Marzo 2018 bo

vida en la travesía por el Mediterráneo intentando alcanzar Europa. También con el tráfico de personas y con los tratos inhumanos o degradantes que.
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Hoja informativa

Nº 64- marzo de 2019

La levadura

«El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»

movilidad humana forzada La movilidad humana forma parte del ser humano. Las personas nos desplazamos por el mundo desde el principio de los tiempos. La humanidad comenzó su camino en África, en lo que hoy es Tanzania, Etiopía y Kenia. Desde allí se fue extendiendo por los diversos continentes. Éramos nómadas, comunidades enteras que se trasladaban de un lugar a otro en busca de comida, visitas a familiares y amigos, refugio, seguridad... Migrar está casi en el ADN de la humanidad. En efecto, la movilidad humana es un fenómeno histórico y global. A priori no es un problema. Sin embargo, es importante distinguir entre la movilidad deseada (voluntaria o elegida libremente), y la movilidad forzada, es decir, cuando existe una causa externa que obliga a las personas a desplazarse. La movilidad es también un derecho humano. Así consta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en los artículos 13.1, 13.2 y 14.1. No obstante, cabe preguntarse qué causas mueven a las personas a salir de sus tierras. Entre las causas de la movilidad humana forzada, Cáritas identifica tres motivos o “factores de expulsión” que obligan a las personas a emigrar de sus hogares y hábitats naturales. Los conflictos armados, como los de Siria, Congo, Yemen, Sudán, Afganistán…, empujan a huir a millones de personas. Por ejemplo, en Yemen, tras 4 años de guerra, el 80% de la población necesita ayuda humanitaria urgente. Más de 600 000 yemeníes han tenido que desplazarse durante el pasado año a otras zonas del país. El fenómeno migratorio provoca situaciones de alta vulnerabilidad, sobre todo en mujeres y niñas.

Se estima que, en los últimos 4 años, casi 15 000 personas han perdido la vida en la travesía por el Mediterráneo intentando alcanzar Europa. También con el tráfico de personas y con los tratos inhumanos o degradantes que reciben los migrantes en los países de tránsito y destino.

La falta de protección en materia de derechos humanos que padecen las personas en situación de movilidad contribuye a que se acentúe el abuso de poder y las agresiones sexuales, que deja a las víctimas desamparadas. También sabemos que las mujeres son secuestradas y trasladadas a las zonas de guerra para ser utilizadas como esclavas sexuales. Se ha constatado que, durante las huidas masivas, miles de mujeres, niñas y niños desaparecen y se convierten en mercancía de un lucrativo e inhumano negocio. La segunda causa es la pobreza. Las condiciones de vida cotidianas de la mayor parte de la humanidad todavía no permiten un desarrollo humano mínimamente aceptable. En ocasiones el subdesarrollo económico de los países del sur tiene que ver con relaciones comerciales internacionales injustas (condiciones de compra-venta, las tasas e impuestos, la imposición de monocultivos, el proteccionismo de productos estratégicos, etc...) o con factores naturales como la desertificación o improductividad de las tierras. Las migraciones surgen como estrategia de desarrollo personal y familiar ante las nulas expectativas de futuro en los países de origen. Según la FAO, casi 800 millones de personas en el mundo no tienen suficientes alimentos para llevar una vida sana y activa. O, lo que es lo mismo, casi 1 de cada 9 personas en el mundo pasa hambre. Lamentablemente, la búsqueda de un futuro mejor se salda a menudo con la pérdida de vidas humanas.

la tercera causa son las catástrofes naturales como las erupciones volcánicas, inundaciones, terremotos o tsunamis …  algunos de ellos provocados por el cambio climático (cuya causa se debe al factor humano). Científicos y expertos están avisando desde hace ya varios años del cambio climático y de la previsible mayor frecuencia de episodios catastróficos de origen natural. Ya hay países, como el archipiélago de Kiribati, que están estudiando la posibilidad del traslado de toda la población a otro país a causa del crecimiento del nivel del mar. Incluso, en Nueva Zelanda hay peticiones de refugio por el cambio climático. En este sentido, el papa Francisco ha afirmado lo siguiente en la encíclica Laudato si' (nº 25): "los cambios del clima originan migraciones de animales y vegetales que no siempre pueden adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos productivos de los más pobres, quienes también se ven obligados a migrar con gran incertidumbre por el futuro de sus vidas y de sus hijos. Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna". Cooperemos y colaboremos todos y todas para revertir las causas de la movilidad humana forzada y sigamos ofreciendo nuestra inteligencia, apoyo y ternura a las personas desplazadas y refugiadas.

La cita No son libres, en cambio, los caminos del éxodo humano. En inmensas caravanas, marchan los fugitivos de la vida imposible. Viajan desde el sur hacia el norte y desde el sol naciente hacia el poniente. Les han robado su lugar en el mundo. Han sido despojados de sus trabajos y sus tierras. Muchos huyen de las guerras, pero muchos más huyen de los salarios exterminados y de los suelos arrasados.

(Eduardo Galeano. Los emigrantes, ahora)

La respuesta de Cáritas Como respuesta a la movilidad humana forzada, Cáritas desarrolla numerosas acciones de acogida, protección, promoción e integración de estas personas y sus familias exigiendo públicamente el respeto de sus derechos. Es una expresión cristiana al evangelio de Jesús: la “acogida samaritana” es fraternidad. Esta acogida fraterna supone aplazar lo propio por el bien del prójimo, por el de la comunidad, mostrar generosidad con las personas extranjeras, sobre todo si son perseguidas. Es admitir a alguien nuevo en nuestro entorno, sea cual sea su origen o religión. Es aprender a convivir con él/ella con sus diferencias. Porque así reza el evangelio: “Fui forastero y me acogisteis en vuestra casa; estuve desnudo y me vestisteis” (Mateo 25, 35-36). Existen muchas experiencias de personas migrantes que han rehecho sus vidas. Es el caso por ejemplo de Yakob Tyara, de veintitrés años, con una fuerza tierna y sosegada en la mirada. Huyó de su país, de Siria, porque no quería matar ni hacer daño a nadie en la guerra. En el trayecto de huida estuvo, en más de una ocasión, a punto de morir en alta mar. También fue engañado por las mafias y golpeado por la policia de fronteras. Pero, tras pasar por Grecia, consiguió llegar a España. Gracias a una amiga de La Eliana, que estaba de voluntaria en Grecia, vino a València y encontró trabajo en Koopera. Poco a poco ha ido reconstruyendo su vida. Es más, cuando se enteró de la llegada del Aquarius se ofreció como voluntario: "Estaba esperando el momento para ayudar, para devolver el favor". "Yo estuve justo en la misma situación y necesitaba hacer algo". Encontramos aquí un claro testimonio de la fuerza difusiva del bien y de la solidaridad y que trasluce la nutritiva enseñanza del evangelio: "Gratis lo recibisteis; dadlo gratis" (Mt 10, 8).

Para explorar

Déjate interpelar por la exposición de Cáritas Española sobre la migración humana forzada titulada "Encontrar para encontrarnos". Accede a la exposición en este link: https://www.caritas.es/exposicion/

Redacción y coordinación: Equipos de Cooperación Fraterna de Cáritas Comunidad Valenciana.