MARTES 5 DE SEPTIEMBRE DE 2017
4 II EL ECONOMISTA
Economía entrevista
Fernando Navajas Economista jefe de FIEL Por Alejandro Radonjic
“El Gobierno hará menos reformas de las que dice” Fernando Navajas, uno de los economistas más experimentados y reconocidos del país, ofrece su visión sobre los principales debates de la escena económica local. En diálogo con El Economista, el economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) responde si estamos creciendo o rebotando, ofrece su visión sobre la inflación en 2018, se muestra algo escéptico con la capacidad del Gobierno de hacer todas las reformas estructurales que piensa realizar y sugiere que el BCRA pase a practicar un “’inflation targeting’ sucio”.
Los estimadores del PIB, ya sea el EMAE del Indec o los proxys privados, están mostrando variaciones positivas hace varios meses ya y crece el debate entre los economistas. ¿Es una mera recuperación cíclica o ya es crecimiento genuino? Es una recuperación cíclica. Técnicamente hablando, la recuperación es un hecho y vamos viento en popa. Pero yendo a la pregunta podemos decir con cierta solvencia que lo único que se relaciona con el crecimiento a largo plazo es el crecimiento en el volumen de las exportaciones. Y aquí los da-
tos son contundentes en cuanto a que esto no es crecimiento de largo plazo sino recuperación.
¿Cómo está viendo el frente inflacionario? La desinflación, dicen en el BCRA, avanza a paso firme, pero las cifras observadas son ambiguas y la película hacia adelante, ajustes tarifarios mediantes y algún impacto del dólar, no son tan evidentes… Estoy viendo muy complicada a la meta de inflación del 2018, porque se repite otra vez, aunque sea en menor escala, el mismo juego de
este año. En el arranque hay una inflación anualizada que supera a la meta de 2017, se vienen negociaciones salariales difíciles y la política de precios de los servicios “sigue suelta” y provocando shocks sobre el nivel de precios que hacen muy difícil el trabajo de la tasa de interés como ancla. Solamente en gas y electricidad hay aumentos de 50% o más en ambos casos hacia 2018. El Gobierno parece que va a practicar nuevamente el mismo juego de prometer aumentos inicialmente bajos y más vinculados con la meta que con la inflación pasada y que luego se corrigen según la inflación futura. Creo que no tienen otra alternativa. Lo único que puede reencarrilar la estrategia inflacionaria es empezar a introducir metas en los agregados monetarios para ir a un inflation targeting “sucio” y que esas metas en los agregados se pueda anclar sobre un resultado fiscal más creíble, a medida que Hacienda logra mostrar que el gradualismo funciona.
El Gobierno pasó, elecciones y algunos datos positivos mediante, a señalar los brotes verdes y asegurar que la economía estaba creciendo a proyectar décadas de crecimiento. ¿Hay lugar para semejante upside en el optimismo hacia delante? Mi impresión es que no lo hay, por lo que dije antes sobre el crecimiento del volumen de las exportaciones. Esta pregunta es muy difícil de responder, como sabemos, por la experiencia de la docena de ciclos económicos que Argentina experimentó desde 1945. La verdad es que nos debemos haber hecho esta misma pregunta al
menos una docena de veces. Esta debe ser la decimotercera. La anterior la hicimos en 2003-2004 y muchos se enojaban si decías que eso podía ser nada más que un ciclo, muy intenso, pero ciclo al fin. Y eso es lo que en definitiva fue. Si la evidencia de los últimos quince años indica que nos fabricamos un ciclo de stop-go, otra vez, en las mejores condiciones externas que vivimos en cien años, entonces hay razones para ser cautelosos, aún siendo optimistas.
Se habla de hacer “reformas estructurales” hacia adelante, quizás siendo la tributaria el mascarón de proa, pero también de cambios previsionales, fiscales y laborales. ¿Cree que el Gobierno avanzará en algún frente o, por el motivo que fuera (pienso desde la restricción presupuestaria hasta la falta de voluntad política), las cosas seguirán igual? El Gobierno ya definió varios frentes, el problema es que son muchos a la vez y en mi opinión va a terminar haciendo mucho menos de lo que dice. Pero quisiera llamar la atención sobre otra perspectiva de las reformas. Las condiciones para que las reformas estructurales puedan llevarse a la práctica (voluntad o acuerdo político) son muy diferentes de las condiciones para que esas reformas, aún bien hechas, puedan resultar exitosas en términos de crecimiento y bienestar. Muchas veces se confunde una cosa con la otra. La respuesta es que todo depende del estado de la macroeconomía. Los ‘90 son un ejemplo muy claro al respecto del que, creo, no aprendimos lo suficiente. Allí se dieron las condiciones pa-
ra hacer reformas estructurales bajo un poder casi hegemónico, pero esas reformas no resultaron exitosas ni sostenibles porque el estado de la macroeconomía estaba dictado por un gran endeudamiento y una política monetaria que llevaba a un atraso cambiario grave que iba a hacer explotar los contratos y las reformas también. ¿Significa esto que es en vano hacer reformas? No, para nada. Siempre van a existir reformas, aunque sean marginales, que van a ser muy útiles. Pero eso es muy distinto de venderlas como una panacea. Es preferible hacer un orden jerárquico de las pocas reformas que pueden ayudar a mejorar la macroeconomía y al mismo tiempo sirvan claramente al “bien común”.
“En materia económica, la lista de desvíos de lo que debería haber sido, retrospectivamente, una buena estrategia para escaparse de la trampa dejada por la herencia recibida es muy amplia como para abordarla de manera liviana”, escribió, hace algunas semanas. Hacia adelante, ¿qué desvíos debiera evitar el Gobierno y, sobre todo, el equipo económico? El nivel del déficit fiscal y el tipo de cambio de partida del Gobierno de Cambiemos significaron los dos desvíos más grandes que se aceptaron con bastante complacencia porque iban a estar apoyados en un sendero de financiamiento que no es sostenible. Los desvíos que se deberían haber evitado, y que ahora se deben corregir, son básicamente estos. Junto a esto se heredaron un conjunto de distorsiones de precios relativos que requerían necesariamente ser coordinados por el Ministerio de Economía bajo pautas sectoriales de convergencia de largo plazo. En vez de esto, tuvimos y seguimos teniendo shocks de ajustes de precios que por un lado no visualizaron la necesidad de reducir costos y trasladaron la carga del ajuste a la demanda. Esto agravó la estanflación inicial y no logró reducir los subsidios como se pensaba, mientras que los shocks de precios afectaron negativamente a la política monetaria y su capacidad de estabilización. Esto, en mi opinión, se podría haber evitado con un mejor diseño y manejo de los ajustes de precios y tarifas.