EL CARTERO En un pueblo que se llamaba Silla, cerca de Valencia ...

Carmen que conoció a Juan en el balneario de Chulilla, que se enamoraron y quedaron en escribirse. Ella era la que había escrito cinco cartas, pero él no las ...
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EL CARTERO En un pueblo que se llamaba Silla, cerca de Valencia, había un chico que se llamaba Antonio. Tenía 19 años, era lato, recio y fuertote. Antonio vivía en un tercer piso cerca de la carretera que iba a Valencia. Antonio trabajaba en la oficina de correos de Silla. Llevaba dos años. Todas las mañanas se levantaba a las 6:45 de la mañana se arreglaba, desayunaba leche con cola-cao y 3 magdalenas y se iba a la oficina de correos. Cuando llegaba saludaba a sus compañeros y se ponía a trabajar. Primero de todo iba al buzón y recogías las cartas, las metía en la saca, se las llevaba a la oficina de correos y las clasificaba por el nombre de las calles, por el número y finalmente por el nombre al que iba dirigida la carta. A Antonio le gustaba mucho su trabajo, él pensaba que si no hubiera carteros la gente no podría comunicarse y tener cartas. Un día, Antonio vio que había una carta dirigida para Juan Gómez López con la dirección de San Roque, 115 de Silla. Cuando fue a entregar la carta, se dio cuenta que el 115 no existía, no le dio importancia, por lo que había gente que se equivocaba de dirección y había que devolver la cartas al remitente. Pero otro día hubo otra carta, con la misma dirección y el mismo nombre, otra más y otra y otra y otra que Antonio devolvía. Pero un día llegó una carta más y pensando, pensando, decidió abrir la carta y leerla. La carta era de una chica que se llamaba Carmen que conoció a Juan en el balneario de Chulilla, que se enamoraron y quedaron en escribirse. Ella era la que había escrito cinco cartas, pero él no las había contestado. Carmen pensaba que ya no la quería y ella le escribía en esa carta que era su última carta le escribía que quería verse con Juan en los Jardines de Monforte para que ella le devolviera la pulsera que ella le había regalado cuando estaban en el balneario. La pulsera llevaba el nombre de Carmen. Antonio al leer la carta se puso triste, porque sabía que Juan no había recibido las cartas y ella, Carmen, no lo sabía. Entonces Antonio pensó como podía encontrar a Juan y se le ocurrió buscar en la guía de teléfonos, y lo encontró. Entonces se dio cuenta del error y supo que vivía en la calle San Roque 15 y no en el 115 cono ponía en las cartas. Antonio fue a casa de Juan y le dio la carta y le explicó que había devuelto las otras cinco cartas porque la dirección estaba mal. Juan le dio las gracias por haberse preocupado. Juan fue ese domingo a la cita de los Jardines de Monforte de Valencia a encontrarse con Carmen y le contó lo que había pasado y como, con la ayuda de Antonio el cartero, se habían vuelto a encontrar.