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Página 6/LA NACION

Domingo 14 de marzo de 2010

Turis smo

ESPECIAL

Domingo 14 de marzo de 2010 LA NACION/Página 7



DATOS UTILES COMO LLEGAR



L Autopista Ezeiza-Cañuelas

y continuar por la ruta 205 hacia el camino que entra al pueblo, a la izquierda (antes del peaje de Lobos). Son 82 kilómetros.

Macedonio, Juan Moreira y una pulpería centenaria

DONDE COMER L Macedonio y

En sus calles de tierra se filmaron varias películas, pero la calidez de Uribe no es ninguna ficción Por Andrea Ventura



De la Redacción de LA NACION





l cartel está equivocado. Dice 1860, pero en realidad debería decir 1890; esta pulpería es del mismo año de la fundación del pueblo.” Ignacio Marcos es de esos vecinos inquietos, curiosos, y el mejor guía informal para recorrer Uribelarrea, pequeño pueblo del partido de Cañuelas, a 82 kilómetros de Buenos Aires. El cartel en cuestión está en la entrada de El Palenque, antigua pulpería que se mantiene, revoque más, revoque menos, como en ese entonces, 1890, y es la única que abre todos los días del año. Lo que atrae de Uribelarrea son justamente esos aires del pasado, con casas centenarias en muy buen estado, calles de tierra (sólo el acceso y la vuelta a la plaza están asfaltados), rica gastronomía y mucha, pero mucha tranquilidad. Aunque los fines de semana la calma extrema se altera con los visitantes. Varios llegan por el día para comer y dar unas vueltas. Algunos se alojan en las estancias cercanas y otros tienen quintas. Ignacio y su mujer, Silvia, hace más de cuatro décadas que eligieron el lugar para vivir. Conocen a la mayoría de los 1200 habitantes y guardan recuerdos especiales, como cuando Rodolfo Bebán, en un alto de la filmación de la película Juan Moreira, se acercó a saludar. “Me encandilaron sus ojos azules, –recuerda Silvia–. Evita, de Alan Parker, también se filmó acá, pero la producción era muy hermética, no pudimos tener contacto con los actores”. También son de los pocos que conocen con lujo de detalles la his-

“E







    

 

  

toria del pueblo, porque se tomaron el trabajo de investigar hasta las raíces y escribir dos libros: Uribelarrea, un pueblo con historia y Uribelarrea, un pueblo de puertas abiertas, que se consigue en los restaurantes de Uribe, como todos llaman al pago. “Cuando empecé a preguntar por los orígenes del pueblo nadie sabía nada. Me dio fastidio, averigüé y me puse a escribir”, cuenta

Ignacio, que nació en Salamanca, España, y estaba acostumbrado a ciudades con pasado conocido. Ignacio comparte sus conocimientos. Al pasar junto a la iglesia de Nuestra Señora de Luján, frente a la plaza octogonal, explica que fue construida en honor a la mujer de Miguel Nemesio de Uribelarrea, Manuela Olaguer Feliú y Azcuénaga, y junto con ella se originó el pueblo, primero como Colonia Agrícola. Durante muchos años, hasta

mediados de la década del 60, fue un importante centro lechero. Pero con las sucesivas crisis los tambos cerraron. Así, el pueblo estuvo años encallado hasta que el turismo golpeó, entró y lentamente surgieron nuevas propuestas. Uno de los artífices de la transformación fue José Luis Nacucchio, dueño de uno de los restaurantes más conocidos del lugar, Macedonio, frente a la estación de tren, que todavía pasa, pero sólo una vez por día, desde Constitución. “Llegué a caballo hace 30 años y siempre miraba esa esquina de 1892 codiciosamente, hasta que un día, hace siete años, la alquilé, no sabía muy bien para qué, fue algo impulsivo”, cuenta sobre el origen del restaurante que le rinde homenaje a Macedonio Fernández.

Hecho en casa

Comida & surtidores, como antes

FOTOS DE ANDREA KNIGHT

Macedonio recrea la ambientación de 1910, momento de esplendor de esta antigua tienda de ramos generales, parada obligada de los gauchos que llegaban a comercializar sus productos. “Yo quería hacer un lugar tipo museo, rescatar cosas antiguas, pero para disfrutar, para aposentarse”, recuerda. Chango, como lo llaman, tiene en funcionamiento dos restaurantes,

Macedonio y Leonardo, que abren los fines de semana al mediodía. Wimpi y el hotel La Posta de Uribe “están cerrados, esperando mejores tiempos”, explica A Naccuchio lo siguieron otros, como el matrimonio de Renata y Horacio Martínez, que creó el Valle de Goñi, establecimiento caprino donde producen y venden quesos y dulces de cabra, y los fines de semana sirven meriendas. Entre abril y mayo se les puede dar la mamadera a los cabritos y ver el ordeño de las cabras. Y durante todo el año proponen visitas guiadas por el campo. También recaló allí Enrique Rey, que hace un año abrió La Uribeña, bar de picadas donde elabora cerveza casera. “Nos vinimos para acá por la tranquilidad, antes tenía una fábrica de soda en el Gran Buenos Aires, ahora producimos cerveza”, cuenta en el salón del bar, una vieja esquina que tardó dos años en acondicionar. Los productos artesanales, en producciones pequeñas, son marca registrada en Uribelarrea. Pueblo Escondido, por ejemplo, es una fábrica que elabora fiambres y embutidos desde 2003, con recetas españolas e italianas de los abuelos de Miguel Carello, ingeniero que estudió en la Escuela Don Bosco, del pueblo. En el Almacén de Campo se comercializan todos los fiambres y

Leonardo: dos propuestas gastronómicas en un mismo complejo, frente a las vías. Macedonio abre sábado y domingo, al mediodía. Leonardo, los domingos. Tarifa, por persona, alrededor de 70 pesos. L El Palenque: frente a la iglesia es el único lugar que está abierto todos los días hasta medianoche. Los fines de semana, carne a la parrilla y pastas. Tarifa, alrededor de $ 30 por persona. L Valle de Goñi: tambo de cabras. Ruta 205, km 80,5; (02226-15516021). Abre sábado, domingo y feriados por la tarde. Ofrece visitas guiadas, tortas y venta de productos caprinos: quesos, dulce de leche y licor. L Cervecería La Uribeña: Av. Valeria de Crotto 901. Ofrece picadas y cerveza artesanal. Abre los fines de semana. L Pueblo Escondido: abre sábado, domingo y feriados, de 9 a 19 (Av. Valeria de Crotto y 18 de Diciembre). MAS INFORMACION LDirección de Turismo de

Cañuelas; 02226 423749. [email protected]

embutidos, además de quesos, mermeladas, dulce de leche y miel de productores de la zona, y un salón de picadas que abre los fines de semana. En la Escuela Salesiana Don Bosco venden el mejor dulce de leche del pueblo. Es un secundario agrotécnico, donde crían animales y fabrican quesos, embutidos y, por supuesto, el famoso dulce. El paseo termina en el Museo de Máquinas y Herramientas, formado con las donaciones de todos, donde era el galpón de encomiendas del ferrocarril, frente a las vías. Ignacio Marcos, el vecino inquieto y curioso, confiesa: “Mi sueño es hacer un museo con la historia del pueblo”. Otro desafío, en un Uribelarrea que crece. L

Villa Ruiz, Cucullú, Tuyutí...





Hace diez años empezaron a trabajar en San Andrés de Giles con un a propuesta de turismo rural que incluye la visita a parajes y localidades. Es, para sus promotores, una herramienta para alcanzar el desarrollo local y sustentable, que avanza a medida que nuevos pueblos se suman a la iniciativa. “Algunos te dicen que no tienen nada para mostrar, pero los que vienen de afuera valoran, más que nada, lo que para ellos es de todos los días –dice José María Yanes, asesor en turismo y pueblos rurales de la Municipalidad de Giles, que trabaja con 13 localidades muy diferentes entre sí–. Empezamos a generar ejes temáticos. En cada pueblito se buceó en la historia, pero también en sus características bien propias.” Hay propuestas más establecidas, como la de Villa Ruiz, que apunta a convertirse en un pequeño polo gastronómico con seis o siete restaurantes para mediados de año, y otras más puntuales, como Cucullú, pueblo alfarero con un horno de ladrillos como principal atractivo. También un poblado llamado Heavy, donde un amante de la astronomía formó un pequeño observatorio turístico, y Tuyutí, con 28 habitantes y dos emprendimientos productivos de mozzarella, quizás idóneos para un circuito gastronómico, a futuro basado en la pizza. L

Donde el Club Apolo juega de local

   

 

 

En el partido de San Andrés de Giles, una sede social, una sastrería-restó y más

    



  

Bar, B Ba ar, cancha can c anch ch ha de de bochas boc ocha h s y pileta p le pi leta ta

Por Martín Wain De la Redacción de LA NACION uando salía de gira, la compañía de radioteatros en vivo de Juan Carlos Chiappe actuaba en el Club Recreativo Apolo, de Azcuénaga. Para verla llegaban desde el campo las charretas, los sulkies y los caballos. Eran tan famosos los personajes que algunos actores que interpretaban a los malos debían salir escondidos para evitar los abucheos. En los años 60 apareció la televisión. El primer aparato Franklin se colocó en el club para que todos vieran Bonanza, los programas de Pepe Biondi y los musicales de El Club del Clan. Se colocaban sillas en el salón de baile, que hoy mantiene su pequeño escenario, aunque ya no tocan grandes bandas de tango o folklore. Pero el club sigue centralizando la actividad social de este pueblo del partido de San Andrés de Giles. Por eso, los fines de semana, cuando algunos viajeros llegan a descubrir un nuevo pueblito, muchos lugareños de esta localidad con 130 años de historia están dentro del Apolo, alrededor de las mesas redondas del bar, en la cancha de bochas con piso sintético, junto a las parrillas del fondo o en la extravagante piscina de 25 x 10 metros, demasiado grande para la cantidad de socios. No disminuyó mucho la población local –siempre entre 300 y 400 personas–, pero sí la del campo, que era de unos 1500 habitantes y ahora de sólo algunas decenas. “La gente de los alrededores nutría al pueblo y le daba vida a las fondas”, cuenta el historiador local Héctor Terrén. Había muchos comercios, grandes fiestas, bailes y romerías. Hasta que pasó el último convoy.

C

Justo cuando la estación cumplía cien años, el tren dejó de pasar

Cien años exactos vivió la estación de tren. Cuando los vecinos fueron a pedir permiso para festejar ahí, junto a las vías, el centenario del pueblo se enteraron de las malas nuevas: ya estaba firmado el decreto de cierre. Justo ese año. Los festejos se hicieron igual, con alegría, pero también con nostalgia. La estación es lo más buscado por los visitantes. Ya no cuenta con el telégrafo ni los relojes, pero el edificio es encantador. Frente a él se ubican los dos restaurantes de Azcuénaga, con ambientes muy distintos. El más sofisticado es La Porteña, con

un salón pequeño y aire acondicionado, atendido por la familia Capecci. Se especializa en pastas, que se pueden disfrutar después de los salamines caseros de La Nueva Greca. El restó era una sastrería, cuenta Miguel Capecci, que ayudaba a su padre con los trajes del pueblo, hasta que cerraron a mediados de los años 40. Fueron precursores locales en cuanto a marketing: ofrecían cuotas y el cliente que ganaba un sorteo mensual se llevaba el traje sin saldar los pagos restantes. Miguel conserva el registro de los sorteos, además de tijeras, reglas y otras reliquias de aquellos tiempos más elegantes.

FOTOS DE FEDERICO LOPEZ CLARO

La Casona de Toto ofrece carne asada, pastas y dulces caseros, y sus paredes exhiben antiguas fotos familiares. Un mural de Miguelángel Gasparini potencia el ambiente de campo. Ambos restaurantes están en la avenida Pablo Terrén, principal vía de un pueblo que tiene apenas 16 manzanas y 39 números en su guía telefónica. Señor cliente: mantenga su cuenta al día, así mantiene su crédito. En el almacén de Jorge Adami se fía, aunque con ciertas precauciones desde que una mujer dejó su cuenta impaga al mudarse de Azcuénaga. La despensa está junto a la histórica panadería, que no se llama más La Moderna, pero aún produce galletas de campo, pan y tortas negras en su horno de antaño. En las calles hay unos pocos autos polarizados con tierra. Frente a la escuela y el jardín se encuentra la iglesia, que tiene como guardia a un búho que sobrevuela el interior. Pasa por encima del confesionario, donde la gente puede confesarse una vez por mes, cuando viene un cura desde Mercedes. A 6 km de Azcuénaga se encuentra la Posta de Figueroa, por donde pasaron Juan Manuel de Rosas, Facundo Quiroga y José María Paz, entre otros. Es uno de los mayores atractivos de la zona y mantiene parte de la construcción del siglo XVIII. Se puede visitar con el permiso de Julio Figueroa Castex, que espera apoyo para mantener el lugar mientras narra las geniales historias del rodaje, allí a mediados de los años 90, de la película Facundo, la sombra del tigre. L

DATOS UTILES COMO LLEGAR L Azcuenaga se encuentra en el partido de San Andrés de Giles. Se puede acceder desde Buenos Aires por Acceso Oeste hasta el final de la autopista, continuando por la ruta nacional N° 7 hasta la ciudad cabecera. Desde ahí son unos 12 kilómetros de tierra. Otra opción es la ruta 8, hasta el kilómetro 98, a la altura de Solís. DONDE COMER L La Porteña: (02325) 440449 / 491019. [email protected] L La Casona de Toto: (02325) 491032 / (02324) 428283. lacasonadetoto@ hotmail.com MAS INFORMACION L www.sadegiles.mun.gba. gov.ar