Cohen y Suzanne, espirituales “De alguna manera, fuimos amantes –señaló Verdal, quien se apresuró a aclarar que su unión era “espiritual”–; a veces uno mira a una persona y ese momento es eterno y representa el más profundo de los contactos. Y eso es lo que Leonard y yo compartimos, creo.” Después de cada cita en su casa, ambos salían a caminar al lado del río (“Suzanne takes you down / to her place near the river...”) y se dejaban llevar por conversaciones que ahondaban en la poesía, la religión y la mejor manera de enfrentar la vida. Así estuvieron Cohen y Verdal un buen tiempo, hasta que ella escuchó la canción en la que se reconoció, a pesar de encontrarla “demasiado aduladora”. Con “Suzanne”, Cohen se transformó en la estrella que aún es, y los rumbos de ambos dejaron de cruzarse. Una vez, en los años 70, ella apareció en el backstage de un show en Minneapolis, y él la abrazó y le dijo: “Suzanne, tú me regalaste una gran canción”. Poco después lo visitó en un hotel durante otra gira por Estados Unidos, y allí él le propuso que su unión espiritual se convirtiera en algo no tan espiritual. Pero ella no quiso. and you want to travel with her and you want to travel blind and you know that she will trust you for you’ve touched her perfect body with your mind [“Y quieres viajar con ella / quieres viajar ciegamente / y sabes que ella confiará en ti / por haber tocado su cuerpo perfecto / con tu mente.”] Tal vez la canción resulta la fotografía de un instante que sólo perdura mientras suenan sus acordes. Mientras la unión desaparece, la poesía la recuerda. Y se
establece como el puente entre la realidad y el deseo, el jardín secreto y clandestino a partir del cual los senderos se bifurcan. A principios de este siglo, Leonard Cohen abrazó el espiritualismo budista en el monasterio zen del Monte Baldy, en California, a menos de una hora de donde Suzanne, masajista y profesora de danza, vive con siete gatos. El hombre que le dedicó su mejor canción no se casó nunca, pero tuvo dos hijos con su primera esposa, llamada, ¿curiosamente?, Suzanne. La canción como género tiene mucho de autobiografía, y como toda autobiografía mezcla realidad con ilusión. La realidad brinda la experiencia; la ilusión, la libertad narrativa. A mitad de camino entre ambas está “La flaca”, el hit pop del grupo español Jarabe de Palo que idolatra a un “coral negro de La Habana / tremendísima mulata”, capaz de hacer que el cantante Pau Donés diera todo “por un beso / aunque sólo uno fuera”. La chica, “de cien libras de piel y hueso”, se llama Alsoris Guzmán Morales y se la puede ver junto a Eva Nielsen en el videoclip de “El lado oscuro”. Alsoris conoció a Pau cuando éste viajó a Cuba invitado por su productor, Fernando de France, quien lo alojó en la casa de la familia Guzmán Morales, en el popular barrio de Centro Habana. “El último día, tras unos mojitos y aprovechando que compartíamos habitación (en catres separados, claro), le dije que no me iba de la isla sin hacer el amor con ella”, cuenta Donés en el libro del disco Orquesta Reciclando. Esa misma noche, tumbada en la cama al otro lado del cuarto, ella por fin pronunció las palabras mágicas: “Ven acá, Pablito”. Y Donés se acurrucó, la abrazó y se quedó dormido. “Al día siguiente desperté enredado en ella. Vestido. Me levanté. Me senté en una silla junto a la cama donde ella seguía durmiendo y, papel y lápiz en mano, escribí la canción. Catorce versos que cambiarían mi vida para siempre”, concluye el artista enamorado. Jarabe de
Los riesgos del narcocorrido Se supone que un poeta o un compositor piensa en alguien, o en una historia particular, y escribe una canción. En el narcocorrido, el género mundialmente difundido por Los Tigres del Norte, el proceso suele ser el inverso: el narcotraficante le encarga a un grupo que cuente sus aventuras, y si el resultado no le satisface, mata al líder de la banda elegida. Tal fue el caso de Sergio Gómez Sánchez, vocalista del grupo K-Paz de la Sierra, secuestrado y asesinado a principios de 2007 en Michoacán, feudo del temible cártel La Familia Michoacana. El valor cultural del narcocorrido consiste en su relato de las historias populares, muchas veces silenciadas por quienes prefieren no correr el riesgo de idealizar las andanzas de los delincuentes. Clandestino pero masivo, el género funciona como una crónica policial que muestra las noticias prohibidas por la prensa, temidas por los gobiernos y silenciadas por los propios cómplices del poder narco. En
l erda ne V n a z Su
Pérez
-Reve
rte
ila ra Áv Sandeltrán B
“Contrabando y traición”, de 1973, Los Tigres del Norte narraban el engaño de un maleante a su mujer, Camelia, quien finalmente asesinaría al infiel por despecho y, de paso, para llevarse un botín millonario. La historia hizo célebre a una tal “Camelia, la texana”, que luego protagonizaría la ópera Únicamente la verdad en México y Estados Unidos. Años más tarde, Camelia sería reconocida como Agustina Ramírez, tamaulipeca detenida por tráfico de drogas que en la cárcel se convertiría en evangélica. Ella fue la primera inspiración de Arturo PérezReverte para su novela La Reina del Sur, que cruza la vida de Camelia con la de Sandra Ávila Beltrán, alguna vez considerada “La reina del Pacífico” por la prensa mexicana, detenida en septiembre de 2007 junto a su tercer marido, un conocido narcotraficante colombiano. Ávila Beltrán había sido homenajeada con el narcocorrido “La fiesta en la sierra” por el grupo Los Tucanes d de Tijuana, y más tarde por Los T Tigres del Norte con “Reina d de reinas”. La protagonista de L La Reina del Sur combina el a asesinato de su marido por parte d de Camelia “la texana” con las a andanzas de Ávila Beltrán, y eel logro literario fue tal que, p por primera vez en su larga ttrayectoria, Los Tigres del Norte lle escribieron un corrido (“La rreina del sur”) a un personaje d de ficción.
pág.
Viernes 11 de noviembre de 2011
cerle / te abraza y te mece en sus brazos, / dejando que sea el río el que conteste / que siempre has sido su amante”.]
7