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CULTURA
I
Domingo 28 de junio de 2009
EN EL CENTRO BORGES Y HOMENAJE A UNA EMBLEMATICA EXPOSICION DE 1961
OPINION
MIENTRAS TANTO
La Argentina de los artistas-ciudadanos GUILLERMO ROUX PARA LA NACION Vivimos tiempos difíciles. En estos días de elecciones se vio de todo. Un piedra libre en el que pareciera que no hay límites para la descalificación. Pero, como siempre, hay alguna excepción. El país quedó paralizado. Huérfano de sueños, de ideas, de realizaciones y de esas utopías necesarias. Todo se achicó. Veo a la gente que camina por la calle agobiada, los barrios de Buenos Aires hace tiempo que ya no tienen el vivir chispeante porque nos hemos quedado encerrados detrás de las rejas con temor. Los que tendrían que estar presos, están libres. Pensaba estas cosas mirando desde la ventanilla del taxi que me lleva al Centro Cultural Borges y, por supuesto, el taxista se queja, con razón, de las quince horas que tiene que trabajar para llevar algo a su casa. “Es que no hay turismo”, me dice. “Si el auto fuera mío, me iría mejor, pero no tengo el dinero y no me dan préstamos. No me queda otra que trabajar como un burro, puedo ver a mi familia una tarde a la semana.” Viamonte y San Martín, llegamos al Borges. Esta tarde se da el Premio Trabucco de Dibujo y Pintura. La Academia Nacional de Bellas Artes cumple con la voluntad de otorgarlo todos los años de acuerdo con el deseo de aquel generoso artista que fue Alberto Trabucco. *
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Segundo piso del Centro Borges. Soy parte del jurado de premiación integrado por miembros de la Academia Nacional de Bellas Artes. Llego cansado por el trabajo en mi taller y un poco apesadum-
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LIBEDINSKY
El encanto de los uniformes de mar
brado por la realidad que nos toca vivir. La sala está vacía. Los miembros del jurado la recorren en silencio y yo, al entrar, quedo asombrado frente a un conjunto de trabajos extraordinarios, como si el invierno que traía de afuera se hubiera dorado por el sol. La energía, el esfuerzo, la fe y la convicción de lo que está colgado en las paredes de la sala me sacude del desencanto que traía de la calle. *
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El autor de la nota es artista plástico.
P
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Los premios están dados, pero para mí ahora ésa no es la cuestión. Más allá de toda valoración personal, no se puede hacer lo que está allí sin amor y sin sentir que esta vida y nuestro país valen la pena. Mientras la televisión y la realidad nos traen el desencanto, aquí, en esta sala del Borges, hay otra Argentina. Estos artistas, pintores y dibujantes, a los que ahora prefiero llamar ciudadanos, nos muestran lo mejor de nosotros mismos y nos devuelven un país de antes, de ahora y de siempre, que marcha fresco, creativo y lleno de maravillosa energía al costado de tanta vulgaridad y desilusión. Vengan a ver esta otra Argentina y piensen que para poner la intensidad espiritual que se concreta en esos trabajos y la fuerza que transmiten, primero hay que apoyarse en algo muy sólido que está en la base. Si no, nada de esto sería posible. Estos artistas-ciudadanos son la esencia, la manifestación de un país por el que vale la pena luchar. No todo está perdido ni mucho menos. Yo, particularmente agradecido.
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JUANA
SOLEDAD AZNAREZ
Welcome to Miami, de Daniela Luna, sugiere un encuentro y desencuentro amoroso en un cuarto de hotel
La destrucción también puede crear obras de arte Una muestra exhibe la agresividad como técnica de trabajo LAURA CASANOVAS LA NACION La idea de destrucción y la de arte se fusionaron hace cinco décadas en nuestro país en la emblemática muestra “Arte destructivo”, que se realizó en la galería Lirolay, en 1961. En estos días, el Centro Cultural Borges presenta la exposición “Destructivo arte”, que no sólo es un homenaje, sino una puesta al día del tema a través de un interesante conjunto de obras de jóvenes creadores. El curador de la exposición, Carlos Herrera, contó a LA NACION que se propuso “repensar lo violento, lo agresivo en la vida cotidiana” y cómo la idea de destrucción participa hoy del trabajo cotidiano de los artistas. Así convocó a un grupo de jóvenes artistas reconocidos, la mayoría de los cuales hizo las obras especialmente para esta muestra. Lejos del carácter de obra grupal que tuvo la exhibición de los años 60, en la actual, las obras responden a la poética particular de cada uno de los artistas y de su propia comprensión sobre lo destructivo en el arte. La instalación de Gastón Pérsico Nunca te prometí un jardín de rosas presenta reproducciones industrializadas de esculturas rotas, imágenes de revistas, postales y otros materiales para hacer “una lectura
transversal del aporte estético del capitalismo”, según sus palabras. Otra instalación es la que realizaron en conjunto Rafael González Moreno y Lobo Velar, que reproduce un baño como espacio, que traduce la interioridad. Así se combinan los mosaicos de Moreno hechos con juguetes derretidos con los collages de Lobo, que presentan radiografías de su propio cuerpo.
Sentido del humor En el texto del catálogo de la exposición de los 60, el poeta y crítico de arte Aldo Pellegrini expresaba: “La destrucción del artista no es el acto brutal y sin sentido que determina el odio; es un acto que tiene sentido, y este sentido lleva la marca indeleble del humor”. El humor reaparece en la muestra actual. Al ingresar en la sala, el público se enfrenta con un piano vertical de madera del colectivo de artistas Rosa Chancho, cuyas teclas se mueven solas siguiendo la partitura de la pieza El gran simulador, lo que produce a la vez gracia e inquietud. En tanto, Mauro Guzmán en su obra destruye íconos artísticos. También está la instalación de Adrián Villar Rojas, Lo que el fuego me trajo, que presenta tablas de madera quemadas con dibujos aerografiados que recrean un mundo fantástico. El ideólogo de la exposición “Arte
destructivo” de 1961 fue el artista argentino Kenneth Kemble, quien se propuso canalizar la tendencia destructiva del hombre en “una experiencia artísticamente inofensiva”. Se trató de una propuesta insólita cuyas piezas exhibidas no se correspondían con la noción de obra de arte de la época y tampoco tenían una “bella apariencia”: ataúdes gastados por el tiempo, pinturas destruidas, un sillón abierto por un profundo tajo, paraguas rotos que colgaban del techo, cabezas humanas de cera desfiguradas por el fuego. En la muestra participaron grandes nombres de la plástica de nuestro país como Luis Wells, Antonio Seguí, Enrique Barilari, Silvia Torras, Jorge López Anaya, Olga López y Jorge Roiger, además de Kemble. En el Borges, la destrucción está vinculada con el proceso de trabajo y el empleo de los materiales. El día de la inauguración tuvo lugar por única vez la performance de Diego Melero y una acción de Roberto Conlazo, Miguel Mitlag y Alfonso Sierra. De ambas propuestas, que despliegan contenidos políticos, se pueden ver los restos. Completan la exposición obras de Alfio Demestre, Daniela Luna, Claudia del Río, Sigismond de Vajay, Raúl Flores, Beatriz Vignoli y Matías Duville. Se pueden ver en Viamonte esq. San Martín hasta el 26 de julio.
ARIS.– Cuando Susanna Agnelli escribió las memorias de su infancia y juventud en la primera mitad del siglo XX de una de las familias emblemáticas de la aristocracia industrial italiana eligió de título Vestíamos de marinero. Quien fuera la primera mujer ministra de Relaciones Exteriores de Italia muestra lo fuerte que era el simbolismo de ese uniforme a rayas, que representaba clase, elegancia y cierto pudor. Con el reciente fallecimiento de Agnelli y los honores que le siguieron, el libro, que fue best seller en 1975, volvió a los medios europeos. Casualmente, en París, una nueva exposición explica la historia del traje de su título. Se trata de Sailor Chic, una de las pocas veces que el Museo Nacional de la Marina monta una exposición de moda. El resultado es fascinante. Cuenta cómo todo comenzó cuando la reina Victoria decidió vestir en réplicas en miniatura de los uniformes de mar a sus hijos, con el sombrero con el nombre de un barco de su majestad incluido. Las clases altas pronto lo copiaron y luego se volvió de rigor en toda la sociedad. Con Collette y Chanel el look se volvió emblema de las mujeres liberadas y entró en la alta costura con Yves Saint Laurent en los 60. Hoy es símbolo del verano en las tiendas de todo tipo, y se combina de infinitas maneras, aunque una observación permanece: no se debe usar con excesivas alhajas, ya que entonces, señalan los especialistas, se vuelve de pirata.
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Culto católico Santoral. San Ireneo, mártir. Liturgia. Se leen el libro de la Sabiduría (1, 13-24); la segunda carta a los Corintios (8, 7-15) y el Evangelio de San Marcos (5, 21-43).