Rodolfo Bebán.

2 jul. 2014 - más reciente Festival de Cannes debatirán acerca de lo que significa en la actualidad del cine argentino. Estarán Damián Szifron, director.
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espectáculos

| Miércoles 2 de julio de 2014

Y

a no es el galán que fue cuando hizo Malevo ni tiene el ímpetu en los movimientos que tenía cuando compuso al inolvidable Juan Moreira de Leonardo Favio. De aquella época persisten, sin arrugas, su voz cautivante y la mirada azul. Lo nuevo es la actitud convencida, el concepto claro y la seguridad en los anhelos que parecen haberle tatuado las experiencias en el alma. Rodolfo Bebán llega a la entrevista con la nacion con un bolsito en la mano y el andar pausado. La misma tranquilidad con la que buscará la palabra justa para cada respuesta, muchas de las cuales intentarán explicar sus doce temporadas de ausencia en la pantalla chica. –¿Por qué tantos años para volver a la televisión? (Se ríe) –Me acordé un día, de repente, de que existía este medio. No, no fue así. Simplemente lo que me ofrecían no me convencía. [Adrián] Suar me convocó muchas veces. Tengo que destacarlo, porque me ofreció muchos papeles para que volviera a la TV, pero a mí no me entusiasmaron. Y con [Enrique] Estevanez tengo una deuda, por un proyecto que trabajamos hace años y que quedó trunco. Entonces decidí dejar de hacer fiaca y ponerme a trabajar un poco para honrar de una vez ese compromiso. –Pero, además de eso, algo le habrá gustado de este proyecto, Camino al amor. –Sí, claro. Me gustó el libro, me gustó el grupo de gente. Carina Zampini, Sebastián Estevanez, Juan Darthés, que en la vida real es como si fuera un hijo mío, Mariano Martínez. Son adorables todos, todo el equipo. Me hace sentir muy bien trabajar con ellos. –¿Cómo se lleva con la vuelta al ritmo de trabajo de una tira? –¿La vuelta? ¿Qué vuelta? Yo nunca antes había hecho una tira. Siempre trabajé en programas semanales. ¡Esto es terrible! El trabajo es agotador. La verdad es que la paso mal. Pero me la banco. –Por ahí lo alivian las demostraciones de cariño de la gente. (Sonríe) –Sí, eso sí. La gente con la que me cruzo está movilizada por verme de nuevo. Eso me halaga. –¿Es muy distinta la televisión hoy de la que usted dejó? –Cambió la técnica. El resto es igual. Hay programas buenos y menos buenos. No noto grandes diferencias. Algunas carencias, sí. Faltan especiales, grandes shows como hubo en algún momento. Obras de teatro en televisión, como las que se daban en Canal 7 o Alta comedia, en Canal 9. Eso ya no se hace. Dicen que por una cuestión de costos. Qué sé yo.

mirando a lo lejos y el celeste de sus pupilas se pone más brilloso]. Los actores perdimos un hermoso espejo donde mirarnos. –¿Él ya estaba enfermo cuando hicieron la obra? (Suspira profundamente) –Presentaba algunas dificultades. De desplazamientos sobre todo. Tuvo que hacer su personaje en una silla de ruedas. Pero era un ser de una fortaleza interior descomunal [se calla para no quebrarse]. –En la primera escena de su personaje en Camino al amor se descubre que no se lleva bien con la tecnología... (Interrumpe) –Igual que yo en la vida real. Tengo un teléfono celular que es de la prehistoria. Es sólo para llamar y que me llamen. No tiene ninguno de esos chiches que yo veo que usan los chicos o algunos de mis amigos. –¿Ni siquiera la posibilidad de mandar mensajes de texto? (Se queda pensando) –No, tampoco. Bueno, sí tiene para mandar mensajes de texto. Pero para mí es como si no lo tuviera. –¿Y con Internet cómo se lleva? –Mejor. Tengo un programa de radio en Uruguay que produzco, edito y musicalizo yo mismo en la computadora aquí y lo mando por la Red. Con la PC y con Internet me llevo mejor. Con los celulares nuevos, no. –¿Así que tiene un programa de radio en Uruguay? –Sí, desde hace diez años. Leo cuentos cortos. Rescato la narrativa breve de autores latinoamericanos. Es impresionante la riqueza del material que hay en ese campo. Excelentes escritores peruanos, uruguayos, salvadoreños. Y argentinos, ni hablar. A veces incorporo algún español, pero muy poco. Con los latinoamericanos tengo demasiado material. –¿Es un programa semanal? –No, diario. –¿Y para alguna radio de acá no lo presentó? –Me cansé de llevarlo a distintas radios. Pero a ninguna le interesó. Igual no pierdo las esperanzas. –Esperó largos años hasta encontrar el proyecto que le gustara para volver a actuar. Si fuera al revés y le dijeran que pensara usted el proyecto, ¿qué le gustaría? –Un clásico, en teatro, por supuesto. Cualquiera. Actuar un clásico. Es el estado ideal en el que me gustaría estar siempre. –Ahora que Estevanez logró que volviera a la televisión, ¿hay posibilidades de verlo nuevamente en la pantalla? (Sonríe) –No sé. Si sobrevivo al esfuerzo que estoy haciendo con esta tira, veremos. Por ahí hago otra. Pero primero tengo que sobrevivir a ésta. Y no va a ser fácil.ß

Luego de doce años de ausencia, volvió a la televisión como Antonio Colucci, padre del protagonista en Camino al amor

Rodolfo Bebán. “Les escapo a los medios porque soy tímido” Textos Ricardo Marín | Fotos Silvana Colombo

–Usted los extraña. –No sólo yo. Creo que el público los extraña. Me parece que si volvieran propuestas como ésas todos lo agradeceríamos. –En general, usted le escapa a aparecer en los medios, ¿por qué esa reticencia? –Me parece que por timidez. La manera en que llegó la popularidad a mi carrera me dejó algunas secuelas. Fue algo muy rápido, desde que era muy joven, y eso hizo que tuviera que dejar de hacer algunas cosas que me gustaban. –¿Cómo cuáles? –Ir a bailar, por ejemplo. A mí me encanta bailar tango. De joven lo disfrutaba mucho. Pero cuando te hacés conocido, la gente te empieza a señalar: “Mirá, aquel es fulanito el de la tele”. Y ya no es tan cómodo, tan agradable ir a un lugar público a bailar. Una cosa es ser alguien del

montón y otra hacer firuletes cuando todos te están mirando. Otra actividad que me gustaba mucho era la esgrima. Era bueno en eso. Pero llegó un momento en que iba gente a verme porque era la figurita de la televisión. Dejé de hacerlo. Soy muy tímido en ese sentido. –No concurrir a programas periodísticos ¿tiene que ver sólo con eso? –No. También tiene que ver con que a mí no me interesa prestarme a ningún juego mediático ni ir a opinar de cualquier cosa. Eso no forma parte de mi manera de ser. No juzgo a quienes lo hacen. Pero yo no me presto. –En estos años no hizo televisión, pero sí teatro. ¿Se siente más cómodo allí? –Mi gran amor es el teatro. Nací y me crié en él. Cuando no lo hago, lo extraño. Sin embargo, tengo

que reconocer que la televisión es la que me dio notoriedad y la posibilidad de grandes trabajos. No puedo escupir contra el viento. –En algún momento existía la convicción de que usted y Alfredo Alcón eran rivales –¿Rivales? ¿Con Alfredo? ¿Cómo voy a ser yo rival con un actor descomunal como Alfredo? ¡No! ¡De ninguna manera! Teníamos una relación bárbara. –Era un rumor que corría cuando hicieron Lorenzaccio. –Allá por 1978. Fue una obra fantástica, lo mismo que la experiencia de compartir la escena con Alfredo. Trabajamos juntos dos veces. En esa oportunidad y hace poco, en Filosofía de vida. Había un respeto mutuo y una admiración profunda de parte mía hacia él. Fue una tristeza muy grande su muerte [abre grandes los ojos, se queda

Estrenos Historias de vida, terror y cine infantil para una cartelera de lo más variada

El invEntor dE juEgos // ArgEntinA-CAnAdÁ

oldBoY: dÍAs dE vEngAnZA // EstAdos De Juan Pablo Buscarini. Con Me- unidos gan Charpentier y Tom Cavanagh. Cuando un niño resulta ganador de un concurso de inventos de juegos, iniciará una aventura como nunca antes imaginó.

De Spike Lee. Con Josh Brolin y Elizabeth Olsen. Un ejecutivo que estuvo encerrado durante 20 años. Liberado, se lanza a una búsqueda de quien orquestó ese castigo.

Mi grAn oPortunidAd // rEino unido

oCulus // EstAdos unidos

De David Frenkel. Con James Corden y Julie Walters. El hijo de un obrero metalúrgico de Gales se enamora desde muy chico de la ópera y a pesar de las dificultades procurará alcanzar sus sueños.

AMor A lA CArtA // indiA

De Mike Flanagan. Con Karen Gillian y Brenton Thwerites. Tras 20 años de encierro, y con la ayuda de su hermana, un hombre se convence de que la muerte de sus progenitores fue causada por una fuerza sobrenatural.

De Ritesh Batra. Con Irrfan Khan y Nimrat Kaur. En Mumbai, las amas de casa envían viandas a sus esposos al trabajo; un error en una de estas entregas iniciará un romance.

AMAr Es BEndito // ArgEntinA

El tErCEro // ArgEntinA

KHuMBA: unA CEBritA MuY EsPECiAl // sudÁFriCA

De Rodrigo Guerrero. Con Carlos Echevarría y Emiliano Dionisi. Un hombre conoce por chat a una pareja gay, y así vivirá una experiencia intensa y reveladora.

De Liliana Paolinelli. Con Mara Santucho y Claudia Cantero. Una pareja entra en conflicto cuando aparece una tercera en discordia.

De Anthony Silverston. Animación. Una cebra poco rayada vivirá una serie de aventuras.

MEsA rEdondA

tv PAgA

Cannes en la mirada de los argentinos

Dos nuevas señales en Cablevisión

Los cineastas que participaron del más reciente Festival de Cannes debatirán acerca de lo que significa en la actualidad del cine argentino. Estarán Damián Szifron, director de Relatos salvajes; Pablo Fendrik, realizador de El ardor y Lisandro Alonso (Jauja), así como Pablo Giorgelli (jurado de cortos de la Semana de la Crítica) y el productor y director Tomás Lipgot. Hoy, a las 19, en la Alianza Francesa, Córdoba 946, con entrada gratuita.ß

El servicio digital de Cablevisión incorporó a las señales Lifetime (canal 408) y History 2 (458) a su oferta de programación reemplazando a Sony Spin y Bio. Lifetime ofrece series dramáticas, realities y las películas originales orientadas a un público femenino, mientras que History 2 está dedicado exclusivamente a documentales históricos. Además, el proveedor de cable ha actualizado su buscador online con varias novedades.ß

Mazursky, en 1978

ap

1930-2014

Paul Mazursky. Un cronista de los cambios culturales de su tiempo Viene de tapa

Ese vuelco final hacia la sátira y la comedia animada pudo haber confundido a los admiradores y seguidores de su obra más temprana, pero lo cierto es que Mazursky, hasta el último instante, no hizo más que ser fiel a su identidad y su pertenencia plena al mundo del espectáculo, donde cumplió con casi todos los papeles imaginables. Nacido en Brooklyn el 25 de abril de 1930 en el seno de una familia de inmigrantes rusos de origen judío, estudió actuación con Lee Strasberg siguiendo las consignas del Método, fue docente teatral, incursionó en los clubes de comedia haciendo stand up y, ya instalado en Los Ángeles a comienzos de la década del 60, se sumó a la compañía teatral de la University of California Los Angeles (UCLA). Perseverante, logró un primer reconocimiento en 1963 como guionista del exitoso show televisivo de Danny Kaye y, des-

de allí, se fue acercando al cine, en el que finalmente logró darse a conocer con su consagratoria ópera prima como director, Bob & Carol & Ted & Alice, que no sólo lo hizo millonario gracias a su éxito comercial: sobre todo, la película fue vista como la primera gran mirada del realizador frente a los cambios culturales de su tiempo (en este caso las secuelas de la revolución sexual) y sus ecos en la mentalidad estadounidense. También logró aquí la primera de sus cinco nominaciones al Oscar, en este caso como guionista. Nunca obtuvo el premio. Impecable en la elaboración formal de sus obras (fruto de tantos años de oficio y talento innato), hábil para mezclar el conocimiento del tema, la audacia en el planteo, el talento para narrar y un compromiso siempre abierto al debate, Mazursky inició allí una suerte de trilogía que le sirvió para mostrar la evolución del comportamiento social de su país, que a la

vez funciona como apasionada e irresistible pintura del modo de vida neoyorquino. Así ocurrió en los 70 con Una mujer descasada (única nominación al Oscar como director) desde el Soho, y en los 80 con Willie & Phil, desde el Village. En este último film sigue una suerte de camino autobiográfico y autorreferencial que había comenzado en El mundo fabuloso de Alex (1970), libremente inspirado en el cine de Fellini, que hace allí una aparición especial. Willie & Phil sigue ese recorrido, pero por el lado del apasionamiento romántico que reconoce como gran influencia al Truffaut de Jules y Jim. Lo que ese film reflejaba de Mazursky en términos poéticos y literarios se manifiesta de un modo más áspero y personal en Barrio bohemio, una de sus obras más celebradas. Allí, quizá como nunca en su carrera, el director logró mostrar en los retratos personales la síntesis expresiva de una conducta colectiva tan propia de su tiempo. Hubo varias otras ocasiones para reconocer y disfrutar, aun en dosis dispares y con sus altibajos, el humanismo de Mazursky. Allí están para comprobarlo Harry y Tonto, road movie que narra las andanzas de un anciano y su gato, y un acercamiento al mundo shakesperiano a través de la versión contemporánea de La tempestad. Con Moscú en Nueva York regresó a la Gran Manzana y a su espíritu cosmopolita al servicio de la comedia de costumbres, pero los jugosos apuntes que siempre supo sacar de sus personajes comenzaron allí también a caer en los riesgos del pintoresquismo y el exceso. Así ocurrió en Un loco suelto en Beverly Hills, Travesuras de un dictador y la fallida Escenas en un centro comercial. Recuperó su pulso sólo con Enemigos, una historia de amor, inspirada en una novela de Isaac Bashevis Singer, a quien quiso sin suerte llevar de nuevo al cine en los últimos años.ß

En Muchacha italiana...

1948-2014

Alejandra Da Passano. Con la actuación en la sangre Susana Freire PARA LA NACION

Desde su nacimiento, su destino de actriz ya estaba marcado. Hija de los grandes actores Camilo Da Passano y María Rosa Gallo, María Alejandra Ana convivió con una serie de personajes teatrales que pronto le señalarían el camino hacia su carrera profesional. A pesar de esta fuerte sombra paternal, siempre tuvo en claro que la experiencia y la calidad actoral de sus progenitores no debían pesarle y que debía forjar su propia ruta. Así fue como empezó a estudiar con Carlos Gandolfo. Había nacido en 1948 y no tuvo una infancia tranquila, ya que sus padres, durante la primera presidencia de Perón, debieron exiliarse en Roma. Con el derrocamiento del gobierno peronista, la familia retornó a Buenos Aires y, a los 16 años, Alejandra debutó como actriz en el film de Rodolfo Kuhn, Pajarito Gómez, producción que marcaría una renovación dentro del cine argentino. Otros films de su carrera fueron Escándalo en la familia (1967), El señor presidente (1970), La gran ruta (1971), La Madre María (1974), Los hijos de López (1980), Chechechela, una chica de barrio (1986); “Costo argentino”, episodio de Historias urbanas (2002), Peanuts one dollar (2010). Aunque se sentía atraída por la pantalla grande, fue en la televisión donde se encontró mejor representada, especialmente en telenovelas que le permitían demostrar su ductilidad como Llegan parientes de España, de Ivo Pelay (1965), que hablaba de las costumbres argentinas aportadas por los inmigrantes españoles e italianos, y Muchacha italiana viene a casarse (1969), de Delia González Márquez. Continuaron otros títulos: Malevo (1972), de Abel Santa Cruz; La Señora Ordóñez (1984), adaptación de la novela de Marta Lynch; Sobre madres e hijas (1985), donde trabajó con su madre; Así son los míos (1989), una telecomedia basada en las distintas historias de familias que comparten sendos departamentos de un mismo edificio; Gino (1996), Gasoleros (1998), Primicias (2000) y Máximo corazón (2002), entre otros. Pero Da Passano no podía estar ausente del escenario, un espacio que le permitía desplegar ese temperamento que heredó de su madre. Entre sus primeros trabajos en las tablas se encuentra La cabeza del dragón, farsa de Valle Inclán que se estrenó en el San Martín. También sobresalió en Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta (más conocida como El cartero), con Darío Grandinetti y Nicolás Cabré (2000); Dónde estás corazón, dirigida por María Rosa Gallo (2002), con Marta Albanese; Risas en el piso 23, de Neil Simon, con Carlos Calvo y Gianni Lunadei, y De profesión maternal y El nombre, de Griselda Gambaro, esta última con puesta de Laura Yusem, acompañada por María Rosa Gallo y Alicia Zanca. En el plano privado, Alejandra Da Passano estuvo casada con el actor Rodolfo Ranni. Sus restos fueron inhumados ayer en el Panteón de Actores del cementerio de la Chacarita.ß

Junto a María Rosa Gallo