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POLÍTICA
| Jueves 5 de diciembre de 2013
la nueva etapa | El rEcambio lEgislativo
En un clima agitado, asumieron los diputados elegidos en octubre Julián Domínguez fue ratificado como presidente de la cámara y el Frente Renovador le ganó la pulseada a Pro por la vicepresidencia tercera; un ambiente agitado recibió a varias figuras con aspiraciones en 2015 Gabriel Sued LA NACION
Cansado de pedir silencio, el diputado Mario Pais, conductor de la ceremonia, leyó la fórmula de juramento con tono firme, tratando de que su voz se impusiera sobre la tormenta de aplausos y chiflidos que caía desde los palcos. El “sí, juro” de Sergio Massa, que hasta entonces había disfrutado del revuelo con una sonrisa pícara, recalentó todavía más la batalla de hinchadas que se había librado alrededor de su figura. En ese clima agitado, que pareció una postal anticipatoria de los tiempos de disputa política que se avecinan, la Cámara de Diputados recibió ayer juramento a los 127 nuevos legisladores y designó a sus autoridades para el año próximo. Como se preveía, Julián Domínguez fue reelegido presidente del cuerpo, con el respaldo de casi todos los bloques. También fue ratificada en la vicepresidencia primera la kirchnerista Norma Abdala de Matarazzo (Santiago del Estero). La vicepresidencia segunda quedó para la radical Patricia Giménez, una mendocina que responde a Julio Cobos. La confrontación por la vicepresidencia tercera, eje de las discusiones previas a la sesión, se resolvió en favor de Graciela Camaño, del massista Frente Renovador. Con el respaldo del oficialismo y de un sector de la oposición, se impuso a Pro. “Quiero agradecer a Néstor Kirchner, a la presidenta Cristina Kirchner, por la confianza renovada, a mi bloque y a todos los bloques por el espíritu de colaboración”, dijo Domínguez, al hacerse cargo de la presidencia. Con la designación de autoridades quedó definido el nuevo mapa de poder en la Cámara baja. Con 118 diputados propios, presididos por Juliana Di Tullio, y 14 aliados, el oficialismo consolidó una mayoría de 132 legisladores, tres más que los 129 requeridos para el quórum. La UCR, liderada por Mario Negri, es el primer bloque de la oposición, con 40 diputados. La siguen el massismo, con 21, que tiene a Mario Das Neves como jefe del interbloque y a Darío Giustozzi como jefe de bloque; el macrismo, con 20 diputados y con Federico Pinedo como líder, y el FAP, con 15 integrantes y Juan Carlos Zabalza en la conducción. La elección de las autoridades fue el corolario de una ceremonia caliente, signada por la asunción de dirigentes de alto perfil. Además de Massa, asumieron Cobos y Hermes Binner, otros de los ganadores de las elecciones del 27 de octubre que aspiran a llegar a la Casa Rosada en 2015. También juraron Elisa Carrió, Martín Insaurralde, Juan Cabandié, Das Neves, Juan Schiaretti, Miguel del Sel, Héctor Baldassi, Martín Lousteau, Jorge Obeid, Eduardo Brizuela del Moral y el trío de diputados del Frente de
Izquierda, encabezado por Néstor Pitrola. A diferencia de lo que había sucedido en años anteriores, esta vez en las galerías no hubo sólo público kirchnerista, por lo que la sesión estuvo cargada de pequeños enfrentamientos, de cantitos y gritos, de silbidos y abucheos. La disputa más marcada se produjo durante el juramento del ex intendente de Tigre. Acompañado por sus dos hijos, que no se le despegaron ni en el momento de la jura, Massa no habló en toda la sesión. Pero gran parte del público lo hizo por él. Para sorpresa de algunos kirchneristas, que se preguntaban si no había habido un “exceso de democracia”, los seguidores del jefe del Frente Renovador ocuparon casi todos los palcos del segundo piso y lo ovacionaron apenas entró en el recinto y cuando pasó al frente para prestar juramento. La barra kirchnerista, habitante casi exclusivo de la tercera bandeja de palcos, respondió con abucheos y acusando al ex intendente de Tigre de ser “empleado de Clarín”. El revuelo que generó Massa fue tan marcado como la frialdad con que recibieron a Insaurralde el público y buena parte de sus compañeros. Cuestionado por varios kirchneristas por la foto que compartió con el jefe del Frente Renovador, el intendente de Lomas de Zamora quedó algo aislado. Juró rodeado de un trío de opositores (Francisco de Narváez, Sandro Guzmán y Liliana Schwindt, los dos últimos, del massismo) y cruzó un saludo algo incómodo con Juan Cabandié, de quien se había diferenciado durante la campaña tras el incidente que protagonizó el dirigente porteño en un control de tránsito. Como los otros tres integrantes de La Cámpora que ayer asumieron su banca, Cabandié fue ovacionado por la militancia de la tercera bandeja y juró por la memoria de Néstor Kirchner. El segundo gran enfrentamiento se registró durante el juramento de Cobos. El público kirchnerista lo trató de “traidor” y lo chifló desde que se paró para prestar juramento hasta que volvió a sentarse en su banca. Casi todos los diputados oficialistas giraron sus bancas para darle la espalda a la jura del ex vicepresidente. Una suerte parecida tuvo Carrió, a la que le gritaron “gorila”. Ella no tardó en responder: con la vista fija en los palcos, primero saludó con los brazos abiertos, como Perón, y después, juntó las manos, imitando el típico saludo de Raúl Alfonsín. La contratara fue Binner. El primer día como diputado del ex gobernador de Santa Fe transcurrió en un estridente bajo perfil. No sufrió abucheos, pero gozó de unos pocos aplausos. Al final, hubo saludos y promesas de trabajo en conjunto. Sólo palabras de ocasión que anticipan un año caliente.ß
Inmutable, Julio Cobos aguantó estoico el largo abucheo que derramaban los simpatizantes kirchneristas desde las galerías del recinto. Apostado frente al sitial de la presidencia de la Cámara baja, la silbatina le impedía jurar como diputado nacional. “¡Traidor!”, le gritaba el oficialismo, haciéndole sentir el rigor de su bronca. El ex vicepresidente de Cristina Kirchner dijo no haberse sorprendido por la escena que, afirmó, ya esperaba. Lo que no imaginaba, sin embargo, era la virulencia del repudio; incluso se ganó más silbidos que Elisa Carrió (Coalición Cívica), detestada en las filas de la militancia kirchnerista. “Esto [por los abucheos] desvirtúa un acto que debe realizarse con respeto. No me agravian a mí; agravian a los que me votaron en Mendoza”, dijo después. Carrió, en cambio, reaccionó de otra manera: en medio de la silbatina, antes de jurar su nuevo mandato elevó sus brazos y, sonriente, les tiró besos a las barras kirchneristas. Fiel a su costumbre, Carrió siempre da la nota. Atrapada en el tráfico, fue la última en llegar a la ceremonia. Después de prestar juramento, se fundió en un efusivo abrazo con la ex esposa del jefe de Gabinete, Jorge
Capitanich, y actual diputada Sandra Mendoza, también chaqueña como ella y de larga amistad familiar. En cambio, con quien evitó cruzar siquiera una mirada fue con Adrián Pérez, apostado justo delante de ella cuando éste juró. No le perdona a su hijo político su pase al massismo. Otro que recibió silbidos del kirchnerismo fue Miguel del Sel, el actor cómico devenido diputado del macrismo. Tampoco se inmutó; llegó al Palacio acompañado de sus socios Dady Brieva y Chino Volpati, del mítico trío Midachi, que lo vivaron al asumir. El que no generó abucheos, pero tampoco grandes aplausos, fue el ex gobernador socialista de Santa Fe Hermes Binner, potencial candidato a presidente del FAP. Al igual que Massa y Cobos, el santafecino tampoco va a presidir su bloque para priorizar las recorridas por el país con el objetivo de instalar su candidatura. “El Congreso no es un actor de reparto en la representación del poder, es el protagonista de un gran cambio hacia un país normal”, enfatizó el ex gobernador. Por Perón y por Néstor Por Santa Fe juró también otro ex gobernador: Jorge Obeid (Frente para la Victoria), cuya nota distintiva fue haber sido el único que juró “por la memoria del general Perón”. El santacruceño Mauricio Gómez Bull, perteneciente a la agrupación
Ovacionado en la jura, dijo que irá a las sesiones como un “diputado raso” Laura Serra LA NACION
Massa, acompañado por sus hijos, junto a Solá y Giustozzi
mauro alfieri
El ex vicepresidente Cobos volvió al Congreso, ahora como diputado
DYN
Binner, uno de los presidenciables, asumió con bajo perfil
DYN
Cobos y Carrió fueron silbados, y Binner cosechó un tibio aplauso Las principales figuras opositoras juraron bajo tribunas divididas entre la aprobación y el rechazo
Massa llevó hinchada y se abrazó con todos
La Cámpora, eligió en cambio jurar por Néstor Kirchner, elección que fue celebrada ruidosamente por la militancia kirchnerista. En el Frente Renovador, en tanto, Darío Giustozzi y el chubutense Mario Das Neves debutaron como los comandantes del bloque que responde a Sergio Massa. Y su primer encontronazo fue con Carrió, la más vehemente en rechazar que la vicepresidencia tercera del cuerpo fuera para el Frente Renovador. “Se debería entender lo que pasó hace un mes”, retrucó el chubutense. El que mantuvo un perfil muy bajo, más bien solitario, fue Francisco de Narváez, otro de los que juraron ayer un nuevo mandato como diputado. El bonaerense, que en 2009 se había convertido en el verdugo del kirchnerismo en Buenos Aires y cosechado una docena de diputados, ahora integrará un monobloque, Unión y Libertad. Pese a todo, su ambición de gobernar Buenos Aires sigue intacta, según confiesa a sus íntimos. Pero como ayer la fiesta era de otros, decidió retirarse del recinto apenas después de jurar, antes de que terminara la ceremonia, en el mayor de los sigilos. A De Narváez le tocó jurar junto a Martín Insaurralde, hasta ahora intendente de Lomas de Zamora, que ayer, tras la jura, sorprendió con una sugestiva definición vía Twitter: “No tengo dogmas, no levanto la mano de manera automática”.ß
Postales de una jura movida Juramentos curiosos Nunca faltan. El santafecino Jorge Obeid juró “en memoria del general Perón”; el tucumano José Cano, “en memoria de Alfonsín” y María Emilia Soria, en memoria de su padre, el ex gobernador de Río Negro Carlos Soria. ¿Mal ubicados? Los diputados de izquierda quedaron ubicados justo detrás de las bancas de Omar Plaini y Facundo Moyano. Con seguridad, a los gremialistas les tocará escuchar muchos discursos contra la “burocracia sindical”. Otra fórmula Sergio Bergman se convirtió en el primer rabino que llega a la Cámara de Diputados. En lugar de jurar como el resto de sus pares dijo: “Lo prometo ante Dios y la patria y sobre la Tanaj, la santa biblia hebrea”. Atrapada en el tránsito Víctima de los embotellamientos porteños, Elisa Carrió fue la última en llegar a la ceremonia. Ya en el recinto fue de las más abucheadas por la hinchada K. Fiel a su estilo, apeló a la ironía. Tiró besos y saludó con los brazos abiertos.
De repente, el recinto se transformó en una cancha de fútbol. “¡Borombombón, borombombón, éste es el Frente Renovador!”, tronó la hinchada de Sergio Massa, que había copado las galerías con el solo propósito de sofocar los silbidos que, sabía, vendrían de los simpatizantes kirchneristas. El diputado oficialista Mario Pais, que oficiaba de presidente de la Cámara de Diputados, le hizo un gesto al tigrense para que acallara a los suyos. Massa se encogió de hombros, pícaro. No tenía intención de hacerlo. Sergio Massa, ganador de los últimos comicios legislativos en Buenos Aires y potencial candidato a presidente, pisó ayer por primera vez la Cámara baja con el propósito de marcar terreno. Juró como diputado nacional acompañado de sus dos hijos, hizo copar las galerías con militantes suyos gracias a “los buenos oficios” de un sector del gremio parlamentario que los hizo entrar (“Me llevo bien con los muchachos”, dice, con un guiño) y, sobre el final, desplazó al bloque macrista de Unión Pro para alzarse con la vicepresidencia tercera del cuerpo –que recayó en la diputada Graciela Camaño– gracias al apoyo del kirchnerismo y del FAP. “¿Viste? Ya de entrada nos hicimos sentir”, se ríe Massa, vestido de impecable traje oscuro. Claro que, para el resto de la oposición, todo se trató de un acuerdo entre el Frente Renovador y el kirchnerismo. “Es un mismo partido que se divide y se convierte, al mismo tiempo, en oficialismo y oposición”, despotricó el macrismo. “Fuimos testigos del pacto massista-kirchnerista para quitarle la vicepresidencia que le correspondía a Pro, que, como bloque, es más numeroso”, bramó la diputada Elisa Carrió (Coalición Cívica-UNEN). Massa no se inmutó. Histriónico, no dejó abrazo por repartir, y no sólo con los suyos. Se fundió en un fuerte abrazo con su ahora colega Facundo Moyano, que ya hubiera saltado a las filas massistas de no ser por los reparos de su padre, Hugo, el jefe de la CGT opositora. Luego se abrazó con Martín Lousteau (UNEN), a quien le encantaría sumarlo en las filas. La coyuntura política no podía estar ausente. “¿Que si la renovación del gabinete me dejó sin discurso?”, preguntó Massa con un dejo irónico. “Hay que ver cuánto le dura la cuerda a [Jorge] Capitanich. Mucho anuncio, pero las cosas siguen igual”, dice. Mira a su celular. “¿Dónde estás?”, le preguntaba por mensaje de texto Malena, su esposa, ubicada en algún lugar de los palcos. Massa la manda a buscar. Ya había terminado la ceremonia. “Claro que voy a venir a las sesiones, pero como diputado raso. Mi objetivo es otro”, afirma el tigrense. No hizo falta que explicara más.ß
El Frente de Izquierda debutó con denuncias Los tres legisladores impugnaron la asunción de Mestre y reclamaron su banca para el FIT A pura denuncia, el Frente de Izquierda (FIT) debutó ayer en la Cámara baja y en pocas horas cumplió con su primer objetivo: no pasar inadvertido. Decididos a instalar la duda sobre la legitimidad de los resultados electorales de Córdoba, donde el trotskismo reclama ante la Justicia una banca asignada a la UCR, el trío de diputados del FIT aprovechó cada oportunidad que tuvo para denunciar “fraude”. Ésa fue una de las primeras palabras que se pronunciaron en el recinto. Néstor Pitrola, diputado del Partido Obrero (PO) por la provincia de Buenos Aires, abrió el fuego antes de que empezara la jura de los nuevos legisladores. Desde lo más alto del hemiciclo, pidió el micrófono para defender la impugnación que había presentado su espacio contra la asunción de Diego Mestre, el radical al que acusan de haberse quedado con una banca que le correspondía a la izquierda. Pitrola reclamó que se detuviera la jura de todos los diputados por Córdoba hasta que la Corte Suprema se expidiera. A su lado, el legislador electo por Salta, Pablo López, sostenía un cartel que decía: “No al fraude contra el Frente de Izquierda”.
La denuncia se reiteró minutos más tarde, cuando prestó juramento Mestre, al que desde un palco ocupado por dirigentes del FIT le gritaron “ladrón”. Tuvo que intervenir Mario Pais, conductor de la ceremonia hasta la asunción de Julián Domínguez como presidente, para que se recuperara la calma. La acusación de fraude volvió cuando le tocó hablar al tercer diputado trotskista, Nicolás del Caño, del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), de Mendoza. El PTS decidió que su banca tendría un bloque propio y, junto a las dos del PO, formarían un interbloque. Esta alternativa generó malestar entre sus socios. Los tres repitieron también la fórmula de la jura. “Por Mariano Ferreyra, por todos nuestros mártires, por la clase obrera y por el socialismo”, dijo Pitrola, el primero de los tres en prestar juramento, con las manos entrelazadas en la espalda. En una muestra de que intentarán dar un único mensaje, Pitrola, López y Del Caño reiteraron posturas y argumentos a la hora de la elección de las autoridades de la cámara. Una y otra vez dijeron que iban a abstenerse porque estaban en desacuerdo con la agenda parlamentaria. En esa línea, acusaron a los partidos tradicionales de haber “renovado la hipoteca de una deuda externa usuraria” y prometieron tratar de llevar al Congreso “la agenda de los trabajadores”.ß