El Teatro Colón volvió a hacer historia

25 may. 2010 - Mirtha Legrand y Susana Giménez, y artistas vinculados íntimamente con la historia del teatro, como. Julio Bocca y Eleonora Cassano,.
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BICENTENARIO

I

Martes 25 de mayo de 2010

1810 - 2010

La proyección sobre el Colón del espectáculo audiovisual fue vista por una multitud desde la 9 de Julio; a 300 metros de allí, el otro festejo AP

El Teatro Colón volvió a hacer historia Anoche, después de tres años y medio de refacciones, reabrió sus puertas con una ceremonia que incluyó escenas de El lago de los cisnes y de la ópera La Bohème; con más brillos que nunca y la acústica intacta, el concierto se convirtió en una verdadera celebración VERONICA PAGES LA NACION El Teatro Colón reabrió anoche sus puertas, después de tres años y medio, con una emotiva ceremonia que supo condensar las luces y las sombras de este festejo del Bicentenario. Sin la presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (aunque sí acudieron el vicepresidente, Julio Cobos, y el primer mandatario uruguayo, José Pepe Mujica, quien calificó al coliseo de “vidriera un poco aristocrática”), la función contó con 2700 invitados, provenientes de todos los ámbitos del quehacer nacional. Buena parte del arco opositor, de Francisco de Narváez a Aníbal Ibarra; ex presidentes, como Fernando de la Rúa o Ramón Puerta; figuras populares, como Mirtha Legrand y Susana Giménez, y artistas vinculados íntimamente con la historia del teatro, como Julio Bocca y Eleonora Cassano, atravesaron la alfombra roja dispuesta en la entrada del Colón y se maravillaron con la restauración de la sala, en la que aún podía sentirse el olor a nuevo. Todo estaba preparado para que la celebración tuviera ese toque distintivo y elegante que el propio teatro ha mantenido a lo largo de los años. Mientras en la calle –en la fachada posterior del teatro– todo bullía con la espectacular proyección en tres dimensiones que se realizó sobre la historia ilustre del teatro y algunas de las grandes figuras que pasaron por su sala, de Luciano Pavarotti a Maria Callas, sobre Libertad todo era cuidada limpieza, alfombras impecables, jarrones con rosas de larguísimos tallos y hasta lujosas arañas. Sólo un aperitivo para lo que los invitados se iban a encontrar puertas adentro.

El momento esperado La fiesta comenzó a las 20.50 –veinte minutos después de lo pautado–, una vez que el jefe de gobierno Mauricio Macri se hizo presente en un Palco Ceremonial que no le ofrecía ninguna resistencia. Fue con el Himno Nacional Argentino (seguido de un extenso aplauso que evidenció una emoción que iba más allá de las estrofas entonadas) que dio comienzo la función; luego el foco protagónico estuvo puesto en la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, que con la dirección de Javier Logioia Orbe interpretó la danza de Huemac, de Pascual de Rogatis. El bello telón restaurado se abrió por primera vez para mostrar la palaciega fiesta del tercer acto de El lago de los cisnes, en el que se lucieron Alejandro Parente y Silvina Perillo, muy bien secundados no sólo por gran parte del Ballet Estable sino, principalmente, por las destacadas actuaciones de Maricel De Mitri, Edgardo Trabalón, Carla Vincelli y Miriam Coelho, algunos de los bailarines que tuvieron a su cargo los roles de princesas y caballeros. El cuadro con muchos momentos de conjunto y también

aprovechado para lucimiento de los solistas fue un magnífico pantallazo del talento del Ballet que dirigió una emocionada Lidia Segni. Tras casi una hora de intervalo –en el que todos los invitados compartieron una copa de champagne (o varias)– dio comienzo la última escena del primer acto de La Bohème, a la que le siguió el segundo acto completo (la transmisión televisiva contó con un bienvenido subtitulado simultáneo). Esta vez actuó la Orquesta Estable del Teatro con dirección de Stefano Ranzani. Otra vez se disfrutaron momentos de altísima grandilocuencia, presente no sólo en el dramatismo de la historia sino en la espectacularidad de la puesta (ahí se entendió, en parte, por qué fue tan largo el intervalo). El régisseur argentino Hugo de Ana se dio el gusto de mostrar un pequeño panorama de lo que será el primer título lírico que mañana abrirá oficialmente esta esperada temporada. Además de un afilado Coro Estable y el siempre eficaz Coro de Niños, que dirige Valdo Sciammarella, se pudieron apreciar las voces de un elenco joven encabezado por la Mimí de Virginia Tola, bien secundada por Marius Manea (Rodolfo), Marco Caria (Marcello) y Nicole Cabell (Musetta). Mucho brillo, para una noche que se hizo esperar.

Miradas Más allá del glamour que se repartió en la platea, palcos y pisos altos, la emoción y la alegría de muchos de los invitados se evidenciaba en la gran cantidad de máquinas de fotos robando recuerdos, en las charlas de pasillo entre quienes se sorprendían de encontrar a directores musicales que han dirigido en el escenario ubicado en las altísimas gradas mientras allá bajo, en la platea, no sólo quedaron al descubierto algunos baches sino que se le había dado prioridad a nuevas celebridades de futuros inciertos (Ricardo Fort, sin ir más lejos). Otro de los comentarios jocosos de la velada una vez concluida, y mientras se preparaba el brindis en el Salón Dorado, fue que a una hora de que comenzara el 25 de Mayo –y con él toda la razón de estas fiestas bicentenarias– el Teatro Colón culminó con una escena de La bohème en la cual casi la totalidad de los protagonistas –más de sesenta– terminaron desplegando una gran bandera de Francia. Quien se paseaba feliz con su copa en mano era uno de los responsables de las mediciones acústicas, Gustavo Basso, que no podía consigo de la felicidad de saber (y escuchar) que el gran tesoro del teatro estaba intacto. La felicidad parecía contagiosa: una habitué del teatro no podía dejar de destacar la emoción que le producía poder acercarse a los cortinados de los palcos y pasillos y descubrir un aroma a limpio que la invitaba a tocarlos y hasta apoyarse en ellos, cosa impensada años atrás, en los que el polvo le hacía poco menos que fruncir la nariz.

Canal 7 no televisó la función

Una escena de La Bohème, la gran ópera de Puccini elegida para la reapertura GCBA

400 millones será el costo total de las obras Las refacciones de 58.000 metros cuadrados del teatro comenzaron en 2001. El 30 de octubre de 2006 se cerraron las puertas del teatro con un concierto dedicado a la música nacional. Falta concluir aún el 10% de los arreglos programados.

2478 personas puede albergar el teatro El primer coliseo, inaugurado en 1908, puede acomodar además a quinientos espectadores de pie.

7 óperas integrarán la temporada lírica Comenzará mañana, con La bohème. También se brindarán cuatro ballets. Los sobrantes de abono disponibles para presenciar alguno de estos títulos pueden llegar a alcanzar los 1030 pesos por una platea.

700 kilos pesa el telón histórico

Ayer, durante la televisación del partido entre la Argentina y Canadá, Canal 7 afirmó desde su pantalla que no transmitiría la apertura del Colón porque el gobierno porteño había cedido los derechos “a un grupo empresario privado”. Pero el propio canal estatal había informado el jueves pasado que iba a difundir las imágenes de la función en vivo “con la asistencia de la presidenta de la Nación”. Al día siguiente, tras conocerse que Cristina Kirchner no iría, anunciaron que la transmisión de la gala había sido reemplazada por “grandes momentos de la fiesta del Bicentenario”. Al margen de ello, el gobierno porteño informó ayer que “todos los canales podían cubrir en directo la función”.

EL ANALISIS

El Colón en cifras

Confeccionado en 1936, su restauración demandó cinco meses de trabajo a quince especialistas. Cada una de sus dos hojas mide 360 m2 y sólo se usará en funciones especiales: en el resto, se colgará el nuevo telón con diseño de Guillermo Kuitca y Julieta Ascar.

No es de Macri ni de la Presidenta, sino de todos PABLO SIRVEN LA NACION ¿A quién aplaudía anoche el Teatro Colón en pleno cuando todas las miradas se dirigieron hacia el palco principal? ¿A Macri, a Mujica, a Cobos? Los aplausos no tienen ideología: sólo su intensidad devela una mayor o menor adhesión. Y éste fue sólido y cerrado. Habrá que deducir que el aplauso era para ellos sin distinción de banderías, y finalmente para todos los que tuvimos anoche el privilegio de ser protagonistas de una página histórica de la Argentina contemporánea. Nos aplaudíamos a nosotros mismos. ¿Le habrá llegado un eco, aunque más no fuese lejano, de ese aplauso a la presidenta Cristina Kirchner? Fue una pena que se lo perdiera al dejarse ganar por el enojo que le ocasionó la frívola descortesía que tuvo con ella el jefe de gobierno porteño. Debió ir. ¡Qué distinto el presidente uruguayo! Podrá parecer campechano, pero zurce las relaciones rioplatenses sin tantos remilgos ideológicos y con gran pragmatismo. Se lo veía muy cómodo al lado de Macri. Hay un “trauma Colón” que es preciso deshacer de una vez. Porque, ¿hace falta decir a esta altura que el Colón no es de Macri, como tampoco lo fue de Telerman? ¿Es necesario recordar que nuestro primer coliseo

es un emblema de toda la argentinidad que sólo una mirada chiquita ha intentado (sin lograrlo) reducir a símbolo de la oligarquía? El Colón se construyó con esfuerzo y hasta sufrió en ese largo proceso intensas zozobras (uno de sus constructores, Víctor Meano, fue asesinado cuatro años antes de la inauguración). El Colón es una representación acabada de lo que es capaz la Argentina cuando se lo propone. Asombró por su excelencia a varias generaciones y desde anoche logramos algo que hasta ahora las múltiples celebraciones del Bicentenario habían pasado por alto: dejarles a los hombres y mujeres que nos sucederán en la vida una reliquia en gozoso funcionamiento, pasarles la posta de una de las mejores cosas que nos ocurrió como Nación desde que esa sala fue inaugurada, hace hoy exactamente 102 años. Esa emoción, esa alegría, se palpaba anoche. Y también se sentía una ausencia. Extraño porque el Colón, aparte de haber cobijado a las mayores glorias de la lírica y el ballet, los más excelsos directores de orquesta y artistas plásticos, fue el escenario por donde también pasaron Piazzolla, Troilo y Mercedes Sosa. ¿No fue allí donde Eva Perón consagró el voto femenino? ¿No proclamó en esa sala Perón los Derechos del Trabajador?

¿No decimos todos “al Colón, al Colón” cuando alguien se destaca de manera sobresaliente? Como los argentinos nunca estamos del todo conformes con nosotros mismos, anoche también corrían los comentarios negativos: ¿por qué tantas celebridades mediáticas en la platea en tanto que la gente de la cultura fue relegada a los pisos superiores? ¿Por qué un mediático como Ricardo Fort se paseaba orondo ante el ingreso principal mientras Julio Bocca estaba en el primer piso? ¿Habrá querido Macri darnos a los periodistas de la gráfica, la radio y la TV las filas delanteras de la platea como una forma de desagravio ante tanto maltrato sistemático del periodismo desde el gobierno nacional? ¿Habrá sido necesario un entreacto tan eternamente largo que pareció privilegiar lo social sobre lo artístico? Tal vez. Motivos para la queja hubo y habrá siempre, pero ¿saben una cosa? Desde anoche, todos los argentinos, incluidos Macri, Cristina, Cobos y, por qué no, Ricardo Fort, volvimos a ser un poco mejores, y eso gracias a que el Colón volvió a revivir. El Teatro Colón reabierto nos hace mejores ante el mundo y ante nosotros mismos. Es la prueba tangible de que los argentinos estamos para más. Para mucho más.