El frenético ritmo del ruralista que más irrita a la Casa Rosada

intendente de la ciudad, Ariel Frane- tovich, recibe a LA NACION en el Muni- cipio. Impresiona una gran foto que comparte con Néstor Kirchner, a su izquierda ...
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Política

Página 12/LA NACION

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Domingo 27 de abril de 2008

El conflicto con el campo: el clima en el último fin de semana de tregua

Chivilcoy, una ciudad que apoya al campo y a un ministro K La protesta de los vecinos de Randazzo Por Pablo Tomino Enviado especial CHIVILCOY.– “Es alarmante la falta de razonabilidad del Gobierno. El clima está más caldeado que cuando dejamos la ruta. No se sabe qué pasará.” Juan José Ascheri, presidente de la Asociación Rural de Chivilcoy, cuenta, a modo de advertencia, cuál es el ánimo de los productores rurales de esta ciudad de 70.000 habitantes, que amenazan con retomar los cortes el próximo viernes: dicen que impedirán el paso de los camiones que transporten hacienda en pie y cereales con destino al puerto y que instalarán una carpa informativa en la plaza principal, frente al Municipio. Por aquí, una zona agroindustrial que vio nacer y crecer al ministro de Interior, Florencio Randazzo, el respaldo al campo es tan mayoritario como la aceptación al funcionario kirchnerista. Una dualidad, acaso, que encuentra razones en las acciones de Randazzo en beneficio de Chivilcoy, aseguran los vecinos. “Estoy a favor del campo, aunque no comparto la forma de protesta. ¿Qué pienso de Randazzo? Hace mucho por la ciudad. Vinieron muchas empresas [más de 80] que generaron muchos puestos de trabajo”, asegura Ervar Molina, un bancario que elige la mañana del sábado para trotar por la plaza principal. Sin embargo, en pleno estallido de los cortes de ruta, tres semanas atrás, productores autoconvocados marcharon por el centro y encontraron una escala conflictiva: la casa de Gladis, la madre de Randazzo. “No eran más de 50 personas, pero estuvo muy mal la actitud, porque Gladis es una excelente persona. Y Randazzo también”, opinó Héctor Botini, un publicista que, entre un café y otro, dice aceptar el reclamo chacarero. El timbre suena en el departamento de los Randazzo, en pleno centro. La encargada dice que Gladis no está. “Se fue hace unos días”, dice la mujer mientras baldea la vereda. “Hoy, por suerte, hay movimiento; apoyamos al campo porque los chacareros gastan mucho dinero aquí. Pero no los cortes, porque en la ciudad faltó leche y huevos”, cuenta Silvia Robledal, propietaria de un local de

ropa céntrico. Faltan poco menos de dos horas para el mediodía cuando el intendente de la ciudad, Ariel Franetovich, recibe a LA NACION en el Municipio. Impresiona una gran foto que comparte con Néstor Kirchner, a su izquierda, y con Florencio Randazzo, a su derecha, al abrir la puerta de su despacho.

“Actitud anárquica” El hombre apunta con el dedo índice y se queja: “Hay una actitud anárquica de los productores rurales al cortar. Atropellan la institucionalidad y el orden social. Tienen derecho a reclamar, pero se excedieron”. Este ex juez de paz, de 45 años, va por su segundo mandato. A los 12 años, vendía helados con Randazzo en bicicleta. Igual se permite críticas: “El Gobierno cometió un error de comunicación con el anuncio en las retenciones, pero si uno analiza, verá que está bien. Los agropecuarios se equivocan si quieren instalar una carpa verde en la plaza. Hay una gran insensibilidad con los verdaderos problemas, como la falta de 3600 viviendas”, agrega Franetovich. Juan María Ayersa, concejal opositor de Unión Chivilcoyana, se muestra en favor del campo. Y también de Randazzo. “Acuerdo con los chacareros. El régimen unitario que plantea Kirchner no nos lleva por buen camino. ¿Qué pienso de Randazzo? Chivilcoy creció mucho gracias a él.” El campo no apaga sus voces, al contrario. “El cambio de ministro de Economía, a lo sumo, puede extender 15 días las negociaciones. Pero el nuevo ministro poco puede cambiar si responde a Kirchner. Este gobierno destruye los lazos sociales. Randazzo podría darles una mano a los productores. Todavía no hablamos con él sobre esto”, dijo Roberto Caputo, secretario de la Asociación Rural de Chivilcoy. “Esta ciudad tiene 200.000 hectáreas cultivables. Está subdividida por pequeños productores: el más grande tiene 2000 hectáreas”, explica Marcelo Lopardo, editor del suplemento Rural de La Razón de Chivilcoy. Y algunos furcios de la Presidenta (como la ubicación de la laguna Picasa) todavía son motivo de ironías entre chacareros: “¡No…, si demuestra que los gobernantes saben muy bien cuáles son las urgencias del campo!”.

Ascheri y Roberto Caputo, de la Sociedad Rural WILLY GOMEZ / ENVIADO ESPECIAL

16.30: Antes de salir de Gualeguaychú, carga combustible y charla con los clientes

21.00: En Urdinarrain, la enésima asamblea FOTOS DE ANDREA KNIGHT / ENVIADA ESPECIAL

El frenético ritmo del ruralista que más irrita a la Casa Rosada LA NACION siguió a Alfredo De Angeli en un día entero de reuniones y protestas más efectiva para que nos escuchen”, se ataja, aunque de inmediato relativiza: “Protestaremos sin perjudicar al ciudadano común”. De Angeli recuerda que votó por Fernando Solanas en las últimas elecciones, y rechaza las versiones sobre presuntas donaciones de empresas para solventar sus viajes. “Me salva mi hermano Atilio, que trabaja en el campo, mientras yo hago esto.” Antes de llegar, lamenta no haber ido al secundario. “Le decía a la maestra que había letras, como la h o la ñ, que olvidaba, porque estaban de más.”

Por Jaime Rosemberg Enviado especial GUALEGUAYCHU.– El auto parece volar, con el velocímetro clavado en 160 kilómetros por hora, mientras su conductor repite una y otra vez, como un mantra: “Es así, soy un transgresor”. Un acto público –el enésimo de las últimas semanas– lo espera. Un millar de productores, vecinos y curiosos de la pequeña localidad entrerriana de Urdinarrain están ansiosos por escucharlo, en momentos en los que la pelea entre el Gobierno y el campo parece difícil de resolver. Mientras un CD del folklorista José Larralde suena como tenue música de fondo, Alfredo De Angeli asume su condición de referente de los productores agropecuarios con una mezcla de alegría y resignación. “Es una mochila muy pesada, no te podés equivocar”, dice a LA NACION el líder de la Federación Agraria entrerriana, en un alto entre incontables llamadas a su celular y la promesa de comer a su llegada al poblado, donde fustigará al Gobierno y prometerá “pelear sin descanso, porque para los que tienen la razón no existe el miedo”. El hombre de campo más odiado por el kirchnerismo había comenzado su día muy temprano, luego de otro raid televisivo y radial por Buenos Aires. Llegó a Gualeguaychú por la tarde, horas después de lo planeado. La niebla y el humo de los incendios lo obligaron a cambiar de planes. “No pude pasar a buscar a Delfi por el colegio”, se lamenta De Angeli con cara de sueño e inconfundible tono entrerriano. Su hija de nueve años le dibujará más tarde la sonrisa más amplia de una jornada frenética de reuniones, abrazos, presiones, y la sensación de vivir varias vidas a la vez. De la siesta en su departamento de la calle Bolívar, De Angeli pasa a una entrevista en radio Máxima. “El Gobierno no hace nada para evitar el conflicto, y encima Kirchner complica las cosas cada vez que habla”, dice al aire. ¿ Es violento y golpista, como dice el ex presidente? “Soy un mediador, aunque siempre lucho por lo mío”, retruca, con poca diplomacia. De la radio se sube a su Volkswagen Polo gris, con los vidrios algo astillados de tanto viaje en la ruta. Un peine, una pequeña cruz de madera y

Desafíos

13.00: el perfil mediático, en una radio local

19.30: una breve visita a su hija Delfina los discos de Larralde lo acompañan. “Primero Maradona y después viene Alfredo”, bromea el encargado de la estación de servicio en el que para a cargar combustible. “La gente me conoce más, pero los amigos de toda la vida saben quien soy”, contesta.

De pelea en pelea Repasa en voz alta hitos de una vida embarcado en “la pelea por las convicciones de uno”: tractorazos contra el gobierno menemista; un puñetazo que destrozó la mesa del titular de Agricultura de Eduardo Duhalde, Rafael Delpech; el interminable corte del puente San Martín, que une a Gualeguaychú con Fray Bentos, y la planta de Botnia. “Estuve preso y me fundí varias veces,

pero no me arrepiento. Hice lo que tenía que hacer”, se convence. En el departamento de De Angeli hay una heladera vacía, libros del pensador marxista Herbert Marcuse y del ministro uruguayo José Mujica, un poncho salteño y algo de desorden. ¿Hay armas en poder de los productores? “A lo mejor me expresé mal, y el fiscal entendió peor”, se sonríe, en referencia a la denuncia del fiscal Guillermo Marijuán. El auto pasa por la casa en la que viven sus hijos. Delfi le da un abrazo interminable, con los mofletes pegados a la barriga de su papá. “Vuelvo el lunes”, les grita, antes de arrancar. ¿Volverán a cortar las rutas? “No sé, pero decime una medida que sea

El velocímetro baja al transitar las calles limpias y ordenadas de Urdinarrain. Sube al auto Aldo Vell, dirigente rural y mentor político. “Lo retaba porque no me gustaban los líos ni el alto perfil, pero al alumno parece que sí”, recuerda el veterano dirigente, con una sonrisa. De Angeli asiente mientras devora un pan con salame que su descubridor le acerca. ¿Y las mujeres, ahora que está divorciado? “El otro día, una separada me preguntó por vos en un velorio. Ya no respetan ni a los muertos”, le comenta Vell, entre risas, antes del acto. “Le digo a la Presidenta: cuidado, porque se van a quedar sin trigo, sin leche. Los productores están dispuestos a no sembrar”, amenaza, ya micrófono en mano. Y advierte, con tono de barricada: “Ellos se endurecen, y nosotros hasta ahora fuimos blandos. No nos van a embarrar la cancha”. Lo aplauden a rabiar desde sillas plegables. El los detiene. “No tanto aplauso; se vienen tiempos muy duros.” La medianoche lo encuentra en un asado junto con sus hombres de confianza. Cuando llega la noticia de la renuncia del ministro Martín Lousteau, los productores aplauden, pero él no se deja llevar por el entusiasmo. “No quiero que se vaya nadie, sino un cambio de política agropecuaria.” De nuevo en Gualeguaychú, y antes de despedirse, De Angeli deja unas palabras de comprensión para el ministro saliente. “Pobre Lousteau, lo usaron y lo tiraron”, susurra, antes de irse a dormir por unas pocas horas. “El 2 de mayo, vamos a estar juntos, y ahí decidiremos qué hacer. Pero sin debilidad ni presiones”, culmina. Y atiende otra llamada de última hora.