MADRES POR LA VIDA Un ejemplo para otras madres y familias de América Latina Por Luis E. Cantero Madres por la vida, son aquellas que hacen del evangelio una realidad presente, aquellas que luchan por sus hijos, como es el caso de, las llamadas, “madres del paco1”. Pero ellas no aceptan este calificativo y María Rosa González, una de las madres, aclara: “Somos madres que luchamos contra esta droga”, es por eso que preferimos llamarnos “madres que luchan por la vida de sus hijos”. Se trata de un grupo de mujeres de “ciudad oculta”, un barrio marginal ubicado en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Estas madres, al ver que sus hijos se perdían en la droga, comenzaron a tocar muchas puertas buscando ayuda para sacar a sus hijos de la misma; pero sus esfuerzos se veían diluidos en el silencio. Esto fue el detonante que impulsó a estas madres que se armaron de coraje y salieron a pelear por la vida de sus hijos, cansadas de verlos enfermarse y morir por causa de la droga. Al respecto María González comparte su testimonio: “La situación mía comenzó con un hijo en consumo de pasta base. Mi hijo Jeremías mide 1.80 m y, con la droga, bajó de 76 a 45 kilogramos, llegando a un estado en que ya no se podía ver. Fue allí donde me decidí a luchar por la vida de mi hijo y comencé a tocar puertas para intentarlo. Pero no pude y no tenía noción de que existía una organización llamada SEDRONAR2; corté la Av. Eva Perón y a partir de allí nos empezamos a hacer oír. Luego, por una orden del juzgado, logré que a mi hijo se lo llevaran para internarlo. Al principio estuvo en una comunidad terapéutica durante seis meses, pero no dio resultado. Posteriormente, con la ayuda de SEDRONAR, logramos internarlo en un psiquiátrico y allí comenzó la recuperación. Los primeros momentos son los más duros por la abstinencia, pero luego fue evolucionando”. Estas madres se mantienen unidas, unas a otras se animan a seguir luchando por la vida de sus hijos. María Rosa González se pasea por los pasillos y charla con los chicos que consumen. Ellos se acercan, sienten que necesitan dialogar con alguien, que les escuchen y sobre todo, quieren sentirse amados. Por eso el rol de la familia es importante, sostiene María Rosa González: “el papel de la familia es fundamental en estas situaciones, la familia tiene mucho que ver en esto. Lamentablemente nos encontramos con padres que se entregan, que no quieren pelearla. Somos muy pocas las que nos cruzamos en los pasillos, muchas están entregadas. Yo las entiendo, hay muchas que piden ayuda psicológica y en algunos casos psiquiatría, porque acá no está enfermo sólo el adicto, sino que se enferma toda la familia”, afirma. Y agrega: “Tomar una decisión de que por orden judicial se pueda trasladar a un hijo y se lo lleven a la fuerza no es fácil para una madre. Pero todo lo hice con el objetivo de salvar su vida.” Estas madres, con su ejemplo de lucha por la vida nos recuerdan el mensaje de Cristo para todas las familias cristianas. Porque hoy muchas familias están en crisis o se ven amenazadas
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PACO es una droga derivada de la cocaína. Su nombre es el apócope de “PAsta base de COcaína”. Secretaría de programación para la prevención de la drogadicción y la lucha contra el narcotráfico.
o desintegradas por causa de la droga y otras cosas. Los cristianos debemos redescubrir la responsabilidad que Dios nos delegó a cada uno para con el prójimo. Esta responsabilidad consiste en compartir las buenas nuevas con los miembros de la familia en particular y con los demás. No es otra cosa que la misión evangelizadora de la familia. Desde el antiguo testamento, vemos que el propósito de Dios era que la familia fuera el principal campo evangelizador para sus integrantes. El mandamiento expresado es: “Estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón y las repetirás a tus hijos...” (Dt 6:67). No es sólo un mandato de enseñar una serie de normas a nuestros hijos, es eso, pero mucho más. Si la ley de Dios estuviera en el corazón de los progenitores, como señala el versículo 6, entonces la transmisión sería de corazón a corazón. Como le sucede a María Rosa González, todo lo hizo de corazón a corazón, porque una parte de ella se estaba muriendo. Puso en juego su vida, pero lo hizo por salvar la vida de su hijo, y no sólo la de él sino de todas las madres y familias que sufren este mal. Ella sin saberlo cumplió un modelo redentor, convirtiéndose así en un ejemplo para otras madres y familias de América latina que sufren este mal y su mensaje es: “salir de la droga es posible; yo soy una persona convencida de que es posible. A los que bajan los brazos y dicen „déjalo que se muera‟, yo les digo que hay solución. Yo vi a mi hijo que se moría y ahora vive, trabaja, es un chico más, que cambió y que ahora está lleno de vida.” Esta es la triste realidad que viven muchas familias latinoamericanas que ven cada día cómo sus hijos mueren por culpa de la droga. Pero, lo que más duele, es el silencio de los "buenos", que pudiendo ayudar a través de su voz, huyen y se esconden por el temor a ser asesinados por los vendedores de drogas. En cambio, las madres por la vida, nos demuestran que aún en las peores condiciones siempre hay esperanza; que cuando se quiere se puede, y que vale la pena luchar, por difícil que sea la situación. Recordemos las palabras de la Biblia: “¿Hay alguna cosa difícil para Dios? (Gn 18:14), porque con Cristo “somos más que vencedores” (Ro 8:37).
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