Otra vez a madrugar

el colegio a las 8, con sueño y malhumor; ¿es un anacronismo que debe cambiar? Pablo Lowenstein ayuda a su hija Olivia a vestirse, apurados para llegar a ...
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sábado 1º de marzo de 2014

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sábado Edición de hoy a cargo de Javier Navia | www.lanacion.com/sociedad

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en el mundo de los celulares, brillaron las pulseras geek

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Las mujeres y sus jefes ¿Con quiénes se sienten más a gusto las argentinas? Con mujeres

9,6%

Con hombres

32,4% Me da igual

58%

* Encuesta realizada a 1000 mujeres de entre 18 y 60 años

Fuente: RHUO y UIA / LA NACION

Estudios culturales

Efecto Play: la pasión ahora mira hacia Europa Pablo Lowenstein ayuda a su hija Olivia a vestirse, apurados para llegar a tiempo al colegio, que empezó esta semana

ignacio coló

laura Reina

Hábitos

LA nACion

Otra vez a madrugar Mientras los horarios de los adultos se flexibilizan, los chicos siguen entrando en el colegio a las 8, con sueño y malhumor; ¿es un anacronismo que debe cambiar? Sebastián a. Ríos LA nACion

La cuenta regresiva está por llegar a su fin –el inicio de clases es inminente–, y hay una escena que en estos primeros días de marzo se multiplica en miles de hogares. Padres e hijos enfrentados por la necesidad de que los relajados horarios de las vacaciones cedan ante la estricta rutina escolar. Es que durante los próximos 9 meses, llueva, haga frío (o mucho frío), haya luz o todavía sea noche cerrada, habrá que madrugar. En la casa de Mariano Juárez Goñi, a partir del próximo miércoles, el despertador comenzará a gritar a las 6.15. “En estos días cambia la rutina de toda la familia –admite Mariano, abogado de 41 años y padre de dos niñas y un varón–. Cuando empieza el colegio todos empezamos a cenar más temprano y tratamos de que los chicos se vayan cada uno a su

cama a las 21.30, que se queden leyendo o haciendo algo, pero que apaguen la luz lo más temprano posible, porque sabemos que si se acuestan un poco tarde, a la mañana siguiente es complicado levantarlos. Y más todavía a medida que el año transcurre, y los chicos que empiezan el año con energía se van cansando y les cuesta cada vez más madrugar.” Pero ¿por qué es importante que los chicos se levanten tan temprano? ¿Rinden mejor en la escuela, aprovechan mejor el día, o es sólo costumbre o, incluso, una necesidad de los padres? En épocas en las que la flexibilización de los horarios laborales permite que muchas personas entren más tarde al trabajo (o incluso no tengan horarios fijos), algunas escuelas privadas se suman a esa tendencia y cambian los tradicionales horarios de entrada de las 7.45 o las 8, por las 8.30 o las 9. La necesidad del (hasta ahora) inevitable madrugón escolar comienza in-

Las nuevas generaciones de hinchas de fútbol asumen naturalmente el fanatismo por los equipos europeos

cluso a ser cuestionada desde algunos sectores de la salud; basta con mencionar que expertos en medicina del sueño en un reciente encuentro científico en Estados Unidos recomendaron que las escuelas secundarias atrasaran sus horarios de entrada para proteger a los adolescentes del cansancio crónico que suelen padecer. “Un chico que descansa poco no rinde, es básico: si dormimos mal no rendimos al otro día”, advierte la psicopedagoga Elvira Giménez de Abad, para quien el problema no es que los chicos entren al colegio a las 8, sino que el ritmo de vida de las familias no concuerde con la rutina necesaria para cumplir con ese horario. “Los chicos hoy se acuestan tarde, hay televisor y computadoras en los cuartos, e incluso los padres también se acuestan tarde, y el resultado es que a la mañana siguiente cuesta sacarlos de la cama, todos irritables y a las corridas.” Continúa en la página 2

Alejandro Ventimiglia le planteó a su hijo de 15 años dos posibilidades: ir al Mundial a seguir a la selección o hacer un viaje a Europa para ver al Liverpool, la Juventus y el Atlético Madrid, sus tres equipos preferidos del Viejo Continente, y sumar en el derrotero futbolístico algún partido de la Champions League. La respuesta fue inmediata: “Vamos a Europa”. Hincha de Boca, Ventimiglia comparte con su hijo adolescente el fanatismo por los colores locales y el gusto

experiencias

por el fútbol internacional. “A partir de la PlayStation, los chicos conocen más los jugadores de Europa que a los de acá –reflexiona–. Arman sus equipos virtuales y luego esos equipos se convierten en reales.” Es cierto: la camiseta con la que uno nace, sufre y disfruta cada fin de semana, la que despierta una verdadera pasión o fanatismo es la del lugar de origen. Pero no es menos cierto que cada vez más juntarse a ver con amigos una final de la Champions e incluso sufrir si el equipo extranjero pierde no deja de ser un signo de época. Continúa en la página 4

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Sergio Pángaro: “Nunca me van a ver de remera, jean y zapatillas” Página 9