MI EXPERIENCIA CEÑIDA EN UN CORSÉ

MAGA Z INE PÁG . ? MI. EXPERIENCIA. CEÑIDA. EN UN CORSÉ. BERTACOLLADO. SILUETA. BertaCollado muestralaparte trasera deun corséqueremarca.
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FENÓMENO CELEBRIDADES AUSENTES

BERTA COLLADO

MI EXPERIENCIA CEÑIDA EN UN CORSÉ Jean Paul Gaultier, Dolce&Gabbana,TomFord,JohnGallianoyotros muchos lo han incluido con entusiasmo en sus últimas colecciones. Penélope Cruz, Nicole Kidman, Kate Hudson y Sophia Loren han lucidopalmitoenfundadasensugerentesmodelosenlapelículaNine. Definitivamente, el corsé ha vueltoylasmujeressehanrendidoalos encantos. Como muestra, el testimoniodelapresentadoraBertaCollado,quiensufriólosprosyloscontras de pasar un día encorsetada.

PRIMEROBJETIVO:ENCORSETARME. Tresmaravillosas piezas que parecían sacadas del camerino de alguna bailarina del Moulin Rouge llenan el espacio en el que nos encontramos. Encajes, brocados, sedas y ra-

sos cortados a mi medida y dispuestos a adaptarse perfectamente a mi cuerpo. Porqueescondiciónsinequanonqueparapoder llevar un corsé, éste tiene que estar hechoamedida.Seconfeccionansegúnlos

fotografías de Chema Conesa y Ricardo Cases

¿QUIÉN SE COMPRA HOY UN CORSÉ? “Cada vez

que abro la puerta del atelier para recibir a mis clientes me llevo una sorpresa menor. Si tuviese que imaginar a mi próxima clienta, el retrato robot sería algo así como una chica de unos veintitantos, casi treinta, que sabe lo que es un corsé, pero que, en su gran mayoría, no ha tenido uno antes. O sea, que para casi todas las clientas españolas (la mitad de mis ventas van al extranjero), es su primera vez. Han

centímetros de busto, cintura y caderas de la mujer, de modo que estas piezas, indispensables en cualquier ajuar de la época victoriana, se convierten en únicas. Y empieza el ritual… Dos personas en la sala y yo para ceñir hasta el último milímetrodemicuerpo.Lasituaciónpodríarecordarperfectamentealceremonialquesiguenlostorerosparavestirseantesdesalir alaplaza.Esosí,sinestampasdesantos,vírgenes, supersticiones o altares. Enestearduoprocesotodotienesuorden: se empieza cerrando los broches metálicosdelapartedelanteradelcorsé,comenzando por el centro y continuando de arriba a abajo hasta dar formar a la parte delantera del armazón que luego se terminará de ceñir por la espalda. Cintasquevanyvienen,cintasquesecruzan y te aprietan hasta el infinito, momentos en los que tu cintura parece que terminará fundiéndose con la espalda, y una persona dedicada única y exclusivamente a moldearte el cuerpo, a cortarte la respiración. Conteniéndola como puedo, escucho el sonido del raso y del terciopelo entretejiéndoseatravésdelosojales,estrechandopocoapocomitronco,compactándome el cuerpo y levantándome el busto hasta límites insospechados… Y por fin el

tomado la decisión de comprarse uno de mis corsés después de pasar días navegando por las fotografías de la web y pensando si realmente les quedará bien. Al final, consiguen atreverse y me escriben un mail o me llaman para venir al taller de Madrid. ¿Lanzadas? Supongo que sí, pero sobre todo seguras de si mismas. También he hecho corsés a ciegas para regalos de maridos románticos que toman las medidas de su esposa mientras duermen. Y,

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suplicioacaba.Faltaajustardoscierresmás de la parte delantera y listo. Ya está hecho. Ya puedo darme la vuelta y fantasear con que voy a desfilar por la pasarela cual musa de Jean Paul Gaultier. Perotrasesaficciónquememontoenmi cabeza, se esconde la cruda realidad. Y la realidad no es otra que... ¡me falta el aire! Respirar deja de ser algo natural e inconscienteyelestómagosecomprimehastatal punto que no puedo evitar cogerme la cintura para comprobar si mis manos son capaces de abarcar ese talle de avista. Durante los primeros minutos, experimento una mezcla de tensión e impotencia por no poder realizar a mis anchas movimientos de lo más básicos: algo tan simple como abrocharme los zapatos o agacharme para desentumecer mi torso se convierte en un suplicio… ¡Pero si hasta dependo de alguien para terminar de vestirme! Mientras trato de adaptarme a mi nueva vestimenta, dando vueltitas de un lado para otro y rezando para que el móvil no se me caiga al suelo, aprovecho para mirarme en un espejo. La primera reacción es de asombro porque el reflejo me devuelve una silueta de curvas marcadas hasta el extremo, como trazadas meticulo-

además, lo que fue una sorpresa para mí, un montón de novias poco convencionales se quitan el corsé de los vestidos tradicionales para ponerse un Maya Hansen porque hace que se sientan mucho más libres. Lo que más me gusta es ver su cara cuando se los prueban y descubren esa mujer sensual, con curvas y más femenina que nunca. Así, ¿quién no se

AGRADECIMIENTOS O CR’EDITOS: XXXXXXXXXXXXXX

Cuandomepropusieronvivir esta experiencia, y alguien mencionó la palabra corsé inmediatamente me vino a la cabeza una nítida imagen de la adorable Mami ciñéndoselo a Escarlata O’Hara en aquella escena de Lo que el viento se llevó. Obviamente, y aunque soy una peliculera desde que nací, acepté participar en el reportaje sabiendo que Clark Gable no estaría esperándome en el estudio. Pero bueno, en su defecto me encontré un equipo de profesionales que me hicieron más llevadero el trance corsetil… Al llegar, mi intriga no podía ser mayor. Sentía una tremenda curiosidad por saberquétipodecorsésmeprobaría,aunque teníaclaroquelosqueseconfeccionanhoy en día nada tienen que ver con esa prendatanutilizadahastahacedossiglos.Además, tenía la garantía de que los modelos que yo luciría habían sido diseñados por Maya Hansen, así que mis expectativas no podían ser mejores.

SILUETA Berta Collado muestra la parte trasera de un corsé que remarca sus curvas.