ISAIAS EL PROFETA Y LA POLITICA Cualquier lector puede darse ...

El portavoz de YHWH no debe limitarse al campo "espiritual", moral o aun social; le interesa la vida entera del pueblo de Dios. 2. , y en particular el modo según ...
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ISAIAS EL PROFETA Y LA POLITICA

Cualquier lector puede darse cuenta del papel que juega la política en el mensaje de Isaías; pero este profeta no es ni el primero ni el último en comprometerse concretamente en los asuntos públicos. El ministerio profético parece haber implicada, desde siempre, una responsabilidad en este campo. No se trata de algo accidental a su misión; justamente en virtud de su vocación los profetas son llevados a pronunciarse acerca de la gestión de los asuntos del estado. 1. El Profeta y el Poder Samuel juega un rol decisivo desde los inicios de la monarquía (1Sam 8-10; 13; 15); Elías y Eliseo han recibido la misión de destituir los jefes de Damasco y Samaría (1Re 19,15-18; 2Re 910), etc. Los profetas de Israel no son innovadores en este punto. Como nos informan los archivos reales de Mari, ciudad situada sobre el Éufrates, en la Mesopotamia Media, algunos profetas obran de este mismo modo en la corte de Mari, casi mil años antes. Escribe S..AMSLER: Uno no puede... dejar de admirarse ante el hecho de que en Mari el profeta intervenga también en la vida política. Pone en guardia contra una cierta negligencia ritual frente a los dioses, o contra la obstinada falta de atención a sus advertencias; se opone al proyecto de construcción de una puerta fortificada o anuncia al rey el fracaso de una empresa militar; da su apoyo a la política del rey y le promete, bajo algunas condiciones, el éxito y le anuncia la derrota de sus enemigos

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En cierto sentido, las declaraciones de un Isaías en el S.VIII, o de un Jeremías bajo los últimos reyes de Judá, respecto a la política sostenida por la corte de Jerusalem, son más bien normales; forman parte de la actividad profética ordinaria. El portavoz de YHWH no debe limitarse al campo "espiritual", moral o aun social; le interesa la vida entera del pueblo de Dios2, y en particular el modo según el cual el poder maneja los asuntos del estado; porque éste debe su existencia no a su potencia militar o a su sabiduría y habilidad diplomática, sino a la generosidad y a la fidelidad de YHWH, sin la cual no sería nada. Escribe S.AMSLER: El profeta es un hombre que, movido por su inspiración, se ve conducido a intervenir en todos los sectores de la vida pública y privada de sus contemporáneos, en las cuestiones sociales y políticas como también en las religiosas. Ningún campo queda exento frente a su mensaje: grita sobre los tejados lo que se dice en secreto, denuncia públicamente lo que se esconde bajo el velo. Porque nada escapa a los ojos y a las exigencias del Dios que lo envía3.

Ya hemos dicho que la monarquía y el profetismo son fenómenos concomitantes en Israel; aparecen juntos al final del segundo milenio (al lado del primer soberano, Saúl, está el profeta Samuel), y desaparecen más o menos cinco siglos después (Ageo y Zacarías son contemporáneos de uno de los últimos davídicos, Zorobabel). Frente a la suprema autoridad del reino, el profeta asume el rol de un centinela, recordándole al soberano cuál es el origen del poder que detenta, sus límites y las condiciones según las cuales se lo debe ejercer. Frente a una corte y a 1

S.AMSLER, "Les prophètes et la politique" RNP, 3a.serie, 23 (1973) 18. El yavismo no es un culto "ritual", sino "personal y existencial"; según esto, no hay ámbito "profano". 3 Ibidem, 19. 2

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una administración que tienden a monopolizar todas las fuerzas vivas del país y a creerse fin, y no medio, el profeta es testigo del reino de Dios, a quien el mismo monarca y los consejeros que lo rodean deben rendir cuenta de su gestión. YHWH no es "legitimador" de ningún sistema, sino una permanente "instancia crítica" frente a cualquier estructura humana .Nos lo recuerda justamente S.AMSLER: Quizá podamos entrever aquí un a de las razones de la misteriosa coincidencia cronológica entre profetismo y monarquía... El poder, y en particular el poder político, tienen siempre la tendencia a erigirse en poder absoluto y sagrado, a convertirse en un poder faraónico e intocable. El envío de los profetas, en el curso de los cinco siglos de existencia política de Israel, podría se el efecto de la lucidez del Dios viviente que quiere establecer entre los hombres su reino y no el de los tiranos. El rol de centinela del profeta consiste en denunciar la sacralización siempre renaciente del estado y en recordarle al rey su situación de representante, "lugarteniente", testigo e instrumento de la soberanía del mismo Dios sobre el pueblo y sobe el mundo4.

Cada profeta asume esta responsabilidad a su modo, considerando las circunstancias, con una libertad extraordinaria y al mismo tiempo, con una rigurosa fidelidad al Dios que lo envía a su pueblo. A este respecto, puede ser muy iluminadora la confrontación de los mensajes de Isaías y de Jeremías, casi un siglo más tarde. 2. Isaías y Jeremías frente a los problemas políticos de su tiempo Ambos profetas se remiten al mismo Dios e interviene en la misma ciudad, gravemente amenazada por una potencia extranjera: uno y otro saben que están llamados a defender, contra los especialistas del poder, una determinada política que Martín Buber califica como "teopolítica" y, sin embargo los comportamientos que cada uno propone a sus contemporáneos son diametralmente opuestos. Isaías, a fines del S. VIII, asume la actitud de un "resistente", reanima al rey Ajaz que desfallece frente a las tropas de Senaquerib, contrarresta la "propaganda" del enemigo (Is 37,21-35; 10,5-9); preconiza la firmeza frente al adversario a lo largo de todo su ministerio. Jeremías, por el contrario, a comienzos del S.VI proclama que la lucha contra Babilonia es inútil e incluso pecaminosa; recomienda la capitulación ante las tropas de Nabucodonosor y aun la "colaboración" con los vencedores; pasa así como un traidor al servicio de los caldeos, o un derrotista que hay que apartar para que no cause daño. Mientras que el partido nacionalista puede enorgullecerse del primero, debe rechazar la intervención del segundo. La primera preocupación de Isaías es la de poner en guardia a la corte y a los políticos contra una exagerada confianza en su diplomacia y en su política militar. Enseña a desconfiar de los recursos políticos y militares. Recusa la alianza que el joven soberano espera sellar con Asiria con ocasión de la guerra Siro-efraimita, así como condena los planes de Ezequías de organizar una amplia coalición contra el imperialismo de los sucesores de Teglat-Falasar III; apunta especialmente a aquellos que creen en la ayuda de Egipto y pactan sin consultar a YHWH (Is 30,1-5; 31,1-3). Para el profeta, Judá no es como los demás pueblos y su soberano no es un pequeño monarca como cualquier otro del Cercano Oriente: Judá es el pueblo de YHWH y su rey, el descendiente de David, el elegido de YHWH. La alianza con YHWH excluye cualquier política de 4

Ibidem, 23.

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compromisos con toda otra potencia de la tierra, Asiria, Egipto, los filisteos... y exige una confianza inquebrantable en la fidelidad de YHWH que es el verdadero Señor de Judá y de Jerusalem, y en la eficacia de sus intervenciones en favor de su pueblo. La "teolopolítica" de Isaías viene determinada por la alianza con YHWH. Esta se funda sobre la Berît a la cual Judá debe su existencia y su razón de ser. Fuera de la Berît, Judá ya no es nada. Es así como la política preconizada por las autoridades de Jerusalem ponen en cuestión el pacto que vincula a Judá con YHWH. Tanto la alianza don Asiria, como la que se intenta con Egipto, son incompatibles con la Berît, la niegan y convierten a Jerusalem en una ciudad palestina cualquiera, y al descendiente de David un rey pequeño e insignificante en el Cercano Oriente. Judá reniega de si misma en la política que propugna. Cuenta con sus fuerzas y su sabiduría, se apoya en los planes de los estrategas, confía en la habilidad de sus diplomáticos, en la potencia de sus carros. Ya no se dirige a su Dios... Sin embargo Judá no es nada sin YHWH que lo ha sacado de la nada, se ha ligado a él y le ha dado su palabra5 Para Jeremías el problema es distinto y no se trataba de repetir lo que ha dicho su predecesor. El tiempo del juicio, retrasado tanto tiempo, ahora ha llegado; todas las dilaciones que YHWH había ofrecido han caducado. En momentos en que los caldeos rodean Jerusalem, la única actitud oportuna es, pues, la de renunciar a cualquier resistencia, que significaría persistir en la rebelión frente al Dios de Israel, y reconocer en Nabucodonosor el instrumento de la ira divina. Jeremías preconiza la rendición incondicional frente al enemigo, como única posibilidad para escapar a los últimos efectos del plan de YHWH contra Jerusalem (Jer 27-29; 37-39; etc.) Para el profeta de Anatot, la existencia de Judá no descansa ya sobre la Berît, que ha sido quebrantada y Jeremías conoce todas las dramáticas consecuencias que esto ha traído para la ciudad de David. En tiempos de Isaías, la alianza establecida por YHWH con Israel, y sobre todo con David y Sión, es una realidad y fundamenta toda la política que Judá debería poner en práctica; con Jeremías, la Berît, rota por el partner de YWHW, ya no tiene sentido: los días del pueblo de Dios están contados y cualquier política que no tome en serio este hecho capital desvía a los jerosolimitanos y los conduce hacia un desastre irreparable. La diferencia entre Isaías y Jeremías no reside en la diversidad de origen (Isaías es jerosolimitano, mientras que Jeremías proviene de Anatot de Benjamín) o de temperamento (la firmeza del primero que contrasta con la vacilación del segundo), como se dice a veces; ni en el hecho de que los adversarios de Judá sean distintos (los caldeos no son menos temibles para Jerusalem que los asirios). La diferencia está en la evolución que han tenido las relaciones de YHWH y su pueblo, entre los siglos VIII y VI: en la época de Isaías, el Dios de Israel ofrece aún un futuro a su ciudad; cuando interviene Jeremías, ya ni siquiera se habla de esto. Todo ha cambiado en el plano teológico y esto implica que el mensaje de Jeremías no puede ser simplemente el eco del de su predecesor. Isaías y Jeremías se refieren a la misma tradición y, si deducen consecuencias diversas es porque viven en momentos diferentes de la historia de YHWH y su pueblo. Hablan a sus contemporáneos en una situación so sólo histórica, sino también teológicamente precisa, y tienen como misión ponerlos frente al Dios al cual Judá debe todo su pasado y es el único que puede asegurarle un futuro6

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R.MARTIN-ACHARD,"Esaïe et Jérémie aux prises avec les problèmes politiques" RHPR 47 (1967) 215s. Ibidem 224

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3. El Profeta, ¿un soñador o un realista? Las posturas de los profetas han sido juzgadas de modo muy diverso: algunos han visto en sus intervenciones políticas un rasgo de su patriotismo o, al contrario, la prueba de que estaban al servicio del enemigo; otros han insistido en el carácter utópico (por ser religioso) de sus referencias, mientras en toros lugares se ha destacado su perspicacia: siguiendo a Isaías y a Jeremías como ejemplos, Judá quizá no habría conocido su trágica suerte... En realidad, los profetas son al mismo tiempo realistas y fieles a la tradición de sus Padres; con la visión abarcadora y amplia de la fe, pretenden tomar en cuenta todos los elementos que entran en juego en las crisis que vive el pueblo de YHWH y se cuidan bien de olvidar alguno, cuya importancia escapa a muchos de sus contemporáneos: el hecho de que el pequeño estado de Judá depende del propio YHWH. Sus adversarios políticos, a pesar de toda su ciencia, son miopes o aun ciegos, y su visión limitada los conduce al fracaso. Isaías y Jeremías, como todos los testigos de YHWH, reclaman a las autoridades y a una población que con frecuencia prefiere olvidarlo, que siempre hay que vérselas con Dios y con su palabra. Tomando el caso de Isaías, S. AMSLER escribe: Se ve que el profeta se compromete en el debate político del momento, pero permanece de este lado de la elaboración de un programa de acción política. No dicta al rey una solución. Corresponde al rey ejercer su oficio de rey. Pero corresponde al profeta cuestionar los fundamentos de su política, ponerle, con ocasión de las grandes decisiones, la pregunta decisiva acerca del objeto de su miedo o de su confianza, y exigirle una determinación que manifieste la confiabilidad de Dios. Situando así su intervención en el plano de la fe, Isaías cumple su misión de predicador profético y no la de político iluminista... Pero también aquí se nota cómo el profeta saca las consecuencias de esta fe hasta en el campo de las opciones políticas de Ezequías. Hay que realizar ciertos signos en el mundo de las potencias políticas para poner de manifiesto que éstas no tienen la última palabra; que otra potencia está en acción, frente a la cual todos los poderes no 7

son más que "carne" (alusión a Is 31,3) .

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S.AMSLER, "Les Prophètes...

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