domingo 9 de febrero de 2014
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Peronismo y gobierno ¿El mito del eterno retorno? En una semana atravesada por la crisis, una cadena nacional confrontativa y el pedido de indagatoria al vicepresidente, la pregunta por la sucesión en 2015 cobra nueva actualidad. “Sólo el peronismo puede gobernar la Argentina”, se escucha una y otra vez, al amparo de las experiencias fallidas de gobiernos de otro signo y la innegable vocación de poder de los peronistas. ¿En qué modo este fin de ciclo kirchnerista modifica o mantiene la vigencia de esa máxima? Astrid Pikielny pARA LA NACioN
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esuena como un mantra en vísperas de cada elección presidencial. Algunos repiten convencidos y entusiasmados, y otros, hastiados o resignados: “Sólo el peronismo puede gobernar este país”. “Régimen político de la Argentina”, al decir de Juan Carlos Torre, el peronismo ha gobernado 22 de los 30 años de recuperación democrática, configurándose como un sistema político que encarna simultáneamente oficialismo y principal oposición, generando alternativas de sí mismo en las siempre conflictivas batallas por la sucesión entre candidatos que reclaman para sí el certificado de autenticidad peronista. Ese universo, en apariencia omnímodo y autosuficiente, convirtió al resto de las alternativas electorales en perdedoras regulares en los comicios presidenciales (con la excepción de las elecciones de 1983 y 1999) y dejó en sus votantes la sensación de lo que algunos definen amargamente
como “voto testimonial”. Las experiencias fallidas de gobiernos no peronistas, al menos desde 1983, parecerían dar razón al mito, junto con la innegable vocación de poder de los peronistas, maleables en sus convicciones y adhesiones, siempre dispuestos a reordenar la tropa y cerrar filas en torno al líder de la hora. Las victorias electorales de Raúl Alfonsín, en 1983, y de Fernando de la Rúa, en 1999 –encabezando la Alianza–, condensan una paradoja: las propuestas no peronistas son capaces de reunir los votos para llegar al gobierno, pero las salidas anticipadas y traumáticas terminaron constituyéndolas en intervalos dentro de una trayectoria política y electoral predominantemente peronista. El peronismo les ha dado un buen uso a esos interregnos: reencarna amalgamado en la conducción de nuevos liderazgos. Después de 10 años de menemismo y a la luz de este fin de ciclo kirchnerista atravesado por la crisis política y económica, ¿es posible seguir sosteniendo el mito de que sólo el peronismo puede gobernar?
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