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enfoques
| Domingo 2 De febrero De 2014
Mi Mundo digitaL
Miguel Paz
Periodista chileno, Knight Fellow del Centro Internacional para Periodistas, director de Poderopedia.org y creador de Hacks/Hackers Chile, trabaja en la promoción de la innovación y la sustentabilidad en el periodismo y los medios. Reconoce que está conectado todo el día laboral y asegura que Internet le cambió la vida: “Nos permite autoeducarnos como nunca antes, generando nuevas oportunidades de aprendizaje, comunicación y emprendimiento”.
BLogs
otros recursos
http://Ijnet.org/ “Muchísimos recursos e información para periodistas en varios idiomas.”
www.mondaynote.com “Blog del francés Frédéric Filloux sobre industria y medios. Un viejo cascarrabias de ideas brillantes.”
http://www.niemanlab.org/ “Las mentes más brillantes de la industria de medios del mundo escriben acá o se reporta ante ellos.”
http://www.theverge.com/ “Una de las pocas compañías que tienen la mezcla ideal de tecnología, periodismo y experimentación.”
http://manual.periodismodedatos.org/ En breve, estará a punto este proyecto realizado a escala hispanoamericana.
http://www.eldiario.es/ “Medio creado por periodistas, que se financia mediante el aporte de sus lectores. Marca/comunidad que me fascina por su actitud punk.”
ranking de twitteros 1 @blejman “Dispuesto a jugársela por armar una comunidad latinoamericana de hackers vía Hacks Hackers Buenos Aires.” 2 @andresazocar “Gracias a su curaduría de información diaria me entero de cuestiones muy relevantes para mi trabajo.” 3 @HackerNews “Ideas, código y productos en la intersección entre tecnología, startups e innovación”.
El pErfil
Guillermo Seita, el lobbista político todoterreno que sumó Scioli como estratega de campaña el día dispuesto a renunciar. Él lo moderaba. Pero lo más importante es que lo cuidaba de no estar un escalón por encima del Turco. Amén de que lo bancó hasta con el cuerpo en su lucha contra Yabrán”. Además del ya citado incendio a su casa de Pinamar, en septiembre de 1992, un explosivo estalló en su hogar de Mar del Plata. Y al año siguiente recibió por correo privado el libro Más allá de la vida, escrito por el periodista Víctor Sueiro, que tenía un hueco en su interior con un mensaje que decía: “Esta vez fue un juguete. Si hubiera sido de verdad no alcanzabas a leer el libro”. Durante todos esos años, Menem lo observó armar y desarmar estrategias; montar y desmontar operaciones de prensa, y cuidar a su rival político con esmero. Fue entonces cuando le encomendó ser secretario de Medios de Comunicación, con manejo de la pauta oficial de publicidad a través de Télam. Para terminar de convencerlo, el presidente hasta le dio a esa oficina rango de ministerio. De ese modo, Seita jugó un rol clave en la conducción de la campaña electoral que le permitió a Menem ser reelegido en 1995. “Menem se lo llevó a Medios porque temía por su principal enemigo (Cavallo) y prefirió tener a su mano derecha de su lado. Seita funcionaba más como operador político que como secretario de Estado. Con Bauzá eran los que solucionaban todos los conflictos”, recuerda un viejo adversario que hoy lo describe como “un tipo generoso y con códigos, incapaz de llevar los enfrentamientos políticos al plano personal”. Ganada la reelección, para Seita los festejos no se extendieron demasiado. Corría 1995 cuando Menem visitó la Universidad de Harvard para dar una conferencia ante estudiantes. La prensa estadounidense lo maltrató por las denuncias de corrupción en su gobierno y fue su secretario de Medios quien pagó los platos rotos. Al regreso de esa gira, y sin demasiadas explicaciones, decidió abandonar su cargo y dar inicio a un largo “exilio” en Mar del Plata. El retiro duró 12 años. Ya había vivido antes en esa ciudad y volvió a su vieja casa del barrio Constitución, donde aún hoy reside junto a su madre y dos de sus cinco hijos. Su retiro incluyó un alejamiento de la política que, como era de esperar, resultó transitorio. En sociedad con
Ex funcionario menemista, mano derecha de Cavallo, asesor de De la Sota, Massa y De Narváez, está en el equipo del gobernador bonaerense Adriana Balaguer PARA LA NACIoN
H
ace nueve años que no toca el volante de un auto. Parece una paradoja, ya que tiene una habilidad innata para conducir y manejar, pero no en la ruta, sino en la política. Lo suyo no es la velocidad, sino saber llegar al destino que le piden. En los últimos 25 años diseñó y ejecutó la comunicación de Carlos Menem y Domingo Cavallo. También armó estrategias para José Manuel de la Sota, Carlos Reutemann, Sergio Massa y Francisco de Narváez. Su último contratante es nada menos que Daniel Scioli, quien lo convocó para afinar sus planes presidenciales de cara a 2015. Con 60 años, Guillermo Seita no sólo se ha codeado con gran parte de la clase dirigente nacional (trató personalmente a todos los presidentes de la democracia), sino que ha logrado ser parte y transitar los distintos momentos políticos del país, siempre a una prudencial distancia de cada uno de ellos. “Es un lobbista de la política”, dice un hombre que recorrió en los 90, como él, los pasillos de la Casa Rosada. “Pertenece a la misma raza que el «Chueco» Mazzón, el «Coti» Nosiglia o Manzano, hombres de gran astucia que siempre han sabido cómo ser influyentes detrás del poder”, lo define un ex colaborador. Y otro agrega: “Es un pragmático, es increíble cómo se recicla”. Su rostro no es muy conocido, por voluntad propia. Cree que para negociar con los principales protagonistas del poder político y mediático es mejor ser “invisible”, como muchos de ellos. Sólo salió de las sombras cuando se convirtió en protagonista involuntario de la pelea entre Domingo Cavallo y el empresario Alfredo Yabrán, quien mandó al ex policía Gustavo Prellezo –uno de los condenados por el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas– a incendiar su Casa Amarilla, en Pinamar. Nació en los monoblocks del ba-
rrio porteño “17 de octubre”, construidos en 1950, muy cerca de la fábrica Grafa, en Villa Pueyrredón. En sus patios internos, los actos del Día de la Lealtad eran más importantes que cualquier fecha patria. Su adhesión al peronismo fue casi un paso natural. Lazos en Estados Unidos Aunque muchos lo catalogan como integrante de Guardia de Hierro, su debut como militante fue en Montoneros, para después ser uno de los fundadores de JP Lealtad, una vertiente de la agrupación que se abrió en 1974 en clara oposición al distanciamiento entre Juan Domingo Perón y la Tendencia. En los años oscuros de la dictadura, estuvo desaparecido, un episodio del que prefiere no hablar. Al entorno de Carlos Menem ingresó en medio de la campaña presidencial de 1989. Seita armó el primer viaje a Europa del riojano y la primera reunión que mantuvo el gobierno argentino con el de Estados Unidos. Ambas misiones le valieron ser nombrado embajador para asuntos especiales de Europa y EE.UU., con plácet aprobado por el Senado durante 5 años. Trabó confianza con Cavallo en la Cancillería, quien lo nombró jefe de gabinete. Cuando el economista pasó al Palacio de Hacienda, Seita lo acompañó en varios cargos hasta transformarse en su secretario de Relaciones Institucionales. “Su audacia fue convertir a Cavallo en un dirigente político con potencialidad. «El Mingo» le admiraba la picardía, la calle. Y peleaban, obvio. Si han llegado a estar sin hablarse tres o cuatro días. Cuando se hartaba, Guillermo se iba, desaparecía”, rememora alguien que ha compartido la función pública y la intimidad familiar de aquellos años de labor. Y otra fuente consultada sobre el rol de Seita junto a Cavallo agrega: “Guillermo generaba colchones en la relación de Cavallo con los gobernadores, con el Congreso, con los medios. Cavallo siempre arrancaba
quién es b Nombre y apellido Guillermo Seita b Edad 60 años b Menemismo Su militancia justicialista empezó en Montoneros. Trabajó en la campaña de Menem en 1989, fue secretario de Medios, estuvo en la Cancillería y se mudó a Economía con Cavallo. b Para todos Desde Mar del Plata, creó la consultora Management & Fit y asesoró, entre otros, a Reutemann, De la Sota, De Narváez y Boudou. una empresa española, armó Del Pilar, firma en la que probó suerte en la compraventa de jugadores de fútbol. También abrió un gimnasio. En 2007 fundó, junto a Mariel Fornoni, la consultora de opinión pública Management & Fit, que se dedica a medir el respaldo o rechazo de los argentinos a las políticas gubernamentales y a testear las aspiraciones políticas del arco dirigente local. También hace su aporte como asesor en estrategias de comunicación política. Así fue como trabajó y ganó en Córdoba junto a su amigo Juan Schiaretti y ayudó a definir la campaña victoriosa de “Reutemann senador” en Santa Fe. También le acercó al entonces ministro de Economía Amado Boudou (a quien conoce por marplatense) un proyecto de federalización del Indec que no prosperó. “Entrar a la política es fácil, lo difícil es salir”, admite Seita. “El poder te hace perder el sentido de la realidad. Por suerte, mis amigos son los del barrio. Yo ya no vuelvo. No trabajo más dentro de una estructura”, explica para tomar distancia de las versiones que lo ubican dentro del equipo de comunicación de Scioli. Él prefiere manejarse como asesor externo. “El país aún no pudo organizar su materia gris y su materia prima para construir un proyecto de Nación distinto”, dice. Pensando la sucesión K, Seita teje y desteje estrategias para los que buscan gobernar el país que viene. ß
opinión
El fin de ciclo político kirchnerista, ¿es el fin de una época? Lorena Moscovich —PARA LA NACIoN—
E
l kirchnerismo es una época, tanto o más que el menemismo. Sus tres gestiones trascienden una forma de hacer gobierno, son el marco de una generación. Kirchneristas o no, las personas que vivimos en esta época hemos convivido con algunos de sus códigos. Me voy a referir sólo a tres: la visión maniquea de la realidad –K y antiK–, el consumo y la empatía social, para luego destacar algunas tensiones. En esta época, familias y amigos se dividen por política. Se ven menos, no se hablan, “están muy fundamentalistas”. Se sabe que este estilo confrontativo se basa en el relato: la reinterpretación oficial de la historia para justificar las decisiones y misión del Gobierno como la única
posible; cualquier otra es traición. No es fácil para muchos poner al kirchnerismo en perspectiva. En las últimas elecciones, el 26% de los votantes tenía menos de 25 años (el 71% tenía menos de 45 años), es decir que han pasado toda su vida adulta en la época kirchnerista. No recuerdan, posiblemente, ninguna de las crisis que cada diez años arrasan. La única clave de interpretación de la realidad que conocen es la dicotomía K-antiK . Más allá del relato, la confrontación tiene otro pilar: un piso de bienestar para los propios. A mucha gente le fue bien en esta década; de éstos, muchos apoyan al Gobierno. El relato para ellos es la razón de su bienestar relativo. El mayor bienestar y consumo fue permitido por el crecimiento económico de la última década. Adicionalmente, el Gobierno, con una visión
cortoplacista de la gestión, ha promovido fuertemente el consumo. La clase media puebla los balnearios al norte de Villa Gesell, compra autos, plasmas y viaja a Disney en cuotas. Expuestos a la inflación y privados de la posibilidad de ahorrar, en dólares o con otros instrumentos, los argentinos han decidido comprar. Esto limita las chances de inversión y la capitalización en el largo plazo y eso conspira contra la movilidad social ascendente. La tercera característica es la mayor empatía con los que la pasan peor y la mayor tolerancia a la intervención del Estado en su rol redistributivo. Se discuten maneras de atender la pobreza, el desempleo y la informalidad laboral, pero hay una generación permeable a la cuestión social y a la responsabilidad colectiva en todos los sectores sociales. El Gobierno se apalanca en la crisis de
2001 para legitimar la necesidad de distribuir la riqueza, pero también para justificar sus altos niveles de gasto público en todas las áreas. Ahora, luego de diez años, la época kirchnerista parece encontrar su borde. Cambian los parámetros donde propios y ajenos se han movido y viene un nuevo tiempo, con el olor a la incertidumbre de la crisis de cada década. El relato no alcanza y los propios ya no tienen un piso de bienestar. Si en el pasado una movilización por un error de liquidación de sueldos de Gendarmería era interpretado por el Gobierno como un intento de golpe a la democracia, hoy se le hace más difícil buscar enemigos externos. La dificultad y torpeza para manejar las crisis policiales, el oscuro mensaje que dejó su resolución –“prometo aumentos durante los saqueos, no cumplo en tiempos de calma”– también hablan
de ello. Errores de gestión y soluciones de corto plazo resultan en una provisión deficiente y en la pérdida del poder adquisitivo de la gente. El discurso kirchnerista no reemplaza a la gestión, queda vacío y se desdibujan las divisiones del relato que fundamentaron muchas medidas. En estos años tampoco se logró construir una red de contención social que la bonanza económica, el mayor gasto y la mayor sensibilidad social hubieran permitido. Como afirma Roberto Gargarella, la falta de cohesión social se puso de manifiesto en los barrios durante los saqueos que semejaban a una guerra entre vecinos. Los niveles de inseguridad están creciendo y la inacción del Gobierno frente al avance del narcotráfico también afecta en mayor medida a los más pobres. Este piso mínimo de nivel de vida que fundamentaba para muchos la
opción por el kirchnerismo también se ve afectado por la crisis cambiaria y la persistencia de la inflación. Las decisiones de las últimas semanas, por el momento, son el último paso de un camino de desaciertos de política económica. Avivaron el fuego de la crisis y apuntan mortalmente al corazón de la época kirchnerista. Sus condiciones de posibilidad están llegando a un límite y, de no reinventarse, afectarán tanto a sus usos y costumbres, como a su proyecto político. Si el kirchnerismo deja el poder en las próximas elecciones no habrá soluciones mágicas. La oposición deberá enfrentarse al doble desafío de ganar y resolver las consecuencias de la crisis que podrían heredar, en una nueva época incierta. ß La autora es politóloga, profesora de la Universidad de San Andrés (@lmoscovich)