La voz centenaria de Aledo Luis Meloni

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espectáculos

| Domingo 28 De julio De 2013

La voz centenaria de Aledo Luis Meloni

Coplero y poeta. Publican sus obras completas y

graban una producción discográfica dedicada a su obra Mauro Apicella LA NACIoN

RESISTENCIA.– El jueves, el poeta y coplero Aledo Luis Meloni cumplirá 101 años. No habrá festejo especial por este número capicúa; los homenajes fueron para los 100. Sin embargo, no cesa el desfile de gente joven que visita a este hombre nacido en la provincia de Buenos Aires y afincado en Chaco hace ya tantas décadas. Hay una camada –especialmente de músicos de entre 25 y 45 años– que cuando pasa por Resistencia se acerca a su casa. A veces, basta una llamada previa para que don Aledo conteste: “Va a ser un gusto para mí que me venga a visitar”. Muchos de sus más bellos poemas, como “Arbolito del querer” o “La Niña”, fueron musicalizados y grabados en la Argentina y en el exterior. La musicalidad parece estar en su obra desde que este poeta se hizo coplero, luego de veinte años de trabajo como maestro y director de escuelas rurales.

Ahora, centenario y sentado a una silla de ruedas por la fractura de cadera que sufrió hace un par de años, dice que piensa como un hombre de otra época. Como un ejemplar de una generación extinta que hablaba y vivía de otra manera. Algo de razón tiene, aunque se lo escucha bien actualizado, y no deja de llamar la atención que sus versos aparezcan en discos de Coqui ortiz, Liliana Herrero o Casiana Torres, sólo por mencionar a algunos más o menos recientes. ortiz terminó de grabar con el pianista Carlos Aguirre un disco completo, con diez canciones y un poema, que surgen de un espectáculo que hicieron juntos con don Aledo, hace un par de años. Por otro lado, en la 13ª Feria del Libro Chaqueño y Regional se presenta un volumen con sus obras completas. Aledo invita café y dice que las generaciones son como las olas del mar: unas van tapando a las otras. También, con tono de broma, le dice a todo el que lo visita que no es aconsejable vivir tantos años. El hombre nació en Bolívar,

en 1912; allí vivió con sus padres y sus ocho hermanos, muchos de ellos longevos como él. En cambio, su papá murió joven, a los 38. “Vivíamos en el campo, trabajábamos la tierra. Mi mamá nos llevó adelante a todos”, recuerda el poeta. Uno de sus primeros destinos como maestro fue el Chaco rural. Allí conoció a una colega que se convirtió en su esposa y madre de sus cuatro hijos. Hoy la familia es grande. Tiene 20 bisnietos y una buena cantidad de historias que atesora. En el libro Poesía elegida, que editó el Instituto de Cultura de Chaco, hay piezas como “Coplero”: “Coplero soy, alma adentro:/ una manera de ser;/ aunque en la copla me encuentro,/ siempre me vuelvo a perder”. La poesía sencilla, en viejas ediciones de hojas amarillentas; su caligrafía perfecta en las dedicatorias de algunos ejemplares, y el flamante libro con sus obras completas conviven hoy en el living de la casa de don Aledo. “Creo que yo introduje la copla acá, tal vez, porque no me gustaba escribir mucho, ni a má-

Don Aledo Meloni cumplirá 101 años el jueves

“No digo cosas diferentes de las que todos sienten. Lo mío es sólo una transcripción. A lo mejor fue la suerte de no tener grandes pensamientos, sino pensamientos comunes puestos en la música de la palabra”

soledad aznarez/archivo

quina”, se ríe. “La copla que más conocemos hoy es la del Noroeste, la del pueblo, que es el verdadero autor. Nosotros somos fabricantes de coplas. Ellos las viven.” Don Aledo llegó a Chaco en 1937. Los primeros veinticinco años trabajó como maestro rural. “Fue en la primera colonia de rusos alemanes que se instaló en Chaco. Luego fui cinco años secretario técnico de la inspección de escuelas. Recién a los 52 años publiqué mi primer libro, Tierra ceñida a mi costado, que es un librito sobre la colonia, sobre el trabajo de los hombres, sobre el paisaje y la sequía. Todo eso con un viento Norte que exaspera. Pero yo era joven y cuando uno es joven, todo es lindo. Ganábamos bien. Ser maestro era algo bien visto. Mi señora decía que aquel libro era el único que le gustaba porque ahí estaba yo y el paisaje. “Después te hiciste literato”, me decía. –¿Cuándo comenzó con las coplas? –Fue estando acá, en Resistencia. Así como un día cayó en mis manos un libro de Antonio Machado, en 1956 leí uno de Victoria Pueyrredón. Lo que me gustó de su libro de coplas fue que en cuatro versos podía expresar un pensamiento total. –¿La experiencia como maestro rural siguió influyendo? –No. La copla es universal: el sentimiento del hombre, el dolor, la alegría, la pena. No digo cosas diferentes de las que todos sienten. Lo mío es sólo una transcripción. A lo mejor uno acertó o tuvo la suerte de no tener grandes pensamientos, sino pensamientos comunes puestos en la música de la palabra. –¿Cómo siguió su vida en la ciudad? –La Provincia me contrató por un

año y ocho meses para fichar 43 años del diario La Prensa. Desde la aparición, en 1869, hasta 1912. Redacté 10.037 fichas a mano sobre información de Chaco, Formosa y Misiones, que eran territorios nacionales, y sobre inventos como la fotografía. Seguí esos temas. Cuando se estaba haciendo la torre Eiffel, varios artistas famosos hicieron una solicitada para que no se construyera porque tendría tal fuerza de imán que haría descarrilar a trenes y tranvías. Imagínese... [Aledo larga una carcajada con su recuerdo]. Cuando terminó mi contrato, entré a trabajar en el periodismo. Trabajé cinco años como corrector en El Territorio y después me fui como jefe de correctores a Norte, por veinte años. –¿Siempre tiene ese buen humor? –Hacia fuera. Hacia dentro el humor desaparece. No se llevan de balde 100 años. No se soporta así nomás esa montaña a la que se ha trepado. –¿Piensa en la edad que tiene? –A los 85 uno ya está maduro para el viaje. Cuando pasa esa madurez se empieza a perder la actualidad. Los años pesan. Voy a repetir lo que he dicho siempre: no hay que vivir tanto. Yo soy, literariamente, de la generación del 40. Han pasado ya setenta años. Formaba parte de un grupo cultural de escritores, músicos y escultores del que ya no queda nadie. Estoy casi solo. Gracias a Dios tengo una familia muy linda. –El secreto de su longevidad no fue haber nacido el Día de la Pachamama. ¿Verdad? –No. Todo los 1° de agosto tomo caña con ruda. Pero son creencias que no tienen influencia en la salud de uno. Se trata de una ceremonia. ¿Sabe cuál es el único secreto? No haber muerto.ß