Otra mujer bonita del cine Un film oportuno y austero

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Espectáculos

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Lunes 24 de septiembre de 2007

Tenía 84 años: de héroe de guerra a mimo Marceau, a cara limpia, y junto a Michael Jackson (izq.) y a Maurice Chevalier (abajo); su personaje Bip, inconfundible, en su juventud y vejez, esos estadios que tanto le gustaba representar

FOTOS AP

AFP

Su amor por la paz y la justicia

La muerte de Marcel Marceau dejó sin silencio al teatro Precursor de la pantomima moderna –¿Le teme a la muerte? –No, ¿por qué debería temerle? Al contrario: quiero morir de pie, en un escenario. ¿Por qué no voy a hacerlo? Si tantas veces he muerto en el escenario y me he levantado para saludar al público. Sé que algún día moriré, pero también sé que mi arte prevalecerá. ¿No es esto un milagro? Es lo que respondía Marcel Marceau en la entrevista que le hizo Fabiana Scherer en LA NACION, en marzo de 2005, cuando el poeta del silencio llegó una vez más a la Argentina para actuar por primera vez en el Colón. Y fue como hubiera querido. Su familia se ahorró explicaciones sobre su partida definitiva del mundo. Sólo a través de su asistente, Emmanuel Vacca, informó que el mimo falleció anteayer en París, a los 84 años, y que será enterrado en el cementerio de Père Lachaise. “Francia pierde a uno de sus más eminentes embajadores”, declaró el presidente francés Nicolas Sarkozy. “Hay muchos gestos imposibles. Por ejemplo, no se puede mimar la mentira, porque para mentir sólo se necesita la palabra. Y estoy agradecido de que así sea. El mimo transmite lo que la palabra no puede”, decía este genio que inspiró de Samuel Beckett a Michael Jackson. “Por eso, visualmente, llega mucho más que la palabra. Esa es la fuerza de Chaplin y de Buster Keaton: son personajes ricos en su silencio.” Era admirador de los astros de las películas mudas,

quienes lo influenciaron para que se dedicara a la pantomima. Sólo en 1967 conoció a Charles Chaplin, de casualidad, en el aeropuerto de Orly, en París, cuando se dirigía a Roma para filmar Barbarella. Marceau lo imitó con su particular forma de caminar y su bastón, antes de besarlo con lágrimas en los ojos, con la humildad de un gran admirador. Se formó en la Escuela de Arte Dramático Charles Dullin, donde estudió con el gran Etienne Decroux, padre de la pantomima moderna. Este, a su vez, lo puso en contacto con Jean-Louis Barrault, quien lo contrató para que hiciera de Arlequín en su obra Bautista. También pasó por la escuela de Jacques Lecoq, pero se distanció para definir su propio concepto de historia contada. En 1947 formó su propia compañía, en la que creaba sus “mimodramas”. En las décadas del 50 y 60, la TV llevó su obra a un público mucho más amplio. Su labor en Una película muda, de Mel Brooks, es recordada como una de las grandes bromas del cine. Era el único personaje con texto. Con ojos desorbitados exclamaba: “¡No!”. Pero el teatro era su territorio. En 1947 creó su famoso personaje Bip, un descendiente de Pierrot, con conciencia social. Cara blanca, sombrero de copa raído, con una flor en la parte superior, camiseta marinera con botones y pantalones anchos. Era todo poesía y protagonista de sus mimodramas. Capaz de ser Da-

vid para convertirse en Goliat; o Don Juan para mostrar el amor y la felicidad, la dicha y la tristeza, o la vejez y la muerte. Todo en minutos. Su arte estaba compuesto por 120 gestos y movimientos. “Las palabras no son necesarias para expresar lo que sentimos. El teatro se ha alejado demasiado de lo físico. Da palabras en vez de cuerpos. Cuento cosas simples y devuelvo a los espectadores un héroe con el que cualquiera se puede identificar. Es todo”, decía. Uno de sus mejores actos era Juventud, madurez, vejez, muerte, con la que repasaba una vida en pocos minutos. “Entra en nuestras casas con paso de ladrón y con el terrible descaro

del claro de luna”, solía decir Jean Cocteau sobre Bip. No escapó de las crisis. Durante mucho tiempo se dedicó a la docencia y en 1978 creó su Escuela Internacional del Mimodrama, en París, que se cerró hace dos años por falta de financiación. A su vez, recibió decenas de condecoraciones, premios y títulos.

Ciudadano del mundo “Mi espectáculo es ultrapobre, pero es rico en su pobreza. En la soledad del escenario intento tocar el alma de la gente”, dijo a este diario durante su visita a Buenos Aires, en mayo de 1997. Es que la Argentina fue uno de los países que visitó con mayor frecuencia.

Llegó por primera vez en 1951, donde sembró un amor interminable con el público local, sólo interrumpido durante la dictadura militar. Volvió en 1987, con la democracia. “Nunca voy a olvidar la ovación extraordinaria que recibí en aquella presentación. Confieso que aquel reconocimiento lo tengo muy presente. El «¡oh, oh, oh, oh, Marcel Marceau!» es imposible de olvidar”, dijo. Luego volvió en el 91, donde fue declarado ciudadano ilustre de Buenos Aires; en el 97, para actuar en el Coliseo; en 2000, en el San Martín; y en 2005, en el Colón, el Gran Rex, y en Córdoba.

Pablo Gorlero

“Lo que aporto no es sólo el arte del gesto, sino también el pensamiento. Siempre me dicen que soy un mago del silencio, pero, como la música, éste es un arte que no se puede decir, que va más allá de las palabras, que toca el corazón”, dijo. Nació como Marcel Mangel, en la ciudad alsaciana de Estrasburgo, el 22 de marzo de 1923. Charles, su padre, un carnicero judío y barítono aficionado, fue capturado por la Gestapo durante la ocupación nazi de Francia, y fue asesinado en 1944, en Auschwitz. En 1940, Marcel huyó junto con su madre y su hermano a Lila, en el norte del país, donde se unió de inmediato a la resistencia francesa y se apropió del apellido Marceau, que tomó de un general de la revolución. Luego se incorporó al ejército y durante la guerra ayudó a que muchísimos chicos se salvaran de morir en los campos de concentración nazis, al ayudar a alterar sus documentos. “Entre todos los chicos muertos, pudo haber Eisnteins, Mozarts o alguno que debería haber descubierto la vacuna contra el cáncer. Debemos ser responsables”, dijo. Se casó tres veces y tuvo cuatro hijos. Por otra parte, nunca quiso actuar en la Argentina durante la dictadura militar, y rechazó contratos en países donde él consideraba que no se respetaban los derechos humanos. “Si se les enseñara a los niños el amor por el teatro, la danza, la música y la poesía, estoy seguro de que los hombres cambiarían y el mundo sería otro. Es importante vivir en el presente, pero no olvidar nunca el pasado”, decía este hombre realista que, en el escenario, se transformaba en un soñador.

Festival de San Sebastián

Jessica Biel

Otra mujer bonita del cine Con Next, el vidente la actriz se duplica en la cartelera Cuesta creerle cada vez que cuenta que en su adolescencia no estaba interesada en conseguir una apariencia bien femenina. Sobre todo cuando hoy su rostro y su cuerpo reciben admirados elogios de quienes la ven en la pantalla grande o en afiches o promociones de cotizadísimas marcas internacionales. Es más fácil darle la razón cuando dice que no se ve en el cine como una action girl, una de esas mujeres que el público reconoce en la pantalla a partir del arrojo, la decisión, la actitud temeraria y el desparpajo para hacer frente a peligros que normalmente corren los hombres. Así la vimos en los últimos años, por ejemplo, en Blade: Trinity, La amenaza invisible y La masacre de Texas. Es posible que en el origen de ese temperamento haya tenido mucho que ver aquel tan comentado episodio que Jessica Biel vivió un día después de su nacimiento, el 3 de marzo de 1982, en Minnesota. Esa jornada, su padre –encargado de un centro de recreación al aire libre– la llevó a presenciar una carrera de trineos tirados con perros con una temperatura gélida. Pero de un tiempo a esta parte, Biel está expuesta a otra clase de calificativos, que, por lo general, se acercan a aquella definición de “la mujer más sexy del mundo” que en algún momento apareció significativamente en la portada de la revista Esquire. Desde ese momento, cada aparición de una de las mujeres más bellas de Hollywood casi siempre estuvo asociada con la admiración por su atractivo rostro y las privilegiadas formas de su cuerpo, aunque la semana última Biel se sumó a la lista de celebridades mejor vestidas, confeccionada por la revista People. Hace poco, Biel dijo en una entrevista publicada por The New York Times News Service que el papel con el que más le gusta que la identifiquen es el de la chica de al lado, la vecina, la persona común y corriente. Pero en su caso, difícilmente logre pasar inadvertida. Sin embargo, está convencida de que hacia allí apuntan los personajes de dos de sus últimos

trabajos, que el público argentino conoce casi al mismo tiempo: la comedia Yo los declaro marido... y Larry, que acaba de estrenarse, y el thriller de ciencia ficción Next, el vidente, que UIP estrenará el próximo jueves. “En Next personifico a una maestra que vive una existencia normal hasta que se ve envuelta en una enloquecedora trama y en un mundo completamente diferente”, explica Biel. El caso es que su personaje logra que Nicolas Cage, un hombre con habilidad para ver el futuro y,

Jessica Biel junto a Nicolas Cage en Next, el vidente, que se estrenará este jueves.

por tanto, capaz de desbaratar una posible amenaza terrorista, consigue fortalecer ese poder cada vez que está cerca de ella. La situación lleva a la pareja a involucrarse con el FBI y una agente se convierte en otra protagonista del relato, encarnada por Julianne Moore, que la semana última estuvo en Montevideo, filmando junto a Mark Ruffalo y Danny Glover la adaptación para el cine de Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, con dirección del brasileño Fernando Meirelles. “Me encantaría ser la chica divertida de la película y hacer en el

cine las mismas cosas que Jennifer Aniston, y también –¿por qué no?–, algo más serio que no me obligue a aparecer linda”, reconoció Biel hace poco. Tendrá que ser muy cuidadosa con la elección de sus papeles y orientar su carrera, por ejemplo, hacia un terreno cercano a la elogiada El ilusionista, en la que interpretaba a la chica de la que el protagonista (Edward Norton) estaba perdidamente enamorado desde la niñez. Mientras tanto, muy a pesar de sus propias expectativas, el interés por ver en el cine a Biel pasa por otro lado. Famosa por su incomodidad para rodar escenas eróticas, la actriz confesó que sufrió más de un complejo antes de rodar en Yo los declaro marido... y Larry una escena en que invita a Adam Sandler, creyendo que es gay, a comprobar si sus pechos son naturales. Hasta que se supo, según reveló la revista US Weekly, que el contrato que firmó para su próxima película, Powder Blue, incluiría la posibilidad de exhibir su cuerpo en una proporción mucho mayor a la que nos tiene acostumbrados hasta ahora. De todos modos, nada de lo que se diga en este sentido respecto de Biel se compara en estos días con el interés de la prensa más indiscreta por la actualidad de la actriz, desde que se confirmó que es la novia del muy demandado Justin Timberlake. Hasta ahora, logró con éxito resistirse a la ansiedad de esos medios, que reciben siempre de ella la misma respuesta: “De mi vida privada no hablo”. En cambio, cuando a la actriz que debutó en el cine con El oro de Ulises y se reveló en TV con 7th Heaven le preguntan sobre el perfil que tiene su carrera, se entusiasma: “Estoy incursionando en muchos géneros al mismo tiempo: la comedia, la ciencia ficción, el drama, el cine de acción. Tengo un profundo cariño por todos los que logran ver otras posibilidades en mí. Lo único que quiero es que la gente me dé una oportunidad para que en el cine pueda probar de todo y demostrar que lo hago bien”.

Marcelo Stiletano

Paul Auster con su hija Sophie AFP

Un film oportuno y austero Como cineasta, Paul Auster presentó su nueva película Por Claudio D. Minghetti Enviado especial SAN SEBASTIAN.– Promedia el festival y mucha gente de la que aquí circula en otoño, particularmente cuando se nubla y llovizna en forma pertinaz, sigue la ruta de los famosos, en lugar de buscar aquellas joyitas, nuevas o viejas, que suelen aparecer en FESTIVAL las grillas. Después SAN del suceso de Viggo SEBASTIAN Mortensen, ayer se repitió la experiencia con Richard Gere. Estaba planeado que llegara el mediodía del sábado en su jet privado; sin embargo, el actor recién hizo su aparición casi a la medianoche y fue, como se esperaba, recibido con bombos y platillos. Vestido con ropa deportiva y una gorra de los Yankees, se paseó con su esposa, Carey Lowell, rodeado por una multitud incluso con pancartas. En la desbordada conferencia de prensa, bajó del podio para abrazar a una cronista; a otra, prometió besarla a la salida. Ayer repitió la experiencia con más gente todavía a la hora de recibir el premio Donostia a su trayectoria, previo al pase de The Hoax, donde compone a un periodista metido en el mundo de “la gran mentira periodística” y cómo esto tiene relación con “la gran mentira de George Bush en cuanto a las razones que lo movilizaron a entrar en Irak”. Ante una pregunta de un cronista de CQC español, Gere siguió pegándole al mandatario de su país de a ratos. Uno de esos títulos respetables, pe-

ro nada más que eso, fue La maison, última película del francés Manuel Poirier, a quien muchos recuerdan por Western, su única película que logró distribución comercial en la Argentina. El drama tiene que ver con un reencuentro familiar, la sensación de que la vida ha discurrido, muchas veces con tropiezos, con tragos amargos. Poirier muestra a sus criaturas en situaciones cotidianas, la mayoría de apariencia poco trascendente. Sin embargo, precisamente en esa extrema sencillez se descubre el real sentido de su obra, que es hablar de la casa como el lugar donde debería ponerse a resguardo la idea de familia. También en competencia ayer se vio la alemana Reclame su cerebro, de Hans Weingartner, el director de la recordada Los edukadores, en este caso una divertida y muy corrosiva reflexión acerca de la “TV basura”,

Apostillas ■ Hay equipo. San Sebastián cuenta con una nutrida presencia de argentinos. Además de funcionarios del Incaa, del presidente del Festival de Mar del Plata, José Antonio Martínez Suárez, y los distribuidores Pascual Condito y Bernardo Zupnik, ya circulan por la ciudad los directores Ana Katz, Celina Murga, Juan Villegas y Anahí Berneri, junto a Silvia Pérez, por Encarnación, que se verá hoy en la competencia oficial. Tras la proyección, todos se reunirán en la galería de arte Kur para un brindis.

plagada de concursos idiotas, donde incluso los que creen estar participando o influyendo en sus resultados llamando por teléfono están en realidad perdiendo no sólo dinero, sino también su capacidad de pensar. “Mi película no es para intelectuales, sino para la gente común”, jura.

Con poco dice mucho Más que acerca de la creación literaria, el film La vida interior de Martin Frost, presentado ayer fuera de concurso, tiene que ver con el tema del escritor y sus fantasmas. En este caso, se trata de un autor de novelas y cuentos, interpretado por David Thewlis, frente a la tabla rasa, aislado en la casa de un matrimonio amigo. Su guionista y director, el escritor Paul Auster (el dueño de la casa donde se aloja Frost se apellida Restua), confesó en la conferencia de prensa que tras hacerla vio La piscina, de François Ozon, y le resultó parecida, en cuanto a estructura. “Mi película trata sobre la imaginación y sobre cómo el escritor vive dentro de lo que está creando, en un marco de ambigüedad, donde realidad y fantasía se mezclan sin solución de continuidad; aborda cómo un hombre puede inventar a una mujer y mantener vivo el deseo y, de hecho, cómo el amor puede influir en la vida de los artistas”, declaró Auster, que además encabeza el jurado de la competencia oficial del Festival de San Sebastián. Película austera (dice mucho con poco), aun con todo lo que en este caso puede significar el adjetivo, además de honesta y rica a nivel formal, La vida interior de Martin Frost es una de las oportunas propuestas de la programación donostiarra de este año.