Gutiérrez Cortés, R. La naturaleza de la iglesia: Misión y acción pastoral. Boletín Teológico No. 9, FTL. pág. 17 3 León, J.A. Psicología Pastoral de la iglesia. San José: Editorial Caribe, 1980. pág. 11. 4 Ibid.,pág. 46.
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La iglesia como agente pastoral de Dios en el mundo hoy. La obra iniciada con la creación y luego con la creación de un hombre nuevo no ha sido abandonada, Dios sigue al cuidado del hombre. Es la iglesia, por medio de la obra del Espíritu Santo, el “otro consolador” enviado, que tiene el privilegio de continuar la participación de Dios en el mundo hoy. (2 Co. 5:20, 1ª Co. 3:9; Efesios 2:10) Ante la defección de Israel en el cumplimiento de su misión, es la iglesia la que toma ese papel y se convierte en la “ejecutora principal de los planes divinos”.5 Por lo anterior, podemos afirmar que el trabajo pastoral está enmarcado en el plan de Dios para la humanidad caída. No se origina en los programas humanos sino en el programa divino. No son tantos programas en el mercado del iglecrecimiento. La iglesia tiene una misión transformadora. Es un organismo con una función de servicio, koinonía. Diaconía. Esta tarea de transformación y de servicio requiere una comprensión, un conocimiento de lo que debe transformarse, del estado de las cosas, de las causas de ese estado y cuál es el objeto de nuestro servicio. La iglesia no solo es objeto de la pastoral de Dios sino sujeto pastoral al servicio de los demás.
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Barrientos, A. Principios y Alternativas del Trabajo Pastoral. Miami: Editorial Caribe, s.f. pág. 22
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