Montañas, bosques y el espíritu sureño, en la ruta 85

Vista a los Apalaches. Desde el puente sobre el lago Har- twell que une Georgia y Carolina del. Sur la vista es sencillamente magní- fica. Los Apalaches ...
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Turismo

Domingo 2 de septiembre de 2007

[ ESTADOS UNIDOS ] Pueblos & tradiciones

Montañas, bosques y el espíritu sureño, en la ruta 85 Desde Atlanta hasta Greenboro, en Carolina del Norte, un viaje en auto por ese camino interestatal, uno de los menos conocidos del país CORBIS

A

TLANTA.– Quien se lance a hacer un road trip, un viaje en auto por las carreteras de Estados Unidos, descubrirá que esa trillada sensación de libertad en la velocidad y esos arrebatos de felicidad con los cabellos al viento, anunciados en los comerciales de automóviles, son una cruda realidad. La magnitud de las autopistas, la previsibilidad y tersura del asfalto y la paz que da saber que la mayoría de los automovilistas respeta las normas ayudan a que este sueño americano se realice. Pero no sólo esto: en su recorrido el viajero también comprobará que en Estados Unidos quien no tiene auto vive prácticamente afuera del sistema. Los peatones empedernidos deberán resignarse a Manhattan, San Francisco, quizá Chicago y, claro, los barrios comerciales de Miami. Para lo demás, Estados Unidos sólo se puede ver en auto. El viaje que proponemos es tan interesante como excéntrico. Comienza en Atlanta, Georgia, hogar de la Coca-Cola, la CNN y, según muchos, cuna del rap. La I-85 corta Atlanta por la mitad y quien la tome en dirección norte se verá en poco más de media hora navegando las verdes planicies de Georgia. Al norte del estado una salida a la derecha anuncia el pueblito de Carnesville. En su somnolencia y pulcritud se adivina el alma del sur occidental, en nada similar al sur tumultuoso y miserable de las orillas del Mississippi. Al son del ronroneo de los tractores, una pareja de ancianos va con paso cadencioso a la iglesia. Son Greyson y Roberta McFarland que, protegidos del sol de verano por la sombra de casonas opulentas y árboles venerables, repiten el título del sermón que aún no escucharon y que se anuncia en el cartel frente a la iglesia: Jesús quiere que ames a los niños pequeños.

Las autopistas de Atlanta, punto de partida para un viaje diferente

DATOS UTILES ALQUILER DE AUTOS

En el aeropuerto de Atlanta están todas las grandes compañías de alquiler de autos. No hace falta reservar. Budget, la más barata, tiene autos hasta por 30 dólares al día. Si uno devuelve el auto en otro estado los precios aumentan. NAFTA

El combustible en Estados Unidos es muy barato. Llenar el tanque de un auto de tamaño normal cuesta alrededor de 50 dólares y en las rutas, que son impecables, los puestos de peaje son extremadamente raros. COMER EN LA RUTA

En viaje por las carreteras uno se cansará de ver carteles que anuncian salidas próximas y restaurantes, bares, cafeterías, estaciones de servicio y hoteles.

Vista a los Apalaches Desde el puente sobre el lago Hartwell que une Georgia y Carolina del Sur la vista es sencillamente magnífica. Los Apalaches incipientes y el verde furioso de los bosques sobre el azul claro del lago generan un efecto visual deslumbrante. Cuando nos adentramos en la baja Carolina lo primero que nos sorprende es la prolijidad de su belleza. La ciudad de Greenville, sobre la derecha de la I-85, es un claro ejemplo de prolija urbanidad. En su calle principal, arbolada y próspera, hay un exponente de cada uno de los comederos

Richmond

EE.UU.

VIRGINIA

KENTUCKY TENNESSEE

Charlotte

Atlanta GEORGIA

CAROLINA DEL NORTE

CAROLINA DEL SUR

EE.UU.

LA NACION

de rigor que cualquier ciudad estadounidense que se dé aires de sofisticada debe tener: indio, japonés, tailandés, mexicano, italiano y bistró de sándwiches orgánicos. También hay dos o tres cafés con mullidos sofás y olor a nuevo. Ante la vista de la altísima y finísima torre de la iglesia bautista se me ocurrió que el edificio se asemeja a un embudo dado vuelta y, de este modo, refiere irónicamente a la doctrina calvinista de la predestinación: de todos los que están adentro orando, sólo unos pocos, los predestinados, recibirán el premio del reino de los cielos. Seguimos por la autopista y llegamos a la boscosa Carolina del Norte, auténtica cuna de Estados Unidos. Hacia fines del siglo XVI, un par de décadas antes de que los peregrinos del Mayflower desembarcaran en las costas de lo que hoy es Massachusetts, el bucanero y poeta sir Walter Raleigh fundó en la isla Roanoke, sobre la costa de la alta Carolina, la primera colonia anglosajona en el Nuevo Mundo. El proyecto fracasó luego de que todos sus habitantes desaparecieran misteriosamente de la faz de la Tierra. Hoy Charlotte, capital del estado, languidece en una soporífera nube de tedio y bonanza. Conviene dejarla atrás y seguir hacia el Norte. Greenboro es un sitio genial para hacer un descanso, pasear por sus calles vastas y comer las delicias del Sur: pollo frito, pan y hojuelas de maíz, ensaladas de papa y cerveza Pabst Blue Ribbon (se produce en Milwakee, pero es muy popular en el Sur). Quien tenga aún algo de dinero para la nafta puede seguir viaje hacia Virginia y terminar en Washington D.C., o seguir hasta Filadelfia y Nueva York, o incluso hasta Boston. Yo me quedo en Carolina.

Pablo Maurette

LA NACION/Sección 5/Página 9