Murió Alexander Solyenitzin, cronista de los horrores del régimen ...

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Exterior

Lunes 4 de agosto de 2008

LA NACION/Página 5

Adiós a un adversario del totalitarismo: el escritor ruso tenía 89 años

Murió Alexander Solyenitzin, cronista de los horrores del régimen stalinista

“Fue un símbolo del intelectual comprometido”

En 1970 obtuvo el Nobel de Literatura y en 1974 fue expulsado de la URSS; volvió en 1994 Por Douglas Birch De la agencia AP MOSCU.– Alexander Solyenitzin, el escritor ganador del Premio Nobel de Literatura cuyos libros reflejaron los horrores del sistema del gulag soviético, murió ayer, a los 89 años, por una insuficiencia cardíaca. Sus inquebrantables relatos, en los que describe los tormentos y la supervivencia en los campos de trabajo forzado de la Unión Soviética, atraparon a sus compatriotas, cuya historia secreta el escritor reveló. Esas crónicas le valieron 20 años de exilio, pero también el reconocimiento internacional. Y, probablemente, inspiraron a millones al demostrar que el valor y la integridad de una persona pueden derrotar la maquinaria totalitaria de un imperio. Su trilogía Archipiélago gulag (1973-1976) consternó a los lectores por su crónica del salvajismo reinante en la Unión Soviética durante la dictadura de Josef Stalin. La obra ayudó a eliminar la simpatía hacia la Unión Soviética de muchos intelectuales de izquierda, especialmente en Europa. Nacido el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk, Solyenitzin sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y, en las últimas semanas del conflicto bélico, fue arrestado por escribir lo que denominó “ciertos comentarios irrespetuosos” sobre Stalin en una carta dirigida a un amigo. Pasó siete años en un campo de trabajo en la estéril estepa de Kazakhstán y otros tres años de exilio en Asia Central. Allí empezó a escribir, memorizando gran parte de su obra para que no se perdiera si lo atrapaban. Su tema fue el sufri-

miento y la injusticia padecidos en el gulag de Stalin. Siguió escribiendo mientras trabajaba como profesor de matemáticas en la ciudad rusa de la provincia de Ryazan. El primer fruto de su esfuerzo fue Un día en la vida de Iván Denisovich, la historia de un carpintero que lucha por sobrevivir en un campo de trabajo soviético, al que fue condenado, al igual que Solyenitzin, tras prestar servicio en la guerra. El libro fue publicado por orden de Nikita Kruschev, que estaba ansioso por desprestigiar los abusos de su predecesor Stalin. Pero después del derrocamiento de Kruschev, en 1964, Solyenitzin empezó a ser perseguido por la KGB y la publicación de sus libros fue prohibida. “Un gran escritor es, por así decirlo, un gobierno secreto de su país”, escribió en El primer círculo, su novela siguiente, sobre los prisioneros de uno de los “campos especiales” de Stalin, destinado a científicos a los que el dictador consideraba políticamente poco confiables, pero cuyo saber y preparación eran esenciales. Solyenitzin, un graduado del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad de Rostov, fue enviado a uno de esos campos en 1946 poco después de su arresto. La novela Pabellón de cancerosos, que apareció en 1967, fue otra obra de ficción basada en la vida del propio Solyenitzin: en este caso, su tratamiento de cáncer en Tashkent, Uzbekistán, que en ese momento formaba parte del Asia Central soviética, durante sus años de exilio desde marzo de 1953, el mes y el año de la muerte de Stalin, hasta junio de 1956. En el libro, el cáncer se convertía en una metáfora de la fatal enfermedad del

Tragedia en un templo hindú

India: 150 muertos en una estampida Entre las víctimas hay unos 40 chicos NUEVA DELHI.– Por lo menos 150 personas, incluidas decenas de niños, murieron ayer a causa de una estampida cuando se congregaban en las proximidades de un templo hindú para participar de una celebración religiosa en el norte de la India. La tragedia se produjo en las inmediaciones del famoso templo de Naina Devi, ubicado en lo alto de una colina, en el estado indio de Himachal Pradesh, a 320 kilómetros de Nueva Delhi, cuando un rumor sobre un supuesto desprendimiento de rocas desató el pánico entre los peregrinos y provocó la estampida. En medio de la confusión, la gente comenzó a correr hacia diferentes direcciones, atropellándose con quienes esperaban para acceder al edificio. “Había mucha gente dentro del templo, por lo que estábamos tratando de pelear por un espacio, cuando todo el mundo comenzó a caerse”, contó a medios locales una testigo que se identificó como Bimala. Según explicaron las autoridades del lugar, la situación empeoró aún más cuando miles de fieles intentaron abrirse camino por una zona de escaleras que, al no soportar tanto peso, se rompió y se transformó en una suerte de trampa mortal. También las vallas de contención en el camino al templo colapsaron y muchas personas cayeron al vacío. La mayoría de la víctimas, no obstante, murió de asfixia. “Muchos de los fallecidos son mujeres, niños y ancianos. La gente pensó que iba a producirse un deslizamiento de rocas y tierra y entonces hubo una estampida. Ahí fue cuando la gente murió aplastada”, explicó un vocero policial, que pidió no ser identificado. Y agregó: “Hay entre 125 y 150 muertos”.

El vicejefe policial del estado, Daljiy Singh Manhas, había informado horas antes que entre los muertos hay unos 40 niños y 45 mujeres y que el total de víctimas fatales podría aumentar, ya que hay varios heridos de gravedad. Tras el trágico acontecimiento, las tareas de rescate para trasladar a los heridos a los hospitales más cercanos se vieron complicadas debido a las dificultades de acceso al templo, las condiciones meteorológicas adversas y la falta de coordinación entre los equipos. Por otro lado, la gobernadora del estado de Himachal Pradesh, Prabha Rau, lamentó el incidente y expresó sus condolencias a los familiares de las víctimas, mientras que el ejecutivo regional anunció que pagará indemnizaciones por 2300 dólares a los familiares más próximos de los fallecidos y de 1100 dólares a los heridos graves. Los miles de peregrinos habían llegado hasta el templo de Naina Devi, a unos 160 kilómetros de la turística ciudad de Shimla, para participar en el segundo día de la festividad religiosa de Sharavan Ashtami, que dura 10 días. Pese a la tragedia de este domingo, responsables locales dijeron que la peregrinación continuó su curso apenas horas después de que fueran retirados los cadáveres. Las estampidas son fenómenos frecuentes durante las concentraciones religiosas en la India, ya que miles de personas se aglomeran en los templos con escasas o nulas medidas de seguridad. En lo que va del año, de hecho, ya se han producido por lo menos tres estampidas fatales en templos hindúes que se cobraron la vida de más de 21 personas. Agencias AFP, EFE, ANSA y AP

AFP

Pobladores de Himachal Pradesh observan los cuerpos de las víctimas

ARCHIVO / EFE

Solyenitzin regresó a Rusia en 1994 y, durante 50 días, viajó por todo el país

sistema soviético. “Un hombre genera un tumor y muere… ¿cómo puede vivir un país que ha generado los campos de trabajo y el exilio?” En 1970, la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura en 1970, una actitud inusual por parte del organismo, que en general otorga el premio a un autor tras décadas de trabajo.

La expulsión Las autoridades soviéticas le prohibieron que viajara a Estocolmo a recibir el premio y los ataques oficiales en su contra se intensificaron en 1973, cuando apareció en París el primer tomo de su trilogía Archipiélago gulag. Al año siguiente fue arrestado, acusado de traición y expulsado a Alemania Occidental, hecho que provocó la condena mundial del régimen del líder soviético Leonid Brezhnev. Solyenitzin se estableció en Estados Unidos con su esposa e hijos. Aunque ya no sufría ninguna clase de represión, el escritor, eslavófilo y cristiano ortodoxo, sentía nostalgia de su país. Tampoco le gustaba demasiado la democracia occidental, con su énfasis en la libertad individual. Mikhail Gorbachov le devolvió la ciudadanía en 1990 y la acusación de traición fue

levantada. Después de un emotivo regreso al hogar, que empezó en el Lejano Oriente ruso el 27 de mayo de 1994, y que se convirtió en una gira relámpago por todo el país, Solyenitzin se estableció en una casa de ladrillos rojos, a la sombra de los árboles, con vista al río, al oeste de Moscú. Llegado al poder Vladimir Putin, el líder ruso tuvo una relación ríspida con Solyenitzin. Pero los dos hombres, tan diferentes entre sí, pronto desarrollaron un vínculo. Gradualmente, Putin adoptó las críticas que el autor hacía de Occidente, tal vez reconociendo que Rusia es en realidad una civilización diferente, tal vez porque el intelectual ofrecía una justificación de la determinación del Kremlin de amordazar a los críticos, de ejercer control sobre los recursos naturales de Rusia y de concentrar el poder político. Después de la muerte del escritor egipcio Naguib Mahfouz, en 2006, Solyenitzin se convirtió en el laureado del Nobel más anciano. Lo sobreviven su esposa, Natalia, que actuaba como su vocera, y sus tres hijos: Stepan; Ignat, pianista y director, y Yermolai. Todos viven en Estados Unidos. Traducción: Mirta Rosenberg

El rescate de la figura de Alexander Solyenitzin como un símbolo de la libertad frente a la opresión del régimen stalinista es la síntesis de las opiniones recogidas en el mundo cultural e intelectual de la Argentina tras conocerse la muerte del recordado escritor ruso. “Solyenitzin cumplió un rol decisivo en sacar a la luz la opresión que sufría el pueblo soviético, bajo un régimen que no cambió de sistema pese a las denuncias de los crímenes de Stalin”, dijo el novelista y ensayista Marcos Aguinis, al ser consultado por LA NACION. “Lo que Sartre había dicho que era falso Solyenitzin demostró que era verdadero. El pensador francés había mentido a su regreso de la Unión Soviética cuando dijo que el gulag era un invento de la CIA”, sentenció Aguinis, en una crítica a las posturas que predominaban en el pensamiento progresista de ese tiempo. “Con su obra testimonial, en la que apeló a la calidad de ese estilo profundo y conmovedor que caracterizó a la literatura rusa del siglo XIX, Solyenitzin consiguió persuadir sobre la realidad de esas denuncias”, dijo Aguinis. El premio Nobel, agregó, contribuyó a la universalidad de la obra del autor ruso. “Y así, paradójicamente, la literatura comprometida que había estado en manos de una izquierda que traicionó sus ideales de origen, como Sartre, pasó a estar en manos de quienes denunciaban esas traiciones.” El analista Natalio Botana recordó la obra Archipiélago gulag, que definió como “un texto determinante para entender el horror del stalinismo y el significado del totalitarismo”. Para la autora María Rosa Lojo, el nombre de Solyenitzin estará siempre ligado “a la dramática revelación, desde adentro, de las persecuciones stalinistas y los efectos, en general, de un Estado totalitario”. “Muchos militantes de izquierda de buena fe apoyaron y defendieron a Stalin sin advertir de qué manera se había apartado su régimen de los ideales revolucionarios. Después de Archipiélago gulag ya no fue posible mantener la misma postura”, dijo la escritora. Opinó, además, que el caso Solyenitzin representa la compleja posición de los intelectuales frente al poder. “En todas partes, los intelectuales son incómodos para los gobernantes cuando practican libremente la crítica. El la ejerció, también, contra el modelo socioeconómico de vida occidental, que no le resultaba satisfactorio.” El sociólogo José Enrique Miguens dijo que Solyenitzin creía en el ser humano: estaba contra el stalinismo y no era un liberal capitalista. Cuando lo invitaron a Harvard, añadió, dijo cosas que no eran las que querían oír y después lo condenaron al silencio. El escritor José Ignacio García Hamilton dijo que fue el triunfo de un individuo que opuso principios de libertad, de respeto a la persona, a un sistema que manipulaba el sentimiento de nación y a una ideología de aparente igualitarismo. “Es un símbolo del intelectual independiente y valiente”, dijo.