Espectáculos
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Miércoles 7 de enero de 2009
CINE Alain Delon: una vida en el cine
EFE
Aquellos buenos viejos tiempos Delon y Brigitte Bardot en sus años mozos como ídolos del cine francés (arriba); junto a Romy Schneider (derecha) AFP
El regreso del viejo león a la pantalla El intérprete volvió al ruedo como Julio César en el nuevo film de Asterix, que se estrenará mañana Continuación de la Pág. 1, Col. 4 si se descuenta un título tan olvidable como Yo te amo, Nathalie, que rodó en 1970 al lado de quien había sido su primera esposa y la madre de su hijo mayor, Anthony, prácticamente nunca se introdujo de lleno en la comedia. Hasta ahora. Porque aunque en Asterix en los Juegos Olímpicos (que mañana estrenará Distribution Company) viste las ropas de Julio César y asume su majestuosa autoridad, el tono es paródico y le da pie para tomarse un poco el pelo a sí mismo, por ejemplo, al mencionar algunas de sus películas famosas (Rocco y sus hermanos, El clan siciliano, El samurái) en las líneas de diálogo.
La terapia del teatro No es que este “lobo solitario” –como lo definió Jeanne Moreau– haya podido superar del todo el desánimo que en los últimos años lo empujó muchas veces a la depresión. Hace poco, mientras pasaba el fin de año en la estación turística suiza de Crans-Montana al lado de sus hijos menores –Anouchka, de 18 años, y Alain-Fabien, de 15, frutos de su matrimonio con la modelo holandesa Rosalie van Breemen–, volvió a confesar que hoy sólo ellos lo atan a este mundo: quiere permanecer cerca por lo menos hasta que estén capacitados para afrontar las dificultades de la vida. “Si no –dijo–, podría partir mañana; ya lo he tenido todo.”
Pero recupera la vitalidad y se muestra entusiasta cuando habla del teatro: viene de cosechar un éxito en París con su puesta de Cartas de amor, la conocida pieza de A. R. Gurney que interpretó junto a Anouk Aimée, y se apresta a representar al lado de Anouchka Une journée particulière, una obra que Eric Assous escribió especialmente para ellos. “El teatro –asegura– es la mejor terapia para no enfermarse, para mantenerse joven. Es distinto cada noche: la calidad de los silencios, las respiraciones… Y si al final la gente se levanta para aplaudir, es la felicidad total.” El teatro y la TV ocuparon en los últimos años el espacio que el cine le negaba, si bien hace poco rechazó la posibilidad de trabajar con Johnnie To porque el guión que el hongkonés le proponía se parecía demasiado al de El samurái. Después de sus éxitos de los años 60 y 70 –A pleno sol, El eclipse, El gatopardo, Adiós al amigo, La piscina, El asesinato de Trotsky, El otro señor Klein– y de algún esporádico acierto posterior, Delon había dado por concluida su carrera con Los profesionales, aquella broma entre compinches que compartió hace diez años con su amigo Jean Paul Belmondo; sólo apareció fugazmente en un film de Bertrand Blier, Les acteurs. Pero aceptó sumarse a este tercer capítulo de Asterix porque le gustó el guión y porque lo sorprendió la propuesta, tan alejada
ARCHIVO
Ayer y ahora El intérprete como Tom Ripley en A pleno sol (1960); abajo, Clovis Cornillac y Gérard Depardieu como los conocidos Asterix y Obelix, en la nueva entrega del film
AFP
El otoño del patriarca El actor junto a su hija Anouchka, con quien trabajará en teatro próximamente DISTRIBUTION COMPANY
de la imagen que el público conserva de él. Aunque según algunos maliciosos, aceptó porque sólo un personaje de la talla de César debe de haberle parecido a la altura de su fama. La cuestión es que su señorial presencia (dice que se siente muy bien con su actual aspecto de hombre maduro, y tiene razón) se gana un espa-
cio destacado en la nueva aventura del pequeño guerrero galo, que ya no es Christian Clavier, como en las dos primeras películas, sino Clovis Cornillac, y que además del forzudo Obelix de Gérard Depardieu incluye en su elenco algunos rostros conocidos del cine europeo: Santiago Segura, Franck Dubosc, José García, el comediante
belga Benoît Poelvoorde (en el papel de un Bruto que es la eterna pesadilla de César) y el recordado Jean Pierre Cassel bajo la larga barba blanca del druida Panorámix, el último personaje que encarnó en el cine. Pero como se trata de los Juegos Olímpicos –la historia hace competir a un joven galo contra el inescru-
puloso Bruto, pero no por medallas sino por el amor de una princesa griega– se entremezclan en el elenco unas cuantas estrellas del deporte: de Michael Schumacher a Tony Parker y de Amélie Mauresmo a Zinedine Zidane. Que por supuesto lleva un nombre ajustado a las circunstancias: Numerodix.
Estrenos Esta semana: Tres estrenos, con romance, comedia y aventuras Australia (AustraliaEstados Unidos)
hermanos futbolistas son descubiertos por un cazatalentos que los llevará al éxito y a la fama.
De Baz Luhrmann. Con Nicole Kidman y Hugh Jackman. Una aristócrata inglesa viaja al otro lado del mundo, donde conocerá a un aguerrido y silencioso capataz con el que vivirá un romance y peligrosas aventuras en un paisaje tan deslumbrante como inhóspito en el que deberá emprender una larga travesía .
Asterix en los Juegos Olímpicos (Francia-Portugal) De Federic Foerestier y Thomas Langmann. (ver aparte)
Rudo y Cursi (México) De Carlos Cuarón. Con Diego Luna, Gael García Bernal y Guillermo Francella. Dos
Kidman y Jackman, en Australia
Más información. Mirá los avances de las películas en www.lanacion.com.ar
TELEVISION Opinión Por Marcelo Stiletano
Nada para festejar en las Fiestas La televisión dejó pasar otra Navidad y otro fin de año sin tomar nota de la persistencia de un error que el tiempo y la falta de reacción no hacen más que agravar. Más aún: canales abiertos y señales de TV paga –en este caso parte del cada vez más ancho mundo de la información– acaban de demostrar con un hecho llamativo, curioso e inédito que la solución aparece cada vez más lejos. En vez de corregir el defecto, se empeñan en alentarlo con un nuevo e insólito entusiasmo. En algún momento se abrió la pantalla con el estímulo a los televidentes para que sustituyan a los cronistas y a las cámaras formales enviando espontáneamente imágenes de hechos de actualidad. No importa si son precarias, lo que vale es estar allí y registrar lo que pasa antes que nadie. Esta primera respuesta del aparato formal de la TV al pulso de la cultura YouTube continuó en estas últimas semanas con la sostenida invitación de más de una señal de noticias (TN, C5N) a los espectadores para que ahora aporten sus propios videos familiares con saludos y expresiones de buenos deseos, o simplemente, alguna fotografía de ellos mismos o de sus seres queridos. El cambio salta a la vista. Antes se pedía al público aportes en materia informativa. Ahora, la pantalla de un canal de noticias acaba de transformarse en un portarre-
tratos digital. Como si toda la audiencia de una señal como TN entrara por un instante en el living de la casa de la persona o la familia cuya imagen aparece en pantalla con alcance nacional. Algunos podrían decir, en descargo de quienes impulsaron esta idea, que no hay otra intención que la de expresar por medio de ese desfile de fotografías familiares y hogareñas el reconocimien-
Las señales de noticias se convirtieron en portarretratos digitales to y la fidelidad de los televidentes, aunque muchos de ellos son chicos que ni siquiera le prestan atención a la señal. “Hay tanto personaje público impresentable que resulta mucho más plausible convocar a la gente para que gane la pantalla”, insistirían los defensores de la propuesta. Pero aún planteada con las mejores intenciones, la propuesta de transformar la pantalla de una señal de noticias en una vidriera de fotos familiares encierra un equívoco mayúsculo. ¿Con qué criterio, si se persevera en esta línea, podrían plantear estas mis-
mas señales de aquí en adelante qué merece ser considerado como noticia? ¿Cuánto interés público tiene en verdad esa cabalgata de imágenes, si tenemos en cuenta la cantidad de hechos trascendentes de la política local e internacional que las señales informativas omiten sistemáticamente porque exigen análisis y capacidad de abstracción? Al mismo tiempo, esta idea resulta una salida cómoda y tentadora frente a la necesidad de enfrentar el tramo final del año, donde la pereza y la indolencia de nuestra TV se muestran en toda su plenitud. Es muy fácil dejar pasar horas enteras con el desfile de fotos y videos familiares en vez de pensar en alternativas originales y creativas, más dignas de la misión que le cabe a un canal de noticias. Ni estas señales ni los canales abiertos se animaron, una vez más, a pensar en las personas solas, enfermas o aisladas que cuentan con la TV como única compañía en el tiempo de las Fiestas. En España, Raphael se arremanga y cada Nochebuena lleva adelante con un enorme despliegue de producción un show ejemplar, a la altura de la celebración. Aquí, en cambio, todo se arregla con un montaje de shows hecho a las apuradas y con las fotos del álbum familiar.
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