Espectáculos
Página 4/Sección 4/LA NACION
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Sábado 26 de mayo de 2007
Por Ruth Mehl
Platea infantil
Teatro
Las cartas de Artaud a Barrault En 1935, dos borró con un trazo acontecimientos de su pluma y de su teatrales conmoespíritu cerca de dos vieron a París. Por mil trescientos años fin, Antonin Artaud de teatro, de teatro (1896-1948) estrenaba occidental”, escribe su tragedia Los CenFrank. Quien ubica ci, la cual, según su de inmediato al lecautor, modificaría tor en aquellos años para siempre la coneuropeos entre las cepción del teatro dos guerras munoccidental. Y el joven diales, 1930 a 1935, Jean-Louis Barrault cuando el teatro (1910-1994) presentafrancés reinaba en ba su primer trabajo el mundo. “Era un Por Ernesto personal, una vertiempo milagroso Schoo sión de Mientras yo para el teatro. Pero agonizo, la novela no era bastante para de William Faulkner, que tituló Antonin Artaud.” Autour d’une mère (‘Alrededor Durante la Exposición Code una madre’). Barrault se lonial de París, en 1931, dediconsideraba un discípulo, un cada por Francia a su imperio seguidor de Artaud, quien ya de ultramar, Artaud asistió a había dado pruebas, tanto en la una representación de teatro escena como en la pantalla mubalinés. No conocía el idioma, da (La pasión de Juana de Arco, pero quedó fascinado –sede Dreyer; Napoleón, de Gance), ducido, mejor– por ese arte de una presencia y un talento esencialmente simbólico que, nada comunes. Como sus rescomo el teatro chino o el de la ponsables, ambos espectáculos India, prescinde del realismo tuvieron destinos muy diversos: y recurre a un lenguaje de gesLos Cenci fue un fracaso estrepi- tos y visajes codificados desde toso, al que se atribuye en parte siglos atrás. Sería necesario, la crisis nerviosa que desembodeduce Artaud, derribar el có en la demencia de Artaud; edificio de convenciones reala puesta y la interpretación de listas, que constituye el teatro Barrault lo consagraron como occidental, para armar una un audaz renovador del teatro estructura totalmente distinfrancés y mundial. ta, sobre la base del “espíritu de anarquía profunda que está * * * en la base de toda poesía”, en El más joven sentía auténtica busca de un estado de terror admiración por el mayor; la metafísico que nos liberaría simpatía y el respeto eran mudel peso de la razón. tuos. De ahí que iniciaran una * * * amistad y una correspondencia, de la cual subsisten algunas cartas enviadas por Artaud a Barrault. En 1975, Ediciones Siglo Veinte publicó en Buenos Aires la traducción de esas misivas, a partir de la edición francesa de Bordas, con un prefacio de Paul Arnold y una nota liminar de André Frank. La traductora fue Martha Moia. Una amiga generosa acaba de regalarme un ejemplar.
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Esto era lo que Artaud llamaba “el teatro de la crueldad”, que sería ejemplificado por Los Cenci, una pavorosa tragedia renacentista. Como dice Frank, “llegó demasiado temprano y demasiado tarde”. Los aullidos y las fingidas torturas de Los Cenci hicieron reír a París de los años 30, cuando Jouvet triunfaba con Giraudoux y los Pitoëff con Chejov.
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Confieso que me interesó más la introducción de Frank que la correspondencia en sí. Ya se verá por qué. La nota liminar advierte, desde el primer párrafo, que del talento (el genio, acaso) de Artaud sólo cabe esperar contradicciones. Este hombre singular, de cuya apostura juvenil queda testimonio en los films citados, pertenecía, como su compatriota Rimbaud, “a la raza de los que cantan en el suplicio”. Y era también un poeta, ante todo. “Con la intransigencia del innovador que se siente misionero, Antonin Artaud
La experiencia de Barrault con Faulkner era innovadora, pero no rozaba el ridículo. La decena de cartas entre ambos creadores muestran un intento inicial de Barrault por colaborar con Artaud y el rechazo de éste. Luego se invierten los papeles y es Barrault (de quien no se conservan las misivas) quien rehusaría comprometerse en una empresa delirante, a medida que la cordura abandona a Artaud, cuyas últimas cartas, desde el hospicio de Rodez, son patéticas. Pero sabemos que Barrault ya no le contestaría jamás.
Un recital para cantar y jugar Hoy se estrena Un cierto concierto, sobre canciones de Hugo Midón y Carlos Gianni De inmediato se percibe una especie de felicidad íntima, que irradia desde un grupo de cuatro jóvenes actores que están preparando un espectáculo que se llama Un cierto concierto, que sube a escena hoy en el teatro La Comedia. Son Omar Calicchio, Gustavo Monje, Laura Silva y Laura Conforte, que gestaron un concierto para los chicos con canciones de los espectáculos de Hugo Midón y Carlos Gianni. Laura Silva, quien trabajó en numerosos musicales como Drácula, Mamá es una estrella, La Bella y la Bestia, Los miserables y El hombre de la Mancha, es la responsable de la idea. “Tenía muchas ganas de hacer un recital para chicos y pensé en las canciones de Hugo y Carlos”. Se refiere a Hugo Midón y Carlos Gianni, autores de tantos y tan celebrados espectáculos para niños, con quienes ella trabajó en Huesito Caracú. “Fueron muy generosos. Nos entregaron los temas sin condiciones. Entonces, les conté la idea a Omar, Gustavo y Laurita, y les encantó. Hablé con Javier López del Carril, un compositor amigo, para que hiciera los arreglos, y después lo llamamos a Enrique Federman (La Fila, Sweet Charity, Cosas de payasos, No me dejes así) para que nos dirigiera, y acá estamos”, continúa Silva. Los cuatro intérpretes son muy amigos; han actuado en varias obras de Midón y Gianni, pero también en musicales para adultos. Se muestran emocionados de estar haciendo juntos algo que les gusta mucho y cuentan que en los ensayos, sobre todo al principio y con ciertas canciones, corren las lágrimas. “Es un espectáculo muy divertido –se apresura a aclarar Gustavo Monje, uno de los protagonistas de Huesito Caracú, Stan y Oliver y El salpicón, de los autores en cuestión– aun con su cuota de reflexiones, como tiene Hugo en las letras. Lo que pasa es que a nosotros las canciones nos pegan por cosas nuestras y nos conmueven. Creo que hasta después del concierto vamos a llorar bastante; de emoción, claro”. Por su parte, Laura Silva aclara que la selección de canciones fue muy difícil: “Primero les pedimos a Carlos y a Hugo que confeccionaran una lista de sus temas favoritos. Después elegimos las que quería cada uno de nosotros, y luego aparecían las que no podíamos dejar afuera. Entonces, empezábamos a decirnos: «¿Cómo no va a estar ésta, o esta otra?». Bueno, pero al final quedó el repertorio para este concierto”. Por su parte, Monje aclara que querían que estuvieran representados todos los espectáculos de ellos, desde La vuelta manzana, pasando por Stan y Oliver o Vivitos y coleando, hasta Huesito Caracú y La familia Fernández. Y están. “Encontramos que podíamos armar bloques con distintos temas, y las agrupamos.” Laura Conforte, que escucha y asiente, agrega: “Los bloques son interesantes; vimos que algunas hablan de amor; otras, del clima; otras, de los objetos o de la amistad, la fantasía, y además hay mucha riqueza en lo
Piedra libre ■
Pequeña orquesta.
Mañana, a las 11, en el Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551, 4º piso, se presenta El viaje del violín, a cargo de Sergio Feferovich y un cuarteto de cuerdas. Organiza Momusi. La entrada es gratuita y se entrega una hora antes en planta baja. Se recuerda que la capacidad de la sala Muiño es limitada. * * * ■ Despedida. Mañana, en la sala Alberdi, Sarmiento 1551, 6º piso, a las 17.30, Payasos en su ruta hará su última presentación en el ciclo. A la gorra. Las localidades se entregan en planta baja una hora antes.
* * * ■ Diego Topa. Los sábados,
domingos y feriados, a las 15.30, se presenta ¡El show de Topa!, un musical con el conductor de Playhouse Disney y nuevos personajes. En el Premier, Corrientes 1565. * * * ■ Buenos
Monje, Silva y Federman (parados), junto a Calicchio y Conforte RODOLFO PEZZONI
PARA AGENDAR
■ Un cierto concierto La Comedia, Rodríguez Peña 1062, 48155665. Sábados, domingos y feriados, a las 15, y a las 17. $ 25.
que dicen; uno las redescubre en este nuevo contexto”.
Del texto a la canción “Lo que me gusta es esto de ofrecerles a los chicos un concierto, con todas las formalidades”, comenta Omar Calicchio (Vivitos y coleando, Stan y Oliver, El salpicón), quien además es autor de los textos de los nexos. “Los cantantes con sus trajes, los cortinados y los músicos en escena: eso es lindo. Después, las cosas empiezan a cambiar por efecto de las canciones, y hasta los músicos se involucran y comienzan a jugar.” Enrique Federman, director del espectáculo, interviene: “Teníamos que darles un formato, un pulido que estuviera de acuerdo con las canciones; atravesar con nuestras ideas el estilo de Hugo y Carlos; lograr un tipo de actuación, de juego que se integrara a lo que el material propone, y de este modo los textos devienen canciones y las canciones terminan siendo textos. La idea es que haya una unión, una integridad, que no se noten las costuras. Algo similar”. Explica que eso mismo pasa también con la música, ya que hay una
base electrónica de instrumentos de percusión, que se ensambla con un cuarteto de cuerdas interpretado por músicos en vivo. “En realidad, todo se va fusionando de lo clásico hacia lo moderno y actual, incluso en juegos con los músicos; y esto se acompaña con la actuación, la escenografía y el vestuario”, agrega Federman. Es indiscutible que todo el equipo irradia algo especial: emoción, alegría, satisfacción. Y se puede suponer que algo igual pasará con el público, en primer lugar los integrantes de esa militancia que Midón y Gianni han logrado a lo largo de su trayectoria. Chicos y grandes irán a ver si están sus canciones favoritas, o qué les resuenan de estas otras que antes no singularizaron, pero que estos intérpretes se las muestran como nuevas. Y todos, los veteranos y los nuevos, irán a pasarlo bien con lo que estos artistas integrales ponen sobre el escenario. Ellos están contentos y esto se resume en las palabras finales de Enrique Federman sobre el espectáculo: “Tiene un resplandor y un brillo que no es de lentejuelas”. Un cierto concierto tiene arreglos musicales de Javier López del Carril y Sebastián Muravchik, interpretación musical de Christine Brebes, Paula García Presas, Javier López del Carril, Eva Libia Vera y Paula Pomeraniec. Por su parte, Valeria Brudny es la supervisora de escenografía.
Aires colonial.
Mañana, a las 18, en el Museo Saavedra, Crisólogo Larralde 6309, el Museo Viajero presenta La gran aldea. Entrada: $ 8; docentes y jubilados, gratis. 4573-4672 y 4571-5655. * * * ■
Clásicos. En Vivencuen-
tro, México 3700, los sábados y domingos a las 17, puede verse El niño sol, de Roberto Vega; y los domingos a las 15, Purolucro rompe todo, de Ricardo Talento. $ 10. Informes: 4931-1617. 4932-6250. * * * ■
Integración. En la sala
Carlos Carella, Bartolomé Mitre 970, con dirección de Lito Cruz, los sábados y domingos a las 17, se presenta En el país de Perbrumón, hecha por actores con capacidades diferentes, que buscan la ruptura de toda discriminación. Tiene canciones cedidas o interpretadas por Alejandro Lerner y Patricia Sosa, y la coreografía pertenece a Ricky Pashkus. El espectáculo puede ser disfrutado por no videntes, hipoacúsicos, al igual que por cualquier niño que concurra. Entradas: $ 10. * * * ■
Fantasía. Princesas de
cuentos, dirigida por Débora Warren, continúa sus funciones los sábados y domingos, a las 17.30, en Liberarte, Corrientes 1555.
Una cantata en Villa Ocampo Muy bueno
✩✩✩✩ Versión teatralizada de la cantata O numi eterni, o Lucrezia, de Gerog Fridrich Händel (Sajonia 1865-1759). Intérpretes: Adriana Mastrángelo (mezzosoprano), María Jesús Olondri (violonchelo) y Jorge Lavista (clave). Régie: Horacio Pigozzi. Ciclo Siete Noches, organizado por la Asociación Amigos de Villa Ocampo.
Como bien explicó en el programa impreso Horacio Pigozzi, la cantata de Händel presenta a Lucrecia en el momento previo al suicidio y en las cuatro partes en que está subdividida la partitura se exponen los diferentes estados anímicos por los que atraviesa esta mujer, víctima de una violación. En efecto, el autor escribe una cantata inspirado en la historia de la noble romana que, violada por Tarquino Sexto, hijo del rey Tarquino el Soberbio, séptimo y último rey de Roma de 534 a 509 a.C., se mata en público con un puñal, a los efectos de no sobrevivir a la deshonra, provocando con el escándalo la revolución que destronó a su padre. Pero además se sumó el poema de Shakespeare sobre la tragedia, que, intercalado entre los silencios de la música, ahondó aún más el dolor, la ira y la determinación de la noble protagonista. Y en un ámbito íntimo la versión ofrecida por la consagrada mezzosoprano Adriana Mastrángelo surgió con toda su grandeza, tanto en las partes expresadas en palabras como en los recitativos y arias del noble y evolucionado estilo del barroco italiano, tan predominante en la inconmensurable obra vocal del creador. Con el acertado apoyo de la violonchelista María Jesús Olondri y de Jorge Lavista en el clave, la versión ofrecida alcanzó muy buen nivel musical, al que se
La mezzosoprano Adriana Mastrángelo
sumó la inteligente contribución de Horacio Pigozzi, cuyas pinceladas de teatro fueron resueltas con aplomada y sugerente actuación por la artista, doblemente exigida por una actuación en un pequeño espacio y con el público prácticamente en su entorno. Pero esa intimidad provocó una inmediata captación y comprensión del drama en medio de un profundo silencio y quietud, con lo cual el desarrollo de la cantata y de las partes recitadas –fue muy expresiva y clara la declamación de Mastrángelo, además de refinada en las partes cantadas– pasó fugaz, dejando la sensación de que podría haberse sumado alguna otra obra, acaso
una pequeña joya instrumental del mismo creador. Desde el punto de vista estilístico musical los tres intérpretes dieron muestras de haber desarrollado un muy buen trabajo de preparación, aspecto que se hizo audible en razón de la justeza rítmica y en la limpieza con que Mastrángelo resolvió los pasajes de agilidad, donde no faltan los adornos típicos del estilo barroco. Del mismo modo, su voz se escuchó bien emitida en el canto y con potencia y buena articulación en las partes recitadas a las que le sumo una muy acertada variedad de matices y expresiones, tanto en la faz sonora como en la teatralidad de la expresión, miradas y gestos.
Cosa curiosa y hasta original. Los últimos instantes de la composición están dedicados a un recitativo sumamente expresivo que concluye con el suicidio. Sin embargo, la ausencia de una gran aria final, casi se diría naturalmente esperada desde el punto de vista auditivo, provocó un largo silencio antes de que se asimilara que todo había terminado. Entonces sí estalló el lógico y bien merecido calor de la distinguida concurrencia, que no sólo disfrutó de una noche de buena música, sino también de la atmósfera de una casa de la que emana la historia de la vida cultural de nuestro país y que vale la pena visitar.
Juan Carlos Montero