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POLITICA
Domingo 4 de diciembre de 2011
NEGOCIOS Y POLITICA s LA SOMBRA DEL CASO DE LA VALIJA
“Mi jefe me dijo que era el testaferro de Uberti” Un empleado despedido acusa al ex funcionario kirchnerista HUGO ALCONADA MON LA NACION El hombre, sencillo y directo, está molesto. Se peleó con su empleador. Después de tres años de cuidarle sus casas y sus oficinas, de prepararle asados para sus invitados, de pintarle el quincho, llevar y traer papeles y mucho más, ahora el ex jefe lo echó y no quiere resarcirlo. Y todo porque a él se le escapó repetir que su patrón, Guillermo Such, dice que es el testaferro del ex “embajador paralelo” ante Venezuela, Claudio Uberti, el jefe del vuelo en el que llegaron al país Alejandro Antonini Wilson y una valija con 800.000 dólares. El hombre se llama Luis Rodríguez, y durante una hora tira un dato tras otro sobre Such y su esposa, Marcia Debora Peisci, la número dos de Uberti al frente del Organo Contralor de las Concesiones Viales (Occovi), su único cargo formal en el Gobierno hasta que en 2007 estalló el “caso Antonini”. Por ese escándalo, Uberti salió del Gobierno y lo investigó la Justicia –a la que acaba de pedir el sobreseimiento–. Peisci quedó bajo la lupa de la fiscalía por los vínculos con su ex jefe, pero jamás se le imputaron cargos. Rodríguez es uruguayo, tiene 58 años, patillas firmes y algunos dientes de menos. Durante tres años trabajó para Such y Peisci, en varias casas, negocios y oficinas, y así conoció a Uberti. “Ellos mismos me dijeron que él, Such, era el socio de «Claudio», pero lo ocultaban, no querían que se supiera”, cuenta Rodríguez en la oficina de su abogado, en Tigre, que prepara la demanda laboral y ya mandó las cartas documento de rigor. “A mí siempre me llamó la atención que después de tres años con ellos, nunca logré saber a qué se dedicaban, cómo ganaban la plata para mantener el nivel de gastos que tienen”, dice, grabador de por medio. LA NACION intentó comunicarse con Uberti, Such y Peisci, pero no respondieron las llamadas. –¿Por qué lo echaron? –La discusión fue porque la casa de ellos [por Such y Peisci] está lejos de la entrada del country en el que viven, Ayres del Pilar, y un día que llovía, le ofrecí a una muchacha acercarla hasta donde iba. Me dijo que iba a la casa 20 y yo le dije: “Ah, la de Claudio, el socio de Guillermo y de Marcia”. Eso fue en octubre de este año. A los dos días me llamó Marcia; dijo que Uberti estaba furioso porque decía que yo sabía sus movimientos. Me preguntó qué había dicho y le dije que nada, que ella y él eran socios. –¿Ella lo corrigió? –No. Sólo me pidió que ya no hiciera comentarios. Pero a la media hora vino Such, con la misma historia y me levantó la voz. –¿Qué le dijo? –“Claudio no quiere que se sepa que está ahí.” Yo le respondí que a mí me encanta sociabilizar, que tengo mi nombre bien sentado y que si no era así con Claudio, debía ser porque tenía el culo sucio. Entonces él me
HERNAN ZENTENO
Luis Rodríguez trabajaba para la ex número dos de Uberti
Bajo sospecha
CLAUDIO UBERTI EX JEFE DEL OCCOVI
Edad: 54 Era un hombre de confianza de Néstor Kirchner, que le había encomendado llevar la relación comercial con Venezuela, pese a que su cargo tenía que ver con las concesiones de rutas. Cayó en desgracia en 2007 cuando trajo en un vuelo rentado por el Gobierno al venezolano Antonini, descubierto con una valija con US$ 800.000. dijo que si tenía que elegir entre él y yo, lo elegía a Claudio, porque con él ganaba plata y conmigo no, y que él era su testaferro. –¿Lo dijo así? –Sí. “Yo soy su testaferro, los medios lo están buscando para hacer pelota a esta persona”, me dijo. Ahí empecé a preguntarme quién era
este Uberti y me puse a averiguar. En los registros comerciales, Uberti no muestra movimientos. Peisci y Such figuran como socios en seis sociedades, como Martika SA, para construir inmuebles y explotar campos. En otro proyecto figuran juntos Peisci y el hijo de Uberti, Federico, de 23 años. “Una vez, el pibe le reclamó feo a Such por las propiedades de Uberti y lo llamó «boludo». Such, cuando se fue, me dijo: «Ojalá tenga la billetera tan grande como su boca».” –¿Pero Uberti aparecía en algún lugar junto a Such o Peisci? –Vive en el mismo country, en el chalet 20 del barrio Los Bastos, y va a laburar a la oficina de Martika. –¿Cómo lo sabe? –Porque yo refaccioné esa oficina. Allí trabaja Marcia y el secretario de ella y de Uberti, Pablo Jurado. –¿De qué trabaja Uberti? –Las veces que yo lo vi ahí, iba 10 minutos y chau. Sé que tiene varios coches, una moto y un barco; pero a la oficina iba en un Gol rojo. –¿Lo escuchó hablar con funcionarios? –A Uberti no. Pero sí a Such, que decía que tenía esto o aquello arreglado o que había tenido problemas con Kirchner. Y en los asados con gente importante –yo cocinaba– los escuché hablar de negocios, de coimear a éste o a aquél, de compras y ventas de campos con gente del Sur.
EL MARINO CASTIGADO POR “NO CONTROLAR A SU ESPOSA”
La Armada resolverá en reserva el caso Toulemonde La fuerza no autorizó a la diputada Bullrich a concurrir como observadora MARIANO DE VEDIA LA NACION La diputada nacional Patricia Bullrich, integrante de la Comisión de Defensa de la Cámara baja, pidió al jefe de la Armada, almirante Jorge Godoy, que se le permita asistir mañana como observadora a la reunión en la que un organismo especial de la fuerza analizará la sanción impuesta al capitán de fragata Marcelo Toulemonde, que fue pasado a retiro por “no controlar a su esposa”. “Resulta llamativa la sanción a un oficial por los dichos de su esposa. Es un proceder manifiestamente discriminatorio y muy a contramano de la política promovida por la actual administración, que debería haber llevado a la intervención inmediata del Inadi”, advirtió la legisladora Bullrich, al justificar su petición. La Junta Superior de Calificaciones se reunirá mañana ante el pedido de reconsideración presentado por el capitán Toulemonde, que fue relevado de su cargo luego de que su esposa, la ingeniera Mónica Liberatori, gritara en voz alta el nombre del coronel Larrabure durante un discurso de la presidenta Cristina Kirchner. La señora de
Toulemonde quiso reivindicar al militar secuestrado por el ERP en agosto de 1974 y muerto en cautiverio al año siguiente. La Armada mantiene en reserva los detalles de la reunión de la junta de oficiales y hasta ayer no le había respondido a la diputada Bullrich si se le permitía concurrir como observadora. Voceros de la fuerza indicaron a LA NACION que se trata de una reunión “reglamentaria y de rutina”, en un intento por restarle trascendencia a la decisión que finalmente se adopte. El capitán Toulemonde pertenece a la promoción 111 de la Armada y tras el incidente que protagonizó su esposa en el Colegio Militar, durante el acto de graduación como guardiamarina de uno de sus hijos, fue relevado de la jefatura del Arsenal Naval de Mar del Plata.
Los evaluadores La Junta Superior de Calificaciones que evaluará el caso, al prosperar el pedido de reconsideración, está integrado por seis altos oficiales y presidido por el almirante Godoy. Según pudo saber LA NACION, el jefe de la fuerza intentó comunicarse con la legisladora al día siguiente de recibir la petición, cuando Bullrich
se encontraba en plena sesión de la Cámara de Diputados. Pese a la insistencia de la integrante de la Comisión de Defensa, la Armada no contestó hasta ahora a su pedido. En la carta remitida al almirante Godoy, Bullrich transmitió su preocupación por la situación que atraviesa el matrimonio Toulemonde, ya que “viola las elementales libertades que los ciudadanos gozamos al amparo de nuestra Constitución”. Además, señaló que la acumulación de sanciones y el pase a retiro obligatorio del oficial implica “una discriminación a un profesional por la acción de su mujer, lo que convierte a la Armada en una institución que podría asimilarse a los regímenes más trogloditas, al juzgar a un hombre por los actos de su mujer”. El pase a retiro del capitán Toulemonde fue dispuesto tras sucesivos apercibimientos y sanciones, que generaron incluso un incidente en el Ministerio de Defensa, cuando se le impidió al marino ver el expediente que se le había iniciado. Ello habría generado malestar en las autoridades navales, que habían advertido al capitán que no podía dar ese paso sin autorización de sus superiores.