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espectáculos
| Lunes 23 de junio de 2014
La pianista, hija de Dmitri Bashkirov y esposa de Daniel Barenboim, habla sobre el programa que interpretará en Buenos Aires
yo debo de haber sido argentina. Me siento en casa como en ninguna otra parte. Adoro la Argentina y el tiempo que paso allí. –¿Cómo funciona y se diferencia el comportamiento de las voces entre el cuarteto y el quinteto con piano? –En el cuarteto con piano (el de Mozart por ejemplo), los instrumentos se comportan como cuatro voces solistas, cuatro individualidades diferentes. Sus líneas son piezas para solo. En el quinteto (como el de Schumann al final), la mecánica de las voces actúa como bloques: el bloque del cuarteto de cuerdas y el bloque del piano, en un toque sustancialmente orquestal. –¿Qué efecto se busca desde la estructura del programa que ubica a dos grandes clásicos en los extremos y dos modernos en el centro? –Me gusta armar programas que mezclan lo muy conocido con lo menos frecuentado. Diría que el objetivo es ofrecer la posibilidad de escuchar el repertorio moderno con el mismo oído con que se escucha a Mozart. Creo que se puede enseñar algo, que esa posibilidad permite descubrir similitudes. No similitudes literales, sino emocionales. Comenzamos con un obra maestra grandiosa: un cuarteto de Mozart, y terminamos con un quinteto de Schumann, un Schumann que va de lo trágico dramático a lo brillante, dos piezas esenciales del repertorio de cámara, acompañadas por obras también geniales del siglo XX: Webern, que a pesar del tiempo suena increíblemente moderno, y Schnittke ¡una obra fantásticamente compuesta! Profunda, interior, con una idea increíblemente humana. Es difícil escuchar esta música sin que los ojos se llenen de lágrimas.ß
Elena Bashkirova. “Es fundamental en la música clásica poder recibir nuevos impulsos” Textos Cecilia Scalisi | Foto Nir Elías / Reuters
Viene de tapa
“Trabajamos por períodos para determinados proyectos –agrega– porque es fundamental en la música poder recibir nuevos impulsos. Con el cambio de una persona se incorpora otra perspectiva para pensar las obras, suenan colores diferentes, surgen reacciones distintas, se produce otro resultado acústico. Esa dinámica enriquece la interpretación.” –¿Cómo ha sido conformado el actual conjunto con que el JCMF se hará presente en Buenos Aires? –Para este proyecto convocamos a un cuarteto de cuerdas, un tipo de formación en el que cada instrumento es un solista de muy alto nivel. Me agrada tocar con Michael [su hijo, Michael Barenboim], nos divertimos, es un músico fabuloso, inteligente… ¡Ha heredado mucho de su padre! (ri-
“En una vida anterior yo debo de haber sido argentina, Me siento en casa como en ninguna otra parte. Adoro la Argentina y el tiempo que paso allí”
sas). Él mismo fundó el Erlenbusch Quartett, del cual es concertino, integrado por Axel Wilczok (su propio maestro), el fantástico chelista norteamericano de origen coreano Tim Park y Madeleine Carruzzo, viola de la Filarmónica de Berlín, con el récord de haber sido la primera mujer en entrar a esa gran orquesta, aceptada de jovencita cuando eran todos hombres. Ella abrió un camino y supo imponerse a fuerza de talento y carácter. –¿Cuál es la expectativa frente a estos conciertos en el marco de una gira latinoamericana que incluye Chile, Colombia, Uruguay y la Argentina? –Nos alegra poder tocar estas obras en el marco acústico del Teatro Colón. Será el highlight de esta tournée. En lo personal, es una felicidad muy grande porque creo que en una vida anterior
Pantallas argentinas Julia Montesoro
Martina Gusmán en El Plata
teaser // vampiros al acecho
Un intérprete inclasificable que no deja a nadie indiferente
arnaldo colombaroli
CláSiCa
Espectáculo único e intransferible concierto de lang lang . ★★★★
muy bueno. programa: Mozart: Sona-
tas para piano K.283, K.282 y K.310; Chopin: Baladas N° 1, Op. 23, n°2, op. 38, n°3, op. 47 y n° 4, op. 52. abono estelar del teatro Colón.
U
n recital de piano de Lang Lang, sin la más mínima duda, es diferente de cualquier otro que pueda tener lugar en cualquier parte del planeta. Carismático, histriónico y sabedor de sus capacidades, ingresa al escenario sin ninguna formalidad y, sintiéndose el dueño de la situación, camina para uno y otro lado del escenario, mirando hacia todos los rincones del Colón, dispensando saludos cálidos, aparentemente espontáneos, a un público que colmó hasta el último resquicio del Teatro, muy ansioso por escuchar a una de las figuras más estelares de la escena internacional de música clásica. Sólo después del ritual inicial, el músico chino se acerca al piano. Y, literalmente, comienza el show. Lo que Lang Lang desarrolla frente al piano, desde el mismo momento en que toca su primera nota, con una técnica descomunal y una seguridad indoblegable, es un tipo de espectáculo único e intransferible. Claro, estas afirmaciones supuestamente laudatorias no indican, necesariamente, lecturas que despierten consenso ni que sus interpretaciones sean las mejores. Pero Lang Lang está más allá de cualquier visión crítica. Su historia brillante, contundente y exitosísima la está construyendo, precisamente, porque encara los conciertos desde otras perspectivas, nada académicas ni formales, y sin atenerse a lo que los cánones, la estética y los paradigmas artísticos podrían indicar. Dicho de un modo muy sencillo, independientemente
de que toque Mozart o Chopin, lo que sonará será Lang Lang. Dueño de una técnica monumental y una convicción profunda de lo que quiere hacer frente a cada obra, Lang Lang se permite tocar tres sonatas tempranas de Mozart, escritas en la misma época, con tres lecturas diferentes. La primera, la K.283, sonó maravillosa. Se acercó a ella tomando en cuenta las galanuras que Mozart detalló con maestría, con un toque pulcro, expresivo y permitiéndose muy ligeras fluctuaciones de tempo. Algunas acentuaciones un tanto exageradas y una expresividad recatada la atravesaron de principio a fin. Sus célebres muecas y los movimientos ostensibles de sus brazos, manos y dedos no alteraron un muy digno producto final. Pero ahí se acabó Mozart para dar paso a
Lang Lang. Con la Sonata K.282 aparecieron bruscos contrastes de intensidades y de tempi, innecesarios toques ríspidos y la tan mentada gestualidad de Lang Lang ocupó tanto espacio como los sonidos. Y con la K.310 apareció, innecesaria, ajena y casi una intrusa, una espectacularidad demasiado marcial y una sonoridad desmedida. Eso sí, con una facilidad pasmosa, Lang Lang se paseó por cuanta nota hubiere con una solvencia y un firmeza invictas. En la segunda parte, las baladas de Chopin fueron apareciendo una por una, todas con la firma de Lang Lang. Si bien hubo pasajes de altísima belleza y realización, en general, su aproximación fue afectadísima, con todas las exageraciones imaginables, con mazazos formidables o toques de audibilidad mínima, torbellinos de notas que se desplegaban a velocidades fenomenales, siempre impecables, siempre con el dedo en la tecla exacta. Por su velocidad, la coda de la Balada N° 1 fue impresio-
Un intermedio adelantado Cuando Lang Lang llegó a la reexposición del primer movimiento de la Sonata K.310 de Mozart, por algún inconveniente mecánico, dejó de sonar el Mi con el cual, precisamente, se inicia la sonata. Si bien los pasajes adolecían de la falta de un sonido, ni más ni menos, no dejó de tocar hasta concluir el movimiento. Se quedó algunos instantes presionando la tecla una y otra vez para que todos se dieran cuenta de que no funcionaba y, tras pedir disculpas, se retiró, sin denotar ninguna contrariedad. Informal y espontáneo, a los pocos segundos, volvió él mismo hasta al lado del piano para anunciar que se adelantaba el intermedio. Solucionado el inconveniente, la segunda parte comenzó con los dos movimientos de la sonata de Mozart que habían quedado pendientes, el primero de ellos, en realidad el segundo, interpretado magistralmente.
nante. En el comienzo de la Balada N° 2, se permitió cantar y regodearse en paz, incluso, destacando contrapuntos de modo admirable. Y en las otras dos baladas, también hubo momentos o pasajes de gran belleza. Pero, en general, la poesía y el lirismo, con algún infaltable sentimentalismo agregado y siempre con el rostro mirando hacia lo alto, dejaban cualquier preeminencia para que las cataratas y torrentes de sonidos, ampulosamente adornados con movimientos de brazos, dejaran atónitos a absolutamente todos. La fiereza, la técnica que corta el aliento y algún exhibicionismo pudieron con cualquier resultado general en el que primara alguna coherencia discursiva. La ovación que se descerrajó en el final fue atronadora. Las observaciones críticas de estilo o de interpretaciones que pueden formularse, en este tiempo de mucho fútbol, perdieron por goleada. Entró y salió varias veces, saludó personalmente a quienes se acercaban hasta el escenario, regaló un pañuelo y se despidió, muy a lo Lang Lang, con el Vals en Mi bemol mayor, Op. 18 de Chopin. Su ejecución fue un muestrario de habilidades, potencia, velocidad, agilidad, todo envuelto en un paquete con altas dosis de ostentación. Muchísimo más Lang Lang que Chopin. De todos modos, y vaya esto sí como un elogio al gran pianista, vale la pena ir a ver a Lang Lang. Nadie toca como él, nadie se maneja en el escenario como él y tiene suficientes recursos pianísticos como para generar oleadas de intensa atracción. Las cuestiones artísticas y musicales se las puede apreciar en otros pianistas.ß Pablo Kohan
Acosada por criaturas espectrales que volaban a su alrededor, la actriz Martina Gusmán corría por los pasillos del Pasaje Barolo, devenido durante el fin de semana en la locación principal donde la directora Tamae Garateguy filmó el teaser de su nuevo proyecto, El Plata, con el cual participará en el mercado del festival de Corea, en julio. Guillermo Pfening y Diego Reinhold también se sumaron al rodaje, una suerte de aquelarre de vampiros, impecablemente recreados por acróbatas aéreos del grupo La Cuerda. Producida por Crudo Films, El Plata se rodará en los primeros meses de 2015.
festival // ventana andina
Once títulos argentinos, entre los cuales figuran los documentales Ramón Ayala, de Marcos López, los aún inéditos La ceremonia, de Darío Arcella, y Pichuco, de Martín Turnes, e historias de ficción como Nosilatiaj, la belleza, de la salteña de Daniela Seggiaro, el thriller fantástico El día trajo la oscuridad, de Martín Desalvo, y La tercera orilla, de Celina Murga, concursan junto a producciones de Bolivia, Chile y Perú, en la Competencia de Largometrajes del Festival Internacional de Cine Ventana Andina, que tendrá lugar en San Salvador de Jujuy, del 30 de junio al 4 de julio. A su vez, una treintena de films de menos de 60 minutos de duración aspiran a los respectivos premios que
Nosilatiaj, la belleza
otorgarán en la Competencia Nacional “Félix Monti”, la Regional del NOA “Jorge Prelorán” (donde intervienen films de Catamarca, La Rioja, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumán), y la Competencia Provincial “Acción Joven”, reservada a cineastas jujeños menores de 21 años. La programación de Ventana Andina incluye asimismo charlas y talleres –uno de ellos a cargo de Adrián Caetano-, y homenajes a la productora Lita Stantic, y al director de fotografía jujeño Félix “Chango” Monti.
producción //set rosarino
Darío Grandinetti , Norman Briski, los actores rosarinos María Celia Ferrero y Juan Nemirovsky y la actriz y cantante franco uruguaya Elli Medeiros, ícono del punkrock francés, actúan en Brisas heladas, un policial con toques de comedia que filma en su Rosario natal Gustavo Postiglione. La película se basa en la obra de teatro homónima del director, quien durante las dos primeras semanas de filmación se instaló con su equipo en una sala del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, que simula ser el loft de uno de los protagonistas. Allí trabaja la producción del largo durante la noche, y de día, el set de filmación, el vestuario, la escenografía e imágenes del making off de la película están disponibles para el público que visita el museo, formando parte de una de sus muestras.