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recía el resultado de alguna fatalidad, más bien que de las maniobras deliberadas del centro. Los críticos de la izquierda atacaron más tarde a. Arthur Lewis por ...
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AUGE Y OCASO DE LA TEORÍA ECONÓMICA

EL T1UMESTHE ECONOMICO

1054

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AUGE Y U.ibASü PK LA TliOlUA UKL UKSAHKULtU

EL TKlMJÜjTKE ECONÓMICO

crecientes, tras un periodo prolongado de expansión vigorosa Se aprove.

chó esta situación para describir toda la industrialización como un fra

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caso total por varias razones (no siempre congruentes): la industrializa ción estaba

"

agotada

"

-

"distorsionada",

carecía de integración, conducía a la dominación y la explotación de las multinacionales aliadas a la "bur guesía lumpen nacional, y creaba una distribución más desigual del in,

-

"

greso, junto con un nuevo tipo de dependencia más insidioso que nunca. Aproximadamente al mismo tiempo los economistas neoclásicos, par,

tidarios de la monoeconoinía -como debe llamárseles de acuerdo con la terminología de este ensayo- estaban afilando sus propias uñas para ,

atacar las políticas de desarrollo que habían impulsado la industrialización para el mercado interno. En contraste con la critica múltiple de la izquierda, los monoeconomistas se concentraban en una deficiencia singular, sencilla, pero decisiva en su opinión de tales políticas: la mala asig,

nación d el os reeu rso s. En sí misma esta crítica resultaba muy previsible ,

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industrial y ahora debía asumir la responsabilidad intelectual de todos los errores. Los golpes que cayeron desde la izquierda y la. derecha sobre la subdisciplina incipiente y poco unificada la dejaron en verdad aturdida, hasta el punto de que la defensa más intrépida de lo que se. había logrado con los esfuerzos de industrialización de la posguerra en el Tercer Mundo no provino de los antiguos pilares, sino de un socialista inglés defensor de la posición original de Marx sobre el problema de las áreas atrasadas, el finado Bilí Wftrren. "

La verdadera herida de la teoría económica del desarrollo

Sería tonto, por supuesto (tan tonto como el proverbio alemán Fiel Feind, viel Ehr)* afirmar que cualquier tesis o política que sea atacada al mismo tiempo desde la izquierda y desde la derecha es, por esa sola razón, absolutamente cierta. Ya lie señalado que los críticos neoclásicos hicieron

algunas observaciones válidas, así como los neomarxistas plantearon va-

y podría no haber tenido mayor peso que las prevenciones contra la industrialización emanadas esencialmente del mismo campo diez, veinte o cincuenta años atrás. Pero la eficacia de la crítica era ahora mayor por

rias dudas serías, sobre todo en las áreas del control extranjero excesivo

diversas razones. Primero como resultado de los escritos neomarxistas antes mencionados algunos de los antiguos defensores de la industrializa-

cimiento de la estructura de la economía del desarrollo. Ahora no ocurrió

,

,

y de la distribución desigual del ingreso. Pero tales críticas debieran conducir normalmente a algunas reformulaciones y evcntualmente al fortale-

,

ción se habían convertido ahora en sus críticos más enconados Segundo, .

las políticas específicas que en la etapa anterior habían ayudado a promover la industrialización, así fuese a costa de presiones inflacionarias y de balanza de pagos, empezaron a tener rendimientos decrecientes en los años sesenta: lograban menor industrialización a costa de problemas de inflación y de balanza de pagos más graves que antes Tercero la prác.

,

tica de la industrialización deliberada había producido exageraciones y abusos en varios países y podían señalarse sin dificultad muchos ejem

-

plos desastrosos que servían para incriminar todo él esfuerzo. Cuarto, se volvió atractivo un conjunto nuevo de políticas que hacían hincapié en las exportaciones de manufacturas provenientes de los países en desarrollo a causa de la expansión rápida del comercio mundial -que se observaba a ,

la sazón, y algunos países como Fonnosa y Corea del Sur demostraron las posibilidades de éxito de tales políticas. En estas condiciones, las críticas neoclásicas se volvieron más persuasivas que nunca.

así. No apareció ninguna síntesis nueva. Pueden ofrecerse varias explicaciones. Por una parte, la economía del desarrollo había sido construida sobre un concepto, el "país subdesarro-

llado típico", que se volvió cada vez menos real a medida que el desarrollo proseguía a tasás muy diferentes y asumía formas muy distintas

en los diversos países de la América Latina, Asia y África. ¡L.a ley del desarrollo desigual de Lenin, formulada originalmente para las grandes potencias imperialistas, se aplicaba al Tercer Mundo! Se puso en claro, por ejemplo, que para los fines de las proposiciones más elementales de la estrategia del desarrollo los países muy poblados difieren sustancial-i® mente de los miniestados cada vez más numerosos del Tercer Mundo,

así como aparecieron muy pocos problemas en común entre los países en desarrollo exportadores e importadores de petróleo. El concepto de un cuerpo unificado de. análisis y de recomendaciones de políticas para todos los países subdesarrollados, que contribuyó en buena medida al surB., Warren, "Imperíalism and capilnlist accumulatiou", Ncw Lcjt Rcvicw, mnn. 81, sepliembrc-octubre de 1973, pp. 345, y Tlie pasiivnr economía expcrience of ihc Third World", Toteará a New Strategy ¡or Devclopmcnt, pp. 144-168. * "Muchos enemigos, mucho honor "

El objetivo de los ataques neomarxistas y neoclásicos complementarios no era sólo el nuevo establecimiento industrial que en efecto soportó muy bien tales ataques; en el plano ideológico la víctima buscada era la nueva economía del ¿desarrollo que en efecto había propugnado el desarrollo ,

"

"

"

.

Í8 CU ve Y

.

Thomas pone de relieve esta consideración en Dependencc and Transformaifon:

The Economía of the Tronsition lo Socialismt Nueva York, Monthly Review Preso, 1974, passim.

EL TRIMESTRE ECONÓMICO

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AUGE Y OCASO DE LA TEORIA DEL DESARROLLO .

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gnniento de la subdisciplina, se convirtió en cierto sentido en una víctima del éxito mismo del desarrollo y de su desigualdad.

Pero había una razón más poderosa para que la economía del desarrollo no pudiera experimentar una recuperación decisiva ante los ataques de que la hablan hecho objeto los críticos: la serie de desastres

políticos que afectaron a varios países del Tercer Mundo a partir de

los

anos sesenta, los que estaban claramente conectados de algún modo a las tensiones que acompañan al desarrollo y la modernización Estos de"

"

.

sastres del desarrollo, que iban desde las guerras civiles liasta el establecimiento de regímenes autoritarios criminales, no podían dejar de desconcertar a un grupo de científicos sociales que, después de todo, no habían iniciado el cultivo de la economía clcl desarrollo después de la segunda Guerra Mundial como especialistas estrechos, sino impelidos por la visión de un mundo mejor. Como liberales, la mayoría de ellos creía que "todas las cosas buenas van juntas",i* y daban por sentado que si podía lograrse un incremento sustancial del ingreso nacional de los países participantes se obtendrían efectos benéficos en los campos social, político y cultural. Cuando se observó que la promoción del crecimiento económico comprendía no pocas veces una secuencia de hechos que suponían un retro~

ceso grave en esas otras áreas, incluida e gñTn me3icla la pérdida

.

.

que, en el peor de los casos, dejaban otras cosas sin cambio alguno, de modo que la sociedad en su conjunto mejoraría. La política del desarrollo económico se degradaba aquí, en efecto a una tarea técnica ocupada exclusivamente de los mejoramientos de la eficiencia. Se creaba y buscaba así la ilusión de que al limit$rsej gs Qroblemas_pegueñosI_eminentemente técnicos, la economía del desarrollo podría seguir adelante a pesar de los cataclismos políticos. Pero hubo otra reacción que habría de tener un efecto considerable. Varios analistas y practicantes del desarrollo económico experimentaron una frustración doble, por una parte a causa de los decepcionantes acontecimientos políticos en sí mismos, por la otra a causa de su incapacidad para entenderlos, de modo que se pusieron a observar el desempeño económico mismo con ojos más críticos que antes En un acto freudiano de ,

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*

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desplazamiento, estos autores "trasladaron" su decepción por el aspecto político a los aspectos más débiles del desempeño económico. En los países de regímenes autoritarios el desplazamiento se vio reforzado a mena-

do, des.de luego en forina no intencional, por el hecho de que la censura oficial era mucho más rigurosa cop respecto al disentimiento político que en lo referente al de ?eíppei9 económico» .

"

de

En cierto sentida era la aplicación al revés de la wáxima "todas las cosas huenas v