LA ORACIÓN Por Juan Buynitzky Salmo 63 dice: Dios ... - ObreroFiel

oración es como una columna de la iglesia, completamente fundamental. No me molestaría ... Santiago nos recuerda de las oraciones de Elías, diciendo esto: ...
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LA ORACIÓN Por Juan Buynitzky Usado con permiso

Salmo 63 dice: Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela…porque mejor es tu misericordia que la vida…así te bendeciré…mi alma está apegada a ti. Esta es la médula de la cosa. La oración no es como un deber. No es un rito. Oramos porque le pertenecemos a él, porque él es nuestra vida y le amamos al Padre. Deseamos su presencia. ¿Saben ustedes de Nataniel? Es interesante aquí en Juan 1: Cuando Jesús vio a Nataniel que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Nataniel: De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi. Respondió Nataniel y le dijo: Rabí,¡tu eres el hijo de Dios! Esto es curioso. Puede referirse a otra cosa pero lo veo de esta manera: fue costumbre de Nataniel reunirse con su Dios en ese lugar debajo de una higuera. El Señor siempre escucha nuestras oraciones y le encanta esa devoción. La Biblia dice que él busca adoradores que le adoran de corazón. Tenemos otro ejemplo de esta devoción: David dice en el Salmo 27: Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. Jesús pasaba mucho tiempo en oración a su Padre y él es nuestro gran ejemplo. Y lo hacía por amor y porque el Padre es la manantial de la vida y la fuente de todo lo bueno. Era la costumbre de Jesús levantarse antes del amanecer para orar. Saben que existe un proverbio que nos aconseja: No ames al sueño? Hay cosas más importantes que hacer. En la mañana podemos enfocarnos en Dios y él nos llenará para hacer las buenas obras que nos ha preparado. Hablando de ejemplos, hay un patrón para la iglesia en Hechos 2:42. Dice: En la iglesia perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. La oración es como una columna de la iglesia, completamente fundamental. No me molestaría, por ejemplo, si en el servicio de los domingos, pasaramos quince o veinte minutos orando por las muchas necesidades entre la congregación. La oración es mucho más que una conversación con Dios; es una relación. Pero muchas veces consiste en peticiones y esto es normal y necesario. Bien necesario. Somos una gente afligida y necesitada. No hay ninguna fórmula especial para presentar ante él nuestras peticiones. Bueno. Deseamos su voluntad y confiamos en que nos ama y responde a nuestra fe. No hay menester de muchas palabras. Responde a la fe. Dice la Primera de Pedro 3:12: Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones. Quiere que le pidamos. Desea usarnos y bendecirnos. También oramos porque hay tanta necesidad de averiguar la voluntad de Dios y, antes de proponer servirle, recibir sus ideas e instrucciones. Bien. Hablamos de la petición y de las súplicas por cuenta de los otros. Hay tres puntos clave aquí: que pidamos en fe, que pidamos con fervor, y que pidamos con perseverancia. Santiago nos previene que oremos en la plena fe y no dudando nada. Indica que el que ora dudando no tiene expectativa ninguna de recibir respuesta. Tal persona es inconstante y está engañándose y gasta su tiempo. En palabras de Jusús, en Marcos 11: Os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Así que esto es un asunto serio. Es mucho más que conversar. Tenemos que examinarnos si realmente estamos confiando en el Señor y en su amor y en que nos va a responder. Pues somos sus hijos verdaderos y seguramente nos va a dar lo que nos corresponde mientras andamos en su luz. Dice El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Rom. 8:32) En cuanto a esta generosidad Jesús mismo dijo: No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. (Lucas 12:32) Y ¿qué diremos de la oración con fervor? Si oramos por algo que realmente no nos importa gran cosa, ¿estamos realmente orando? El Señor desea que tengamos su pensar, que seamos plenamente de acuerdo con él. La oración es un ministerio bien serio. Santiago nos recuerda de las oraciones de Elías, diciendo esto:

Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Así sus peticiones no fueron ofrecidas en una manera ligera ni casual. Colosenses 4:12: Os saluda Epaphras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. ¡Maravilloso! Esta es la oración. Además que nuestras peticiones deben ser con una fe genuina, y ofrecidas con fervor, también deben ser perseverantes. Puede ser que cuando perseveramos, Dios esté complacido y nuestra fe fortalecida. En Efesios 6 leemos: orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos. Tenemos esta instrucción porque es tan importante el ministerio de la oración, tan importante por la salud y el vigor de la iglesia de Dios. Miremos este buen ejemplo en 1 Timoteo 5: La que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta. Fuertes palabras, ¿no? Hay contraste entre las oraciones persistentes y una vida de los placeres de la carne con el corazón vacío. El diablo quiere ganar la batalla entre la carne y el espíritu, y el campo de batalla es la oración. Además recordamos en Génesis Jacob luchando con el ángel del Señor hasta que ganara la bendición. Y el Señor Jesús nos dio la parábola del juez impío, como dice: sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar. Me imagino que cuando el enemigo ve que Dios está a punto de otorgar la respuesta de nuestra petición, en ese momento nos tienta a darnos por vencidos. Bueno. Santiago nos exhorta: orad unos por otros, y la Biblia nos ofrece muchos ejemplos de las oraciones de Pablo. Si seguimos ese patrón hacemos bien. El Señor lo guiaba enfocarse en lo más importante y fructuoso. Pero es tema para otro día. Al menos, espero que estas reflecciones hayan servido para animarnos a orar en fe y confianza. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.