No hace tanto como para olvidarlo, recuerdo que, en la escuela me enseñaron que las jirafas tiene el cuello tan largo, porque en su proceso evolutivo, tuvieron que estirarse para subsistir, ya que tenían que llegar a las hojas de las copas de los árboles. Pero nadie explicaba porqué las ovejas tienen el cuello tan corto; se ve que para ellas había pastura a su alcance. Hoy leo en una revista que se jacta de ser “científica” en sus artículos que la verdadera razón del largo del cuello es porque los machos, al pelearse entre ellos, para ver quién se queda con la hembra, se golpean esos largos cuellos…y el sonido que provocan al golpearse “excita” a la hembra. Esto se afirma con total desparpajo, sin pedir perdón por el error del aserto anterior reconocido como ley. ¿A dónde voy? No es la primera vez que la ciencia afirma algo, y por adjetivarse, precisamente de “científica”, es creída, comunicada y atesorada indiscutiblemente y de manera omnímoda. También es verdad, hay que decirlo, que la “iglesia”, unida al poder temporal impidió el progreso de la ciencia, cuando sus definiciones eran reñidas con la fe, tal es el caso, por citar sólo uno de Galileo. No quisiera abundar desde esta columna acerca del supuesto conflicto entre fe y ciencia, entre evolución y creación, entre Biblia y empirismo. Sabemos que la verdadera ciencia no encuentra un choque con la Biblia. Pablo aconsejaba a su discípulo Timoteo que “guarde lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia” (1 Timoteo 6:20). Muchos de los científicos sobre cuyos descubrimientos ha sido establecida la ciencia moderna eran creyentes. Hablaremos de alguno de ellos en otra oportunidad. Ahora quiero referirme específicamente a esa manía que adjudica total veracidad a algo sólo porque algún científico lo dice, manía muy propia de los medios de comunicación…y lamentablemente de muchos creyentes. Nos preguntamos ¿es confiable todo lo que la ciencia afirma? Investigadores de un amplio currículum sostienen la existencia, por ejemplo de 5 (sí, cinco) sexos, lo fiable del horóscopo y otros azares astrales, y lo dañino a la salud psíquica de sentirse culpable por supuestos “pecados”. Conceptos que se difunden como veraces “porque la ciencia lo afirma”. Urge hoy más que nunca creer lo que declama Romanos 3:3: “De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito”, y 1 Corintios 1:18-20. “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos.¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. Es muy conocida la antigua historia del rey, siempre ávido de cosas nuevas, a quien vinieron un grupo de “sabios”(científicos de la época), y le vendieron un vestido único y muy costoso: un vestido invisible, con el argumento que sería la última moda. El rey salió luciendo su vestido invisible, completamente desnudo, y todos a su paso le elogiaban su adquisición, nadie osaría a decir la verdad, hasta que un niño comenzó a reírse y a gritar:¡El rey está desnudo! Se me hace que la ciencia actual nos ha vendido muchos de estos vestidos. Tengamos, por favor, los ojos del niño Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.