El eterno conflicto de planear las vacaciones

a la nada misma, mientras sus niños continúan saltando sobre el sofá del ... surge de lo profundo del ser, cuando por fin llega siempre se dice con todo.
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SÁBADO

| Sábado 6 de octubre de 2012

Vínculos

El eterno conflicto de planear las vacaciones

A dónde vamos este verano es el dilema que aparece en esta época; los deseos de grandes, chicos, y lo que da el bolsillo

Viene de tapa

“Ése es el dilema que tenemos hoy –admite Karina, con una sonrisa de resignación–. El mayor estrés es elegir el destino, algo que teníamos solucionado desde hace nueve años, pero que ahora surgió como un nuevo interrogante.” No es la única. Octubre es la época del año que los agentes de turismo recomiendan para planificar las vacaciones de verano, ya sea para aprovechar pasajes más baratos, para conseguir un buen financiamiento en cuotas y para que armar el viaje no se vuelva un dolor de cabeza de último momento. Ahí la teoría. En la práctica, muchas veces la decisión se torna más engorrosa de lo esperado y entre conciliar deseos y posibilidades del bolsillo no se logra una decisión hasta último momento: es que el precio subió, los chicos crecen y empiezan a opinar, los cercanos ya tienen todo resuelto y uno no, aparece ese amigo de la familia que dice que tienen que conocer ese lugar afuera que él descubrió y dejar la rutina de todos los veranos, pero la solicitud para comprar dólares da negativo, y el cuándo, cómo, a dónde y con quién ir de vacaciones se vuelve de lo más estresante. Al respecto, Mariana Torres Cárdenas, psicoanalista, docente y supervisora de Centro Dos, es contundente: las vacaciones son un corte con la rutina del año, y justamente por eso no debería volverse un momento estresante. Ni la planificación ni el tiempo vacacional. ¿Cómo evitarlo entonces? “Lo primero que hay que tener en cuenta es cómo está constituida la familia –dice la especialista–. A partir de ahí, lo recomendable es tener varias propuestas según sus posibilidades. Y sobre eso, poder dialogar, escuchar y planificar entre todos. No obstante, las decisiones las tomarán los adultos, en tanto que son quienes organizan y quienes afrontan económicamente las vacaciones.” Cuenta Torres Cárdenas que el problema es que muchas veces, por buscar lugares para que los chicos se entretengan, los padres terminan todo el días atrás de ellos, y entre tantos cuidados se quedan sin tiempo para

descansar o divertirse. “Lo ideal sería que los adultos contemplen no sólo las necesidades de los hijos, sino también las propias y que puedan encontrar un consenso para que haya divertimento y descanso para todos los integrantes de la familia”, apunta. En repetir todos los años el balneario y compartir carpa con otras parejas, dice Karina Bianchi que encontraron ese consenso. Y así los chicos se manejan solos y no tienen que estar todo el día arriba de ellos con el repetido: “Mamá, ¡vamos al mar!” o “¡Mamá, vamos a jugar a la paleta!”. Y si van al agua, los acompaña un padre o dos y los otros se quedan charlando. Para Jorge Gobbi, docente de la UBA y autor de Blog de Viajes, las salidas en familia en temporada alta generalmente tienden a repetir estos patrones –ir al mismo lugar, que se pueda llegar en auto–, en tanto el principal objetivo del viaje es descansar y no tanto conocer nuevos lugares. “Los lugares conocidos permiten planificar mejor el tema de la seguridad de los menores. Por eso, en vacaciones de verano, la costa argentina no tiene demasiada competencia entre quienes viven en el área metropolitana de Buenos Aires porque reúne todas esas posibilidades”, dice. Así funciona para la familia Blanco Gori durante el verano: quince días en Pinamar son las vacaciones que sí o sí hacen en familia. Con un hijo de once y mellizos de dos años y medio parecería difícil compatibilizar un lugar para todos. Justamente cuando por su edad, Juan Manuel, el de once, empieza a tener otros intereses. Por eso, desde este año, y gracias a las posibilidades que les dieron las millas acumuladas, implementaron las escapadas por separado: por ejemplo, padre e hijo viajaron unos días a Seattle, en Estados Unidos, algo que con los mellizos hubiera sido imposible. Lo mismo que otra escapada que harán pronto Alejandro y Mariana, esta vez sin hijos y exclusivamente para ellos dos. Tomás Novick, director de la agencia de viajes Trip Now, apunta que la primera duda por evacuar a la hora del planeamiento de las vacaciones de verano, más allá de que el grupo familiar tenga que sentarse a conciliar

El turista, según sus preferencias

El fiEl Repite destino todos los años. Y si es en la playa, también el balneario y hasta la misma carpa

El dEscubridor Todos los años elige un lugar nuevo y disfruta marcar tendencia entre familiares y amigos

El crucErista ¿Cómo recorrer distintos países sin arrastrar valijas, por trenes o aeropuertos? Así, arriba de un crucero

El all inclusivE Pileta y tragos. El hotel es la solución de todo: no tienen que planear actividades ni moverse demasiado

Alejandro Blanco Gori trata de consensuar con su familia el próximo destino distintos intereses, es si serán dentro o fuera. Y, en ese sentido, la coyuntura del país influye, y mucho. Y para el que quiera irse afuera la posibilidad está en financiar el viaje y endeudarse en pesos. ¿Y cuál surge como el paquete más tentador? Un clásico de los 90: el all inclusive. “En estos momentos, a boca de urna, al producto que le está yendo bien es el all inclusive porque tiene todo solucionado de antemano. Todos los alimentos y hasta las actividades recreativas incluidas. Con el endeudamiento de tarjeta en pesos, el dinero que hay que llevar es muy poco. En un mercado atomizado en cuanto a las decisiones, definitivamente, es lo que se está imponiendo”, dice. Para quienes viajen afuera, Jorge Gobbi da los consejos que considera habituales para este tipo de vacaciones: comprar los pasajes a más tardar durante este mes, buscar en la medida de lo posible no viajar en plena temporada alta –los precios son más altos– y buscar adquirir la mayor parte de los servicios desde la Argentina, ya que el gasto con tarjeta fuera del país estará sujeto a un adelanto de Ganancias. Los Bianchi aún no decidieron dónde irán. Y Karina asegura que todos sus amigos están en la misma. La costa argentina, Brasil, Disney o un buen destino para la primavera del año que viene. Quién sabe. Seguramente uno que armarlo no lo estrese. Porque si le preguntan hoy, se queda en casa.ß

foto: gustavo bosco

Consejos para sortear con éxito la odisea de cada año OPInIÓn Julián de Dios PArA LA NACiON

V

acaciones. Apenas algún miembro de la familia menciona el tema, comienza la pequeña odisea: primero, las preguntas: ¿nos vamos de vacaciones?; ¿cuándo? Y la más temida: ¿a dónde?... ¡Con la obligación que implica no equivocarnos en el destino elegido! Luego, la etapa de buscar y encontrar precios, y mientras tanto recopilar toda la información necesaria para que nadie nos diga al volver: “¿Conociste tal lugar...? Qué pena, estabas a dos cuadras”. Y finalmente retornar a casa felices, descansados, con anécdotas para contar y fotos para mostrar. ¿No será mucho? Aquí va el primer consejo: relajémonos, estamos hablando de vacaciones. La primera decisión, y tal vez la más difícil, es elegir dónde vamos. En gran parte, el destino ya predispone a un tipo de viaje: el Caribe es sol y playa, Nueva York es un bombardeo de estímulos, Egipto es la aventura, Europa las raíces... Por eso, más que elegir el destino, lo primero que hay que definir es el tipo

de viaje que queremos vivir y luego, de acuerdo con el presupuesto, ver cuál es el mejor escenario. Como una vez me sugirió Miguel Brascó, primero se elige el plato y luego el restaurante. Elegido el lugar, comienza la planificación del viaje. Que puede ser uno de los momentos más lindos de las vacaciones, aunque aún no hayamos partido. Sentarse en familia para escuchar, hablar e imaginar qué haremos en esos días, “empaparnos” del destino elegido, viendo películas, disfrutando música o leyendo artículos y guías de viaje que nos van dando las herramientas para aprovechar luego mejor el tiempo y el dinero. Con una clave: al programar las actividades, involucrar a todos los integrantes, pensando lo que le interesa a cada uno. Si alguien va de mala gana difícilmente lo pase bien y no hay nada más contagioso que el malhumor. Y un último consejo: el primer paso para tener unas vacaciones inolvidables es dejar las expectativas en casa y dejarse llevar por lo que el destino (en todo sentido) nos ofrezca.ß El autor escribe y edita guías de viajes (www.dediosonline.com).

escenas urbanas Por Eduardo Di Clérico

El Centro Cultural Recoleta y la Iglesia del Pilar, frente a plaza Francia, hace tres semanas

pequeños grandes temas Por Miguel Espeche

Cuando llega el tiempo de decir basta

H

ay muchas y variadas maneras de decir basta. Las hay leves, las hay vanas, las hay mentirosas o, en algunos casos, las hay rotundas… esenciales. Una madre, por caso, puede decirles a sus párvulos indóciles un basta light, de esos que salen flaquitos, implorantes, y verá que su decir suena a la nada misma, mientras sus niños

continúan saltando sobre el sofá del living a las doce de la noche, sin miras de irse a la cama aunque mañana haya colegio. El terreno de los basta es difícil porque no hay regla acerca de cómo aplicarlo en cada situación, dado que las personas son muy diferentes y cada una tiene su medida. El universo en el cual esto se ve

con más claridad es el de la pareja. De hecho, dos nociones de la actitud a tomar parecen colisionar. Por un lado, hay una idea que dice que el estar juntos de manera comprometida implica superar muchos obstáculos, limar diferencias, amalgamar temperamentos, tener infinita paciencia… Mientras tanto, la otra cara de la misma moneda dice que no es cuestión de morir en el intento de sostener la pareja, que hay diferencias que son irreconciliables, que hay cosas que son absolutamente inaceptables y no hay por qué vivir infeliz siendo que es tan ardua la convivencia. Ambas actitudes tienen su razón de ser, y no hay un límite preciso ni una medida que estandarice el basta del caso, si es que corresponde que éste deba ser usado. ¿Cuántos golpes recibirá una mujer en pareja con un violento (cre-

http://buenosaires.urbansketchers.org / [email protected]

yendo que se redimirá algún día) hasta decir basta? ¿Cuánto tiempo deberá sufrir un marido la indiferencia sexual de su mujer (una de las formas de la violencia conyugal) antes de decir basta? ¿Es cuestión de seguir intentándolo? ¿O ya está, no va más, no se puede o quiere seguir así, por lo que… basta? Lo que sí es claro es que el basta pronunciado desde lo más profundo siempre es fecundo, porque no solamente apunta a poner un fin a algo (un “algo” que es importante definir bien, para no dar pasos en falso), sino que genera la inauguración de otra etapa, otra circunstancia, sea con otro actores, con los mismos actores transformados o en nuevos escenarios. Se debe al hecho de que el encuentro con ese basta (que no es mero impulso, sino fruto de la maduración que llega a la acción) significa un

encuentro con el deseo más profundo. El basta “ontológico”, por llamar de esta surrealista manera al que surge de lo profundo del ser, cuando por fin llega siempre se dice con todo el cuerpo, con la vibración y convicción de todo el ser puestos en acto y palabra plena. Por eso, ese basta profundo siempre genera efectos genuinos, de esos que despiertan a la vida y abren oportunidades, aunque generalmente duelan o sinceren conflictos preexistentes. No es fácil encontrar ese basta. El camino en su procura está lleno de miedos, de obstáculos, de dudas y confusiones. Pero la verdad siempre llega a la conciencia, y está en cada uno saberla identificar para decir el basta que corresponda, ese que marca el territorio, abriendo camino a un mejor porvenir. El

cuerpo ayuda diciendo lo suyo, el alma empieza a gritar que, de eso… no más. Las ideas y especulaciones quedan repentinamente atrás, la valentía aparece en clave de acto… de a poco, las nubes y la pesadez que se han ido acumulando precipitan en lluvia ante la llegada del rayo. ¿Cuándo ocurre eso? No lo sabemos, pero vale confiar en que los tiempos llegan, y cuando lleguen se sabrá reconocerlos (a veces con ayuda de gente buena cercana), porque no es el miedo y el mero aguantar estéril, sino las ganas de vivir genuinamente la que marcará el día y la hora de decir que, lo que fue, no es más, porque se desea otro camino para realizar los deseos más profundos, por lo que se acabó lo que se daba.ß El autor es psicólogo y psicoterapeuta