Jim VandeHei, cronista del poder e incansable cazador de primicias

Y por alguna razón, no cuesta imaginarlo con medio cuerpo inclinado sobre la borda de un pequeño bote, en una laguna de agua serena, gritando a los peces: ...
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ENFOQUES

I

Domingo 25 de julio de 2010

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Jim VandeHei, cronista del poder e incansable cazador de primicias

La seducción en tiempos de Facebook ARIEL TIFERES LA NACION NYT / DANIEL ROSENBAUM

Cuatro años atrás dejó una promisoria carrera en el Washington Post para lanzarse a una aventura incierta: Político, un diario gratuito que, en poco tiempo, se convirtió en lectura obligada en la capital norteamericana. ¿Su fórmula? Velocidad, frescura y el foco puesto de manera exclusiva en la información política SILVIA PISANI CORRESPONSAL EN EE.UU.

WASHINGTON iste con cuidado de modelo, se mueve rápido pero atento a que no se le arrugue la camisa; mira permanentemente su teléfono móvil. Hace pensar en un gato: siempre con las orejas paradas, siempre listo para saltar y siempre prolijo. Pero le falta el aire sereno del felino y está a años luz de su inagotable capacidad de siesta; más bien, a simple vista, tiene más de tiburón de Wall Street que del clisé que se suele atribuir al periodista “de buen olfato” que, sin duda, es. A los 39 años, Jim VandeHei sintetiza su objetivo con un verbo recurrente. “Controlar, lo que tenemos que hacer es controlar nuestro sector”, dice. Y lo repite casi como un mantra del marketing. El Dalai Lama le diría que no pierda el tiempo, que nunca se controla nada, salvo a uno mismo. Pero es difícil imaginar a este joven ambicioso y sin tiempo leyendo al monje tibetano que hace del tiempo, justamente, el principal tesoro. Dos mundos opuestos. Y cada uno al suyo. Porque hoy este empresario fibroso está sentado sobre el sueño que acunó bajo el cielo campesino de su Medio Oste natal, la patria rústica del jean, del overol de trabajo y de las botas. Esto es: hacer de su pasión por el periodismo y, sobre todo, por el periodismo político, un producto de consumo, pero refinado. Y lo hizo a todo o nada, con el instinto de batalla con el que se escribió la historia de su tierra: de un lado lo que ya no sirve y del otro, el futuro. De un lado los que ganan, del otro, los que no. Sin medias tintas. Graduado en Periodismo y en Ciencia Política de la Universidad de Wisconsin–Oshkosh, VandeHei avanzó a su paso: la zancada. Y logró en pocos años lo que a muchos periodistas les cuesta una vida: llegó a las grandes ciudades y trabajó en los medios más reconocidos: The Wall Street Journal y The Washington Post. Y lo hizo en el área más sensible: la información política, el cuerpo de elite del oficio. Dice que le iba bien. Salvo que una pregunta molesta le rondaba la cabeza y no lo dejaba en paz. “¿Por qué los cronistas de política son más divertidos cuando hablan entre amigos que cuando escriben?” Y ese molesto zumbido, como una mosca en la oreja, terminó por dispararle la idea que, a cualquiera –medianamente sensato en este tiempo de incertidumbres en el periodismo– le hubiese sonado a locura. Esto es: un medio propio, un medio por Internet, un medio dedicado solamente a política y que sea divertido. ¿Por qué no intentarlo? ¿Dejar una posición de prestigio y una carrera prometedora en The Washington Post por esa quimera? “Absolutamente sí” fue su respuesta, en uno de

Quién es

V

Nombre y apellido: JIM VANDEHEI

Edad: 39 AÑOS De Wisconsin a Washington: Nació en 1971, estudió periodismo y ciencias políticas en la Universidad de Wisconsin, el estado norteamericano donde creció, y en 1994 se mudó a Washington para dedicarse al periodismo político. El sueño del diario propio: Trabajó para diarios como el Wall Street Journal y el Washington Post, pero hace cuatro años apostó a un proyecto personal. Así nació el diario Politico, una rara historia de éxito editorial.

esos diálogos de locos frente al espejo de los que no escapa ningún ser humano. Eso fue hace cuatro años. Y hace tres, en 2007, apareció Politico, el sueño del medio propio que, rápidamente, se convirtió en un “must” (be readed) de esta ciudad. Una rara mezcla de tabloide gratuito –distribuye 35.000 ejemplares de lunes a viernes– y de página web que se ha hecho lugar entre la prensa tradicional y –lo que es más difícil aún– entre la media docena de publicaciones similares (gratuitas y dedicadas a la política y al lobby) que empapelan la capital del poder. Y sus sitios web. Contagiosa obsesión ¿Qué es lo que lo hace distinto? ¿Qué es lo que lo hace atractivo? ¿Qué es lo que lo hace imperdible? Un sondeo informal de LA NACION entre corresponsales en Washington y personal del Congreso y de la Casa Blanca arrojó estas respuestas, a saber: “Lo tienes todo, es fresco, es rápido, es divertido, se encarga tanto de los personajes de la política como de los procesos, tiene el mejor servicio de alertas al teléfono móvil, tiene la ventaja de que permanentemente te está avisando de cualquier modificación de horarios o de actividades en el Congreso y en el mundillo político”. Y la respuesta más curiosa y repetida de diferentes maneras fue –más o menos– esta: “Siento que trabaja para mí”. ¿Cómo se consigue esto? Es evidente que, como la mayoría de los cocineros, VandeHei se guarda parte de la receta. Sí dice, en cambio, que se levanta todos los días a las 4.30, que está obsesionado por las primicias y que contagia

esa obsesión a quienes trabajan con él. Empezó con una decena de cronistas. “Busqué a los mejores”, dice. Hace un año, eran ya cien. Y en un año calcula que serán 140. “¿Querés que te cuente cómo es trabajar con VandeHei? –nos dice uno de ellos. “Ok, te lo diré: imagínate estar todo el día con alguien que, a cada rato, camina por la redacción a su paso –la zancada– gritando: ¿Quién tiene una primicia? ¿Quién tiene una primicia? ¡La quiero ya!” Nuestro colega levanta los ojos al cielo, como quien pide clemencia. Hace tres meses que trabaja en Politico, gana 40.000 dólares al año (bastante poco para lo que es Washington), anda por los 30 años y sueña con llegar lejos. Pero teme no resistir: dice que, en lo que va del año, una docena de cronistas dejaron el medio que es noticia. “Uno de ellos me dijo que fue una opción entre vivir o consumirte frente a la pantalla”, dijo. Y vuelve aquella idea inicial de algo de mezcla entre periodista y tiburón de Wall Street. Por supuesto, las historias negras también existen. Hay quien desconfía de Politico, porque lo ve escorado a la derecha, más cerca de los republicanos que de los demócratas. Y a igual distancia de la objetividad. “De ser cierto, eso es peccata minuta frente a la carga ideológica que estamos viendo en el periodismo de este país”, dijo a LA NACION Richard Goomelin, de la escuela de periodismo de la Universidad de Indiana. Otros se preguntan por el financiamiento. O por la leyenda negra que circula sobre la salida de VandeHei del Washington Post y el manejo del dominio PostPolitico.com, que –según admitió– registró a su nombre para luego negociarlo con su anterior empleador. “Fue un acuerdo de caballeros. No hubo ninguna cifra astronómica de por medio”, se ataja él, cuando le preguntan por el asuntito. “El año pasado fuimos ligeramente rentables; este año tenemos un confortable margen de beneficios, en torno al 25%”, dijo, en lo que podría ser, por sí mismo, la envidia del negocio. “Empresas de defensa o activistas medioambientales pagan mucha plata para influir en el legislador. Y se dirigen a Politico porque saben que Rahm Emanuel –mano derecha de Obama– o Nancy Pelosi –presidenta de la Cámara de Representantes– van a ver su aviso”, dice, a la hora de explicar parte del secreto. Un secreto que –eso queda claro– necesita del papel para financiarse. Politico no es solamente una web: necesita del diario impreso, que se distribuye en forma gratuita, para poder subsistir. El dice que tuvo suerte. Y que lo que lo distingue es la especialización, el foco, la con-

centración. “Tenemos éxito porque nuestro foco está claro, y esto va a ser cada vez más importante para los medios. Tú escuchas el nombre Politico y sabes lo que te va a dar. En la portada, la noticia política no va a batallar con una de deportes o con la del tiempo. Y luego, al final del día, el contenido importa, importa inmensamente, ahora más que nunca. Ya no vale eso de decir: “Ah, tengo que leer The Washington Post”, nadie tiene por qué leer el Post cada día, tienes que ganarte a los lectores, tienes que contarles cosas que no sepan. Fuimos capaces de hacerlo”, dijo, hace poco, en diálogo con el madrileño El País. Hace cinco años, era un reportero más del Post. El año pasado, la revista Vanity Fair lo situó entre los 100 hombres más poderosos de la nueva era de la información. Es el primer representante de una organización con mucho de web en el Consejo de los Premios Pulitzer. Lo llaman para dar conferencias. Lo consultan sobre el futuro del periodismo. El éxito tiene esas cosas. El, en realidad, es un adicto a la información política, un rubro que no siempre goza de buena fama entre quienes mezclan información con entretenimiento. Y se hizo gourmet. Buscó la receta de todas las recetas, la que lo llevó a entretener con una materia –la política– que, usualmente, se considera áspera y difícil. Y que, contada de este modo, renguea de lo que todas las recetas: hay que paladearla para terminar de sorprenderse. Tiene en su favor dos cosas. Montó su cocina en una ciudad que respira y vive de la política. Y abrió la persiana en un momento embriagador: en medio de la más fascinante interna política entre Hillary Clinton y Barack Obama. Y, luego, con la llegada a la Casa Blanca del primer presidente negro en la historia de este país. “Estoy seguro de que el momento también ayudó”, admite. Hoy lo leen millones de personas dentro y fuera de los Estados Unidos. Y, les guste o no, se ha convertido en “referencia” para la elite más soberbia y cerrada de corresponsales de prensa: la que habita en la Casa Blanca. Le ganó desde adentro. En buena ley. A costa de millones de calorías dejadas en el camino. Y de olfato, la esencia del buen periodista. Lo que no se aprende. ¿Qué hace cuando no trabaja? El chico del campo sorprende otra vez: dice que le gusta pescar. Que su pasatiempo favorito es ese. Y por alguna razón, no cuesta imaginarlo con medio cuerpo inclinado sobre la borda de un pequeño bote, en una laguna de agua serena, gritando a los peces: “¡Piquen, piquen de una vez! ¡Que no puedo esperar toda la vida!”

rey que tiene damas, alfiles y caballos... pero nunca herederos... F: (Se queda en silencio, mirando la nada.) T: ¿Qué se quedó pensando? F: (Se le humedecen los ojos.) ¿Sabe la ilusión que puse yo en Mauricio?... ¿Sabe lo feliz que fui durante su crianza?... (Se emociona.) Era un bebe hermoso. Yo lo alzaba y él reía... Todavía no le había salido ni el primer dientito... ni la primera ambicioncita... ¡Qué no daría yo por volver a verlo parado en la cuna, llorando detrás de los barrotes! T: Detrás de los barrotes... F: (Mira desencajado.) ¿Ve por qué odio a los psicoanalistas? Interpretan y subrayan lo que quieren... Mire. Yo adoro a mi hijo primogénito. Pero piense... Yo, que vine en el 49 de Italia, que empecé de albañil y me convertí en uno de los empresarios más poderosos de la Argentina... Yo, que en 60 años hice negocios con gobiernos militares, democráticos, con López Rega, con la P2, con la Cosa Nostra, con

Menem, con Cacciatore, con Grosso, con los de izquierda, con los de derecha... ¿Tuve alguna vez problemas serios con la justicia? (Hace un gesto teatral y ampuloso de suficiencia.) Entonces, ¿puedo estar orgulloso de un hijo que se enreda y se tropieza con el cable de un telefonito pinchado? T: ... F: ¿Puedo estar orgulloso de un príncipe incapaz de renegociar en los 90 los grandes contratos automotrices? ¿De un príncipe que en cada lugar del reino en donde lo puse, fracasó? ¿Tengo que sentirme mal si un día le saqué los pantalones largos, le puse de vuelta los cortitos y lo mandé a que se divirtiera en Boca? T: ... F: (Enojado.) Me acusan de que no le di lugar. ¿Quién cree que lo mandó a los mejores colegios y las mejores universidades para que se relacionara con la clase alta y pudiera superar mi origen de albañil convertido en

Lo bueno de las “mujeres digitales”, reflexionaba Hernán Casciari en una nota de este mismo suplemento hace algunas semanas, es que rápidamente se les pueden adivinar sus intenciones de acuerdo con la actualización de su estado en Facebook. “Es como si las mujeres que están en la calle tuvieran un cartel en el culo que dijera ‘estoy en una relación complicada’, o ‘soy soltera’, o ‘solamente busco amistad’, o incluso ‘me interesan los hombres y también las mujeres’…”, describió. El popular sitio de citas on line de EE.UU. okcupid fue más allá de esta teoría y analizó el impacto que tienen las imágenes que ilustran los perfiles en las redes sociales. Para lograrlo, relevó más de 7000 fotos de su propia base de datos y las cotejó con la cantidad de respuestas positivas que recibió cada usuario. Según este informe, existen patrones que consiguen atraer con mayor éxito al sexo opuesto. Para ellas, por ejemplo, hay consejos que elevan la popularidad: subir una imagen hogareña –en lugar de aparecer en una salida con amigas–, retratarse una misma o usar una autofoto frente a un espejo. Los hombres que logran mayor aceptación son los que aparecen junto a mascotas y los que tienen una mirada misteriosa, aunque sin mirar a la cámara. Los autorretratos sacados con el brazo extendido son más efectivos que los planos mejor compuestos, de una manera más “profesional”. El profesor de psicología de la Universidad de Austin Sam Gosling explicó –en una entrevista con The New York Times– que la clave es la sinceridad: las imágenes más cándidas se ven más confiables que las más elaboradas. Gosling advierte que la reacción que produce la imagen es difícil de manipular. Para comprobarlo comparó las cualidades que querían transmitir los usuarios con la percepción real de sus contactos. La conclusión fue esclarecedora: nuestros amigos nos ven –a través de la imagen en nuestro avatar– como somos en realidad y no como queremos que nos vean. [email protected] Twitter: http://twitter.com/gauyo

Más información. Enlaces, videos y otros contenidos multimedia www.lanacion.com.ar/diario-dehoy/ suplementos/enfoques

Recomendados

1

http://bit.ly/okcupid El estudio del sitio okcupid sobre las fotos en los avatares de las redes sociales.

2

http://nyti.ms/faceavatar Un artículo de The New York times sobre el uso del retoque digital para identificarse en Facebook.

3

http://bit.ly/videofk Las relaciones en Facebook, un video en clave de humor.

© LA NACION

Terapia (arriba también se sufre)

Hoy, Franco Macri DIEGO SEHINKMAN PARA LA NACION

Franco: Yo no creo en el psicoanálisis. Pero siempre dije que el día que cometiera un error gravísimo, y que pensara que me estoy boicoteando, iba a consultar... Terapeuta: Ese día es hoy... ¿Qué error gravísimo cometió? F: Sin querer, beneficié a mi hijo... T: ... F: (Angustiado.) ¿Usted también cree que, con mis declaraciones, lo ayudé a Mauricio a victimizarse y a reinstalarse en el centro de la escena como el único que se diferencia de Kirchner? T: Sí.... F: (Piensa un instante y sonríe, amargado.) Qué sensación rara y nueva.. Alguien al que le pago... me dice cosas que no me gustan... T: Las dijo usted primero... F: (Con el ceño fruncido, como sorprendido de sí mismo.) ¿Cómo pude ser tan torpe y decir algo que le reste votos a Kirchner?... ¿Sabe lo único que me alivia? Que si me llama Néstor

para tirarme de la oreja, le voy a decir que lo hice a propósito para que todos los medios estén sobre el culebrón Franco-Mauricio... y no sobre la compra a través mío de material ferroviario a China por 10 mil millones de dólares sin ningún tipo de licitación... Eso a él le va a gustar... (Levanta los hombros.) Se imagina que a mí ni me va ni me viene Mire si yo, que hago negocios con el Estado hace 40 años, voy a estar preocupado por ese detalle... Mire: yo tengo dos lemas: El primero es “Los gobiernos pasan, los contratistas quedan”... T: ¿Y el segundo? F: (Se ríe.) Las mujeres pasan, sus gastos mensuales quedan... T: ... F: (Se ríe solo y se seca las lágrimas.) Perdón... T: ... F: (Se le va la sonrisa y levanta el índice, enseñando.) Chistes aparte, si usted está jugando al ajedrez, un error como el que yo cometí le cuesta un jaque al Rey... T: Curioso juego el ajedrez... que propone un

constructor nuevo rico? ¿Quién lo obligaba a jugar al tenis en el Argentino Lawn Tennis Club para que conozca gente bien? ¿Quién lo estimuló para que fuera a escuchar a Frondizi para entender las ideas desarrollistas? ¿Y quién lo llevó a las reuniones de directorio y a los viajes de negocios desde que cumplió 14 años? T: Tal vez los llevó a los dos: A Mauricio... y a su ambivalencia por Mauricio... F: (Enojadísimo, levanta el tono.) ¿Usted duda de que yo quiera el éxito de mi hijo? T: Mire, no sería el primer caso... Un padre que quiere, pero quiere a medias... Y un hijo que puede... pero puede a medias... F: (Muy afectado, pone la mano sobre su abrigo, como amagando con irse.) No quiero ser irrespetuoso... Pero ¿le digo la verdad? Yo sabía que no tenía que venir... T: ¿Sabe, Franco, con quién es en el fondo su gran enojo? Con su vanidad... Usted siente que la creación... no está a la altura del creador... F: ... T: Hoy dejamos acá...