MÚSICA | ORQUESTA JUVENIL DEL BICENTENARIO
La maravilla de crear juntos POR PABLO GIANERA De la Redacción de La Nacion
A
programa del Ministerio de Educación de la Nación, Claudio Espector organizó una agrupación con noventa y seis instrumentistas y sesenta coreutas, todos niños y jóvenes provenientes de distintos puntos del país y de zonas carenciadas. Debutarán el miércoles, en Santiago del Estero
hay ahora de chicos que tocan el violín. Ese crecimiento no fue espontáneo; fue inducido. El hecho de armar una orquesta y un coro con chicos de todo el país completa los otros trabajos. Nos gustaría que las orquestas se llenaran de chicos y también de las familias de esos chicos. Funciona como una estructura abierta. Nos gustaría que en la giras se incorporaran nuevos integrantes.” La Orquesta y el Coro Juvenil del Bicentenario darán su primer concierto el próximo miércoles en el Teatro 25 de Mayo de Santiago del Estero y seguirán luego en Catamarca, Tucumán, Jujuy y Salta, y durante el resto del año, en todo el país. El programa sinfónico comprende El tarco en flor de Luis Gianneo, Marea coya de Guillo Espel y la suite Romeo y Julieta de Serguei Prokofiev; el coral, obras de Zoltan Kodály y Morten Lauridsen, y arreglos de piezas de Abel Pintos y Carlos Di Fulvio. Habrá asimismo un repertorio sinfónico-coral con “Va, Pensiero” de Nabucco de Verdi, y dos coros de Carmen de Bizet. Estos conciertos se completarán con charlas y conferencias; la primera de ellas, a cargo de la compositora Alicia Terzian, estará dedicada a Gianneo, que no casualmente fue creador también de orquestas juveniles. RODRIGO NÉSPOLO
esta altura, Claudio Espector está un poco cansado de que le pregunten por José Antonio Abreu, Gustavo Dudamel y el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. “Es una realidad objetiva que ese modelo de enseñanza musical es muy exitoso –explica–, pero no acepta imitaciones. La Argentina tiene una tradición musical diferente de la de Venezuela.” Al margen de su instrumento, el piano, Espector ha coordinado distintos programas con orquestas infantiles y juveniles, muchas de ellas de los barrios más pobres de la ciudad de Buenos Aires. Ahora, como parte de un programa del Ministerio de Educación de la Nación, Espector impulsó la Orquesta y el Coro Juvenil del Bicentenario con 96 instrumentistas y 60 coreutas, todos niños y jóvenes. “La invitación se hizo por intermedio de los profesores que integran el equipo, y hay algunos chicos que surgieron de las orquestas de Florencio Varela y de Villa Lugano –observa Espector–. Desde hace doce años, se han generado muchos proyectos de orquestas infantiles y juveniles. Para darte un ejemplo, antes no había la cantidad que
Como parte de un
“No hay que perder la sensación que uno tuvo cuando decidió dedicarse a esto”, dice Espector
“Los integrantes de esta orquesta son chicos que ya han encontrado una vocación, y algunos de ellos están en orquestas profesionales de las provincias –cuenta Espector–. Lo interesante es que se genere un lugar para que las orquestas infantiles y juveniles, a veces de zonas de riesgo y emergencia, logren una identificación con pares.” En este sentido no constituye un dato desdeñable que se convocara para la gira a los directores Alejo Pérez, en la orquesta, y Mariano Moruja, en el coro. “Tanto Alejo como Mariano son personas que no solamente tienen grandes méritos artísticos sino que les interesa la educación.” Pérez estudió en el Conservatorio Superior Manuel de Falla y Espector lo conoce desde chico. “Después de muchos años nos reencontramos y le propuse la idea. Entonces él me dijo: ‘Ah, con esto se cierra el trabajo que venías haciendo con las orquestas infantiles y juveniles’.” Pérez, por su lado, dice estar convencido de que “el primer deber de un artista es amar lo que se está haciendo. Todo lo demás (disciplina, entrega, hambre interminable de perfeccionamiento, disfrute, estudio, voluntad de expresión y escucha) debe surgir de ese primer fuego. La posibilidad de trabajar con chicos jóvenes es el ámbito ideal para sembrar algo de esto, además en un marco de festejo nacional, que excede lo puramente musical. En las orquestas juveniles uno puede trabajar desde la frescura del descubrimiento, tanto de repertorio como del fenómeno orquestal mismo, e incluso humano”. Espector coincide con la idea, pero cree que ese fuego inicial tiende a extinguirse con los años de rutina. “Los músicos tenemos que hacer autocrítica sobre la manera en que funcionan las orquestas.” –¿Cuáles serían las metas de esa autocrítica? –No caer en la burocratización y tener un compromiso artístico mayor. Que la orquesta sea un colectivo que pueda regenerarse continuamente y no se apelmace. Me refiero a lo que significa levantarse a la mañana e ir a un ensayo. Cuando yo estudiaba, estaba la ilusión de que nos preparábamos para ser solistas en París, y la llegada a la orquesta parecía una frustración. No hay que perder la sensación que uno tuvo cuando decidió dedicarse a esto. Hay que valorizar la maravilla de hacer música con otros. © LA NACION
Sábado 15 de mayo de 2010 | adn | 25