Las atenciones agobiantes que les llovieron a Grizzly

Chris Taylor, bajista y cantante de r. Grizzly Bear, también r ha probado suerte con CANT, proyecto de música. T electrónica que debutó el pasado otoño con ... eres la noche. A veces ocurre. Celebremos que este sea uno de esos momentos. H T: Álvaro Ramírez / F: Amelia Bauer. q. Más info: facebook.com/danielrossen.
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DANIEL ROSSEN 1 0 0 MÚ SICA. DA NI E L R O SS EN

Domingo, ocho de la tarde. Estás en tu habitación, sobre la cama, mirando al techo. La semana y el día languidecen, sumergiéndose en sombras. Poco a poco. Sin remedio, sin alternativa. La única luz proviene de tu reproductor de música. El único sonido, de tus auriculares. Y, de pronto, algo eclosiona dentro de ti. A la segunda escucha, o tal vez la quinta. Quizá hayas tenido suerte y conectes a la primera. Pero es inevitable: más tarde o más temprano, te atrapará. Sin remedio, sin alternativa. Como la oscuridad de la noche. “Silent Hour / Golden Mile” (Warp / PIAS Spain, 2012), en la calle desde finales de marzo, forma parte de esa extraña élite de discos que aparecen de cuando en cuando destinados a conectar con el afortunado oyente. Trabajo seductor, compuesto bajo el paraguas de la épica y con una sonoridad que mira de frente a la majestuosidad, pero -afortunadamente- sin resultar excesivo, grandilocuente o tremendo. Es como la enigmática pared rocosa que aparece en la portada, llena de pliegues y recovecos y sumergida en la nocturnidad más tenebrosa: pura fascinación natural. El cerebro y las manos detrás de esta pequeña joya de cinco canciones y treinta minutos de duración responde al nombre de Daniel Rossen, de 29 años y también miembro de Department of Eagless y Grizzly Bear, r este último tótem contemporáneo del folk psicodélico anglosajón, en el mismo saco de otros grupos como Fleet Foxess o, si me apuran, Mumford & Sonss o Andrew Bird. Ya sabéis qué se espera de esta clase de grupos, ¿no? Escuchar el disco es asistir al excitante encuentro de las raíces tradicionales de música americana con las nuevas estructuras pop: un exquisito desfile aliñado con una variada instrumentación de guitarras, banjos, percusiones vívidas y coros en cascada. La semilla de este EP tiene un origen terapéutico. Rossen, que disfrutó con Grizzly Bearr de cierto reconocimiento gracias a su último (y gran) disco, “Veckatimest” (Warp, 2009), terminó quemado de todo aquello: “No “ estaba muy seguro de qué estaba haciendo y de si realmente quería volver a crear música”, aseguraba en una entrevista a Pitchfork. Ahora, dice, se alegra de haber tomado la decisión de seguir grabando canciones. Y nosotros también. No es el único que se busca la vida al margen de la banda matriz: su colega Chris Taylor, r bajista y cantante de Grizzly Bear, r también ha probado suerte con CANT, T proyecto de música electrónica que debutó el pasado otoño con “Dreams Come True” (Terrible, 2011). Es posible que el éxito de Grizzly Bearr haya pasado factura. Si prestamos atención, podemos notar ciertas pistas sobre el estado de cuestionamiento existencial al que estaba sometido Rossenn en el momento de componer. El recuerdo de los amigos ausentes y la perseverancia por encontrar nuevas conexiones es el centro conceptual del disco. El EP arranca con “Up On High”, canción tímida que no enseña todo el arsenal pero que busca complicidad en el oyente, emplazado por Rossenn a compartir ese extraño momento de intimidad

que reflejábamos en el primer párrafo: “But “ in this big, empty room finally feel free to sing for me, now sing” (“En “ esta habitación grande y vacía, siéntete libre para cantar para mí, ahora canta”). En “Silent “ Song”, Daniell demuestra sus excelentes capacidades compositivas. El artista es de esos que sangran y ríen al mismo tiempo: “If “ I had a chance to see the friends I love and lost, and beg for their return, I’d dig untill I bleed, drink until I rot” (“Si “ tuviera una oportunidad para ver a los amigos que amo y he perdido, y pedir por su regreso, cavaría hasta sangrar, bebería hasta pudrirme”). Precisamente esta canción resulta la más directa del EP, a pesar de sus intríngulis: larga introducción juguetona, melodías que se concatenan a la perfección y se mantienen omnipresentes, cambios constantes de ritmo y un estribillo que se hace esperar. Pero funciona. ““Return to Form” empieza como un tapiz tejido a base de acordes cohenianos y va elevándose en un lento pero imparable in crescendo hasta que, literalmente, la canción explota en mil pedazos: aparecen los teclados cristalinos, las trompetas, las guitarras marcando riffs demenciales y, finalmente, de nuevo los arpegios iniciales, que se prolongan poco a poco hasta desaparecer, como un barco mecido por la tormenta. Por su parte, “Saint “ Nothing” es la clásica canción de elhombre-en-busca-de-sentido. Estructura lacrimógena, basada en una línea de piano que cambia de acorde en el momento justo, al más puro estilo Radioheadd (piano + coros + metales) y que tiene como complemento una críptica letra acerca de lo eterno, logrando que lo espiritual suene elegante y no empalagoso: “Saint, “ I don’t know your name but your voice, so strong, it speaks through the glass, it speaks through the ground” (“Santo, “ no conozco tu nombre pero tu voz, tan fuerte, habla a través del cristal, habla a través del suelo”). Pequeña obra maestra. Finalmente, la canción que cierra “Silent Hour / Golden Mile” se titula, precisamente, “Golden Mile”. Tras la solemnidad de ““Saint Nothing”, funciona como perfecto contrapunto. Y también como perfecto cierre: Rossen nos anima a romper el aislamiento de nuestro cuarto, a volatilizar el encantador maleficio de su disco: ““Say the words, break the spell, say the words in your mind “ las palabras, rompe el before you shout out loud” (“Di encantamiento, di las palabras en tu cabeza antes de gritarlas con fuerza”). Entonces, uno, dos, tres, y… Domingo, ocho y media de la tarde. Daniel Rossenn da por acabada “Golden Mile”. La noche no es una posibilidad: ya es un hecho. Todo está oscuro. El reproductor de música, en stand by. De los auriculares no emerge ningún sonido. Dentro de ti se produce un pequeño terremoto emocional. ¿Cuándo fue la última vez?, te preguntas. Instintivamente, reproduces de nuevo el disco, y pasas a zambullirte. Tú también eres la noche. A veces ocurre. Celebremos que q este sea uno de esos momentos. H T: Álvaro Ramírez / F: Amelia Bauer. Más info: facebook.com/danielrossen

1 01 MÚSICA. DANIEL R OSSEN