con un pueblo peregrino

tros cursos, de despertar esa chispa que juntos, nos ayuda a identificar adonde vamos”. Su peregrinaje sigue. Hace poco,. Yoque fue aceptado a Loyola Mary-.
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MAYO/JUNIO 2015 U REVISTA MARYKNOLL



Cortesía de Leonel Yoque

l Diácono Leonel Yoque conoce en carne propia el temor de cruzar la frontera a Estados Unidos a pie. Se vio forzado a migrar a Los Angeles, California en 1989, porque “como joven en Guatemala en esa época, o tenía que unirme al ejército o ser un guerrillero; no quedaba otra”, dice. Poniendo su fe y vida en las manos de Dios, dejo detrás su país, su familia y la universidad donde estudiaba abogacía, y empezó su peregrinaje. Hoy como educador y promotor misionero de Maryknoll, usa su experien-

cia migratoria para poder ayudar y ministrar a la enorme comunidad hispana de la Iglesia Santa Cruz (Holy Cross); ubicada en South Central, una de las partes más peligrosas de Los Angeles, conocida por sus pandillas y violencia. Aquí es donde Yoque se quedó, se casó, tuvo tres hijos y en 2008 fue ordenado diácono. Su parroquia es 99 por ciento hispana, con 1,500 familias registradas y siete misas cada domingo. “Hay más gente que espacio”, dice. Le ha tocado bautizar hasta 30 niños en un día, y en este momento tienen más de 500 jóvenes preparándose para primera comunión y confirmación. “Qué oportunidad tan grande tenemos”, dice. “No sólo para pasarle a estos jóvenes las enseñanzas de la Iglesia pero también enseñar a nuestros jóvenes a reflexionar. ¿Quién eres? ¿Adónde vas? Nosotros tenemos cierta responsabilidad para facilitar estos espacios de diálogo. Porque sin reflexionar, creo que esta comunidad se va por donde el destino los lleva”. La arquidiócesis de Los Angeles es enorme: 302 iglesias. “Por eso he enfocado mi ministerio dentro de los catequistas”, dice, “porque pueden ayudar mucho en esa abertura al diálogo con estos jóvenes y niños”. Yoque presenta modelos “para que no se limiten en sólo los conceptos teológicos o eclesiales pero también ayuden a que reflexionen sus estudiantes para ver, con lo que han aprendido, qué papel tienen ellos en la Iglesia y en la sociedad”. Con este motivo, Yoque y otros misioneros de Maryknoll están desarrollando un programa pedagógico para formar futuros misioneros hispanos.

El Diácono Leonel Yoque realiza una oración que incorpora elementos Maya durante el Programa de Formación Misionera de Maryknoll en Guatemala, su país natal.

CON UN PUEBLO PEREGRINO Por Gabriela Romeri

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El programa, conocido como Discípulos Misioneros, trae formación misionera a jóvenes latinos, que serán el futuro de la Iglesia en este país. “El curso es una reflexión, un entender, para juntos ser protagonistas de esta comunidad latina en Estados Unidos. Como el mismo Papa lo ha dicho: hoy para hacer misión no tienes que cruzar el océano; hoy misión es el cruzar la calle, cruzar tu vecindario. Salir de tus límites”, dice el diácono.

“Los Hispanos en Estados Unidos somos un ‘pueblo peregrino’, y junto con todos los desafios...nos sentimos unidos en una fe”. Yoque prepara a estos jóvenes para que sepan que: “Ellos mismos son agentes de su propio caminar. Es muy importante esta metodología. Aquí el participante no pierde su individualidad, ni esconde su identidad. Al contrario: recibe un nuevo impulso a su crecimiento personal”. Y dice que él también aprende: “No vengo solo a enseñar. Aquí venimos para compartir. Y yo me enriquezco cada vez que hago un curso con ellos”. La primera frase del programa de formación misionera dice: “Los Hispanos en Estados Unidos somos un ‘pueblo peregrino’, y junto con todos los desafíos que enfrentamos, nos sentimos unidos en una fe”. “Es un caminar”, dice Yoque. “Paso a paso nos vamos entendiendo, y nos vamos haciendo parte de la co creación de Dios, con la Trinidad, con el espíritu de Jesús que nos va enseñando y nos va haciendo comunidad. Eso es el propósito de nueswww.revistamaryknoll.org

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David Aquije/Texas

Cortesía de Leonel Yoque

tros cursos, de despertar esa chispa que juntos, nos ayuda a identificar adonde vamos”. Su peregrinaje sigue. Hace poco, Yoque fue aceptado a Loyola Marymount donde estudia para una maestría en teología pastoral—el primer curso que ha tomado en inglés. “Ha sido un reto, pero no me arrepiento”, dice. Su ministerio con Maryknoll lo ha llevado a conocer Bolivia, Jamaica, y a volver a visitar Guatemala. Pero dice que todo lo que ha logrado surgió por su diaconado. “Es un ministerio excelente”, dice él. “Nunca pensé que iba a ser diácono, nunca; pero el espíritu de Jesús me ha llevado a lugares que nunca esperé estar, hasta a ser un misionero de Maryknoll”, y agrega que hace mucha falta más diáconos para Los Angeles. Cuando llegó a su parroquia hace 18 años, él dice: “Había un párroco y un ministro laico. Pero poco a poco hemos ido desarrollando una pastoral de conjunto”. Ahora, aunque sigue siendo el único diácono,

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hay por lo menos 350 ministros en la Iglesia Santa Cruz. “Nuestros ministerios han nacido a partir de nuestros mismos desafíos” dice Yoque; retos muy complejos para esta comunidad de inmigrantes recién llegados. “Hay comunidades que no tienen papeles y viven bajo una incertidumbre de no saber qué va a pasar”, dice. Él se acuerda cuando llegó a Los Angeles, sin papeles: “de tener que empezar desde abajo, sin traer más que la ropa que tienes puesta”, dice. No se olvida de las pesadillas que tuvo por años hasta recibir su residencia permanente: “Me levantaba durante la noche, asustado” que su joven familia sería separada. “Esas pesadillas las vives por día también, cuando no tienes licencia para conducir y no sabes el momento en que un policía te va a parar. O vas a trabajar sin saber si va a ver una redada. Incluso caminando puede haber una redada de inmigración”, dice. “Este temor constante es lo que viven nuestras comunidades. Cuando tú vives

Arriba: En programa de formación misionera en Austin, Texas, un proyecto conjunto de Maryknoll y el Instituto Fe y Vida. Izq.: En la Casa Maryknoll en Cochabamba, Bolivia junto a Padre Tomás Henehan y Kris East.

esta experiencia, te hace más sensible al sufrimiento de tus hermanos. Ves a la comunidad hispana y sabes lo que les está pasando”. Ahora cada mes una enfermera atiende en la iglesia, tratando casos como la alta presión, diabetes o el colesterol. Yoque y los ministros traen a expertos y contratan con organizaciones para enseñar sobre aspectos eclesiales hasta asuntos financieros— cómo manejar tarjetas de crédito, cómo establecer crédito, cómo llenar o renovar los permisos de trabajo. “Hay falta de trabajo, abusos en los trabajos, abusos en el sistema”, dice. Junto con su comunidad, enfrentan las situaciones “del diario vivir nuestro”; y cómo se nota la diferencia en tener un latino en posición de poder ayudar a su pueblo. “Vamos subiendo la escalera; poco a poco, pero juntos”, dice. Por eso, Yoque explica: “Creo que en mi papel como diácono, yo sigo abogando por la comunidad. Tal vez no como había pensando, que iba a ser abogado de leyes. Pero constantemente

lo hacemos en nuestros ministerios. Todos los días vivo misión”. A pesar de los enormes desafíos, Yoque dice: “Dios ha sido muy bueno conmigo. Me ha puesto en un lugar privilegiado, y tengo que echar para adelante con todo lo que me ha dado”. Dice que para él, lo más importante es su conexión con la comunidad: “Si tú no caminas con una comunidad, fácilmente te pierdes”. La misma comunidad que le desafía es la que le impulsa y motiva a seguir, dice: “A veces he sentido que no me quiero levantar. Pero viene alguien y me ayuda a mí, y es ahí cuando tú reconoces—no voy solo. Soy parte de un pueblo”. “Estoy convencido en esto: somos una comunidad, y estamos interconectados. Somos una creación de Dios y de cierta forma tenemos que continuar en ese espíritu de su comunidad”, dice Yoque. “El espíritu de Jesús nos va llevando, y a veces nos lleva por esos caminos que jamás esperabas. Y vamos caminando juntos”. www.revistamaryknoll.org

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