Nick Cave, en el mundo del cine

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espectáculos

| Domingo 7 De octubre De 2012

Un registro aniversario de Piazzolla

teAtro

La ceremonia íntima de Irene Goldszer

reedición. 1944-1964 y las canciones con letras de Jorge Luis Borges

Irene Goldszer

Foto: r. lozada

Letra y música, guión y canciones, para el film Los ilegales

Pedazos. ★★★★ muy bueno. irene goldszer: voz, guitarra y cuatro venezolano.

Grabaciones

invitados: Leandro Stivelman, en voz y melódica; Marina Fantini, en charango;

Federico Barroso Lelouche, en voz y Fernando Tur, en guitarra. diseño del espacio: Paco Fernández Onnainty. asesoramiento de vestuario: Marta Albertinazzi.

Adriana Franco

composición, dirección e interpretación: Irene Goldszer. duración: 50 minutos. en el camarín de las musas. Hoy y los primeros domingos de cada mes, a las 21.30.

E

l hecho escénico es mágico y frágil por naturaleza (lo sé, no es novedad ni mucho menos). Y, a veces, puede suceder que en la manera en que se resuelve un inconveniente se encuentren las claves de esa propuesta. O, por lo menos, su clima, su entramado más personal, la naturaleza de su fluir. Al espectáculo Pedazos se lo presenta como un recital de música, teatro y poesía. Su función de prensa fue hace tiempo. Tuvo lugar un lunes a las 12 del mediodía (toda un rareza). Se presenta una vez por mes (segunda rareza de esta rareza). Su creadora es la actriz, la cantante y la poeta Irene Goldszer. Junto a ella, están sus amigos (sus amigos músicos, sus amigos músicos y actores o su otro amigo artista plástico que tiende sus redes la escena). Todos tienen pinta de ser tipos sensibles (y, hecho no menor, tipos talentosos). Todos, a su turno, dan forma a una ceremonia íntima. Pero vayamos al “inconveniente”: al rato de comenzar el recital debería entrar Leandro Stivelman con su melódica. Pero, no. Ella dice que en ese momento debería entrar el que no entra y pone cara ante la sonrisa desconcertada del público. Entonces, sigue haciendo sonar su guitarra mientras Marina, la que luego hará sonar el charango, sale a buscarlo. Al ratito, baja Leandro. Está un poco agitado. “Pero..., ¿dónde estabas Leo?

–le pregunta ella–. ¿En el baño? ¿En la puerta fumando?” El pone mueca de risa, ella se ríe, y él comienza a hacer sonar su melódica. El viaje continúa con una naturalidad, con una complicidad, con un espíritu lúdico y poético de una hermosa levedad. Seguramente, todas estas características parecen ser las líneas rectoras de esta viaje por una poética, una musicalidad y un decir con magia. Pedazos es como un volado déjà vu de aquella Nacha Guevara ditelliana dando vida a la poética de Jacques Brel o Boris Vian. Irene Goldszer, como creadora, sabe crear climas, sabe navegar sus mundos y transmitir esas sensaciones. Probablemente, sus amigos (sus cómplices en todo esto) podrían tener más presencia en escena. Aunque, claro, hay varios elementos para pensar que a su propuesta como un organismo vivo en transformación. De hecho, cada mes que toma vida aparecen nuevos invitados. Ella dice cosas como ésta: “Lo cotidiano del ténder y el surrealismo de los dedos colgados en él. Las sábanas, el sueño que se queja, la noche infinita. Las palabras que hartan. La interferencia del lenguaje. Algo bueno puede nacer desde tan abajo: el amor…, una planta…, una casa…”. Desde otro tan abajo, como es la salita del sótano de El Camarín de las Musas, nace Pedazos. ß Alejandro Cruz

Nick Cave, en el mundo del cine

E

s casi un nuevo álbum de Nick Cave, aunque su voz casi no aparezca. Y casi podría decirse también que un álbum conceptual, aunque esté lejos de aquellos dedicados a los esposos de reyes o a viajes a las entrañas de la tierra. Conceptual en un sentido orgánico. Porque Lawless, el álbum, es la banda de sonido de Lawless, la película (que entre nosotros se estrenará como Los ilegales, el 8 de noviembre), ambos con la marca de Nick Cave. Es que el australiano es cada vez más un hombre de muchos amores. A su ya larga carrera con los Bad Seeds (el último disco, de 2008, es Dig, Lazarus... Dig), se suma Grinderman, un grupo más rockero aún con el que ya grabó dos discos; la literatura (editó hace un par de años su segunda novela, The Death of Bunny Monro) y el cine, algo que lo viene atrayendo cada vez con mayor intensidad. En el caso de Lawless, como en la anterior The Proposition (que

aquí salió directo a DVD), ha vuelto a trabajar con el director John Hillcoat, y se hizo cargo tanto del guión como de la música. La historia, adaptada de un libro, es dura y sangrienta como para interesar al autor de Murder Ballads. Protagonizada por Shia LaBeouf, Guy Pierce y Tom Hardy, trata sobre la vida de unos hermanos en tiempos de la Ley Seca, y fluctúa entre el western y los films de gansters. Orgánicamente, entonces, la banda de sonido –concebida junto con su compañero de los Bad Seeds, el violinista Warren Ellis, y tocada por una banda para la ocasión, The Bootleggers– busca trabajar en ese espacio entre lo rural y lo dramáticamente urbano. Y lo consigue de una manera eminentemente musical, combinando extremos. Extremos como ir del campestre bluegrass a la Nueva York más sórdida a través de “White Light/ White Heat”, el tema de la Velvet Underground que aparece aquí

El australiano polifacético en dos versiones, una con Mark Lanegan en la voz y la otra con un inesperado Ralph Stanley, rey del bluegrass y tradicional entre los tradicionales, que le pone nueva luz al anfetamínico tema de Lou Reed. El mismo encuentro de culturas hacen con “Sure ‘Nuff ‘N Yes I Do”, del Captain Beefheart y con “Fire and Brimstone”, de Link Wray. Y hay más en este trabajo que puede considerarse con justicia un disco de Cave. El mismo cantando “Burning Hell”, de John Lee Hooker; la bellísima voz country de Emmylou Harris en temas de la dupla y en algunos clásicos y Willie Nelson y su banda en “Midnight Run” para el cierre. ß

Se acaba de publicar en CD doble dos álbumes que Astor Piazzolla registró por separado a mediados de los sesenta para los sellos Phillps y Polydor. Dos verdaderas joyas. Por orden de aparición en su fino diseño de caja, el disco 1 trae las grabaciones que Astor Piazzolla realizó en 1964 y que representan una especie de retrospectiva de sus anteriores 20 años de trabajo. Para el sello editor fueron dos décadas de vanguardia. Y así lo llamó: 1944-1964 Años de vanguardia con sus conjuntos. Se incluyeron piezas, en su mayoría propias, que creó durante aquellos 20 años. Se recreó la orquesta que tuvo en el 46, se hicieron grabaciones en trío y con el quinteto que en 1964 era su formación habitual. El segundo CD, grabado en 1965, daba cuenta de los temas que compuso con letras de Jorge Luis Borges; un registro imperdible, porque toca Piazzolla y canta Edmundo Rivero obras como “Jacinto Chiclana”. Esta flamante edición en CD cuenta, además, con muy precisos comentarios de Diego Fischerman. El periodista contextualiza la grabación de aquellas producciones y no duda de hablar de aquel secreto a voces: Borges no estaba realmente a gusto con esas canciones ni con las grabaciones. En el arte de tapa del álbum también se incluyó un texto de Piazzolla, que explica de manera minuciosa el contenido del LP borgeano y el uso de algunas técnicas extendidas con los instrumentos de su quinteto (trucos que luego se extendieron a tantas formaciones tangueras). Sin duda, escuchar hoy estos discos es, especialmente por las orquestaciones, un viaje que remiten a aquellos años. ßMauro Apicella