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Moisés, que con su báculo abre las agua del Nilo! Mis vagabundeos me llevaron a. Abu Simbel, cuyos monumen- tos fueron transportados en una inmensa ...
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turismo | 11

| Domingo 28 De abril De 2013

Lectores de viaje

¡no se pierdan!

Nunca es tarde para ir a Egipto

HISTORIAS E IMÁGENES EN MOVIMIENTO

norma tinzón

Cuba.

“Acabamos de regresar de un viaje a Cuba y quedamos fascinados por las playas de arena finísima y agua verde esmeralda, donde se puede observar el fondo del mar como si fuera una gran pecera. La cordialidad de los cubanos y la belleza de los cayos completan el placer de encontarse en este hermoso país.”

norberto Ferreiro

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Compañeros de ruta

Capadocia, un sueño escrito en piedra

Machu Picchu

Belén Ziade

Hola, busco tres viajeros. Planeo viajar a Machu Picchu, Perú, por ruta desde Buenos Aires en una Ford Ranger 2010, doble cabina, 3.0. La salida sería el 17 de mayo y el regreso, el 26. Ruta de ida por la Argentina y Bolivia; regreso por Chile-Mendoza. Luis. [email protected]

Cuba y/o Europa

Hombre mayor busca compañero de viaje para ir a Cuba y/o Europa en los próximos meses. Trato de hallar con quién compartir el viaje para abaratarlo y estar acompañado. [email protected]

París y Europa

Busco personas, mayores de 40 años, para viajar a París y otras ciudades europeas a convenir, en abril de 2014, de manera económica. algaoalberto@ yahoo.com.ar

Eran las 6 y estábamos a punto de sobrevolar la ciudad en globo. Habíamos recorrido unos 700 km desde Estambul con la promesa –impulsada por un guía local– de conocer uno de los más exquisitos paraísos terrenales. Partimos hacia Capadocia con una desconfianza injustificada, como si después de haber conocido otras maravillas naturales no quedara un rincón del planeta que pudiese sorprendernos. Incluso al llegar, ninguno apostó sus fichas, pues la ciudad estaba tan en penumbras como nosotros con nuestra necedad. Media hora más tarde, el sol levantó temperatura y despejó nuestro panorama. Se abrió ante nuestros ojos un escenario que, tanto la actividad volcánica como

la erosión natural, habían decidido tallar en piedra. Desde lo alto, el lugar parecía hundirse en profundos pozos como cráteres desde los que emergían miles de puntiagudas rocas moldeadas por la naturaleza y excavadas por el hombre. Tal como lo había pronosticado el guía, nos encontrábamos en una ciudad de cuentos de hadas. Me pregunto si estas chimeneas cónicas habrán servido de inspiración a Gaudí para su Pedrera. Pero lo que en la superficie parecía un paisaje extraído de una fábula, en sus entrañas tenía trazada una historia con menos decoro. Accedimos por una de las grietas a Derinkuyu –la más honda de las 37 ciudades subterráneas de Capadocia–, donde los hititas, antiguos habitantes de la región de Anatolia Central, y más tarde los cristianos establecieron allí su refugio.

Me pregunto si estas chimeneas cónicas habrán servido a Gaudí para su Pedrera

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Al bajar descubrimos uno de los sitios más recónditos del mundo: decenas de arterias subterráneas se ramificaban de forma laberíntica para hundirse por lo menos ocho niveles hacia el subsuelo. Los estrechos pasadizos reclamaban, impregnados del tinte de la opresión, una recompensa para aquellos pueblos cuya próspera supervivencia había permanecido enclaustrada en las cuevas. Se trataba de una ciudad perfectamente organizada con cocinas, bodegas, comedores, numerosas habitaciones, una iglesia e incluso un bar. Asimismo, múltiples conductos de aire formaban un excelente sistema de ventilación, los que la constituían en una verdadera obra maestra de la ingeniería antigua. Extraviarse en esta galería subterránea era tan fácil que hasta creo que ni el mismo Teseo hubiese encontrado la salida. Nuestra visita concluyó cuando el guía (nuestra Ariadna) nos condujo hacia el exterior, donde subimos al micro para continuar viajando con la confianza justificada de que, con su belleza exótica, Capadocia había logrado vencer nuestra necedad y que todavía nos quedaban infinitos paraísos terrenales por descubrir.ß

Cuando daba mis lecciones de historia egipcia allá en mi lejano magisterio, soñaba con om seti ramses, con navegar por el Nilo... Y mi sueño se hizo realidad a mis 69 años. Qué emoción cuando bajé del avión; me esperaba el guía que nos hizo un recorrido por El Cairo. Luego subimos a una chalupa, que con sus alas extendidas parecía un pájaro flotando en ese río artificial, y en un breve recorrido nos mostró la historia de Egipto. Y ahí estaban ellas, las pirámides, orgullosas, erguidas, señoras de los milenios, envueltas en un tul de pálidas arenas. Subí sus escalinatas, enderecé mis hombros, levanté la cabeza, sintiéndome la dueña de ese lugar. Las pirámides todavía levantan sus cumbres sobre la arena, sus puntas están achatadas, sus líneas y sus ángulos se han suavizado y desmoronado, en parte por la presión de los siglos y de los elementos. Los colores que brillaron alguna vez se han perdido, sólo quedan las grises piedras de sus construcciones. Me senté, miré hacia el este y vi el ascenso temprano de una luna llena, perfecta. Y de repente lo vi, ese ensueño que sólo dan las luces y sombras del láser, proyectadas sobre las pirámides: ¡Ramsés venía en su carruaje acompañado por sus leones, impidiéndole el paso a Moisés, que con su báculo abre las agua del Nilo! Mis vagabundeos me llevaron a Abu Simbel, cuyos monumentos fueron transportados en una inmensa obra de ingeniería para darle paso al canal de Suez. El crepúsculo caía cuando llegué al Nilo, donde me embarqué para recorrer durante 5 días aldeas poco conocidas, tierras sembradas casi a mano, donde el aire era limpio y fresco, aunque los últimos días de primavera empezaron a calentarse mucho. Pero las noches eran tranquilas y de suave navegación. Y así llegue de nuevo a El Cairo. Mi sueño de estudiante se hizo realidad. Dejé atrás esa tierra caliente y árida, pero tan llena de historia y que me había tratado tan bien.ß

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