espectáculos | 3
| Martes 6 de agosto de 2013
McPhantom, puro cine sonoro
velma café. Luego de catorce años fuera del país, vuelve con un show renovado Sonidos de helicópteros, voces estrambóticas, pisadas, alarmas, disparos, chicharras, explosiones, gritos, timbres, comunicaciones por handy y un sinfín de onomatopeyas inspiradas en el cine norteamericano de acción. Todo empezó como un juego a los ocho años, dibujando viñetas de películas y recreando las voces de sus personajes. Después de cumplir con el servicio militar, el rosarino Miguel Bugni se radicó en Buenos Aires y se dedicó a la actuación, hasta que un gran día llegó un micrófono a sus manos y reveló las inmensas posibilidades sonoras que le ofrecía la amplificación. Así nació esta vocación, que desde entonces le permite sacar toda aquella parafernalia sonora para crear la ilusión de estar viendo, o escuchando, una película. “Me di cuenta de la importancia que tiene el sonido en el cine y empecé a experimentar más con los efectos. Descubrí la posibilidad de hacer cambios de planos, sacar afuera la cinemática que durante años yo había jugado en mi cabeza para transformarla en algo espectacular, que la gente viera las escenas directamente”, dice Bugni. El comediante se convertía en McPhantom y comenzaba una exitosa carrera cimentada en el humor “sonídico” o humor surround sound (sonido envolvente), como le gusta llamarlo. Debutó en televisión en el programa Badía & Compañía, en 1984, y desde entonces su carrera estuvo plagada de éxitos en la TV local y también en el exterior, de Chile a Estados Unidos, de Colombia a Puerto Rico, de Venezuela a España, donde vive desde hace diez años. Por estos días, Micky McPhantom regresa a Buenos Aires para presentar un remozado show en el Velma Café, donde desgrana vivencias propias de su paso por América latina, Estados Unidos y España, en un relato siempre fiel a su estilo, es decir, al estilo cinematográfico. Aquellos que lo vieron en los años 80 advertirán en escena algunos cambios que inevitablemente marcaron el paso del tiempo: cayeron en desuso el overol y la gorra que fueron su marca registrada, incorporó técnicas del stand up y agregó un
Cien años de una leyenda del jazz mono villegas. Esta noche, un tributo
lleno de figuras en el Teatro 25 de Mayo
McPhantom en los años 80
El origen de un nombre
Micky McPhantom, con humor y destreza en su voz “Micky” al apodo de McPhantom. Aunque la esencia sigue intacta. “Por supuesto, mis personajes están inspirados en el cine de acción. El principal siempre es el estereotipo del macho norteamericano, que tiene todo bajo control y de repente, en un abrir y cerrar de ojos, queda como un tonto. Se le va todo de las manos. Ese tipo de cosas que en realidad son reflejo del ser humano, es decir, de todos nosotros”, reflexiona. En una de sus giras por Estados Unidos, Bugni descubrió el Upfront Comedy Club, en Santa Monica, y se “apuntó” en uno de sus cursos de stand up, que, según explica, aportaron nuevos condimentos a sus moving pictures. “El stand up me agregó elemen-
e. lasalvia
tos de la técnica, especialmente en lo que se refiere a la escritura del guión, a la puesta en escena, al ritmo de las rutinas. También me ayudó en la adaptación del material para hacerme entender en cada país que visito”, explica el comediante, ferviente admirador del stand up comedian Michael Winslow, que alcanzó su mayor popularidad en el film Locademia de policía justamente por los efectos de sonidos con la voz. En su regreso al país, con rutina actualizada, McPhantom subirá a escena con un show que no ahorra en explosiones y escenas de acción. Una performance que muchos de sus fieles seguidores seguramente querrán volver a ver y otros tantos descubrirán por primera vez.ß Alejandro Rapetti
“Yo quería llamarme M.C. [léase Eme Ce] Phantom, por microphone controller, controlador de micrófono. Pero la gente empezó a decirme Mac. Me cansé de explicar que no era Mac, sino Eme Ce Phantom. Pero me seguían diciendo Mac, Mac y Mac. Y bueno, dije, que me llamen como quieran. El Miky vino a posteriori, cuando viajé a Estados Unidos y México, y empezaron a decirme Miky McPhantom, por mi nombre de pila. Ya había dejado el overol y la gorra, y con algunos ingredientes del stand up comedy se había reformulado todo. Así surgió la etapa de Miky McPhantom.”
Miky McPhantom Show con el sorprendente imitador Velma Café, Gorriti 5520, a las 21. Miércoles, 7, 14 y 28 de agosto Entradas, $ 100
“Toda mi familia es sanjuanina, pero yo nací en Charcas y Agüero. Mi padre era dentista y después se dedicó a las riñas de gallos. Mi madre murió cuando yo tenía 6 meses. Vi la luz el 3 de agosto de 1913 y a los siete años agarré el piano y no lo largué. Será el destino de uno, como dijo Federico Peralta Ramos: «Serás lo que te toque ser y déjate de joder»”, se autodefinía el Mono Villegas, máximo referente del jazz argentino. El sábado último se cumplieron cien años del nacimiento del increíble pianista, y para celebrarlo, el ciclo Jazzología, que conduce Carlos Inzillo, preparó para esta noche, a las 20.30, un homenaje en el Teatro 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444), con entrada libre y gratuita. El tributo será una reunión cumbre de todos los herederos y amigos musicales que dejó el Mono Villegas en su brillante paso por la música argentina. Para el concierto, cada uno preparó un repertorio especial, que recuerde esa movediza personalidad artística, que lo llevó a circular por varios géneros, del jazz al folklore. Tocarán el nuevo dúo de pianos de Jorge Navarro y Manuel Fraga; la cantante Egle Martin; Jorge López Ruiz y Néstor Astarita –que formaron parte de sus conjuntos–; su compadre musical Manolo Juárez; el grupo Elegante Sport; Oscar Alem; Lilian Saba; Guillermo Zarba; Miguel Ángel Zabaleta (ex Suéter, sobrino del pianista); Ricardo Pellican; Daniela Salinas, y otros artistas vinculados a la vida y obra de Enrique Villegas. Artista inconformista y provocador en sus declaraciones, estrenó en la Argentina el Concierto en Sol, de Ravel, en 1932 y tocó Rhapsody in Blue, de Gershwin, junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, en 1971. Su bitáco-
Mono Villegas mosterin/archivo
ra de viaje fue el jazz, en el que reflejó su natural genio para la improvisación. Pero también incursionó en el tango y la música criolla, grabando discos y colaborando con el dúo Martínez-Ledesma. En 1943, formó el legendario Sexteto Santa Anita, y en 1944 compartió grupo con el saxofonista Bebe Eguía. La década del cincuenta fue su punto alto: fue entonces cuando viajó a Nueva York para grabar con dos figuras del género: el contrabajista Milton Hinton y el baterista Cozy Cole: Introducing Villegas (1955) y Very, Very Villegas (1957), editados por Columbia. Poco antes de morir, el 10 de julio de 1986, se despidió con un recital en la Sala A-B del San Martín, donde tocó premonitoriamente el tango “Adiós muchachos”. Cuando le decían que era un genio, el Mono respondía: “Mi duda ha sido siempre si la gente entiende mi música. Cuando toco, ¿sienten algo realmente, o estoy de ídolo, soy el Mono? No sé si porque me quieren tanto aplauden. ¿Pero entienden algo? Creen que comer caviar con champagne da estatus aunque no les guste”. ß