Un vagón de tren para el Dante Principios que no se rompen

11 abr. 2009 - ciones gratificantes, abren un espa- cio de esperanzada fantasía cuando se juega a creer que se puede recibir ayuda milagrosa, disponer de ...
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Espectáculos

Página 4/Sección 4/LA NACION

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Sábado 11 de abril de 2009

TEATRO (Platea infantil)

Opinión

Por Ruth Mehl

Versiones y parodias: la libertad de denunciar lo falso No es tarea sencilla llevar a escena una historia ya conocida por los niños, pero hay algunos secretos para acercarla a la verdad Cuando se aborda un texto originalmente creado para los adultos con la intención de volcarlo al público infantil, la gran dificultad consiste en encontrar la manera de ser honestos con el original y con el destinatario y, a la vez, evitar para los niños las partes oscuras o dolorosas. Los cuentos de hadas siguen siendo los favoritos en el teatro para chicos. Estas princesas con problemas (resueltos con alguna colaboración mágica), estos príncipes apuestos y valientes que enamoran a las bellas y solitarias o rescatan a los débiles, y estos malos finalmente castigados, estos héroes que salen a salvar a los inocentes, este triunfo de la justicia sobre el mal, siempre convocan emociones gratificantes, abren un espacio de esperanzada fantasía cuando se juega a creer que se puede recibir ayuda milagrosa, disponer de algo o de alguien que rompa, en favor de los buenos, las reglas de la secuencia lógica de la tragedia. En general, tienen una estructura perfecta, y, si se elimina algo, se corre el riesgo de romper el equilibrio del relato. La edad del espectador es un factor importante. A los niños pequeños, por ejemplo, les importa la fidelidad al relato: ya se sabe que cuando se lee o cuenta el cuento de las buenas noches, las pausas y los gestos deben repetirse en los mismos lugares, los nombres ser exactos, en fin, la reproducción fiel es una necesidad, es lo que los lleva de la mano por terreno seguro, hacia un final conocido y satisfactorio. Una nena de cinco años, espectadora de La Flaca Escopeta, se echó a llorar al final de la función, desconsolada, porque “la Flaca no había volado”. Había ido precisamente a verla volar y repetía entre hipidos: “la Flaca siempre vuela”. Si El Zorro no lucha con su espada y no traza la zeta, si la Cenicienta no pierde uno de sus zapatitos de cristal ¿cómo

Mi bello dragón, la obra que escribió Enrique Pinti, es un ejemplo de parodia muy bien resuelta

ARCHIVO/GUASTAVINO

(Piedra libre) N Homenaje. Hoy y mañana, a las 16.30, en el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543, dentro de las jornadas conmemorativas por el centenario del nacimiento de Javier Villafañe (19092009) el grupo cordobés de títeres El Chonchón presentará Los Bufos de la Matiné, títeres de guante con dirección de Héctor Di Mauro. Con Carlos Piñero y Miguel Oyarzún. Para niños desde los tres años y para toda la familia. N Títeres. En el Auditorio BAC,

Suipacha 1333, los sábados, a las 18, se presenta El Niño de Arena,

de la Compañía Omar Alvarez Títeres. Informes y reservas: 43936941 y 4767-4213. $ 30. N Paraguas. Por algunos sábados

más siguen las funciones de De paraguas, de Silvia Copello, en el Teatro del Pasillo, Colombres 35, a las 17. Informes y reservas: 4981-5167. $ 16. N Juegos. Como los niños en sus

juegos desarman y arman, los personajes de Desarmable, de Manuel González Gil, con dirección de Héctor Presa, juegan a inventar, en el Larreta, Vuelta de Obligado

2155, hoy, a las 16.15 y 17.30. Informes: 4771-9295 / 4786-0280. $ 18. N Desde Mendoza. Hoy y mañana, a las 16 y a las 17.30, en el Museo del Títere, Piedras 905, se presenta Juan sin miedo, de la compañía Patalarrastra, de Mendoza. Bono contribución: 12 pesos, grandes y chicos. N Musical. Los sábados y domingos, a las 16, en el Maipo Club, Esmeralda 449, 2° piso, puede verse Segunda ópera prima, con la Compañía de Teatro Musical del IUNA, dirigida por Gustavo Monje. $ 20.

podrían ser reconocidos como auténticos? Cuando la versión está dirigida a los chicos mayores, o a los adolescentes, el enfoque puede diferir. Están capacitados para disfrutar enormemente de la parodia (siempre que el texto original sea conocido o recordado). En el teatro para niños se han visto excelentes parodias. Mi bello dragón, de Enrique Pinti, es una comedia musical donde la princesa es rebelde y escapa del palacio para conocer el mundo real, los malos son bastante estúpidos, la magia del hada es inútil y el dragón es un ser tranquilo que solamente quiere que lo dejen en paz. Todos estos antihéroes están engarzados en una historia coherente que juega con los estereotipos más conocidos y divierte mucho desde el absurdo. Blancacienta es una creación de Darío Luchetta y Silvina Katz, que fue interpretada por alumnos del taller de Andamio 90. En ella, los personajes de varios cuentos de hadas pasan por accidente de una historia a otra, creando disparatadas situaciones; en este caso el nexo entre los cuentos le corresponde a un primer ministro malvado y corrupto. En estos ejemplos se puede observar un perfecto equilibrio en dos maneras muy diferentes de relatar, pero apoyados ambos en una temática clara, con un hilo argumental definido que sostiene y da potencia al cuento, permitiendo la completa entrega al humor, que juega a sorprender. Adaptar o parodiar no es sólo volver a contar, sino que requiere tener muy claro por qué se lo hace y quién será el interlocutor cómplice, además del muy profesional respeto al material original. O sea, que la originalidad provenga de algo nuevo que se quiere decir con una mirada fresca, y traviesa a algo viejo. Eso, además de una buena diversión, es un maravilloso ejercicio de la libertad en procura de la verdad.

Principios que no se rompen Buena

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Cuestión de principios, de Roberto Cossa. Intérpretes: Adriana Salonia y Víctor Hugo Vieyra. Escenografía y vestuario: Mariana Tirantte. Asistente de dirección: Andrés Giardello. Dirección: Hugo Urquijo. En el Teatro del Pueblo, viernes y sábados, a las 21. Duración: 75 minutos

Por Ernesto Schoo

Biografía de un viejo teatro La historia de un edificio, ¿podría llamarse una biografía? En principio, el vocablo parecería sólo adecuado para aplicarlo a la trayectoria de personas, ya que literalmente significa “vida escrita”, y limitando el concepto de lo viviente a la existencia biológica. El criterio podría ampliarse, sin embargo, e incluir también animales (Virginia Woolf escribió una admirable biografía de Flush, el perro de la poeta ingle-

El Verdi, de Cañada de Gómez, fue edificado a fines del siglo XIX sa Elizabeth Barrett) y –¿por qué no?– plantas notables por alguna razón. Ampliemos un poco más: los lugares significativos para las comunidades humanas, aquéllos donde la gente, por diversos motivos, se ha congregado y compartido momentos trascendentales (o simplemente gratos), a través del tiempo y de las generaciones, adquieren una suerte de humanidad, evocan sentimientos y emociones íntimamente ligados a muchas vidas. Un monumento, un estadio, una plaza o un parque, un recinto, también merecerían entonces que sus fastos fueran consignados para la posteridad. Cuanto más si ese edificio es un teatro, caja de resonancia del intercambio entre el artista y el público, acaso el trueque más generoso que el hombre haya concebido. Así lo entiende el historiador santafecino Gerardo Alvarez, que a comienzos de este año nos hizo llegar un libro encantador, colmado de información. Se titula El Verdi y es la biografía de la sala homónima, que funciona hasta hoy en la ciudad de Cañada de Gómez. Se alzó por iniciativa de la comunidad italiana radicada en el lugar desde fines del siglo XIX, la Società Unione e Benevolenza, e inaugurado el 14 de febrero de 1925 con la ópera Il Trovatore. * * *

¿El fin de las utopías? ¿La caída de las ideologías? ¡Qué difícil puede ser tratar de mantener los principios en una época en la que estos no tienen ningún valor! Por esta razón, y para dejar un testimonio, el protagonista de esta obra de Tito Cossa decide publicar sus memorias laborales, para dejar constancia de la lucha gremial que representó en otro tiempo obtener conquistas sociales sin perder coherencia en su pensamiento, en su accionar político y, sobre todo, sin deponer sus principios. Fue un militante por convicción y ahora, a la edad de 70 años, sigue pensando que el socialismo no fracasó, sino que fallaron las estrategias de lucha. De cualquier forma, para la publicación del libro, recurre a su hija, autora y editora, con quien no tiene una buena relación. Así se presentan estos personajes, que van a revelar viejos rencores personales e irreconci-

Un contrapunto, entre Víctor Hugo Vieyra y Adriana Salonia

liables diferencias ideológicas.

La puesta La estructura de Cuestión de principios es una sucesión de breves escenas que van a demostrar el grado y el tipo de relación que mantienen padre e hija; una relación cargada de palabras que no se dijeron, de ausencias que no se entendieron, de imágenes del pasado que no siempre se guardan con nitidez. En fin, una relación de silencios que pugnan por llenarse de sentido. En la puesta y para resolver la transición temporal entre las secuencias, Hugo Urquijo, dentro del estilo realista, recurre a la estrategia del cambio de vestuario y accesorios del personaje femenino, que, por la cantidad, resulta finalmente un factor de distracción para la platea, sobre

todo cuando no sucede lo mismo con el personaje masculino. Pero el peso mayor del espectáculo recae en las interpretaciones y en este sentido, Víctor Hugo Vieyra acierta en la composición de ese hombre que se esfuerza por mantener la integridad a pesar de una evolución ética y tecnológica que parece avasallarlo. Logra un personaje convincente, con carnadura y sentimientos que terminan por provocar mucha ternura. Frente a él, Adriana Salonia, quien ofrece una actuación correcta desde los lineamientos de su criatura, pero no alcanza a conmover, carencia que se ve agudizada frente al acertado juego de emociones que desarrolla su compañero.

Susana Freire

El Verdi fue diseñado por el ingeniero Dante Arnaldo Ardigó, nativo del lugar, hijo de inmigrantes italianos, y costó 200 mil pesos. Alvarez refiere que en la noche inaugural, cuando un encumbrado funcionario preguntó al presidente de Unione e Benevolenza a qué presupuesto se habían ajustado, recibió esta respuesta: “Si hubiéramos hecho un presupuesto, no se habría edificado el teatro”. El libro de Alvarez abunda en anécdotas, consigna minuciosamente los artistas famosos que por allí pasaron, desde Carlos Gardel hasta Margarita Xirgu, desde Libertad Lamarque hasta los Niños Cantores de Viena, y cataloga todos los films, mudos y sonoros, que se proyectaron, y las compañías de radioteatro que conmovieron o hicieron reír a tantos. Es el homenaje entrañable a un edificio que representa la historia viva de una comunidad en el tiempo.

Un vagón de tren para el Dante Esta versión teatral de La divina comedia, de Cristina Armada, pierde potencia por sus actuaciones Regular

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La divina comedia. De Dante Alighieri. Dramaturgia y dirección: Cristina Armada. Con Silvina Flores, Darío Macedonio, Marcelo Lara y Juan Manuel Casalia. Diseño de vestuario: Leila Gadpen. Diseño de escenografía: Américo Gadpen. En La Estación de los Deseos, Bacacay 1608. Domingos, a las 22. Duración: 85 minutos.

Adaptar clásicos del género narrativo o poético al teatro es siempre una tarea ardua. De partida, la extensión obliga a cortes ineludibles. Después, cada categoría artística tiene leyes o formas propias que suelen hacer complicadas las trasposiciones. Multitud de ejemplos muestran cómo los intentos por llevarlas a buen puerto fracasan con mucha frecuencia. También se pueden citar casos exitosos y, sin ir más lejos, sobre La divina comedia debemos señalar el espectáculo que el extraordinario actor italiano, Mateo Belli, ofreció el año pasado en el Teatro Nacional Cervantes. También actuó hace algunas semanas en una función única en el Consulado Italiano, haciendo

monólogos juglarescos medievales de los personajes allí mencionados y del cual se conservan los fragmeny modernos. Inolvidable. Pero, para que esto suceda se re- tos que describen el tránsito por los quiere antes que nada creatividad, tres ámbitos señalados por Dante imaginación. Ver de qué manera como residencia posible del hombre una obra que no ha sido escrita pa- después de la muerte: el infierno, ra teatro puede, sin desnaturalizar- el purgatorio o el cielo. La labor de se, ser moldeada y transformada en los actores tampoco es convincente. un hecho teatral El Virgilio, por atractivo. La otra caso, cree erróvía, como es el neamente que caso de Belli, o a la grandeza como lo eran los del texto se llerecitales de Vittoga mediante el rio Gassman –ingrito o la declategrados no por mación exageraobras completas da. Y carga sosino pasajes de bre sus espaldas ellas–, es recugran parte de la rrir a un gran innarración. térprete que puePor otro lado, da sostener con la Beatriz es un su histrionismo extraño persoo las modulacionaje que habla nes riquísimas Un fallido montaje en Flores al principio en cambiantes de su una lengua invoz las bellezas del texto. descifrable, posiblemente oriental, Ninguna de estas condiciones se y no se sabe por qué. Tal vez sea la da en este montaje de Cristina Ar- misma lengua que usa, apenas en mada. La adaptación es sólo una ver- un breve momento, el mensajero sión reducida del poema, al que se del cielo, que en el resto de la piele amputan casi todos los nombres za tiene bajo su responsabilidad la

ejecución de algunos instrumentos: didjeridoo, cuenco de cuarzo, cuenco tibetano, gong y arpa china. Las escenas transcurren en una alfombra en círculo donde Dante y Virgilio reptan todo el tiempo como si el infierno o el purgatorio estuviera constituido nada más que por galerías que no permiten caminar con la cabeza alta. A ese redondel entra una y otra vez Beatriz cuando ve desfallecer al poeta para tocar su rostro e irse. Eso siempre en punta de pies y moviendo las manos, como si aspirara más a una versión coreográfica que teatral.

Ambito ideal El lugar donde tiene lugar la representación es un viejo galpón ferroviario de la línea del Sarmiento, muy interesante como espacio teatral. Mediante las luces colocadas por la puesta y cierto resplandor que viene de una porción de vidrio del techo, se pueden lograr efectos sugestivos. Y eso de a ratos se nota, salvo cuando un humo innecesario –que se larga todo el tiempo para mostrar las tinieblas– lo impide.

Alberto Catena