Donde duerme el sol

Recordé mi viaje a la Cuba de Fidel y Raúl que ahora solo es de. Raúl. ... Informáticas de Cuba. ...... aldeas de Las Cruces, Los Pozos, Escaguey y Mucupiche.
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Donde duerme el sol

J. A. Gómez Giménez

Dedicado a:

Yasmira Estrella Colmenarez Gil… Gracias por 9 meses de amor extraño, intenso y sincero. Gracias eternas.



PRINCIPIO

C

ruzando un valle del paisaje paramero, bañado por una media luna brillante que se niega a ser absorbida o eclipsada por la negritud nocturnal, descubro entre el frío que me cala los huesos que tanto el infinito como el universo nacieron para estar juntos, y eso les hace ser inseparables al punto que resulta imposible llegar a conocer al uno ignorando al otro. Como Yasmira y yo, son uno solo, un solo ser. Venía con mi historia ya hecha, traída a colación, a flor de piel, en carne viva. Mi vida ya está hecha. La historia de mi vida es muy de la vida misma que se suele decir hoy en día en este mundo agonizante de una sociedad en decadencia que se empeña en hablar pendejadas a diestra y siniestra a cada rato para tratar de justificar lo injustificable, explicar lo inexplicable y excusar lo inexcusable.

La mía es una historia alimentada y razonada, sazonada y condimentada con todos los ingredientes que le dan sabor y le otorgan salero a la vida. O al menos eso pienso yo. Recordemos que la conseja popular indica que “una cosa piensa el burro y otra quien lo arrea”. La traición, el amor, la amistad, la verdad, la mentira, los sueños y el final que, como todos sabemos, siempre es lo más difícil de digerir pero es lo que más fácil y rápido llega… y lo peor de todo es…que el final es definitivo, inmutable, incambiable. Mi historia es simplemente una historia común. Mi historia causa risa y estupor al mismo tiempo, mi historia es tan solo una historia de amor y desamor, de sueños destruidos y esperanzas que se niegan a morir sepultadas por el peso del olvido, la desidia y la indiferencia. Se trata de otra historia de amor pero no cualquier amor. Amor verdadero, amor distinto, amor que ama y es correspondido, amor que sin embargo, nace para morir. Me he propuesto empezar a contarla el primer día de este año nuevo que apenas comienza, así como alguien arroja en la basura un par de zapatos rotos, viejos y gastados por tanto uso… además…toda historia necesita un comienzo desde cero para poder llegar a ser considerada como tal. Quiero contar esta, mi historia, para dejarlo todo atrás…para demostrar de manera fidedigna quién era el culpable y quién el inocente, para desvelar la intriga, denunciar la trampa y…hablar pendejadas durante un buen rato. Total…ahora tengo todo el tiempo del mundo por delante…y no soy relojero. Dejo el tiempo y su paso indetenible en manos de Cronos, su dios. Dejo mi vida en tus manos, Yasmira, por cuanto hice de tus manos las moldeadoras de mi vida y, mi vida, la amoldé a la tuya, a ti, a tu amor que ya no tengo y que ya jamás nunca tendré. Y seré como aquellas mujeres frustradas de matrimonio perfecto en apariencia que dicen a todas sus amistades que sus hijos son la única y auténtica razón de su vida cuando realmente sus hijos le exigen su vida como razón. Y me repito una vez más que yo no soy así, nunca lo fui, jamás luché por tonterías ni discutí por estupideces. Es más, aún suelo perder a mis amigos por puras pendejadas. Aún ahora, que estoy plenamente convencido que nunca voy a cambiar, que jamás dejaré de ser yo. Y recuerdo aquellas palabras inmortales que se le atribuyen al no menos inmortal dictador romano Julio César en “Los Idus de Marzo”: “Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es”. Dura lex, sed lex. Literalmente Dura Ley pero Ley. Traducida al idioma de Cervantes: Dura es la Ley, pero es la Ley.

Ley de vida, ¿quién puede derogarla?, ¿quién puede contra ella?... De lo que si existe mucha evidencia es de la veracidad de la frase de Julio César: “Sólo se debe temer al miedo”. Y temo perderte para siempre. Tengo miedo. Tanto miedo. Mucho miedo. Miedo.

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Amor. Breve pero hermosa e intensa palabra. Verbo que resume la esencia del ser humano. Verbo hecho carne envuelta en fuego y pasión. Mágica red invisible que nos atrapa así como una fuerza divina y celestial que genera una pléyade de sentimientos sublimes, nobles y bellos. Así, un buen día llegó a nosotros para unirnos en un hermoso, mágico y maravilloso acto de amor puro, honesto y espontáneo. Más hoy, no saber de ti es sentarme a ver el horizonte y darme cuenta que el planeta entero se ha construido sobre un desierto inhóspito y desolado. Lo que más me importó de ti fue obtener el amor fogoso y ardiente que me diste, siempre desmedido y apasionado, fiel y constante que alberga tu hermoso pero conflictivo corazón. Y tal vez por eso te perdí…por eso y por muchas cosas más que aún no logró entender así como nunca intenté entenderte y al proponérmelo ya era demasiado tarde. Y te perdí ignorante del motivo, razón o circunstancia. Que yo te desequilibro, fue tu argumento. No lo entiendo. Aunque supongo que ni siquiera el diablo sabe lo que hace ni por qué lo hace. Resolví recorrer el camino a la Negra tratando de encontrar a mi amada rubia de ojos celestiales. Así como yo prefiero caminar, Yasmira hubiese optado por alquilar un equino. Así es ella. Una amazona de increíble

belleza cruzando al galope la explanada con su cabello dorado al viento cual bandera de la libertad. Comparando la radiante luz del astro rey con la tonalidad dorada de la cabellera de Yasmira, mi diosa de las nieves, me detuve un instante a contemplar la belleza natural que me rodeaba. No quería perder de vista el más mínimo detalle de aquel precioso paisaje. Respiré profundamente. Quise llenar mis pulmones con ese aire puro buscando hacerlos estallar desintegrándome en mil pedazos para fundirme con aquel espacio natural. Pero nada de esto ocurrió. Llené mi vista con la majestuosidad del inmenso cielo casi al alcance de mis enguantadas manos y pensé: -¡No hay tanto cielo como se ve, no hay tanto espacio como se cree! Aquellos pinos frondosos me traían un delicioso aroma natural a la memoria y cuando las aves surcaron el cielo distrayendo mi curiosa mirada, comprendí que el exquisito aroma de mi recuerdo era el perfume natural que irradiaba el cuerpo desnudo de mi amada Yasmira. Mi estrella radiante. Mi periquita habladora. Hay que ver cuánto habla esa mujer. Habla como por un batallón de viejas chismosas. Toda una cotorra. Periquita. Mi perica. El delicioso olor a tu exquisito café colado, que preparas con una leche dulzona y espumante, aún impregna mi alma que deambula errante en busca de la tuya. Recuerdo que me advertiste con seriedad: -¡Yo no hago café, lo hace la cafetera! Y sonreíste tierna e infantilmente. Cuanto anhelo volver a probar ese exquisito café tan tuyo, tan delicioso, tan mágico, tan bien preparado, tan lleno de tu amor sincero y espontáneo. Ese día inolvidable, en la calidez humana de la cocina de tu casa, con el calor emanado del sol tocuyano, con el aroma y el sabor de tu sabroso café, amada Yasmira, me hiciste entender que no existe un día en la vida que sea más insignificante o menos importante que otro.

Cada nueva jornada nos trae unas horas de vida que debemos saber vivir por cuanto cada segundo escribe la historia, y si le damos chance, años después, esos segundos logran besarnos en la boca, parafraseando a Serrat y su eterna y melancólica poesía. Este clamor sentimental, impregnado de tristeza, reminiscencias presentes, se convierte en una epístola de añoranza hacia el amor que es una fuerza e ilusión que perdura en toda la existencia con las vivencias infinitas cuando este deja huellas imborrables en el alma de cada ser. Y es que amar y ser amado es lo más hermoso que pueda concebirse en cada pareja de enamorados. Por esa sencilla y amorosa razón mi enamorado corazón reclama tu presencia, tu amor espiritual que aún vive y hace levantar una espiga de luna llena en cada poro de mi piel, en cada espacio de mi ser, en mi costado derecho vació, sin ti, carente de ti. De rosa roja encarnada son tus labios, de dulce caramelo es tu voz armónica, de arco iris son las miradas infinitas de esos tus ojos que son inmensos e infinitos como la extensión de los océanos, como cascadas esplendorosas de encantos alucinantes que engalanan tu precioso rostro lleno de sueños por cumplir, metas por lograr, tan bonito como un piropo nacido del alma de un hombre total y ciegamente enamorado. Mukumbarí. Esta es la denominación que los aborígenes ancestrales le otorgaron a la Sierra Nevada, en el majestuoso, frio y altivo estado Mérida. Así fue bautizado el Teleférico, una imponente obra con influencia austríaca, suiza y francesa reconocida como el sistema más largo de este tipo con el punto más alto del mundo después de la glacial Alaska. Senderismo y escalada son algunas actividades que se pueden realizar durante la excursión en medio de las montañas andinas a una altura entre los 1.577 metros hasta los 4.765 metros sobre el nivel del mar, en un recorrido de 12,5 kilómetros, dividido en cinco estaciones operativas y diseñadas con un innovador estilo minimalista para el disfrute de aproximadamente medio millón de visitantes al año. Un recorrido completo sin pausas tiene un estimado de 50 minutos. Sus estaciones son:

Barinitas: ubicada a 1.577 metros sobre el nivel del mar. Es una auténtica joya arquitectónica que mide 6.357 metros cuadrados de construcción y puede albergar hasta 800 personas a un mismo tiempo. Posee una ambientación con árboles y una cubierta ondulada con vista externa que unifica las construcciones más cercanas.

Es aquí donde se encuentran las casillas para la venta de boletos y la logística para el inicio del ascenso. El punto atractivo de la parada más baja posee un simulador virtual audiovisual 2.0., una experiencia hacia las montañas merideñas y sus caminos, que pueden ser disfrutados a la par de exposiciones de artistas locales. La Montaña: en esta subida es posible observar el Gigante Dormido, una montaña conocida por su forma del rostro de un gigante acostado que mira hacia el cielo casi siempre nublado del horizonte merideño. Igualmente se puede admirar el Cañón del Río Chama, la Meseta de Mérida y sus poblados aledaños: Tabay, La Parroquia y Ejido. La Aguada: está a 3.452 metros sobre el nivel del mar. En esta etapa es posible admirar los valles merideños y el majestuoso Pico Bolívar. Desde aquí empieza a dispersarse el paisaje con la neblina del páramo y con un poco de suerte es posible regocijarse con la vista de los Parques Nacionales Sierra Nevada y Sierra de la Culata. Loma redonda: esta etapa se ubica a 4.045 metros sobre el nivel del mar y en ella se encuentran más de 86 especies de frailejón, la planta típica de la región exclusiva de la Cordillera de Los Andes. Por el frente se observa el flanco norte del Pico Bolívar y debajo se contempla el camino que conduce hacia la aldea Los Nevados. Pico Espejo: enclavado a 4.765 metros sobre el nivel del mar. Es el punto más deseado por todos debido a la presencia de la nieve unida a una espectacular vista del mirador con la Virgen de Las Nieves protegiendo al Pico Espejo, conocido con ese nombre debido a la piedra Mica llamada Moscovita, un mineral de los silicatos de tono brillante que, al reflejar el sol, produce el mismo efecto que un espejo.

Del mismo modo es posible admirar el Cerro León, las lagunas Negra y Colorada; los Picos Humboldt, Bomplant y Bolívar. Este último está muy cerca aunque para llegar la expedición suele durar 6 horas y debe realizarse en grupos con personas que hayan adquirido previamente las condiciones físicas e implementos necesarios para semejante aventura. El viento poderoso sopla con fuerza empujándome por la espalda cual niños jugando en medio de la cumbre de una montaña desde la cual puedo admirar el majestuoso espectáculo natural del cielo y su inmensidad, de las cumbres heladas rodeadas de nubes de niebla. Aquí, cada montaña se transforma en una puerta al cielo y en cada una de ellas hay un regalo de Dios para cada uno de nosotros. Los maestros de Jesucristo, los Esenios, oraban al amanecer con la vista puesta hacia la salida del sol, en dirección al este, y no mirando al templo

como solían hacer los demás judíos. Honestamente prefiero mirar al cielo y orar en silencio como quien medita o piensa acerca del paisaje que le rodea. El Teleférico Mukumbarí posee 9 torres, un sistema electromagnético de 4 tramos de 3.5 kilómetros cada uno, 8 cabinas con capacidad para 60 personas cada una y su remodelación superó los 200 millones de dólares. Es un deleite de privilegiados admirar la belleza inhóspita de las montañas heladas y contemplar el majestuoso horizonte azulado casi al alcance de las manos. Esas son apenas algunas de las sensaciones percibidas por quienes hemos tenido la dicha de realizar el recorrido en el teleférico. ¿Qué espera usted para hacerlo?...

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Dame tu amor, y de tal manera, aunque no hubiese un cielo, porque aún así yo te amaría. Si me niegas tu amor, valientemente, aunque existiera el infierno, no le temería. No tienes que darme tu amor, porque yo así lo quiera, debes dármelo, porque me quieres. Aunque lo que espero y nunca llegue, lo mismo te quiero, a como quisiera quererte. Es que aún vives dentro de mi pueblo de recuerdos, envueltos de tristezas y melancolías, donde sólo atardece y no amanece por cuanto la luz ha envejecido vagamente apagada, inundada de nostalgias aunque todavía ilumina cada vestigio de aquel que fuese nuestro jardín, ahora lleno de flores marchitas, carentes de aroma debido a tu ausencia física. En todo este tiempo que estuvimos separados, nunca estuve lejos de ti. Cada noche me acostaba a dormir contigo y cada mañana te despertaba y te daba los buenos días y te deseaba un feliz día y le pedía a Dios por ti, que te cuidase, que te protegiera en todo momento, en todo lugar. Tal cual es mi amor por ti. Y te lo entregué totalmente desde la primera vez que te vi. Desde el comienzo. Desde el inicio de la historia. Desde el principio de los tiempos, cuando el mundo aún no estaba

hecho. Desde que el mundo es mundo, el hombre lucha contra sus miedos propios y ajenos. Es la lucha constante contra un miedo enorme. Es que el miedo es un producto que surge como consecuencia directa de la imaginación, es un castigo, es el alto precio que se debe pagar por tener y usar nuestra imaginación. Miedo de perderte, de no volverte a ver, de tenerte para siempre lejos de mí. Imaginación fecunda y tremola, despiadada y fría que me hace imaginarte enamorada, a veces de mí, a veces de otro, y me hace sentirte tan cerca un rato y tan distante el resto del tiempo. Definitivamente el miedo es el pago por el servicio de la imaginación. Por eso, en mis mayores momentos de optimismo rebautizo a la mentira con el rimbombante nombre de ESPERANZA, y esto lo hago no porque soy malo, falso o mentiroso. No. En absoluto. Lo hago más bien por cuanto estoy plenamente convencido que, en el fondo, nadie está seguro de nada, y del mismo modo nada es mucho más seguro que la nada. Ah. Los signos de interrogación balancean peligrosa y vertiginosamente su cabeza de serpiente venenosa sobre las blancas ruinas de las ideas cuyos ruidos inmaculados son una alarma en mis ojos, en mis oídos y en mi sexto sentido. Entonces empiezo a sentirme como el desertor que se esconde en el mismísimo campo de batalla, entre explosiones y detonaciones, viendo caer muertos a sus hasta hace poco compañeros de armas y ahora tan solo víctimas de un conflicto que ni ellos entienden ni buscaron. Es que ahora entiendo que tan solo los muertos carecen del sentido del miedo, porque incluso los soldados que integran las filas de los ejércitos vencidos albergan la esperanza de algún día llegar a vencer y retornar a casa victoriosos a morir en paz entre los suyos. Y luego nos pasamos el resto de la vida reprochándonos el error mientras rememoramos batallas en el bar entre gritos y tragos de cerveza y aguardiente barato sin pudor y sin vergüenza. El estado, el país, la patria no les dio sino una patada en el trasero, las medallas, reconocimientos, felicitaciones, ascensos y apretones de mano quedaron tan solo para los oficiales que ni siquiera estuvieron cerca del campo de batalla. Donde nuestra fe quedó muerta y la dignidad olvidada. Fuimos héroes. Aunque quizás no todo esté aùn totalmente escrito o tal vez

escribimos demás.

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Partiendo de la laguna de Mucubají, en la puerta de entrada al páramo merideño, se inicia una caminata de hora y media hasta la laguna Negra. Es posible hacer el recorrido a pie o alquilando un caballo para hacer la travesía a la vieja usanza. Hay que respirar hondamente para colmar de aire puro los pulmones y oxigenar el alma mientras la vista se deleita con la inmensidad del horizonte y la flora única repleta de frondosos pinos entre los cuales es posible observar el ir y venir inquieto de los más disímiles miembros de la fauna silvestre, como por ejemplo las aves que surcan el azulado firmamento. Desde la laguna de los Patos se puede observar la Negra. Esta travesía comienza en el páramo andino, que es un paraíso mágico surcado por la carretera trasandina que inmediatamente nos conecta con el recuerdo de las anécdotas contadas por los abuelos acerca de la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Es maravilloso pensar que en esos tiempos primigenios alguien se haya dado a la tarea de construir una vía de comunicación en aquellos parajes para conectarlos con el resto del país. Todo un visionario el benemérito. Cerquita de Apartaderos es fácil hallar la vía que conduce hacia La Musui, zona tradicionalmente dedicada a labores de agricultura que alberga en su seno un secreto muy especial. Es un pequeño tesoro. Se recorre un camino medianamente dificultoso durante aproximadamente 40 minutos y, entre las montañas vírgenes, surge la belleza inconmensurable de varios chorros de agua cristalina y fría que van a caer en una maravillosa piscina natural, más que perfecta para revitalizar el cuerpo mientras se disfruta el contraste con las bajísimas temperaturas propias del páramo. Siguiendo el mismo sendero que conduce desde el páramo hasta la ciudad de Mérida, se halla un letrero que advierte que se ha llegado al Refugio Mifafi o Refugio del Cóndor. Allí tuve la oportunidad de conocer a Combatiente, un hermoso e imponente cóndor feliz y debidamente protegido por la organización Bioandina y está tan domesticado que se acerca a saludar a los visitantes. Es una experiencia única.

Para esta ave en grave peligro de extinción, y que es la más grande del mundo, su hábitat favorito se encuentra allá en las alturas, a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar. Donde tan solo las águilas se atreven. Su vuelo resulta tan imponente que algunos expertos afirman haber registrado desplazamientos a más de 10 mil metros de altura. Lo realmente cierto es que es una especie única que tan solo se encuentra presente en la Cordillera andina que va desde Chile hasta Venezuela. El paisaje en este precioso lugar es simplemente abrumador. Combatiente está a buen resguardo, imagino que la brisa constante y la altura hacen que un ave desee tan solo experimentar la libertad invalorable de su vuelo natural. Para eso a nacido. Mucho más abajo escucho las risas y los motores de motos de cuatro ruedas ocupadas por visitantes nacionales y turistas extranjeros que indistintamente recorren la zona de truchicultura, los cultivos de flores y fresas y otras áreas igualmente verdes y floridas. En la Hacienda Agroturística La Culata poseen un potro mecánico sobre el cual observo a una chica no sé si estadounidense o europea que en este momento desafía la gravedad evitando caer sobre las pacas de heno. El parque ofrece oportunidades de observación del proceso de ordeño mecánico y otras actividades como la elaboración de quesos, agricultura y floricultura. Si Hansel y Gretel hubiesen nacido en estas tierras andinas, su ruta favorita sería la que conduce hacia el pico Pan de Azúcar, en el páramo La Culata. Es un paseo muy bonito y entretenido que presenta cierta dificultad al andar pero sin obstáculos imposibles de superar. A lo lejos se divisan unos grandes arenales que en la distancia se asemejan al azúcar derramados sobre un delicioso pan horneado entre tizones de carbón y ladrillos de barro extraído en estos mismos parajes. Recuerdo la primera vez que fui a Mérida. Lo recuerdo como si fuese ayer. Aún no conocía a Yasmira. Era un inexperto bachiller larense cursando estudios de licenciatura en la UCV caraqueña. En un período vacacional decidí explorar el paraje andino. La carretera poseía un olor particular a distancia, a lejanía, a lejos, muy lejos, el frío, la niebla y la nieve. El viejo autobús Mercedes Benz emitía un sonido monótono e indescriptible junto a una estela de humo grisáceo pálido a lo largo de su andar. En las paradas se mezclaban olores diversos. Gasolina, baños sucios,

vómito de viajeros de estómago sensible, arepas y empanadas, maltas y café con leche, negrito o marrón. Eran 660 kilómetros que más parecían un centro comercial con una larga feria de comida rápida donde había de todo para todos los gustos. Todo depende de la interpretación que cada uno le asigne a su propio viaje. Cruzando la frontera entre Aragua y Carabobo todavía era posible observar el esqueleto formado por las ruinas del antiguo peaje y, tempranito en la mañana, los vendedores de panelitas de San Joaquín ondeando sus productos entre los vehículos que iban en una y otra dirección. La cola se hacía no por un accidente o avería sino por tantas personas que se detenían brevemente para comprar. No faltaban los vendedores de CD’S quemados del Conde del Guácharo. Era otra Venezuela. Al terminar de cruzar el histórico Campo de Carabobo llegamos a la culminación de la autopista. Es impresionante lo madrugador y mañanero que es el pueblo venezolano. A ambos lados de la vía se observa el ir y venir en los humildes ranchitos que abren sus puertas para vender cochino, cachapas, queso, frutas, arepas, empanadas, café, periódicos y más tarde sopa y almuerzos. Al aproximarse a Tinaquillo la carretera se hace peligrosísima durante un trecho no muy extenso. Nuevamente surgen tarantines y kioskos donde ofrecen arepa de jojoto, las famosas ARECHAPAS con queso, sacos de jojoto, cachapas, quesos diversos. Una delicia de viaje. Entretanto San Carlos le ofrece la bienvenida a viajeros y visitantes con esa extraña redoma en cuyo centro exhibe un monumento al mango y poco antes de llegar a dicho espacio hay un puesto donde venden jugos naturales de muy buena calidad que hace obligatoria la parada para aplacar el agradable calor que ya nos abriga. En la estación de servicio de San Carlos el conductor aprovecha para recargar combustible y los pasajeros para descargar la vejiga antes de iniciar el largo trayecto de la autopista de Los Llanos. Avanzamos hasta la hora del almuerzo donde el trecho entre San Carlos y Barinas se hace casi totalmente en una autopista que acorta casi un par de horas el viaje a Mérida. Poco a poco van surgiendo a orilla de la autopista lugares para almorzar carne en vara, hervido y picadillo barinés. A pesar de la velocidad, la autopista no evita una breve pero obligatoria parada en Ospino para comprar chicharrón clarito y con burbujitas y los más nostálgicos intentan comprar guama en Sabaneta y mamones de Barrancas con su perfume y sabor únicos. En la redoma de Barinas, justo antes de la primera bomba está una fábrica de queso de mano que ofrece la

posibilidad de vivir la sensación única de probar una crema de leche excepcional. Alrededor de dicha redoma venden cachivaches de cocina como azafates, calderos y budares. Ya saboreo las arepitas dulces en fogón y budare. Una delicia andina. Se termina el llano y comienza el pie de monte andino. Ya se respira un poco el aire puro que desciende de los andes. Justo antes de llegar a Barinitas se ve un letrero mínimo que anuncia “Sí hay queso especial” y aproveché para comprar un quesito curado que se deshilacha en hebras, lamentablemente no había aguacates en la carretera. Así se inicia el cruce andino, entre el intenso y embriagador aroma a ajo y cebolla y habiendo solicitado al conductor un chancecito más para tomar chocolate y calentao con miche. Muy simpático y servicial tanto el chofer como el colector. Pasamos Mucubají sabiendo que, al visitarla, allí desayunaré arepas de trigo con chorizo y huevo. En San Rafael de Mucuchíes comeré mantecada y deleitando mi mente con esos sabores imaginarios tan reales entramos a Mucuchíes, allí donde Wanda llegó de Italia y fundó el hotel Los Andes y donde sus hijas hacen dulce de leche que te hace recordar los tiempos de la abuela consentidora que nos malcrió y endulzó la vida desde la temprana existencia. Escagüey tiene una parada obligatoria en la Casita de la Miel. Luego almorzaré trucha en el Caney del pueblo de Los Aleros y crema de verduras en La Mamma frente a la plaza de Tabay. 11 horas después, sobre la cama de una posada, descansé del largo viaje por mi país de carretera. Por esos días visité el antiguo teleférico, construido en 1.957, con sus 12,5 kilómetros de recorrido siendo ya el sistema de funicular más alto y largo del mundo y una de las principales atracciones de Mérida. La cuarta estación, Loma Redonda era ideal para realizar paseos al pueblo Los Nevados, al Alto de La Cruz y a los flancos oeste y norte del Pico Bolívar. Un musiú, Volkhard George me recomendó visitar Los Nevados en un tour de tres días subiendo en el funicular hasta la cuarta estación, bajar en mula o a pie, como en efecto hice, hasta Los Nevados, pasar una noche en el poblado y luego emprender el regreso en rústico a la ciudad para contemplar sus distintos paisajes climáticos y hacerme una idea integral del recorrido. El alojamiento en Los Nevados no representa problema alguno. Los posaderos del pueblo y sus alrededores ofrecen a los turistas un confortable alojamiento, comida típica de la región y una ducha, todo sin mayores pretensiones ni lujos, como si uno fuese uno más de los pobladores del lugar. Las posadas Guamanchi, Bella Vista y la posada del Buen señor, ubicadas en el corazón del pueblo, son las más conocidas.

La hacienda El Carrizal, de Don Pancho Castillo, una casona con más de dos siglos a cuestas, fue convertida en mucoposada por medio de la iniciativa del programa Andes Tropicales, está ubicada a hora y media de camino desde Los Nevados. Muchas personas bajan a pie hasta el río Nuestra Señora, se refrescan en sus heladas aguas y luego continúan por un sendero más amable hasta la vieja casona, rodeada de verdes pastizales. Los arrieros ofrecen subir en mula a quienes realizan este paseo, la intrincada cuesta de regreso al pueblo. Al regresar ya era de noche. Ninguna noche volvió a ser realmente oscura para mí, porque aunque el firmamento estuviese nublado sé cómo ver las estrellas aún mucho más allá de la oscuridad. De aquí, de Los Nevados es nativa mi amada Yasmira. En este refugio en la serenidad de las alturas nació la mujer de mi vida, la dama que transformó mi vida, el ser que se llevó mi vida con su partida. Este pueblo emplazado en el Parque Nacional Sierra Nevada de Mérida conserva con nobleza su vieja prestancia andina. Quienes visitan ese remoto lugar, rodeado de páramos, bosques, lagunas y valles, pueden disfrutar de su agreste naturaleza y aprender, a pesar del frio intenso, de la calidez de sus humildes moradores. Las caprichosas y tercas pero dóciles mulas pasean en su lomo a los visitantes a todo lo largo de los páramos del Parque Nacional Sierra Nevada donde la sabiduría y buena disposición de sus longevos habitantes es una de las bondades fundamentales de la región. Se cree que los indígenas Mirripuyes, únicos habitantes de los altos andinos, levantaron el primer asentamiento en la época de la Colonia con casas de bahareque y techos de paja a 2.700 metros de altura, pero no fue sino hasta 1.591 cuando los soldados españoles fundaron el pueblo poco después de la fundación de la capital. La mula Cocuy rebuzna su descontento y se detiene en seco a mitad del camino. Durante varios días, debido a la afluencia de turistas, ha soportado con paciencia los rigores de la vereda y ya no quiere dar ni un paso más. Conoce el trayecto de memoria y sabe que aún debe remontar la cuesta antes de llegar a su destino. Su terquedad, sin embargo, se desvanece pronto. Escucha el grito del baquiano: -¡Arre, carajo! Y se siente un inmerecido latigazo en sus ancas. Resignada, abandona su empecinamiento y vuelve a unirse a la recua que lleva a los viajeros hasta la cima. Los turistas que recorren a lomo de mula, burro o caballo los páramos del Parque Nacional Sierra Nevada, desde Loma Redonda al pueblo Los Nevados, deben ceder a los caprichos de estos animales. Son las bestias las que deciden el camino a seguir, cuándo marchar y en qué momento

parar. En ocasiones se alteran, pero siempre aceptan con hidalguía el peso de sus cargas. Los arrieros les siguen los pasos sin signos de cansancio. Están acostumbrados al recorrido a pie de esas kilométricas distancias. Aunque son severos con ellas durante el trabajo, las tratan como a las niñas de sus ojos al finalizar la jornada, profesándoles un amor que parece paternal y las consienten con una buena provisión de alimento y agua cuando han cumplido su cometido. El paseo desde la estación Loma Redonda hasta Los Nevados es cuesta abajo, primero por páramos brumosos y luego por bosques nublados. El viaje de ida desde la cuarta parada del teleférico de Mérida hasta el remoto pueblo andino, se puede realizar a pie o en bicicleta montañera pero tan sólo recomiendo hacer esto a quienes tienen los pulmones de Lance Armstrong o Miguel Induraín. La excursión dura unas cinco horas y permite a los viajeros apreciar y disfrutar distintos paisajes climáticos mientras escuchan las bromas y cuentos de camino de los baquianos. Este pueblo es un remanso de paz. A Los Nevados se llega por su calle principal de adoquines de piedra. Los viajeros descubren las casas de techos rojos, la modesta plaza Bolívar, una tranquila comisaria con policías relajados, atentos y serviciales (cosa rara en nuestro país), una bodega que solía estar tan bien surtida como un abasto, siete posadas y una iglesia construida en 1.640. El pueblo ha sabido conservar su donaire andino a pesar del indetenible paso del tiempo, la llegada de la electricidad y del arribo de forasteros que se quedaron a vivir allí. Muchos turistas desprevenidos aún tienen la creencia que el poblado recibió su nombre debido a que en sus parajes caían nevadas como en Suiza. Realmente lo bautizaron así porque en tiempos anteriores se vislumbraban desde ese lugar algunas de las llamadas cinco águilas blancas, las cumbres de nieve más altas del estado Mérida. Sus amables moradores ya no se sorprenden por el tránsito de los visitantes. Desde los pórticos de sus hogares nos saludan con amabilidad andina y nos brindan una discreta bienvenida. Apenas al llegar, los viajeros percibimos la tranquilidad y el ritmo pausado que se respira en sus confines. Se trata de un pequeño pueblo de agricultores que se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos favoritos de los turistas que buscamos los verdaderos atractivos del páramo, mucho más allá de los parques temáticos merideños. Luego de dormir y reponer energías en alguna posada, algunos optan por contratar el servicio de las mulas para emprender el regreso a Loma redonda aunque también se puede ir y venir de Los Nevados en vehículos de

doble tracción por una empinada y estrecha carretera de una sola vía. Los choferes de estos rústicos inician el trayecto en la plaza Las Heroínas ubicada frente al teleférico, conducen con pericia sabiendo como apartarse del camino sin resbalar por sus precipicios a la hora de enfrentarse a otros automóviles o a las populares yuntas de bueyes. El recorrido que dura unas cuatro horas se ha convertido en épocas recientes en un reto para los amantes de los rústicos y las carreras fun race, aunque muchos de esos temerarios cowboys se queden sin aliento ante sus riscos y abandonen la proeza a mitad de la aventura. La suiza Joelle Piller, quien junto a su esposo son propietarios de Guamanchi Expeditions, cuenta que Los Nevados han devenido en lugar de peregrinación. Durante las vacaciones escolares y sobre todo durante la Semana Santa, resulta un lugar idóneo para el retiro espiritual y el descanso lejos del ruido de la ciudad. Los turistas extranjeros, mayormente europeos, llegan durante cualquier época del año y prefieren escalar a pie por sus escarpados senderos después de tomar el funicular. Los turistas locales que lo visitan en las temporadas altas son más perezosos, les gusta viajar en mula o en rústico hasta su destino. Es un sitio especial para recargar las baterías humanas porque aquí no tienen cobertura para los celulares, de manera tal que se aprovecha al máximo la oportunidad para descansar y desconectarse de todo contacto estresante con las ocupaciones y preocupaciones del día a día. En Los Nevados vale la pena visitar la emisora de radio Aldeas 100.5 FM. A través de sus ondas, sus propietarios brindan a los habitantes del pueblo y de los alrededores la oportunidad de comunicarse entre sí, debido a que el único teléfono público que existe sólo funciona algunas veces. Todos los días transmiten los mensajes de los lugareños con la finalidad de ayudar a la comunidad a solucionar sus más disímiles problemas cotidianos. A mitad del poblado, muy cerca del cementerio, se encuentra un molino de trigo construido con piedras. Con sus aspas aún en marcha, es uno de los monumentos favoritos de los visitantes. Tras un merecido descanso después de la primera jornada en mula o rústico, los turistas emprenden paseos y excursiones, por sus propios medios o con ayuda de guías. En paseos tanto cortos como largos, visitamos sus montañas, riscos, páramos, valles y lagunas, tomamos fotografías y algunos practican la observación de su variada flora y fauna. Los deportistas extremos que van en busca de emociones fuertes escalan sus picos, especialmente el Toro, el Humboldt y el Bolívar o se aventuran en bicicleta por sus angostos caminos. Todos disfrutamos del rico acervo cultural, la prestancia de antaño y la sabiduría de sus longevos habitantes. Gracias al aire puro que se respira muchos lugareños llegan sin inconveniente a los 100 años de edad y un poco más allá. La travesía, cuesta abajo, a la Hacienda El Carrizal, es una de las

preferidas de los turistas acostumbrados a los rigores del trekking de altura. En su casona, construida dos siglos atrás con una arquitectura colonial andina y ahora convertida en mucoposada, Don Pancho Castillo, su esposa Rafaela Dugarte y su hijo Alirio, cultivan trigo, papas y zanahorias, viviendo entre animales domésticos. Allí, Don Pancho y los suyos colman de atenciones a los viajeros. Desde tempranas horas de la mañana montan el café, preparan un delicioso queso ahumado y ofrecen su pizca andina, mientras Francisco relata sus proezas. El octogenario participó en la construcción del teleférico durante la dictadura de Pérez Jiménez y recuerda los duros trabajos y las adversas condiciones climáticas que debieron soportar para levantar el sistema de funicular más largo del mundo. Estos dictadores venezolanos por lo menos tenían visión de futuro, eran emprendedores y hacían trabajar a los presos. Después de todo no eran tan malos. Júzguelos usted por sí mismo. Volkhard George, un guía alemán que trabaja para Guamanchi Expeditions, afirma que además de los recorridos por las cercanías de Los Nevados, los turistas más atrevidos pueden realizar expediciones de largo aliento que duran entre cinco y seis días durante los cuales descubrirán aldeas aún más remotas, parajes vírgenes, deshabitados o muy poco transitados, distintos paisajes climáticos y, por supuesto, vistas que cortan el aliento por el asombro y el impacto causado a la vista de cualquier mortal. La agencia turística propone varias rutas a quienes buscan alternativas diferentes. La ruta del Quinó invita a recorrer Los Nevados, El Quinó y Socopó durante al menos cinco días. Este tour es ideal para visitar pueblos andinos del piemonte barinés. La Vuelta del Cóndor, es un trayecto mucho más exigente que comprende una excursión de cuatro días que sale desde Mérida hasta Los Nevados y de allí hasta el pueblo de Gavidia, permitiendo bordear las cumbres nevadas del parque nacional. Para este paseo se requiere tener buenas condiciones físicas por cuanto se debe realizar todo el trayecto a pie y se duerme a más de 3 mil metros de altura en carpa. Quienes visiten Los Nevados y realicen cualquiera de sus paseos o excursiones, descubrirán sus añejos encantos y la sabiduría de sus habitantes. En sus alturas respirarán el aire puro montañés. Todos los guías recomiendan la visita al pueblo más típico y bello de los Andes. Es una de las pocas caminatas de fácil acceso que se puede realizar sin necesidad de un guía, ideal para disfrutar de la naturaleza y conocer la vida de los andinos. Y allí, a la sombra de un copioso árbol me senté a leer.

Y entendí que la palabra es acción viva y edificante. Recordé aquellas palabras de Yukio Mishima:

“Comprendí que la vida consiste en dos elementos contradictorios. Uno eran las palabras que podían cambiar el mundo. El otro era el propio mundo, que no tenía nada que hacer con las palabras”.

Para este escritor del Japón contemporáneo, la transformación de la realidad era una necesidad urgente. Aún así, la realidad externa parece reducirse a una corporeidad no afín con su naturaleza dadivosa y dispuesta siempre a expresarse ante la fluidez de un psiquismo imaginante. Mishima se percató que los matices permanecen ocultos a la mirada posesionada admitiendo que para los seres humanos promedio, el cuerpo precede al lenguaje y en su caso particular y muy personal, las palabras habían entrado primeramente. Era evidente que su mundo estaba suspendido en palabras, entonces ¿dónde residía esa fuerza capaz de transfigurar la realidad multicolor que permanece cautiva?, ¿acaso calculó el poeta aquel poder sibilino, traicionero e infiel de la imagen lingüística que se proyecta desde la imagen de lo real?, ¿sería que contrastó la potencialidad de la palabra que hace la política con aquella que nuevamente huye en medio de encuentros de diversa índole, ya sean fortuitos, convenidos, contingentes e incluso esenciales?.. ¿Sería más bien que estimó intentar la purificación de esa realidad que suele presentarse indómita en medio de discursos lanzados al aire, por muy hermoso y nobles, grandilocuentes y populistas que sean, y que no redimirían al mundo de sus contradicciones y males, faltas y peligros, pecados y vicios?... Sulbey Naranjo solía decir que Mishima, con voluntad de acción y razón intentó en vano liberar de la enajenación estatal a la tropa del Cuartel General. Y se preguntaba: ¿Su fracaso encontró en la gloriosa ceremonia del Harakiri la reconciliación con la utopía?... Me dediqué a leer Pasiones. Amores y desamores que han cambiado la historia, de Rosa Montero, un siamés literario del impostergable Historias de mujeres. Nunca hubo idea mayormente conclusiva para el entendimiento de la acción transformadora y hasta cierto punto transgresora de la pasión amorosa como fuente de amor y vida. Este libro viene a ser una declaración de amor a ese amor que no oculta cuanto de amor verdadero tiene de gloria y de

fatalidad. Pudiendo ser muchos más y muchos otros, leo las oscuridades opíparas de los duques de Windsor, el amor vencedor del odio en León y Sonia Tolstói, la cordura y fealdad de Juana la Loca y Felipe, el baile descalzo y sangriento de Wilde y Alfred Douglas, la simbiosis de Liz Taylor y Richard Burton, la obsesión de Evita y Perón, el cuarto oscuro de los niños en Stevenson y Fanny, el veneno puro de Rimbaud y Verlaine, la nobleza y bobería en Antonio y Cleopatra, la fuerte carnalidad de Dashiell Hammett y Lillian Hellman, el amor traicionero de Cortés y la Malinche, las noches sagradas de Victoria y Alberto, la vida alucinada de Lennon y Yoko Ono, la atracción fatal de Larra y Dolores Armijo, la vida fronteriza de Carroll y Alice Liddell, la perdición de Modigliani y Jeanne Hébuterne, los amores incestuosos de los Borgia y las extrañezas y pobrezas de Sissi y Francisco José. Superar la anécdota de estas semblanzas conduce a la ordenación de un corpus sentencioso en torno a una materia tan difícil de abordar y tan compleja de entender como es el amor entre los seres humanos. La Montero, sin el menor atisbo teórico, aporta un código de inteligencias sobre el no siempre inteligente asunto del amor pasional, sus sentimientos conducidos, sus locuras gestadas, sus patologías y sus procuras de felicidad. La autora alega que hay amores que dan sexo para obtener amor y otros que dan amor para obtener sexo; que el amor no es más que la voluntad de amar; que los abismos de la mente pueden ser seductores; que la necesidad es el ingrediente más fuerte del amor, que pocas pasiones pueden conservar el punto de fusión y locura más allá de la fatal línea de los tres años; que todos llevamos nuestra posibilidad de perdición y el abismo íntimo por el que nos desplomamos; que la llave que franquea la fatalidad es una relación sentimental; que la vida nunca parece tan efímera como en la melancolía de un amor que termina; que suele admirarnos la lealtad del amante que se empeña en amar hasta las últimas consecuencias; que en toda pasión hay uno que ama más y que el enamorado siempre ofrece a su amante en la pasión el sacrificio de su sensatez. Dirá, sumando todas las sumas, que en la búsqueda privada de la felicidad, la pasión amorosa adquirió papel preponderante y que el fin de los fines es, venturosamente, esa inalcanzable felicidad por la que amamos. Pero quien no ha tendido un amor así alguna vez, amores que son trampas, misterios del ser y puentes hacia otra dimensión. Amores que nos lavan el alma y purifican nuestro cuerpo, arremolinándose en cada recoveco de esa mente expandida cual universo infinito, negro e insondable cuyos confines deseamos conocer pero no nos atrevemos a hacerlo, aún a riesgo de perder nuestra felicidad.

Y cuanta felicidad hay en nuestros amores y a la vez cuántos amores nos han rebozado de felicidad, porque amar y ser feliz, aunque no siempre caminan juntos de la mano, debería ser así. Sin contar con la alegría de existir, respirar, sonreír, que son también principios básicos y pequeñas grandes recompensas que nos obsequia la vida y que nos ganamos en nuestra lucha diaria por alcanzar la tan anhelada felicidad. Felicidad que a veces viene a visitarnos sin previo aviso y tal cual se marcha dejándonos un agradable calor y una sensación de olvido y abandono. Y al fin de cuentas todo el mundo quiere ser feliz. Tan solo eso. Aun cuando vivir cerca de alguien como yo, admito no es nada fácil. Sé que no lo fue para ti Yasmira, así como tampoco lo fue para otras a quienes quise antes y después de ti, pero el hecho de ser alguien difícil no significa que soy o debo ser alguien imposible. También soy un simple ser humano. Aunque admito que vivir con alguien como yo no debe haber sido nada fácil para ti ni para aquellas con quienes me relacioné sentimentalmente hablando antes y después de ti. Lo confieso. No soy alguien fácil de tratar. Sin embargo eso no me convierte en alguien de trato imposible. Lo que ocurre es que muchísimas veces descubrimos quizás un poco tarde ya, que la madurez no suele ser suficiente para llegar a comprender del todo aquellas extrañas e insospechadas circunstancias a las cuales nos enfrenta la vida. Suele pasarnos como humanidad que tan solo muchos años después, algunas claves que pudieron en su momento darnos luces acerca de situaciones trascendentales en la vida de cada ser, aparecen luego de haber permanecido ocultos a nuestros ojos durante cien años o cien vidas hasta que por fin llegan a nosotros para hacernos entender a las buenas o a los coñazos tal o cual lección que debía enseñarnos. Pero más vale tarde que nunca.

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La vida es un viaje, solía decir Ángel Pasos. Desde hace casi tres horas voy caminando por un pasaje arrasado por el sol escoltado por el aire semifrío de la niebla andina. Hace rato se me terminó el agua. La cantimplora se convierte de un elemento de salvación en un estorbo para el viaje. Estoy cansado, muy cansado, demasiado cansado. Me había hecho a la idea de llegar así, campo a través, hasta el siguiente pueblo, y sin embargo, me he detenido en medio de la nada.

Un sol abrasador aplasta el relieve del paisaje andino. Pienso que ya está bien por hoy y decido volver. A mi alrededor tan sólo hay campos, desierto y soledad, polvo, sudor y cardos. La vida es un viaje, dicen los sabios. Uno debe estar siempre preparado para partir. Hay viajes grandes y pequeños viajes, pero todos duran lo que dura la vida. Da igual la distancia recorrida, los países que has visto, los lugares que has dejado atrás. Lo único que importa es la intensidad de todo lo vivido y lo que has llegado a comprender. Mi viaje a estos parajes nevados es pequeño y a la vez inmenso. Es un largo viaje alrededor de mí mismo. Un viaje en el que busco mi esencia, eso que es lo mejor de mí y que apenas conozco todavía. Ahora miro a mi alrededor y no sé donde estoy, pero intento comprenderlo todo, todo en derredor a mi persona. La nada de este desierto se llena de formas, de vida, de mensajes. Es el mundo, que me habla con su lenguaje multicolor, perfecto, sublime, eterno y hermoso. Emprendo el camino de regreso sin volver atrás y con la extraña sensación que hoy no he llegado a ninguna parte. Voy de regreso a la nada. Últimamente los días y las noches me parecen tan iguales. Siento con relativa frecuencia esa especie de vacío en mi interior y me pregunto: ¿Ha sido en vano mi largo viaje?... Mientras regreso a casa, comprendo que volver es un aspecto más de mi viaje. Da igual de donde vengas, da igual todo el dolor que alberga tu corazón, tú ya has cumplido y el resto de tu vida será tu recompensa. Nadie regresa igual de su viaje. El mío comenzó hace mucho tiempo y en el he sufrido la sed y el calor del verano, la nieve y el frío del invierno. En mi camino he vivido experiencias, he conocido gente, me he probado a mí mismo y ahora conozco y sé lo alta que puede llegar a ser una montaña o lo profundo que puede ser el mar. Jamás ningún viaje se hizo en vano. Esta tarde regreso de este desierto inmenso cargado de experiencias y proyectos. Alguien dijo una vez algo que repito cada día y cada noche, al comenzar y al terminar el día: -¡Que viva tanto como deseé y que desee vivir tanto como viva! Y a pesar de todo, Yasmira, jamás dejaré de creer en ti. De creer en ti. Creer en ti como aquella vez primera que te vi. ¿Recuerdas?... La rubia permanecía sentada justo en medio del amplio sofá. A

simple vista parecía ser un mueble muy cómodo. Se notaba que era una mujer ardiente, apasionada e intensa. Llevaba el cabello suelto cual bandera de libertad al viento, como una cascada dorada bañando y adornando su espalda, semejante a un remanso de paz contrastante con la impetuosidad de sus ojos negros de mirada fiera, a veces dura y otras intimidante. Coquetamente jugaba con su cabello dorado colocándolo a su espalda para luego desgranarlo sobre su amplio pecho que me recordaba las montañas poderosas y nevadas Merideñas. Y resultó ser de allí. Sus senos maravillosos mostraban su forma gracias a una blusa blanca tipo camisa que le quedaba fenomenal. No menos podría decirse de la falda por encima de las rodillas. Las piernas cruzadas cortaban el aliento. Con esos tacones lucía muy sexy, desbordante de sensualidad sin caer en lo vulgar. Sus ojos negrísimos y su rostro hermoso desarmarían a cualquier hombre que se preciase de tal. Tuve que esforzarme por destacar entre mis congéneres masculinos para tratar de llamar su atención. Pobre mortal aspirando recibir por lo menos una leve mirada de una diosa celestial que se dignó colocar sus gráciles pies en nuestro rústico piso. Y harto, pero jamás arrepentido, de haber amado tan furiosa y apasionadamente, así como tan solo se puede y debería amar en estos países nuestros de clima tan tropical, me entrego con los brazos abiertos a la tierna seducción de un amor cálido pero no caluroso, apasionado pero con civilismo, no con salvaje ímpetu, pero…existirá un amor así o tan solo será una simple utopía que se lleva el viento y se consume irremediablemente en el tiempo que tarda en tenerlo?... Hay ocasiones en las cuales me sorprendo a mi mismo desgarbado, torcido, como una letra choreta escrita en el preescolar. Cuando me doy cuenta de esto, inmediatamente cambio mi postura haciéndola erguida, elegante, llamativa a la vista de mis conciudadanos, (sobre todo del sexo opuesto), entonces caigo en cuenta que ese simple, sencillo y tan necesario gesto ayuda tanto y tanto a que uno tenga más confianza en sí mismo, en lo que está haciendo y también al caminar por estas calles reales y sufridas tan sumergidas en la superficialidad y el plástico con que está hecha la gente hoy en día. Recorro con pasos lentos (no mucho) pero seguros (no tanto), la acera colmada de las sombras nocturnales tan propias del Barquisimeto decadente que suelo recorrer cada noche. Vainas de loco…supongo. De repente un ruido llama la atención de mis oídos…es un sonido constante… como un zumbido que sale de algún lugar cercano…del oscuro callejón a mi lado.

Es el inconfundible sonido de las moscas cuando revolotean como locas sobre la basura. Es una nube negra que se ceba sobre comida podrida arrojada en una pila de escombros. La peste va y viene por oleadas, dependiendo del viento. Cuando parece que cesa, unos pasos más adentro del callejón, surge una nueva montañita de basura con toda la gama de los peores olores. Junto a unas pipas cuyos costados están parcialmente aplastados, reposa el cadáver putrefacto de un hombre que, a todas luces parece un indigente. Es una imagen horrible que no puedo borrar de mi mente. Su rostro está bañado en sangre seca en la cual reposan moscas multicolores y gusanos blancos. Una enorme piedra fue la causante de su deceso…la usaron para aplastarle la cabeza…permanece allí, funesta, embarrada de sangre seca y sesos…se trata de un hombre que prefirió vivir entre escombros y basura de un callejón oscuro y maloliente e igualmente allí murió entre despojos y convertido en el despojo del alcohol. -¡La tierra reclama la sangre de los hombres que habitan en ella! Repito recordando a mi canoso abuelo que solía decir esa frase cuando le contaban que alguien había fallecido. Era un poco poético y algo profético mi abuelito…y un poco chiflado también. Tres coches pasan a toda velocidad en franco y suicida pique ignorando totalmente el dañado semáforo de la siguiente esquina. Y pienso en lo devaluada y despreciada que últimamente está la vida. Hay algo de rabia esta noche. Tanto mal olor comienza a revolver mi estomago. Me dirijo al teléfono público más cercano y, sin dar mi verdadero nombre, doy aviso del macabro hallazgo. Allí permanecerá inamovible, se diría que olvidado, durante unas cuantas largas horas más ese anónimo cadáver. La policía siempre tarda cualquier cantidad de horas en llegar a la escena del crimen. Es como si les pagasen para no atender esos casos sino cuando les dé la gana de atenderlos. Con policías como estos ya entiendo porqué hay tantos delincuentes. Es como si los altos índices delictivos no tuviesen nada que ver con ellos. Dos cuadras más adelánteme toca presenciar un choque no muy espectacular que digamos pero fue duro el coñazo. El gallo cantará tres veces antes que los policías de tránsito, antiguos fiscales, asomen sus prominentes barrigas cerveceras por este lugar. Estas calles semi-vacías parecieran pertenecer a una ciudad ahogada…ahogada en sus propios vicios…ahogada en sí misma. Cada día nos parecemos más a Caracas. Ya solo nos falta tener los miles y miles de kilos de basura que adornan la capital del país. Hay toneladas de basura regadas por toda Caracas. Pronto estaremos así.

Ahogados en basura. Seguid el ejemplo que caracas dio, recomienda el himno nacional. -¡La sucursal del cielo se ha convertido en la sucursal del basurero municipal! Sentencio con el mismo aire profético y apocalíptico de mi difunto abuelo. Supongo que lo heredé de él, mi padre está tan chiflado como el abuelo pero no tiene nada de profeta, muy por el contrario, es demasiado predecible. Quizás por eso jamás ha podido mentirle a mi madre. Mejor así. Esta hermosa ciudad se ha vuelto más negro que el culo de King Kong. Y tan apestoso como esta cavidad trasera. Cuanta porquería habita en esta ciudad. Se necesitaría un horno crematorio gigantesco para eliminar el mínimo rastro de tanta apestosa inmundicia. Casi toda la basura proviene de los hogares. Tan inmundos están hoy en día. Cuanta basura generan tantas personas. Los vahos del alcohol que estoy libando en este antro de mala muerte espantan los malos olores de la basura y los fantasmas de los muertos. Lo bueno de emborracharse es que mientras estás en ese estado, el desastre desaparece. Lo malo es que al despertar no solo continúa allí el desastre del mundo sino que el “ratón” etílico te ha dejado un desastre en la cabeza, el estomago y la billetera. Tengo suerte y al llegar a la avenida, en pocos minutos consigo un taxi de los rapiditos nocturnos. Esa línea de taxistas que amanecen es la salvación para nosotros, los hijos de la noche. En la parte delantera, una pareja de médicos trasnochados se acurrucan buscando el calorcito corporal que es más rico y necesario en quienes se aman. Voy en medio de un homosexual que discute por su celular con su marinovio y una bailarina exótica de un establecimiento de la avenida Vargas. Es una rubia despampanante que le pregunta al chofer si puede fumar dentro de la unidad. Sin consultar con nosotros le dice que sí. Después de todo, ¿quién le dice que no a un mujerón como ella?... Su pregunta fue tan solo una formalidad, un mero trámite. Semejante espécimen no está acostumbrada a que le digan que no. Bueno…después de todo el taxi es del chofer y a bordo de este se hace lo que su propietario decida…¿o no?... además…a esa hora ¿quién coño desea discutir por la razón que sea?...y quien se preocupa a semejantes horas y condiciones por su salud pulmonar?... Tan solo queremos llegar a casa y dormir aunque sea un rato.

Los médicos se abrazan aún más y la rubia abre las piernas dejándome ver sus muslos firmes, blancos, bien torneados. Me provoca meterle una mano debajo de su minifalda de cuero negro pero la muy inquieta mano aterriza pesadamente en un muslo. Tengo mucha caña por dentro. Perdí la cuenta de los tragos y de las veces que penetré a la stripper antes que el dios Morfeo nos venciese. Igual fue ganancia. Son las ocho de la mañana. La noche de fiesta ya terminó. Es un domingo en la mañana. Un domingo cualquiera. Cientos de fieles y miles de soldados del ejército de un dios que pregonó la paz en la tierra hace cualquier cantidad de siglos atrás, se dirigen al templo sede de su batallón celestial. Acuden en familia para que la batalla sea completa… para que la aberración sea total. Sin embargo, ¿qué sería de los domingos si no existiese la santa misa dominguera?... Me visto en silencio dentro del baño en el cual una ducha fría me ayudó a recobrar la escasa conciencia que aún me queda. Cuan hermosa luce la rubia dormida. Se ve como la criatura más dulce e inocente de este pérfido mundo. Me resulta casi milagrosa tanta ternura que trasmite esa mujer desconocida en este instante mágico. Y sin embargo, pienso en ti. Cada día un poco más en ti. En la sala de la que creo debe ser su casa, me doy cuenta que mi garganta está ardiendo y voy a la cocina. Me tomo el contenido de una jarra con agua fría y en eso estoy cuando descubro un estante con botellas de licor junto a una repisa con muchos vasos y copas. Me preparo un whisky en las rocas que golpea como tales a un tiempo, mi estomago y mi cabeza. El cuerpo pide descanso y el estomago desayuno. Salgo a la calle y tras identificar el lugar donde estoy, hago memoria para ubicar un sitio cercano donde devorarme unas empanadas grasientas y un par de cafés negros cargados. Pasé raqueta a los bolsillos de mi chaqueta y encontré un trío de cigarrillos aplastados pero no menos salvadores por ese detalle. El primero de ellos me trae de regreso a la vida, me devuelve el alma al cuerpo. Fue como si el humo en mi nariz activase la alarma en mi cerebro haciéndolo funcionar a plenitud nuevamente. Subo a un taxi que más adelante debe dar un rodeo porque un cortejo fúnebre se dirige al camposanto. Debe tratarse de alguien importante porque la cola de carros es larga. Y un domingo tan temprano. Muy buena persona ha debido ser.

Pero…¿qué es un muerto más?... Pienso mientras me provoca imitar a la rubia sexy para preguntarle al taxista si me permite fumar dentro del vehículo. Desecho la idea al recordar que yo no estoy ni remotamente tan bueno como esa caraja, además, cargo una pinta que hasta debo dar pena. El vehículo se detiene ante una luz roja a pesar que no hay más carros a la vista. Muy considerado de parte del taxista. Un borracho yace durmiendo la pea en plena acera. Muy cerca de él, en la esquina, hay un montón de basura. Bien pudiese ser el próximo indigente o canapial en morir entre la oscuridad asesina de la noche. La voluptuosa catira es la reina de la noche… la reina del amor fugaz. El amor también me hizo llorar. Recorrí cada curva de su espectacular cuerpo con las mismas manos con las que sostengo un cigarrillo y un café. Esas manos mías tan vacías de ti. Compro el periódico en el kiosko frente a mi casa y lo hojeo allí mismo aunque sé que a la negrita que atiende le molesta eso y el humo del cigarrillo. Me entretengo con las noticias de la farándula y mis vicios fenecen. Enciendo mi último cigarrrillo para luego doblar el diario y echo a andar hacia mi hogar pero luego me desvío rumbo a la panadería. En la sala de mi casa permanece incólume el cuadro de autor anónimo en el cual un hombre va en una carreta tirada por un caballo negro mientas un perro alegre corre junto al vehículo. Un día de estos compraré un perro. Quizás un Shar-pei. Mejor no. Dicen que es un perro salvaje. Y tan solo intento llegar a comprender la verdad, aunque tenga que comprometer mis más sagradas creencias. El dolor entra en nuestra vida sin invitación y viene a construir montañas de sufrimiento en nuestro camino. Cada montaña alta y despiadada representa un serio desafío. Pero las montañas se pueden escalar y los desafíos están allí para ser superados. Los más oscuros rincones de la miseria humana.

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No sé como describir la belleza de Yasmira. Se trataba de un rostro hermoso de finos trazos y delicadas líneas. Era una cara bonita y estilizada…pero…precisamente esos estilizados trazos faciales le otorgaban un aire de dureza que contrastaba abiertamente con su hermosura. Una guerra atroz entre el bien y el mal se desarrollaba en esa linda

cara…lamentablemente se trataba de un conflicto eterno destinado a perder.

que

yo

estaba

A perpetuidad. Para mucha gente, Yasmira era tan solo una mujer bella, para otros no era más que una persona prepotente y odiosa, burguesita al fin…tal era su imagen sin importar que por dentro fuese un mar de tranquilidad, acaso un océano de amor…y en caso que lo fuese…y lo era…desgraciadamente era un mar picado…un océano desbordado…una tempestad. Efectivamente es una mujer no muy alta de estatura a quien sin embargo lo que le falta de tamaño lo tiene de sobra en cuanto al mal carácter. Es un fosforito, más picada que una tizanita, una bomba siempre a punto de estallar, volcán amenazando constantemente con hacer erupción, tsunami que no tarde en arrasar todo a su paso. Sálvese quien pueda. Existen personas a quienes les toca vivir en el peor de los mundos. Entre el cielo y el infierno busco el paraíso de tus ojos, la salvación que da tu amor, la eternidad que ofrece tu boca. El amor que te profeso es algo que va más allá de este mundo. Y parafraseando a Alejandro Sanz, a veces creo que tú no tienes alma. No tienes derecho a decirnos adiós. Y yo no tengo el suficiente valor para ver cómo te marchas. Dime porqué abandonas la batalla del amor que ya habías ganado?... Encontraste un espacio vacío y por allí te escapaste de mí, de mi vida, de mi amor apasionado y verdadero. Por dedicarte a contemplar el cielo de tus sueños dorados a solas, descuidaste la tierra de tu realidad conmigo. Y lo terrible no es renunciar a alcanzar lo imposible, sino encontrarse con qué lo posible se volvió imposible. De todas maneras deseo que hagas tu vida por los dos…se feliz por ambos…y si algún día te acuerdas de mí…di, sin que nadie te escuche…Jesús…alguna vez te quise…fui feliz contigo…muy feliz…y fue en serio…fue real… hermosa realidad…fue verdadero. No es que seamos héroes y heroínas, somos tan solo seres humanos queriendo amar y ser amados, necesitando dar y recibir amor, clamando por ese hermoso sentimiento. ¿Es que hay algo anormal?...ya no existe nada anormal, porque aquello que tachamos como anormal se ha convertido en lo absolutamente normal. Por eso, si te atreves a volver conmigo, te juro que

estaré dispuesto a renunciar irrevocablemente al paraíso, porque prefiero mil veces vivir en el infierno contigo que estar en el cielo sin ti. Yo nunca saldré de tu vida así como tú jamás saldrás de mi corazón. Yasmira, quiero que tengas siempre presente que, cada vez que te vas, llevo conmigo tu amor y dejo contigo mi corazón, en una especie de pacto divino entre nosotros, cuando te vas me dejas tu exquisito aroma y te llevas mi presencia total. Es que vives en mí, vivo en ti a pesar del tiempo y la distancia hasta que nos unamos de nuevo, para siempre, y continúe plenamente nuestra felicidad eternamente. Eres el alma de mi vida, la razón de mí existir. Eres la luz de cada una de mis mediodías y la luna plateada de mis medianoches. Nos amábamos mucho, tanto y tanto, tanto y más, pero la vida en común nos estaba destrozando, desgastando, agotando. Querida mía… No sé hasta qué punto mis palabras denotan lo mucho que te amo y también ignoro hasta donde mis acciones te demuestran mis sentimientos mucho más que mis palabras. Demás está decirte que desconozco cuando y cuanto se equilibran mi verbo y mi accionar cuando te demuestro mi querer. Yo no soy uno…nunca más…soy muchos hombres en uno mismo… muchos seres que habitan, conviven y coexisten dentro de cada hombre, en cada uno de nosotros…somos todos tan distintos pero a la vez tan iguales que terminamos siendo todos uno…al final, solos los mismos. Es que he llegado a comprender que la vida consiste en un par de elementos tan básicos como contradictorios. Uno de ellos son las palabras que pueden cambiar el mundo. El otro es el propio mundo, que no tiene nada que hacer con las palabras por cuanto no desea ser cambiado, quizás es necesario hacerlo pero el no lo desea. Por esa razón es que la esperanza de los seres humanos vive en los aromas de nuestra infancia perdurando en ellos aquellas cosas que son muy complejas para ser definidas con claridad, aunque por lo mismo, fundamentales por vivir. Sombra mutante y silenciosa que ocupa todos los posibles lugares de la mirada. Sueño que extiende sus muecas bajo un cielo ennegrecido. Y me muero por verte, tocarte, abrazarte, besarte suavecito y con pasión; me estoy muriendo por sentir tu piel, besarte intensamente y llenarme de ti, sentir tu respiración cerca de mí, ver tus hermosos ojos, verme reflejado en ellos una vez más.

Y entiendo que, la vida no es más que una carretera en recta eterna sin luces en la cual es muy fácil desplazarse a alta velocidad, con el consabido riesgo de estrellarte o ser arrollado. Y así, condenados vivimos por vivir. En las calurosas y muy concurridas calles de Barquisimeto una sencilla, simple y común conversación informal encuentra abrumadora competencia. Es el ruido intenso originado por la combustión de los motores de unos carros tan viejos como el viento incierto que no sabe de dónde viene y nunca sabe a dónde va, según cantaba Guillermo Carrasco, y que parecen competir sino en velocidad más bien en cuanto a producción decibélica y contaminación sónica, con esas feas y mal carburadas motocicletas (no menos viejas) que usan los mototaxistas que amenazan quedarse accidentadas en cada parada obligatoria por la luz del semáforo. Casi da gusto verlas alejarse no sin cierto esfuerzo por parte de sus mayormente jóvenes e imprudentes conductores. Muchas veces el hablar en la capital larense exige levantar la voz y ayudarse con los gestos. Siempre es bullosa en pleno centro y casi en cualquier lugar. Siempre es bullosa Barquisimeto. Si no es el ruido automotor están siempre presentes las colas en el malecón que parecieran querer partir la ciudad en mil pedazos…y tal vez deberían hacerlo. Otro factor de ruido que, al igual que en las colas invita a hacer silencio por unos minutos y escuchar detenidamente como para alejar un momento los fantasmas y la ruina de nuestra triste existencia, es sin duda el sonido de la música tradicional peruana interpretada por unos peruanitos indocumentados compitiendo con la música antañona de unos viejitos caroreños que, en vivo, irrumpe a toda hora en plena avenida central en la acera frente a cualquier tienda del circuito comercial. Autos y motos viejos, colas salvajes, música impetuosa, gente con mucho que decir y tan poco tiempo para hablar. Vivimos a toda velocidad y sobrevivimos con el tiempo exacto, como queriendo llegar siempre a la hora justa. Así es Barquisimeto, así es Mérida, así es el mundo actual. Estos ruidos harto conocidos son una banda sonora que suena constantemente en una ciudad que era famosa por la sociabilidad de su gente a pesar de las temperaturas cálidas y que donde ahora hace mayor calor solar y hay menos calor humano. ¿Acaso la miseria y la ausencia de idóneas condiciones de vida son un escalón más en el escalafón social que nos conduce lenta y progresivamente hacia abajo o será que la sociedad como tal ya no puede renegar y mucho menos erradicar su miseria humana y social?... No lo sé. No soy sociólogo, politólogo ni algo parecido.

En las calles venezolanas te encuentras con todos los especímenes naturales y autóctonos de cada ciudad, desde el señor canoso pero dinámico que no para de hablar y que se acerca para pedirte algo o el chamo con rostro serio y mirada perdida que viene a tratar de venderte algo, desde un reloj a un kilo de maíz muchísimos más baratos que en cualquier establecimiento. Recordé mi viaje a la Cuba de Fidel y Raúl que ahora solo es de Raúl. Un negrito más arrugado y oscuro que una ciruela pasa se acercó a ofrecerme habanos originales y el auténtico ron artesanal a muy buen precio, según sus conocimientos económicos, junto a la amable recomendación de no adquirirlos en los establecimientos del hotel porque: -¡Ahí te cobran un ojo de la cara, helmanito! Y en esa perorata continúa hasta que a lo lejos se avista un policía y el hombre se escurre discretamente porque tienen prohibido hablar con los extranjeros, ignoro si esta medida será para los vendedores informales o si también se extenderá a otros sectores. Las que nunca dejan de hablarte son las jineteras: -¡Oye papito, ¿no quieres diveltilte? Pero declino la tentadora oferta por cuanto considero que cuando ya no es posible amar, el sexo viene a servir como fórmula mágica de olvido a las sublimes expresiones surgidas del corazón. Y yo no sé olvidar como lo hiciste tú, Yasmira, al olvidarme al estilo de Alejandro Fernández, y aún cuando al igual que él cantaba te bajé las estrellas de un solo golpe. ¿Y para qué?... Otras chicas nativas simplemente piden dinero, una moneda extranjera que luego negociarán con algún comerciante inescrupuloso por cuanto no pueden utilizarla ya que la ley se los impide, es por esa razón estúpida y egoísta que la cambian por casi su equivalente en moneda nacional, la cual, sin embargo, vale 25 veces menos que la moneda mendigada. Esta es otra manera de sobrevivir en La Habana y el resto de la isla. Esta ciudad huele a combustible, aceite quemado y humedad. -¡Y si cambia, va a ser para peor! Me advierte una jovencita mulata a quien invité una espantosa cerveza cubana en uno de tantos bares pintorescos que adornan con anticuados letreros de neón la noche Habanera. -¡Raúl puede resultar peor que Fidel!- Señala la chica. -¡Fidel es más inteligente, hasta fue abogado, pero Raúl no!-

Amelia, o al menos dijo llamarse así, dice tener 21 años aunque me pareció tener menos. Estudia tercer año de la Universidad de las Ciencias Informáticas de Cuba. Afirma no ser jinetera pero por unos pesos se ofrece como acompañante, guía o ambas cosas a los extranjeros que se ven decentes. Siempre es bueno saber que uno se ve decente ante los ojos de los demás. -¿Acaso no todos lo son?- Le pregunto sonriendo un poco. Ella sonríe tímidamente y mira primero al piso, luego hacia el frente y después a mí antes de responder: -¡No todos, algunos solo quieren ron y sexo, tan solo eso, ah, y fumarse un habano! -¡Yo no fumo habanos ni bebo ron ni estoy buscando sexo!- Confesé. -¡Ya lo sé! -¿Cómo lo sabes? -¡Tus ojos tristes me lo dijeron al verte! Sin duda, la pena de amor que llevo en mi enamorado corazón me delata. Hoy mi corazón se vuelve delator, traicionándome, solía decir Gustavo Cerati. Sintiendo que la mía es una mirada al abismo más negro, tenebroso y profundo pido otro par de cervezas que libamos mientras Amelia me cuenta de sus estudios universitarios sin que yo la escuche. Mi mente, mi alma y mi corazón están muy lejos de allí…se han ido volando hasta Mérida, lugar donde se quedó exiliada mi alma. Mis sentimientos cuelgan de los postes en cada avenida y cada calle como perros callejeros asesinados cruelmente ante el temor de una epidemia de rabia. En la entrada del local me despido de la simpática muchacha no sin antes entregarle el sencillo que tenía en el bolsillo…6 dólares que recibió con los ojos y la boca muy abiertos. Una pequeña fortuna en su país a cambio de un rato de su exquisita compañía. Me obsequia un beso en cada mejilla y se marcha contenta, resuelta y presurosa rumbo a su casa a contarle lo que le pasó a su mamá y su hermana. Me entrego a la nocturnidad de las calles habaneras sintiendo que todas las armas de la noche me apuntan amenazando con dispararme para fusilarme allí, en mitad de la calle a medio limpiar, en medio de la nada, lejos, muy lejos de mi amada, lejos de todo, lejos de mí, lejos de ti, lejos muy lejos de un sueño infantil, decía Yordano tan sutilmente.

Ciertamente una pequeña chispa es suficiente para prenderle fuego a un bosque. En este preciso momento, el fuego interno que consume mi corazón afligido sería capaz de incendiar toda la isla. La idea certera de terror y de la destrucción encuentra siempre asilo en la mente desesperada de un hombre herido cuya alma agoniza a causa del desamor. Yasmira, tu amor fue esa chispa incendiaria y mi amor el bosque que ahora arde implacablemente, es mi pecho un jardín arrasado por el ímpetu del fuego abrasador. El fuego ardiente, incandescente del poder de tu amor. Y fue tu amor uno con el mío así como tú y yo fuimos uno solo con Dios en amor. Un amor que llegó con el viento fresco de la primavera y se marchó con el gélido viento incierto del invierno. Así fue nuestro amor. Extraño y maravilloso, inexplicable e intenso. Y no puedo olvidarte porque nunca te fuiste, estás aquí dentro de mi mente, en mi alma, en mi corazón. Ya sabes lo que dicen aquellas canciones de amor: fue un placer conocerte, fue algo hermoso, amor, dormir contigo, la gloria eres tú, y un larguísimo etcétera de palabras de amor dedicadas tan solo a ti susurradas al oído porque TE AMO, a pesar de todo y de ti, TE AMO.

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Me he dado cuenta que cuando uno visita un lugar donde ha sucedido un acontecimiento que trasciende las barreras del tiempo como un retazo importante de la historia, bien sea propia, ajena o colectiva, resulta imposible dejar de experimentar los misteriosos ecos de voces perdidas en el laberinto del tiempo y cuyo sonido escalofriante rebota sin cesar en las paredes del recuerdo, en la habitación de la nostalgia, en la casa de las esperanzas irremediablemente ya perdidas. Más aún ocurre este fenómeno si en el lugar visitado ocurrió una tragedia bien sea natural o causada por la mano criminal del hombre. Pareciera que en esos lugares se hubiesen quedado comprimidos y reprimidos, mucho más allá del plazo que otorgan los breves o extensos lapsos de tiempo, los gritos de quienes padecieron la tragedia, los respiros de aquellos que se esforzaron por salvar a las víctimas, los suspiros de familiares resignados a perder sus seres amados, sus personas queridas, su gente adorada, los quejidos de aquellos que no aceptan esas pérdidas, el suspenso de los que aún se sorprenden por aquel nefasto acontecimiento que en su mente desean olvidar pero su corazón lastimado a perpetuidad lo impide, la maldición memorial de todos aquellos que tuvimos que continuar viviendo con dicha tragedia en nuestra memoria punzante y sangrante día a día.

Varias veces he podido percibir un muy íntimo y privado sobrecogimiento, un escalofrío anónimo y lacerante que hiere mi espalda al recorrer y reconocer esos escenarios memorables que permanecen renuentes en su misterio, como si no deseasen que dichos recuerdos sean borrados de un todo, cual masoquismo convertido en fuerza natural necesaria para continuar viviendo…o sobreviviendo en este mundo lleno de vacío, frialdad y maldad. Cosas como esas me ocurrieron, por ejemplo, la vez que me encontraba de visita en la capital colombiana y me detuve en una esquina a secarme el copioso sudor que bañaba mi frente mientras degustaba una arepa de huevo con tinto amargo y caliente. Para quienes no saben qué carajo es lo que estaba comiendo, les diré que es una arepa igual a una de las que comemos en Venezuela pero preparada con huevo, por eso tiene forma de huevo frito pero con un gran círculo de masa, y ¿quién no sabe que tinto es como nuestros hermanos colombianos le llaman al café?, el cual toman amargo porque no le agregan azúcar y generalmente le colocan limón. Cada quien con sus gustos. Pues bien, me encontraba en estos menesteres culinarios autóctonos de la gastronomía popular colombiana, cuando me di cuenta donde estaba parado. ¡Qué aberración!... En aquella esquina bogotana fue donde cayó asesinado, el 4 de abril de 1.948, el llamado Tribuno del pueblo, Jorge Eliécer Gaitán. Los disparos fatales que le apagaron la vida fueron las que encendieron la mecha detonante que desencadenó una oleada de patética, absurda e inútil violencia que inclusive hoy en día persiste en forma incólume a pesar de los acuerdos de paz que pretenden ser un borrón y cuenta nueva. Así de simple. Así nada más. Y yo comiendo huevada en su sitio de muerte. Guevonadas que tiene la vida, supongo. Igualmente me sentí turbado un mediodía en el cual formaba parte de un tour turístico en la pequeña Dealey Place, en Dallas, Texas. Como recordarán, en dicha plaza, tristemente célebre, fue asesinado el presidente Jhon Fitzllerald Kennedy, en septiembre de 1.963 en el asiento trasero de una limusina descapotable. Aparte del escalofrío que experimenté por sentir en carne propia que

un francotirador asesino me estaba apuntando con su arma desde alguna ventana anónima de cualquier edificio cercano, también sentí asco cuando la guía de turismo en un español perfecto y denigrante comentó casi con orgullo: -¡…en este lugar exacto fue donde, literalmente, le volaron los sesos a J. F. Kennedy…! Hay mejor formas de decir las cosas. Sobre todo ciertas cosas. Casi daban ganas de asesinarla en ese mismo sitio y luego desparramar sus sesos vacios por toda la avenida y contar cómo lo hicieron a cambio de unas monedas a ver si le gustaría que alguien se expresase en esa forma acerca de su fallecimiento. Deseché la tentación de matarla al darme cuenta que tenía tan pocos sesos que no me alcanzaría ni para regar un cuarto de asfalto. No sé si mis viajes son pavosos o acaso será que mi subconsciente es sádico y disfruta llevándome a lugares como este, pero cuando estuve en Nueva York, también sin querer y sin saberlo, me encontré parado justo en el sitio en que Jhon Lennon fue abatido por un fan enloquecido. Mundo de locos. Dios debe amar a los locos porque el mundo está lleno de ellos. En una ocasión estaba con Yasmira saboreando un clásico hot dog newyorkino, por cuanto es una aberración fatal, un pecado imperdonable, una blasfemia total no comerse aunque sea uno de estos estando en la gran manzana, y tomándonos uno de esos cafés calientes tamaño gigante que se toman los policías en las películas y seriados gringos. Fue Yasmira quien me trajo a la realidad con su vocecita cantarina y casi infantil diciéndome que, en efecto, frente a aquel enorme edificio de apartamentos había encontrado Lennon, sin buscarlo, el final temprano y traicionero de una vida y una carrera que aún estaba en pleno apogeo. Otro tanto me ocurrió al visitar la capital argentina. ¿Cómo dejar de ir de paseo a la recoleta y la chacarita?... Son cementerios famosísimos. Entre sus famosos ocupantes están Evita y el general Perón. En esos lugares tétricos de la historia las llameantes punzadas del recuerdo, ya en el plano personal, se hunden más adentro de cada quien removiendo incluso el corazón más gélido y helado. A finales del año 1.954, Le Corbusier terminaba de construir la

capilla de Notre Dame-du-Haut, también conocida como Ronchamp, en Saboya, y las primeras canciones del Rey Elvis Presley comenzaban a sonar en las emisoras locales norteamericanas. De eso hace ya mucho más de medio siglo y entretanto han cambiado personajes, marcas y tendencias en la historia del mundo, en los gajes de la vida que no obstante sigue siendo la misma. Y aún me sigo preguntando…: ¿Elvis fue rey de cual vaina?...

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Y vuelvo a Mérida. Siempre vuelvo a Mérida. A su inconmensurable altitud. Tan lejos de todo y tan cerca del cielo. Es un viaje que me lleva a un espacio querido que se transforma paulatinamente en un salto atrás en el tiempo. Cada vez que puedo vuelvo a Mérida. Regreso a buscar a Yasmira. Mi Yasmira. ¿La volveré a encontrar?... ¿Aún existirá?... Siendo un hombre práctico, medianamente inteligente y sobre todo vivaracho, virtudes estas que me hicieron sobrevivir a la universidad no sin pasar más penalidades, sufrimientos y arrecheras que Simón Bolívar durante el paso de los Andes, me encamino a estos andes venezolanos para encontrarme nuevamente cara a cara con Doña Margot, digo, con Yasmira. Recuerdo cuando me contaba acerca del Oso Frontino. Es toda una experta en el tema. El Oso Frontino es el nómada de las Selvas nubladas de Mérida y tiene un lugar muy especial en el corazón de los Merideños, no en vano es la imagen que representa a la ciudad y su imagen decora el adverso de nuestro billete de más alta denominación. Es un símbolo que representa la fuerza, la sabiduría, la virilidad; el deseo contemporáneo por la conservación de la naturaleza en Los Andes. Es el personaje protagónico de varias fiestas religiosas como las que

están dedicadas a Santa Rita, San Isidro, La Candelaria, entre otras. El Oso Frontino o de Anteojos como también se le llama en los Andes venezolanos, es el mamífero de mayor talla en América del Sur, luego de los Tapires y se encuentran entre los habitantes menos estudiados de esta parte del continente. Dicen que su origen proviene de los osos que cruzaron de Asia a América del Norte, y se estima que los parientes menores de estos grandes osos llegaron a Sur América en la era del Pleistoceno. Parece haber tenido su origen durante el Terciario Superior en Eurasia. Habita en las tres cadenas montañosas de Los Andes, desde la Sierra Nevada de Mérida, en Venezuela, hasta la frontera sur de Bolivia, pasando por las cadenas Andinas de Colombia, Ecuador y Perú. El nombre de Oso Frontino, Andino, de Anteojos, se resume en Oso con la Frente Marcada. Nuestro amigable oso es un nómada que vive sólo en los Bosques Nublados de la Cordillera Andina de Venezuela y que se desplaza hasta Bolivia y a pesar de estar protegido se encuentra amenazado de Extinción debido a su cacería y a la destrucción de su hábitat natural. Sus manchas blancas alrededor de sus ojos semejando anteojos, es la razón por la cual los niños campesinos de nuestros paramos le llaman “Con anteojos” y aún podemos encontrar algunos ejemplares en su forma de vida salvaje. Es muy noble, no mata para alimentarse pues lo hace de frutas, hierbas, raíces y hojas, especialmente las de Yagrumo, de los árboles que crecen en nuestra selva nublada en el “Parque Sierra Nevada de Mérida”. Son preferiblemente herbívoros, incluyendo dentro de su dieta una gran diversidad de frutos, cogollos, médula y miel silvestre. Debido a sus habilidades trepadoras puede montarse sobre Palmeras en busca de sus frutos o de sus cogollos, también para construir sus refugios temporales. El Frontino descansa entre las ramas de los arboles de nuestra selva nublada. En el libro "Historie Naturelle des Mamiféres" editado en 1.825, se describe al OSO ANDINO, como una nueva especie del Género Ursus con el nombre específico de ornatus (ornamentado) por las peculiares manchas blancuzcas en la cabeza y en la garganta. A pesar que nuestro Oso Frontino u Oso de Anteojos está diseminado por toda la cordillera andina, no existe en la fauna austral de Chile debido a una barrera meridional de dispersión en la zona occidental de Los Andes, en la Región Desértica que separa a Perú de Chile. La zona de vida preferida por El Oso Andino en Venezuela no es la subalpina o del páramo propiamente dicho, sino las selvas nubladas y tropicales húmedas de las estribaciones de Los Andes y la Sierra de Perijá,

también se le puede encontrar en este tipo de ambiente en Colombia y Ecuador. Indudablemente, en sus correrías, el Oso puede llegar a la zona del Matorral Andino, pero su hábitat preferido es la densa selva de montaña húmeda. Estos bosques están compuestos por árboles altos, el conjunto es cerrado y el sotobosque de crecimiento vigoroso, abundan los musgos y las epífitas (bromelláceas, aráceas, orquídeas). También son corrientes las Palmas y los helechos arborescentes. El Frontino es de tamaño relativamente pequeño en relación con los otros géneros vivientes, siendo más grande que el Oso Malayo (Helarctos malayanus) y algo menor que el Oso Negro Norteamericano o baribal (Ursus arnericanus). Al Igual que todos los osos, su cuerpo es macizo y más bien rechoncho; el cuello bastante corto y musculoso; las patas, que son anchas y relativamente cortas por su tamaño, tienen cada una cinco dedos provistos de fuertes garras no retráctiles, curvadas, aplastadas lateralmente y aguzadas. La cola es rudimentaria y está escondida en el pelaje de la grupa. La cabeza es redondeada y el hocico más corto que los otros géneros de úrsidos; las orejas son pequeñas y redondeadas. Su pelaje es largo, espeso y negro como el carbón, con el hocico leonado o pardo claro y alrededor de los ojos, quijada, garganta y pecho generalmente presentan manchas blancas o blanco amarillentas que hacen de este simpático amigo un animal hermoso. La disposición de las manchas de color blancas o amarillentas, cuando el diseño es completo, consiste en una faja que sobre la base del hocico se bifurca en dos líneas, una a cada lado y por arriba del ojo, atravesando la cara por debajo de la oreja, y otra línea paralela superior, que pasa debajo del ojo, cruza la mejilla hasta casi encontrarse con la línea de arriba, formando un dibujo circular que le da un aspecto de anteojos. La distribución natural de nuestros osos es muy amplia y se extiende en las regiones Andinas de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Noroeste de la Argentina (Salta y Jujuy). Ha sido un animal Totémico para muchas tribus, las cuales no lo cazaban por considerarlo su Hermano Mayor. Los Tunebos o U'uwa de la familia lingüística Chibcha, del grupo de los Tegria, lo llamaban "Manoba". En algunas regiones de Colombia se le conoce como "El Salvaje". Ya en épocas más recientes todos los nombres conocidos se han derivado debido al diseño de su color: "Oso Negro"; "Oso Frontino"; "Oso Enjaquimado"; "Oso Careto" y "Oso Congo" por sus hábitos alimenticios, "Oso Piñuelero" debido a su predilección por los frutos y brotes tiernos de las "piñuelas", achupallas y cardones de Páramo (Bromeliaceae), Oso Real y

Tomasito. Los dos últimos nombres reflejan leyendas populares que consideran al oso como un ser mitad humano y mitad bestia. El 19 de Noviembre de 1.997 ocurre uno de los espectáculos más gratos en el Parque Zoológico "Gustavo Rivera" de Punto Fijo, Estado Falcón. El primer registro de un parto de gemelos de Osos Frontinos para Latinoamérica. Los Oseznos nacidos de la hembra "Goggles" y del macho "Pacheco" nacieron a las 10:00 am. Un macho, bautizado "Coro", que pesó 2 kilos 400 gramos con una talla de 37 cms. de la punta de la cola a la punta de la nariz, y una hembra, bautizada "Chiquinquirá", que pesó 1 kilo 950 gramos, con una talla de 34 cms. Las medidas fueron tomadas al mes y medio de edad. El 27 de Diciembre abrieron sus ojos. La madre, "Goggles", nació en el Zoológico de Calgary, Canadá, el 12 de enero de 1.982, bajo el registro Nº 195 de Studbook, de padres Colombianos (Dick Nº 25 y Rooti Nº 66), siendo trasladada al Zoológico de Chicago, el "Lincoln Park Gardens" el 10 de Mayo de 1.983. En dicho parque mostró comportamientos atípicos de su especie por lo que la bautizaron "Krazy Bear" (Osa Loca) durante su permanencia en este Zoo. Luego de varias conversaciones entre directivos del Parque Zoológico "Gustavo Rivera" y "Lincoln Park Zoological Gardens" de Chicago, se consigue la donación de "Goggles" para iniciar el programa de reproducción del Oso Frontino en cautiverio en Venezuela. El 5 de Mayo de 1.991 llega "Goggles" a nuestro país arribando al parque y es alojada junto a "Pacheco", un macho de su misma edad, decomisado a un ganadero en el Estado Táchira y que había ingresado al Zoo el 8 de Marzo de 1.990. Son colocados en un área de 25 metros cuadrados, con un cubil de piso de cemento de 9 metros cuadrados. La exhibición fue acondicionada con un árbol para trepar y piscina para bañarse. En cuanto a los mitos relacionados con el oso frontino, mi amada catira de ojos negros me enseñó que en la Sierra de Perijá, la etnia Yukpa conserva el mito de "Mashiramu". Tavoukcha fue un Yukpa que ascendió a las nubes y se trajo a los monos a vivir a la Tierra, se apareó con una mona y engendró a "Mashiramu", el oso frontino, quien tiene el cuerpo cubierto de pelos para ocultar su semejanza con el Hombre, de quien es hijo. Es un sujeto de culto para los Yukpas, que poseen rituales y tabúes asociados a la cacería del oso frontino, como por ejemplo el que cuenta de un ser humano reencarnado en forma de oso. En Los Andes, el campesino merideño también asocia a los osos con sus antepasados indígenas. Un ser cuasi-humano, el Mito de "El Salvaje" en Venezuela, también es difundido en otras localidades de la Cordillera Andina como Colombia.

Los indios Yukpas también relacionan al oso con el espíritu de Mashiramo, el protector del bosque. Es un personaje de cuentos, mitos y leyendas como por ejemplo, el cuento de "Juan Salvajito", mantenido en la tradición oral andina en Venezuela; y con la novela "Antojo de Oso" creada por el escritor brasileño-venezolano Luiz Carlos Neves, entre otras obras acerca de esta graciosa criatura. También existe un cuento andino acerca del oso frontino llamado El Oso Raptor. Es uno de los cuentos que forman parte de la tradición oral, más difundidos en Los Andes Venezolanos y el resto de la Cordillera en Sudamérica, con infinidad de versiones, como la del "hijo del oso". En Mérida, una versión registrada por el cronista Andrés Zavrotsky (1.956), dice lo siguiente:

"Un oso se llevó a una muchacha y la encerró en una cueva que le servía de madriguera. Pero la astuta joven se dio cuenta que el riachuelo que regaba su nueva morada desembocaba en el río que abastecía de agua a su aldea natal. Ella sabía escribir y sobre una hoja de palmera trazó con la uña, o con una piedrecita puntiaguda la narración de sus desdichas, indicó cuidadosamente el lugar donde se encontraba y exhortó a sus paisanos a que viniesen a rescatarla. Confió su extraño mensaje a la corriente de la fuente y ésta la entregó fielmente a las manos de sus deudos. El primero que encontró la hoja en la playa dio la noticia a los demás y todos decidieron salvar a la mujer ultrajada. Conociendo la fuerza extraordinaria del oso, se reunieron veinte hombres en la expedición hacia el sitio señalado en la cédula. Cuando el oso vio al ejército que se acercaba a sus dominios, agarró una piedra con la cual tapó la entrada de la gruta. Y tal fue el peso de esta piedra que veinte hombres juntos no pudieron levantarla y se retiraron dejando a la joven en tan triste cautiverio.

Entre tanto, la pareja tuvo un hijo. Cuando éste llegó a la edad de 16 años ya tenía la fuerza física del oso y la inteligencia humana, pues la madre le había enseñado a hablar y se divertía con él en sus

ratos de ocio, en las horas en que su taciturno esposo salía a cazar para proveer a su familia de alimento.

Un día el hijo dijo a la madre:

-Ya me siento con fuerzas para quitar esta peña de la entrada de nuestra cueva. Pero no lo haré hasta que me jures bautizarme y colocarme en una escuela cuando volvamos al poblado. La madre accedió a su deseo y el hijo despejó la entrada de la gruta. Ya en la civilización fue bautizado y aprendió las letras. Desde entonces aseguran que no fue posible distinguirlo por su aspecto de otro cristiano cualquiera, salvo por su vigor titánico que pareció haber conservado hasta edad avanzada."

Y hasta aquí mis cuentos de osos.

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Yasmira posee muchas cualidades, una de ellas es, indudablemente, su comida. Así como es experta en cuentos de su ciudad natal también lo es en cuanto a gastronomía andina. Me encantaba cuando me dedicaba su menú con recetas Andinas. Un primer plato consiste en una deliciosa sopa de Quinua y Verduras. Recuerdo perfectamente los ingredientes. A ver, 3/4 taza de quinua en grano, 8 tomates rojos, 1 cebolla cabezona roja, 4 ajos, 4 zanahorias, 1/2 coliflor, 1/2 brócoli y sal al gusto. Comíamos en familia porque su familia llegó a ser mi familia así como la mía también fue suya. Hasta que nos despreció a todos. Incluso hasta a mi perro. Yo también participaba en la elaboración de tan exquisitos platos aunque reconozco que no soy muy ducho en esos menesteres culinarios. Lo que si soy es muy buen diente. Para los interesados diré que la preparación es muy sencilla. Se prepara el guiso cocinando los tomates enteros en agua, se licuan y aparte se debe sofreir la cebolla y los ajos. Mezclan los tomates con los ajos y la cebolla y todo a sofreir. Aparte se cocinan las verduras picadas en trozos pequeños y la quinua en agua con sal durante media hora.

Se agregar el guiso y se deja hervir a fuego lento por 10 minutos y está listo para servir. El plato principal consiste en Papas a la huancaína. Sus ingredientes, sino me falla la memoria, son: ½ kilo de papas blancas pequeñas, ½ kilo de papines andinos, 4 ajíes amarillos, 1 cucharadita de azúcar, 3 yemas cocidas, ¼ kilo de ricota, ¼ de taza de leche, ¼ de taza de aceite girasol, sal y pimienta al gusto, 3 galletas de agua o galletas de soda y el jugo de 1 limón. Para decorar se utiliza huevos de codorniz, ají amarillo, hojas de lechuga crespa, aceitunas y perejil. La preparación también es sumamente sencilla. Hasta yo puedo prepararla. Claro, siempre y cuando me atreva a hacerlo. Pero ese es otro tema. Lo primero es lavar las papas blancas y los papines andinos, se cocinan por separado en agua con sal procurando que el agua apenas los cubra, durante unos minutos, hasta que estén tiernos. Dejar enfriar y pelar. Disponer las papas en una fuente, alternando los tipos para la salsa huancaína, abrir los ajíes al medio, despepitarlos y retirarles las venitas blancas. Blanquearlos en agua hirviendo con un toque de azúcar, hasta que queden tiernos y se puedan pelar. Colocar en el vaso de la licuadora el ají, las yemas, la ricota, la leche, el aceite, sal, pimienta y las galletas. Se licua hasta lograr una consistencia cremosa. Condimentar con el jugo de limón Verter la salsa sobre las papas y decorar a gusto con huevos de codorniz, ají amarillo, hojas de lechuga crespa, aceitunas y hojitas de perejil. Y listo para servir. Para beber nada mejor que la auténtica Chicha Andina que es, por supuesto, de fabricación casera. Los ingredientes son: 1 taza de harina de maíz, 1 taza de crema de arroz, 6 tazas de jugo de piña fermentado, 5 tazas de papelón rallado, 5 tazas de agua, 1 cucharadita de clavos de especias y 1 cucharadita de pimienta guayabita. Adivinen. Si. Su preparación también es sencillísima. ¿Porqué lo mejor de la vida ha de ser complicado?... Se coloca en un recipiente las 6 tazas de jugo de piña fermentado, agregue lentamente la harina de maíz y la crema de arroz, revolviendo hasta

que se disuelvan, lleve al fuego revolviendo la preparación hasta que hierva, retire y deje enfriar. Aparte agregue a las 5 tazas de agua el papelón rallado, los clavos y la pimienta guayabita, llévelos al fuego y deje hervir durante 10 minutos, deje enfriar. Luego se debe agregar esta mezcla a la preparación de harina para revolver continuamente hasta que se vuelva homogénea. Se procede a colarse en un lienzo o si prefiere licue la preparación. Se sirve fría. Por supuesto no debe faltar al final de la comida una taza de humeante café con Acema Andina o con Pan Andino, como complemento a la alimentación. En esta parte del país, como pan dulce son agrupadas una serie de especialidades que comprenden, según la región, Acemas, Tunjas, Piñitas y Pan de Frutas, entre otros. Para todos ellos el tipo de masa es el mismo, con pequeñas variaciones en la adición de esencias o colorantes y en la apariencia y forma del producto final. Son masas con elevada cantidad de azúcar, poca sal, un número alto de pases por la sobadora y largas fermentaciones. Al producto final se le puede añadir azúcar, barnizar o realizar cortes con hojillas al gusto. Igualmente se le puede adicionar frutas como adorno o como parte de la masa. Los ingredientes para la Acema son: 2 kilos de harina todo uso, 2 cucharadas de mantequilla, 2 cucharadas de manteca, 6 huevos, 2 cucharadas de levadura granulada, 4 tazas de melado de papelón, 1 cucharada de canela y otra de nuez moscada, 2 cucharadas de anís, 2 tazas de leche y 4 cucharadas de azúcar. Para el Pan Andino se requiere 5 kilos de harina todo uso, 1 litro de talvina, 100 gramos de levadura, 800 cc de agua, 6 huevos, 1.300 cc de leche líquida, 1.450 gramos de azúcar, 225 gramos de margarina, 1 botella de 330 cc de malta, esencias, limón, canela o vainilla al gusto. En cuanto a la Talvina o Pita se necesita ½ kilo de harina todo uso, 100 gramos de azúcar, 100 gramos de papelón, 50 gramos de levadura, 1 litro de agua de concha de piña fermentada de un día para otro. En ambas recetas el procedimiento es el normal seguido para la elaboración de panes. Son excelentes opciones para el disfrute del paladar más exquisito y distinguido y 100 % venezolanas que ya es suficiente motivo de orgullo. Con esto se le da cumplimiento a aquellas sabias máximas de “amor con hambre no dura”, “al hombre se le enamora por el estomago” y “barriga llena, corazón contento”, entre otras por el estilo.

Y buen provecho.

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Querida mía: En un día de esos en los que la verdad tan solo es hermosa y todo a mi alrededor es primoroso, decidí escribir estas líneas dedicadas a ti, a tu bella figura, a la linda cara de niña que resalta tu belleza, a tu sensualidad de mujer, a los sentimientos que me unen a ti. Melodías inmortales, letras que tocan el alma suavemente y el conjuro de voces embriagantes forman parte del mágico misterio que envuelve el gusto suave, delicado y sutil del amor. De repente estoy aquí amándote, sin previo aviso, sin razón ni condición y te pido humildemente que me quieras tal como soy, con mis defectos y virtudes en constante pugna por hacer de mí el más miserable o el mejor de todos los hombres. En medio de esa lucha titánica por emerger de las profundidades oscuras de las catacumbas del ser ignoto, cada palabra que sale de tu boca, cada palabra que escriben tus gráciles y delicadas manos, cada palabra que describe un mensaje de ti para mí, se transforma de inmediato en un motivo más para amarte cada día mucho más. ¿Será posible olvidarte?... Sí, claro, olvidarte será fácil de hacer el día que logre arrancar tu calor de mi piel, cuando me saque los ojos para no verte más, al sellar mis oídos para no oír tu voz, cuando el mar se detenga en su bravío andar y el día se haga noche oscura como la cruel ausencia de ti, cuando el viento culmine su constante y eterno desplazamiento por cada rincón del universo. Divina mujer, amada mía, desvistamos los cuerpos y desnudemos las almas para fundirnos en un solo ser, único sentir y un solo corazón, extraño sentimiento que nos arrime a vivir y nos anime a cantar y nos haga ser felices juntos hasta el último día de vida que se nos haya sido concedido. Es por ti que las estrellas brillan cada noche aunque el cielo nocturnal presente nubarrones grises cargados de agitada y violenta lluvia que devora la ciudad, limpia sus calles y nos hace dormir más a gusto. Te amo grandemente, con toda mi alma y todo mi ser, te amo a pesar del cruel tiempo y la hiriente distancia, te amo más que a la vida misma porque estar lejos de ti en este mundo no es vivir. Te he prometido que nunca te dejaré de amar, me he jurado a mi mismo no olvidarte jamás, es un compromiso inquebrantable mi deseo de

hacerte feliz eternamente. Es que mi alma necesita regocijarse al verte reír, al escuchar tu risa inquieta que surge espontánea a raíz de mis comentarios que te resultan tan cómicos y me lleno de gozo por la dicha de hacerte reír. Quiero abrasar la calidez de tu cuerpo y el alma tibia que habita dentro de ti convirtiéndote en el ángel más hermoso y puro que domina el firmamento que sirve de techo a este maravilloso mundo que quizás está perdido para muchos pero no para mí, de hecho, el mundo me resulta hermoso, bello, mágico tan solo porque en el existes tú. Mi felicidad tiene tu nombre, tu apellido y tu rostro.

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Creo haber dicho ya que Yasmira es muy buena narradora. Debe serlo. En verdad ella habla demasiado. No exagero. Cuando habla no es que habla sino que ametralla las palabras. Ella habla por la boca, la nariz, los codos, las rodillas. Es una auténtica cotorra. Mi periquita. Fue así como a través de su verbo siempre florido y extenso conocí las famosas Tres fábulas merideñas. Las transcribo para ustedes, curiosos y amables hipotéticos lectores.

La Oveja Negra.

“Había una vez una familia de ovejas. Siempre al final o aparte, estaba una oveja negra. Las demás no eran completamente blancas, tenían aquí y allá sus mechones grises. Pero en pocos años pudieron presumir una total blancura, de una pureza tan hermosa como la de la nieve, el algodón o la espuma del mar. Fue gracias a la oveja negra. Con tan sólo existir, o tratar de existir, siempre al final o aparte, las encaneció prematuramente”.

Una Anciana Yucateca.

“En pleno centro de Mérida, una anciana de más de cien años, encogida al metro de altura, un párpado caído, el otro ojo vigilante, la nariz y los labios protuberantes y amenazadores, me dice: -¡Dame cinco pesos!-. -¿Por qué cinco?- pregunto. -¡Porque me miraste y soy pieza de museo que cobra porque la miren. Dame cinco pesos o te va a salir más caro, por seguir mirándome!-. Le di los cinco pesos y me fui. Volteé a verla y me seguía mirando, a lo lejos, con su ojo vigilante, la nariz y los labios protuberantes y amenazadores”.

Intersección.

“Por el Parque España un joven corría eufórico, los brazos en alto: -¡La hice!, ¡La hice!-. Daba la impresión de haberse sacado la lotería. Después de dar la vuelta a unas jacarandas, sin dejar de celebrar, se cruzó de frente con un viejo cabizbajo, que se enjugaba las lágrimas con un pañuelo guinda. Se miraron a los ojos. El viejo lo miró desde el fondo de su ser con envidia, rencor, odio. El joven bajó los brazos, caminó despacio, miró al viejo con vergüenza, desconcierto, lástima. El viejo siguió su camino, cabizbajo. El joven siguió su camino, miró al viejo a lo lejos, levantó los brazos nuevamente y continuó su carrera feliz: -¡La hice!, ¡La hice!-“.

************************************************** Bajo el ventisquero de oscuros inviernos, bajo este cielo azul con tintes de grises, bajo ese espectáculo de altas montañas con nieves eternas, cordillerana y maternal manera de trepar montañas buscando, añorando su sangre en los brazos para el siempre fuerte y protector abrazo, el mecer la cuna y arrullar con el canto sublime de las ninfas de los páramos. Era el atardecer. Atardecer de hermoso crepúsculo aunque sin igual con el crepúsculo barquisimetano, tan admirado y elogiado por el no menos célebre libertador.

Al borde del lindero del páramo más alto se eleva tu infinita hermosura, oh rubia de ojos negros, profundos y templados que ya no me miran porque tú no estás aquí, esperando por mí, a la vera del camino. ¿Quién sabrá dónde te encuentras?... Sabrá Dios dónde estás. Estarás acaso en el pie de monte andino o frente al aparentemente dormido volcán de fuego extinto pero fuego ardiente al fin. En medio de frailejones, espinos y pajonales, truchas, caballos y cóndores, entre el desmonte, la siembra y la cosecha, entre el bosque, la montaña y los andes, vives desde hace mucho tiempo ya. Vives en mi memoria, en mi alma, en mi corazón, en el crepitar del fuego de la hoguera en la cual inmolo mis suspiros de amor por ti en noches estrelladas de cielo limpio como esta que apenas comienza a enseñorearse pavoneándose cual muchacha vanidosa sabedora de tener prodigiosa hermosura y escultural figura. Todo está tranquilo y silencioso, a través de las sombras observo la quietud pacífica mientras el frio paramero me envuelve bajo el abrigo. Definitivamente Mérida es otro mundo. Este momento es tan hermoso pero tan opuesto a nuestro primer momento juntos. ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?... Fue una tarde calurosa en la universidad, en la biblioteca. Estabas concentrada investigando no se qué entre una pila de libros y apenas te vi sentí la flecha de Cupido clavarse profundamente en mi corazón. La hora era pesada. Te vi bostezar. Regresé a la cantina y compré un café negro grande y una galleta. Las coloqué frente a ti y te dije: -¡Hora de merendar, su majestad, reina de la hermosura! Sonreíste y mi mundo gris se inundó de colores, mi triste existencia se alegró sobremanera. Dijiste: -¡Gracias! -¡Siempre estaré a sus órdenes y rendido ante sus pies, mi reina hermosa! Y me fui. Si querías algo conmigo vendrías a mí. Y fue así. Así fue.

Eso pasó. Fue. Y ahora mi vida se reduce a un mar de arena, infinita, inconmensurable, seca, caliente y ardiente que se escurre entre mis dedos igual que el agua vital, llena de vida y pureza. Fuiste mi agua, ahora eres mi sed, fuiste mi risa, ahora eres mi llanto. Ya no tanto. Mi caramelo de cianuro, potente y venenoso. Pero aún te sigo buscando cual Colón buscando Las Indias pero descubriendo América. Y mientras te busco estoy descubriendo Mérida. Llueve. Las primeras gotas de agua fría ruedan por mis mejillas ocultando mis lágrimas y tocando ambas mis labios sedientos. Lágrimas que caen y se pierden en el suelo arcilloso. Arrodillado siento cómo las dosis de frío agujerean mi piel, penetran en mi carne, rasgan mis venas, desprenden mis vísceras y congelan mis huesos. Nada. No pasaba nada. El viento helado vuela en alas de trombas. Mi boca abierta se llena de viento frio y polvo seco. Mis lágrimas se han evaporado por cuanto no las quise beber porque son saladas. Y me rio, en la oscuridad. Es hora de entrar a la casa. Buenas noches, amada mía, donde quiera que estés, buenas noches, amor mío.

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Venezuela toda es tierra de Mitos y Leyendas. El estado Mérida no podía quedarse a la saga en este folklórico

aspecto. Los mitos más conocidos son:

La Mujer de Blanco.

“Es un espanto que sorprende a los parranderos que circulan por la calle que conduce al sector El Porvenir, atemorizando a los desprevenidos transeúntes. Dicen que hasta el más bravo se espanta y se asegura que transitar por la zona después de las 12 de la noche es extremadamente peligroso. La describen como una mujer alta, con vestido blanco, cabello largo y negro que oculta su rostro y las personas que la han visto aseguran que sus pies nunca tocan el suelo. Nadie sabe porque el espanto aparece en este lugar. Algunos afirman que supuestamente allí asesinaron a una mujer y otros señalan que podría tratarse de un entierro o botija en el sitio y que la aparición forma parte del conjuro”.

El Quisquivi.

“Afirman los habitantes de la población que el Quisquivi es un pájaro que tiene cabeza de gato y cuerpo de zamuro. Los habitantes de la localidad afirman que es un pájaro de mal agüero, a pesar que la comunidad comenta la forma de esta ave ninguna persona asegura haberlo visto. Su canto se escucha cuando hay parejas amancebadas o en concubinato, cuando hay infidelidad en un matrimonio o cuando una muerte se aproxima. El ave emite un espantoso canto que invade los nervios del que escucha: -¡Quisquivi…juju…! Como si saliera del más allá dejando un eco en medio de la noche oscura”.

El Carro Misterioso.

“El policía Chacón cuenta que en varias oportunidades vio llegar un carro pero este no llegó hasta la plaza. Solo se oía que en la entrada del pueblo lo encendían y al mismo tiempo lo apagaban. El pensó que se había dañado y fue a verlo, pero cuando se aproximaba donde se escuchaba el carro este desapareció. Él corrió sorprendido y lleno de miedo y cuando llega a la plaza le cuenta a sus compañeros lo ocurrido”.



Algunas leyendas del Estado Mérida son:

La Cascada de la India que se Murió de Amor.

"Aquella mañana los corazones de los indios Bailadores saltaban de alegría. La princesa Carú, hija del cacique Toquisai, iba a casarse con el hijo del cacique de los Mocotíes, un joven muy apuesto y valiente guerrero. Ya se acercaba la hora anhelada. El Banquete estaba listo y el alma de Carú palpitaba de nervios y canciones. De pronto, los centinelas que oteaban el horizonte desde los picachos más altos, anunciaron alarma y peligro. Venían unos seres extraños que avanzaban por la quebrada de los soles con sus pechos de hierro y montados en unas bestias enormes. Los indios Bailadores se prepararon para el combate. Juan Rodríguez Xuárez también alistó a sus hombres. Fuego, hierro y caballos abrieron un torrente de sangre en el valor de los Bailadores que sólo contaban con sus macanas y flechas. El monte se fue llenando de cadáveres. El novio de Carú estaba entre los que encontraron la muerte en el combate. Un dolor insoportable rompió el alma de Carú. No podía ser verdadera tanta desgracia. El Dios de la vida que montaba en la cumbre de la montaña, le devolvería a su amado, para recorrer junto a él ese largo camino de felicidad que había sido violentamente cortado. Con una increíble fortaleza que brotaba de su amor, Carú cargó el cadáver cerro arriba. Llegó con él a la cumbre, donde moraba la divinidad, para rogarle que le devolviera la vida. Al tercer día, le fallaron por completo las fuerzas. No pudo proseguir más. Abrazada al cuerpo de su amado, quedó muerta. El dios de la montaña recogió sus lágrimas y las arrojó al espacio para que su pueblo y todos los que habitaban después estas tierras, conocieran y recorran la suerte de Carú. Y allí está la bellísima cascada de Bailadores, lágrimas eternas de Carú, sollozo inagotable del corazón indígena”.

Profecía de Caribay.

Emilio Menotti Spósito cuenta:

“Una tarde en que el sol tras la montaña con su carga de plata se perdía, llegué a una gruta de estructura extraña. Me llevaba hacia allá la que acompaña al poeta infeliz: Melancolía. En la caverna que arropara ante castos idilios y salvajes raptos los besos de pasión de los amantes, el lúbrico danzar de las bacantes y los secretos de infernales pactos, hoy sólo habita un mago misterioso, a quien temen las gentes de la aldea por su vivir huraño y desdeñoso. Dijérase un patriarca de Athenea que sólo buscaba soledad, reposo lejos de la estultez de la ralea. Con ademán austero, aquel anciano me dio la bienvenida. Entre las suyas estrechó mi mano, y entré con la inconsciencia del profano que se inicia en la ciencia de la vida. Pendían de la gruta estalactitas, como cuernos de luz, en caprichosas ondulaciones, raras e infinitas. El agua elaboró las margaritas de nácar y las perlas y las rosas. Y oí la sabia voz del nigromante, en el severo ambiente de la gruta, resonar lascinante como el silbido de la sierpe astuta: -¿Qué pretendes de mí?, ¿Quieres abrigo?, ¿Buscas la soledad de mi existencia?, ¿O en la profunda ciencia del licor enemigo que destruye el amor y la conciencia pretendes, ignorante, tu castigo?-. -¡Quiero saber!- le respondí -¡patriarca o sabio nigromante o adivino: ¿Las aves volarán del risco andino?, ¿Es verdad que abandonan la comarca?-. -¡Caribay dejó escrito su destino!- me respondió el anciano -"...las Cinco Águilas Blancas de la leyenda indígena levantarán su vuelo por el azul magnífico, cuando de nuevo el rubio aventurero escale audaz su nido, en elevado risco donde el venado arisco por respetos al Ches pasa sin ruido; y el pájaro de acero, odioso y atrevido, burle del cerro el milenario fuero...Emigrarán las águilas, impolutas y dignas, huyendo al hombre estulto de músculos de acero, y las aves de hierro de infernales consignas y graznar agorero..." Me despedí del viejo nigromante. La luna se mostraba satisfecha de su diaria labor. Resplandecía con el oro de ubérrima cosecha en los trigos en

flor de la alquería. La gruta simulaba en la distante y obscura serranía, algo así como el ojo de un gigante, que avizora anhelante de la raza vencida su agonía...”.

La Laguna de Urao.

“Conoces tú, viajero que visitas las altas montanas de Venezuela, conoces tú la leyenda misteriosa de la Laguna de Urao?-. -¡Oh, no, bardo amigo. Sólo sé de esa laguna que es única en América y que no hay en el mundo otra semejante sino la de Tona, cerca de Fezzán, en la provincia africana de Sukena!-. -¡Oye, pues, lo que dice el libro inédito de la mitología andina, escrito con la pluma resplandeciente de un águila blanca en la noche triste de la decadencia muisca, cuando la raza del Zipa cayó humillada a los pies del hijo de Pelayo!-. -¿Y es tan reciente el origen de esa laguna?-. -¡No, esta leyenda corresponde a tiempos anteriores a la conquista europea de América, a la época muy remota en que se extinguió la primera civilización andina, de que hay monumentos fehacientes, cuando invadieron los Muiscas, descendientes de los hijos del Sol, o sea la raza dominadora de los Incas; pero los bardos Muiscas han repetido los cantos melancólicos de aquellos primitivos aborígenes, por ellos conquistados, para llorar a su vez su propia ruina; y por eso refieren la leyenda de la Laguna de Urao al tiempo de la invasión ibérica. Oye, pues, lo que dice el libro ignorado de sus cánticos: -¡Cuando los hombres barbados de allende los mares vinieron a poblar las desnudas crestas de los Andes, las hijas de Chía, las vírgenes de Motatán, que sobrevivieron a los bravos Timotes en la defensa de su suelo, congregadas en las cumbres solitarias del Gran Páramo, se sentaron a llorar la ruina de su pueblo y la desventura de su raza. Y sus lágrimas corrieron día y noche hacia el Occidente, deteniéndose al pie de la gran altura, en las cercanías del Barro Negro, y allí formaron una laguna salobre, la laguna misteriosa del Urao!-. -¡Permite que interrumpa tu relato. ¿Por qué no está allí ahora la laguna que dices?-. -¡Escucha, viajero, lo más que refiere el libro inédito de la mitología andina, escrito con la pluma resplandeciente de un águila blanca en la noche triste de la decadencia muisca:

-¡La nieve de los años, como la nieve que cae en los páramos, cayó sobre las vírgenes de Timotes y las petrificó a la larga, convirtiéndolas en esos grupos de piedras blanquecinas que coronan la alturas y que los indios veneran en silencio, llenos de recogimiento y de terror. Un día los indios de Mucuchíes, bajo las órdenes del cacique de Misintá, levantaron sus armas contra el hombre barbado; y las piedras blanquecinas del Gran Páramo, las vírgenes petrificadas se animaron por un instante, dieron un grito agudo que resonó por toda la comarca, y la laguna que habían formado con sus lágrimas se levantó por los aires como una nube, para ir a asentarse más abajo, en el Pantano de Mucuchíes, en los dominios del cacique de Misintá. Y allí estuvo, quieta e inmóvil, hasta que otro día en que los indios Mucujún y Chama volvieron sus flechas contra el conquistador invencible; y la laguna al punto se levantó por el aire al grito que dieron en la gran altura las vírgenes petrificadas, y fue a asentarse más abajo, al pie de los picachos nevados, al amparo de las Cinco Águilas Blancas, en el sitio del Carrizal, sobre la mesa que circunda las nieves derretidas de la montana. Y allí estuvo, quieta e inmóvil, hasta otro día en que los coaligados indios de Machurí, Mucujepe y Quirorá, blandieron también sus macanas contra el formidable invasor. Nuevamente gritaron en el Gran Páramo las vírgenes petrificadas del Motatán, y nuevamente se levantó por los aires la laguna salobre de sus lágrimas para ir a asentarse sobre el suelo cálido de Lagunillas, en aquella tierra ardiente, donde la caña brava espiga y el recio cují florece. Un Piache maléfico reveló entonces a estos indios el secreto de poder retener la laguna en sus dominios, privándola de la virtud de transportarse como una nube; y el secreto estaba en un sacrificio humano que hacían anualmente, arrojando al fondo de sus aguas un niño vivo para aplacar la cólera de venganza en los altivos guerreros de Timotes, muertos por el hombre-trueno de la raza barbada. -¡Esta es, viajero, la leyenda misteriosa de la Laguna del Urao, que desde entonces está allí en su última jornada, brindando a la industria su sal valiosa, que es la sal de lágrimas vertidas en las cumbres solitarias del Gran Páramo por vírgenes desoladas del Motatán, en la noche triste de la decadencia Muisca, cuando la raza del Zipa cayó humillada a los pies del hijo de Pelayo!-. -¡Y dime, bardo, ¿volverá la laguna a transportarse algún día por los aires?-. -¡Después de un silencio de siglos, gritaron en la altura las vírgenes petrificadas, el día en que los guerreros de la libertad atravesaban victoriosos por los ventisqueros de los Andes; pero la laguna continuó quieta e inmóvil,

detenida por el maleficio del piache que profanó sus aguas. Cuando estas sean purificadas, la laguna misteriosa del Urao se levantará otra vez, ligera como la nube que el viento impele, pasará de largo por encima de las cordilleras e irá a asentarse para siempre allá muy lejos, en los antiguos dominios del valiente Guaicaipuro, sobre la tierra afortunada que vio nacer y recogió los triunfos del hombre-águila, del guerrero de celeste espada, vengador de las naciones que yacen muertas desde el Caribe hasta el Potosí!-”.

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Veo los hilos de lluvia resbalando tenuemente por los vidrios empañados. Despacio me acercó aún más a la ventana para buscarte en la inmensidad de la noche oscura y desparramada por estos lares andinos. ¿Recuerdas aquel día que pasamos en el parque zoológico de mi Barquisimeto natal?... Jamás podré olvidarlo. ¿Cómo podría?... Sentado junto a ti en la hierba verde cual moderno picnic me sentí como si estuviese en medio del mar fascinado por las enormes y colosales olas que al mismo tiempo me aterraban y que así como me alejaban de la orilla luego me acercaban a ella. Fue entonces cuando te pregunté: -¿Quieres ser mi esposa? Y aunque dijiste que sí comenzaste a alejarte de mí. -¡Estás loco, dulce y tiernamente loco! Eso dijiste en esa ocasión. Y sonreíste. Y me abrazaste fuerte. Y me besaste tierna, cálida y apasionadamente. Pocas semanas después me dijiste por teléfono. -¿Casarme contigo?, ¿estás loco?, creo que sí. Estás loco! Y dijiste muchas cosas feas que me hirieron. ¿Sabes?...

A veces las palabras son balas. Me heriste mortalmente. Escuché ese ruido seco y violento del agua de mar embravecido estrellándose contra la arena seca, bañándola de espuma y un escalofrío que empezaba en mis pies subió por mis piernas, recorrió mi espalda y erizó mis cabellos. Tus manos. Tus manos suaves como el sueño de un bebé, ya no volvieron a acariciar tiernamente mi rostro. Imposible imaginar tus manos en otra actividad que no sea esa. Imposible no imaginarte así. Imposible no volver a tener ese estado de intimidad gloriosa y gozosa contigo, diosa de mi cielo, Eva de mi paraíso, mi gloria eterna. Imposible ya vivir contigo en un mundo en el que no existe el jamás. Tus ojos, tu mirada es un mundo aparte en el cual quisiera perderme para siempre pero para eso primero debo encontrarte, lo cual hasta ahora no ha sido posible. Luego, si te encuentro, tendré que entenderte pero sé que no deseas ni que te encuentre ni mucho menos que te entienda. Y no te importa ni remotamente que te perdone. ¿Cómo hacerte ver el mal que me hiciste y la bondad que me endilgaste si te sientes, crees, juras y perjuras que estás por encima del bien y del mal?... Sé que ya no volveré a sentir la deliciosa presión de tus senos grandes y hermosos, suaves y cálidos, deliciosos e impresionantes acoplarse contra mi pecho ni fusionándose contra mi espalda cuando me abrazabas así, tan tiernamente, a mí, tan sólo a mí, desnudos frente a la ventana de nuestra habitación, luego de hacer el amor, buscando el frescor en una noche calurosa. Ya solo acariciarás mi rostro en la distancia cruel e insalvable de mi imaginación, en la carencia absoluta de tu querer, en la total ausencia de ti. Tampoco volveré a sentir tu aliento al besar tu boca, al hablarte cerca, cerquita de tu hermoso rostro, ni sentiré tu delicioso aroma como cuando me refugiaba en ti, en la seguridad de tu cuerpo escultural, buscando ese calorcito entre humano y celestial, entre terrenal y divino, entre mundano y universal. Buscaré tus ojos en rostros ajenos, y tus miradas en ojos extraños porque los tuyos ya no volverán a dignarse contemplarme tan siquiera en la distancia mientras caigo una vez más en el circulo vicioso de despertar cada nuevo día, respirar, emborracharme, morir y seguir viviendo entre lo dicho y lo hecho, entre lo encontrado y lo buscado. Pero es que tú eres hermosa, para mí, tanto así que puedo comparar tu belleza con el esplendor del cielo azulado, con el colorido irrepetible de cada crepúsculo al amanecer y al atardecer, con el brillo exquisito de las

estrellas que pululan en el universo entero, con la existencia de un dios trino, único y verdadero que nos ama a todos por igual y se envió a sí mismo en la figura de hijo para que muriese a manos nuestras para el perdón de nuestros propios pecados. Dios. ¿Dónde estaba Dios cuando te fuiste sin razón y sin medida?... Ser nuestro dios ya debe ser un pecado. Ya sabes lo que dicen. Deux et machina.

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Contaba el gran Tulio Febres Cordero acerca de El Cacique Murachí y la India Tibisay:

“Murachí era ágil y valeroso, más que todos los indios de la tribu; su brazo era él más fuerte, su flecha la más certera y su plumaje el más vistoso. Cuando les tocaba el caracol en lo alto del cerro, sus compañeros empuñaban las armas y le seguían, dando gritos salvajes, seguros de la victoria. Murachí era el primer caudillo de las Sierras Nevadas. Tibisay, su amada, era esbelta como la flexible caña del maíz. De color trigueño, ojos grandes y melancólicos y abundoso cabello. Eran para ella los mejores lienzos del Mirripuy, el oro más fino de Aricagua y el plumaje del ave más rara de la montaña. Ella había aprendido, mejor que sus compañeras, los cantos guerreros y las alabanzas del Ches. En los convites y danzas dejaba oír su voz, ora dulce y cadenciosa, ora arrebatada y vehemente, exaltada por la pasión salvaje. Todos la oían en silencio; ni el viento movía las hojas. Tibisay era la princesa de los indios de la sierra, el lirio más hermoso de las vegas del Mucujún. Un día salió espantada de su choza y fue a presentarse a Murachí, el amado de su corazón. La comarca estaba en armas: los indios corrían de una parte a otra, preparando las macanas y las flechas emponzoñadas. -¡Huye, huye, Tibisay. Nosotros vamos a combatir. Los terribles hijos de Zuhé han aparecido ya sobre aquellos animales espantosos, más ligeros que

la flecha: Mañana será invadido nuestro suelo y arrasadas nuestras siembras. ¡Huye, huye, Tibisay. Nosotros vamos a combatir; pero antes ven, mi amada, y danza al son de los instrumentos, reanima nuestro valor con la melodía de tus cantos y el recuerdo de nuestras hazañas!-. La danza empezó en un claro del bosque, triste y monótona, como una fiesta de despedida, a la hora en que el sol, enrojecido hacia el ocaso, esparcía por las verdes cumbres sus últimos reflejos. Pronto brillaron las hogueras en el círculo del campamento y empezaron a despertar, con las libaciones del fermentado maíz los corazones abatidos y los ímpetus salvajes. Por todo el bosque resonaban ya los gritos y algazara, cuando cesó de pronto el ruido y enmudecieron todos los labios. Tibisay apareció en medio del círculo, hermosa a la luz fantástica de las hogueras, recogida la manta sobre el brazo, con la mirada dulce y expresiva y el continente altivo. Lanzó tres gritos graves y prolongados, que acompañó con su sonido el fotuto sagrado, y luego extasió a los indios con la magia de su voz:

-¡Oíd el canto de los guerreros del Mucujún: «Corre veloz el viento; corre veloz el agua; corre veloz la piedra que cae de la montaña.

«Corred guerreros; volad en contra del enemigo; corred veloces corno el viento, como el agua, como la piedra que cae de la montaña.

«Fuerte es el árbol que resiste al viento; fuerte es la roca que resiste al rio,

fuerte es la nieve de nuestros páramos que resiste al sol.

«Pelead guerreros; pelead, valientes; mostraos fuertes, como los árboles, corno las rocas, como las nieves de la montaña.

«Este es el canto de los guerreros del Mucujún».

Un grito unánime de bélico entusiasmado respondió a los bellos cantos de Tibisay. Concluida la danza, Murachí acompañó a Tibisay por entre la arboleda sombría. No había ya más luminarias que las estrellas títílantes en el cielo y las irradiaciones intermitentes del lejano Catatumbo. Ambos caminaban en silencio, con el dolor de la despedida en la mitad del alma y temeroso de pronunciar la postrera palabra ¡Adiós!. Hay un punto en que los ríos Milla y Albarregas corren muy juntos casi en su origen. Los cerros ofrecen allí dos aberturas, a corta distancia una de otra, por donde los dos ríos se precipitan, siguiendo cañadas distintas, para juntarse de nuevo y confundirse en uno solo, frente a los pintorescos campos de Liria; besando ya las plantas de la ciudad florida, la histórica Mérida. En aquel punto solitario, encubierto por los estribos de la serranía que casi lo rodean en anfiteatro, Murachí tenía su choza y su labranza. -¡Tibisay!- dijo a su amada el guerrero altivo -¡Nuestras bodas serán mi premio si vuelvo triunfante; pero si me matan, huye, Tibisay, ocúltate en el monte, que no fije en ti sus miradas el extranjero, porque serías su esclava!-. El viento frío de la madrugada llevó muy lejos a los oídos de Murachí los tristes lamentos de la infortunada india, a quien dejaba en aquel apartado sitio, dueña ya de su choza y su labranza. Cuando la primera luz del alba coloreó el horizonte por encima de los diamantinos picachos de la Sierra Nevada resonó grave y monótono el caracol salvaje por el fondo de los barrancos que sirven de fosos profundos a la altiplanicie de Mérida. Los indios, organizados en escuadrones, estaban

apercibidos para el combate. Pronto se divisó a lo lejos un bulto informe que avanzaba por la planicie; el cual fue extendiéndose y tomando formas tan extraordinarias a los ojos de los indios que el pánico paralizó sus movimientos por algunos instantes, pero con la voz del caudillo la turba se precipita como desbordado torrente, prorrumpiendo en gritos horribles y llenando el aire con sus emponzoñadas flechas. Murachí iba a la cabeza; blandiendo en alto la terrible macana y transfigurando el rostro por el furor. Súbita detonación detiene a los indios; palidecen todos llenos de espanto; se estrechan unos contra otros, dando alaridos de impotencia; y bien pronto se dispersan, buscando salvación en los bordes de los barrancos, por donde desaparecen en tropel. Sólo Murachí rompe su macana en la armadura del que fuera conquistador, sólo el bravo Murachí ve de cerca aquellos animales espantosos que ayudaban a sus enemigos en la batalla, pero también sólo él ha quedado tendido en el campo, muerto bajo el casco de los caballos. El clarín castellano tocó victoria y la tierra toda quedó bajo el dominio del Rey de España. Cerca de las márgenes del apacible Milla, en aquel sitio apartado y triste, abrióse un hoyo al pie de la peña para sepultar a Murachí, con sus armas, sus alhajas y las ramas olorosas que Tibisay cortó en el bosque para la tumba de su amado. Tibisay vivió desde entonces sola con su dolor y sus recuerdos en aquella choza querida. Sus cantos fueron en adelante tristes como los de la alondra herida. Los indios la admiraban con cierto sentimiento de religioso cariño, y la colmaban de presentes. Era para ellos un símbolo de su antigua libertad y al mismo tiempo un oráculo que consultaban sigilosos. Ya los españoles señoreaban la tierra y gobernaban a los indios. Sólo Tibisay vivía libre en la garganta de aquellos montes o entre las selvas de sus contornos, pero era un misterio su vida, algo como un mito de los aborígenes, que atraía a los españoles con el fantástico poder de las ficciones poéticas. Ningún conquistador había logrado verla todavía, y sin embargo; nadie ponía en duda su existencia. Decíanles los indios que era una princesa muy hermosa, viuda de un guerrero afamado, a quien había prometido vivir escondida en los montes mientras hubiese extranjeros en sus nativas Sierras. Era un encanto la voz de la fugitiva, que los cazadores oían de vez en cuando por aquellos agrestes sitios, como el eco de una música triste que hería en la mitad del alma y hacía saltar las lágrimas. En sus labios el dialecto

muisca, su lengua nativa, sonaba dulce y melodioso y no era menester entenderlo para sentirse conmovido el corazón”.

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Solía contar Antoine de Saint-Exupéry que después de una angustiosa lucha por la supervivencia en contra de los elementos, perdido en sobrevuelo nocturnal por el inmenso océano Atlántico, cuando tanto él como su mecánico albergaban muy pocas esperanzas de llegar a tierra, lograron a divi​sar una débil pero milagrosa lucecita en la costa africana, y, con el último litro de combustible lograron aterrizar de emergencia en la ansiada costa. Luego, degustando el que a todas luces fue el mejor café con leche que habían probado en su vida en el calor de la humilde cabaña de un habitante del lugar que los acogió como a sus semejantes, se dieron cuenta del sencillo pero trascendental signo de contacto con la vida entera, ese pequeño pero maravilloso reencuentro con la existencia que hacía pocos minutos estuvieron a punto de perder. Del mismo modo que yo, en medio de mi búsqueda de Yasmira comienzo a creer que con los ojos cerrados se ve muchísimo mejor que al contrario. Y busco, busco, sigo buscando, buscándote. Y me pregunto. -¡Si Dios tuviese nombre, ¿cuál sería?... ¿Acaso tendríamos valor para llamarlo así estando cara a cara con él?... Si estuvieras frente a frente con él, en toda su gloria, ¿qué le preguntarías si solo tuvieses derecho a hacerle una pregunta?... ¿Y sí Dios es realmente grande y bueno pero también fuese uno de nosotros?... Así como nosotros. Tan solo un Don Nadie como cualquiera de nosotros, solo un desconocido en el autobús intentando llegar a su casa durante una tarde lluviosa. Y si Dios tuviera un rostro, ¿cómo sería?... ¿Querrías verlo?... ¿Y si verlo significase creer total, ciega y absolutamente en cosas como el Cielo, en Jesús, los santos, ángeles y en todos los profetas?...

¿Te atreverías a creer?... ¿Acaso cuando Dios regresa a su cielo azulado, infinito y solitario, nadie le llama por teléfono, ni siquiera el Papa, que es su mensajero en Roma?... ¿Y sí Dios es algo así como un sagrado trotamundos, en busca de un no sé qué?... Realmente no quisiera ser Dios. Es que realmente todos quieren conquistar el mundo, de una u otra manera. Entonces surge una voz que te dice: Bienvenido a tu vida, bienvenido al mundo real. Solo entonces te das cuenta que ya no hay vuelta atrás, y que incluso mientras dormimos, se libran batallas sangrientas en las cuales habremos de encontrarnos comportándonos de la mejor manera, altivos y guerreros, todopoderosos e invencibles, inmortales y patrióticos. Este es mi propio diseño, mi propio remordimiento, mi propia confusión. Ayúdame a decidir, ayúdame a aprovechar al máximo la libertad y el placer que esta me genera. Sé que nada dura para siempre, por eso debo conquistar el mundo con prontitud. No debe haber un solo lugar donde la luz no te pueda encontrar, y allí, estrecharemos nuestras manos mientras los muros se derrumban a nuestro alrededor, cuales muros de Jericó ante el inevitable tronar de las trompetas angélicas. Es el ángel vengador de Yahvéh, cuando venga a por nosotros yo estaré justo a tu lado. Estaremos tan alegres por casi haber conseguido dar ese paso más allá y estaremos tan tristes de que tuvieran que desvanecerse los límites, las fronteras, las murallas que nos separaban de todo y de nada. No puedo aguantar esta indecisión, carezco de una visión de futuro que me impulse hacia adelante porque dices que nunca, nunca, nunca, nunca, nunca me necesitarás. Y el principal titular del periódico de la mañana, ¿por qué debo creerlo?, me indica que todos quieren dominar el mundo, todo por la libertad y el placer que todos sabemos no habrán de durar para siempre. Pero tratemos de no hacer las cosas mal, ni bien. Tan solo permitámosles ser. Ya con eso es suficiente y habremos ganado por lo menos algo en este mundo. Canta una canción triste y hazla mejor, más alegre, menos fúnebre. Y recuerda dejarla entrar en tu corazón, para que entonces puedas empezar a hacerla mejor. Y no tengas miedo, no.

Nunca temas, porque siempre estaré contigo, protegiéndote aunque sea en espíritu a la distancia. Estás hecha para salir a enfrentarte al mundo y a la vida, derrotarlos y hacerte con ellos, al momento de empezar a sentirte y reconocerte vencedora, cid campeadora, entonces empezarás a ser mejor mujer, mejor persona, mejor ser humano. ¿Será posible que seas mejor de lo que ya eres?... Bendita utopía, bendito egoísmo, bendita mujer, bendita forma de ser, bendita tú. Y si en cualquier momento que sientas el daño, ameritas la venganza, abstente, no lleves el peso del mundo sobre tus hombros, haré mía tu vendetta por cuanto de sobra sabes que soy un idiota enamorado que hace como todo y nada mientras su mundo se hace un poco más frío. No me decepciones. Has encontrado tu camino, tu destino, el sentido de tu vida, según tú, claro está, y marchas incólume, firme y resuelta hacia ellos sin mí, porque no tengo lugar ni en tu mundo ni entre ellos. Pero los has encontrado ya, ahora ve y consíguelos, aprópiate de ellos. Son tus tesoros. Empieza de una vez, o quizás estás esperando a alguien con quien tocar las estrellas, ¿acaso no sabes que eso tan solo puedes hacerlo tú?... Lo harás, en el momento justo que lo necesites, está en tu ser, en tu esencia, en tu manera subrepticia de vivir. Me alegraré por ti, por saberte triunfadora, vencedora, exitosa, aclamada, aplaudida. Y me quedaré solo, sin nadie con quien hablar y con mis ganas de llorar por ti, por tu desamor, por tu ausencia. Y en mi evocación de tu imagen sagrada me arrepentiré de dos o tres cosas pero nunca de ti. Mientras mi corazón sea un escudo no dejaré de luchar, mientras esté tan asustado ante la posibilidad real de fallar, aún así lo intentaré, luchar por ti y por tu amor mientras estoy vivo, si es que ya mi vida no está en alquiler y no pretendes comprarla. Bueno…en realidad no merezco ni eso ni más de lo que tengo, porque nada de lo que tengo es realmente mío. Te pertenezco.

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La de las Cinco Águilas Blancas es una leyenda desentrañada por Tulio Febres Cordero:

“Cinco águilas blancas volaban un día por el azul del firmamento; cinco águilas blancas enormes, cuyos cuerpos resplandecientes producían sombras errantes sobre los cerros y montañas. ¿Venían del Norte?, ¿Venían del Sur?... La tradición indígena sólo dice que las cinco águilas blancas vinieron del cielo estrellado en una época muy remota. Eran aquellos días de Caribay, el genio de los bosques aromáticos, primera mujer entre los indios Mirripuyes, habitantes de Ande empinado. Era la hija del ardiente Zuhé y la pálida Chía; remedaba el canto de los pájaros, corría ligera sobre el césped como el agua cristalina, y jugaba como el viento con las flores y los árboles. Caribay vio volar por el cielo las enormes águilas blancas, cuyas plumas brillaban a la luz del sol como láminas de plata, y quiso adornar su coraza con tan raro y espléndido plumaje. Corrió sin descanso tras las sombras errantes que las aves dibujaban en el suelo; salvó los profundos valles; subió a un monte y otro monte; llegó, al fin, fatigada a la cumbre solitaria de las montañas andinas. Las pampas, lejanas e inmensas, se divisaban por un lado; y por el otro, una escala ciclópea, jaspeaba de gris y esmeralda, la escala que formaban los montes, iba por onda azul del Coquivacoa. Las águilas blancas se levantaron, perpendicularmente sobre aquella altura hasta perderse en el espacio. No se dibujaron más sus sombras sobre la tierra. Entonces Caribay pasó de un risco a otro por las escarpadas sierras, regando el suelo con sus lágrimas. Invocó a Zuhé, el astro rey, y el viento se llevó sus voces. Las águilas se habían perdido de vista, y el sol se hundía ya en el Ocaso. Aterida de frío, volvió sus ojos al Oriente, e invocó a Chía, la pálida luna; y al punto detúvose el viento para hacer silencio. Brillaron las estrellas, y un vago resplandor en forma de semicírculo se dibujó en el horizonte. Caribay rompió el augusto silencio de los páramos con un grito de admiración. La luna había aparecido, y en torno de ella volaban las cinco águilas blancas refulgentes y fantásticas. Y en tanto que las águilas descendían majestuosamente, el genio de los bosques aromáticos, la india mitológica de los Andes moduló dulcemente sobre la altura su selvático cantar.

Las misteriosas aves revolotearon por encima de las crestas desnudas de la cordillera, y se sentaron al fin, cada una sobre un risco, clavando sus garras en la viva roca; y se quedaron inmóviles, silenciosas, con las cabezas vueltas hacia el Norte, extendidas las gigantescas alas en actitud de remontarse nuevamente al firmamento azul. Caribay quería adornar su coroza con aquel plumaje raro y espléndido, y corrió hacia ellas para arrancarles las codiciadas plumas, pero un frío glacial entumeció sus manos: las águilas estaban petrificadas, convertidas en cinco masas enormes de hielo. Caribay da un grito de espanto y huye despavorida. Las águilas blancas eran un misterio, pero no un misterio pavoroso. La luna oscurece de pronto, golpea el huracán con siniestro ruido los desnudos peñascos, y las águilas blancas se despiertan. Erizanse furiosas, y a medida que sacuden sus monstruosas alas el suelo se cubre de copos de nieve y la montaña toda se engalana con el plumaje blanco. Este es el origen fabuloso de las Sierras Nevadas de Mérida. Las cinco águilas blancas de la tradición indígena son los cinco elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas nevadas son el furioso despertar de las águilas; y el silbido del viento en esos días de páramo, es el remedo del canto triste y monótono de Caribay, y el mito hermoso de los Andes de Venezuela”.

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Yasmira, tú, con tus grandes ojos tristes, negros como la noche cerrada, brillantes cual par de estrellas fugaces, a ti te digo no te desanimes, aún cuando me doy cuenta que a veces cuesta tanto armarse de valor y es tan difícil olvidar en un mundo lleno de gente que no te permite borrar las cicatrices de las dolorosas heridas que te heredó el pasado turbulento y así poder volver a empezar desde cero. Puedes perder de vista todo lo que hay delante de ti, y la oscuridad que anida en tu interior puede hacerte sentir cada día más pequeña, minúscula ante el vasto y gigantesco mundo ordinario pero aún así yo puedo ver tus verdaderos colores, los de tu naturaleza indómita, los de tu intención indoblegable, brillando, resplandeciendo a través de ti. Observo tus verdaderos colores santos y es por eso que te quiero, así que no tengas miedo de mostrarlos desnudos ante mí.

Esos, tus verdaderos colores, son hermosos, como si fuesen un arco iris celestial. Y por eso te amo. Muéstrame una sonrisa, ya no estés triste, no puedo recordar cuándo te vi reír por última vez. Si este mundo te vuelve loca, y has soportado todo cuanto podías, llámame, escríbeme, sabes que estaré allí, a tu lado porque te adoro. Y volveré a contemplar tus verdaderos colores, brillando a través de ti. Tus verdaderos colores. Acostado en mi cama, escucho el tic tac indetenible del implacable reloj, y pienso en ti. Sé que estás atrapada en un círculo vicioso donde la confusión no es algo novedoso. Recuerdos de noches cálidas, casi dejadas atrás, retornan a mi mente cual maletas cargadas de recuerdos y un tiempo después tan sólo eso me queda de nuestra relación, como ecos punzantes del ayer. Quizás, a veces, de vez en cuando me imaginas caminando muy por delante de ti, me llamas pero no puedo escuchar lo que has dicho, entonces me gritas para que vaya más despacio y me quedo atrás, me retraso, se hace más lento mí andar. El reloj comienza a girar hacia atrás. Y me siento perdido, mirando alrededor en busca de una salida y de la posibilidad real que me encontrarás y me tomarás de la mano para guiarme paso a paso en el camino de la vida junto a ti formando un solo sendero que nos conduzca a un único destino. Una y otra vez, vez tras vez, si te caes, te atraparé, estaré esperando, una y otra vez para proteger tus pasos. En verdad no sé por qué nos dijimos adiós si aún nos amábamos tanto y tanto, tanto y más con este amor que era de los dos. Ahora, mi imagen se desvanece de tu presencia y la oscuridad tiende a tornarse gris, como el cielo que observo a través de las ventanas, anunciando una fuerte tempestad que arrasará todo a su paso con el indetenible ímpetu del viento incierto que corre desbocado sin dirección. Si sabes que estoy en Mérida buscándote, quizás te estés preguntando si estaré bien. Y tal vez me facilites la búsqueda en tanto surgen nuevamente aquellos secretos robados de lo más profundo de tu ser y que tan solo compartiste conmigo, y algunos más construiste junto a mí, envueltos en las sabanas del amor, cobijados por el calor de la pasión. Secretos del amor acunados por los latidos agitados de dos corazones acelerados que semejando tambores suenan a destiempo tratando de acompasar ambos sonidos y ritmos para conformar una melodía única. No me falles. No me decepciones.

No me desilusiones. Nadie nunca antes me quiso como lo hiciste tú, y después de ti quién?, y qué?, ¿porqué?, y ¿para qué?, cómo?, donde?... No es la primera vez que estoy enamorado, pero en verdad sabía, confiaba y creía que esta vez era un amor que duraría para siempre. Este es un amor que no tiene pasado y tal vez por eso fallamos, porque tú estabas procurándote un pasado. Aunque me quisiste bien y nadie me ha amado igual que lo hiciste tú, los viejos fantasmas del pasado vinieron a espantarte y te ahuyentaron de mi lado, tuviste que huir de mí. ¿Puedes entenderlo?... En cada aliento que tomes, en cada movimiento que hagas, en cada atadura que rompas, a cada paso que des, estaré cerca, muy cerca de ti. Todos y cada uno de los días de tu vida, y cada palabra que digas, cada juego que juegues, cada noche que te quedes, sabrás que yo estaré allí, en tu recuerdo, aquel recuerdo que no compartes con alguien, seré aquel secreto tuyo que nadie llegará a conocer. ¿No puedes ver que me perteneces así como yo a ti?... Cómo duele mi pobre corazón con cada paso que das al marcharte de mi lado, con cada movimiento que haces al alejarte y con cada promesa que rompiste, con cada sonrisa que finjas y con cada cosa que reclames. Desde que te has marchado estoy perdido sin un rastro, sin huellas ni pistas que me conduzcan hacía ti. Sueño contigo cada noche y solo veo tu rostro, te busco alrededor, pero eres realmente irreemplazable, me siento tan frío y anhelo tu cálido abrazo. Aún lloro por ti. Puedes vivir mil años, haberlos vivido ya, y serías siempre la misma persona. Siempre tú y solo tú, única, irrepetible, inigualable, incomparable. Es que sencillamente eres una diosa que no sabe que lo es. Aún así reinas en mí, imperas en mi mundo, eres la fuerza que mueve mi universo. La belleza siempre ha significado una de las mayores, mejores y a la vez misteriosas metáforas de la eternidad.

************************************************** Con Yasmira fui al zoológico a conocer y admirar al grande y majestuoso Cóndor de Los Andes: Mensajero del Sol. El cóndor es el ave voladora más grande del mundo. Su nombre científico es Vutur Gryphus,

pertenece a la familia de los buitres americanos, es un ave de carroña como el Rey Zamuro. Durante su etapa juvenil ambos sexos poseen el plumaje de color marrón, incluyendo el collar, que en esta fase, pasa desapercibido. Una vez adultos será negro brillante contrastando con el blanco plateado del dorso de las alas. El collar entonces lucirá blanco nítido. El rasgo más evidente para diferenciar los sexos es la carúncula que posee únicamente el macho. Además, las hembras adultas poseen ojos color rojo y los machos de color marrón. Su presencia está limitada a Suramérica, encontrándose distribuido a todo lo largo de la Cordillera Andina desde Venezuela hasta Chile y Argentina. En Venezuela ocupa los estados de la Cordillera de Los Andes, es decir, Trujillo, Mérida, Táchira y la Sierra de Perijá al noreste. Su habitad está representado por páramos sobre 3.000 metros de altitud, los cuales se caracterizan por amplios espacios abiertos, vegetación baja (frailejones) y altas cumbres rocosas. Los cóndores han sido observados volando hasta 10.000 metros de altitud, siendo la única especie capaz de alcanzar la mayor altura. Sexualmente maduros a partir del octavo año de edad, los cóndores tienen uno de los índices de reproducción más bajos entre las aves, solo ponen un huevo cada dos años, el cual es incubado de manera compartida por los padres durante 56 días. El periodo de crianza y aprendizaje del polluelo dura aproximadamente 18 meses. A pesar de poder volar a partir de los siete meses de edad, su independencia total la alcanzará una vez que aprenda técnicas, rutas de vuelo y búsqueda de alimento. Se alimenta, al igual que otras especies de buitres, exclusivamente de carroña, es decir, animales muertos. Su sentido más desarrollado es la vista, que le permite localizar el alimento desde las alturas. Su cuerpo está adaptado para ingerir carne en estado de descomposición; posee la cabeza desnuda que facilita su limpieza, como grandes manazas sin garras para sujetar el alimento contra el suelo, un poderoso pico para romper los cueros de los cadáveres y un sistema digestivo que le permite aprovecharlos sin enfermarse. En la actualidad y, debido al descenso de las poblaciones silvestres, se alimenta mayormente de ejemplares de especies introducidas que mueren por diferentes causas. Al borde de la extinción se encuentra nuestro cóndor andino, por cuanto erróneamente se le ha considerado un depredador. Son víctima de envenenamiento por plomo al consumir restos de animales cazados con armas de fuego, envenenamiento al consumir restos conscientemente envenenados por el hombre para exterminar depredadores como perros alzados; muere por disparos debido al desconocimiento de la especie, rotura de los huevos por efectos del DDT acumulado en las cáscaras de los mismos y a la recolección de huevos y pichones para las colecciones privadas y de

museos. Es importante que conozcas los siguientes Tips:

* El cóndor NO caza. * El cóndor limpia el ambiente. * El cóndor es monógamo de por vida. * El cóndor pesa de 9 a 15 kilogramos. * El cóndor vive hasta los 75 años de edad. * La estatua situada en Pico El Águila es un cóndor y antiguamente el sitio se llamó el Collado del Cóndor. * El escudo del Estado Mérida y los de Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile lucen cóndores como elementos principales de su diseño. Combatiente, el cóndor macho, es la mascota del Centro de Visitantes Mucunturia, situado en el Valle de Mifafí en el Parque Nacional Sierra de La Culata a solo cinco kilómetros de Apartaderos, vía Valera. Allí conocerá a Anicsi y Combatiente, los cóndores mascotas y tal vez podrá observar los cóndores libres en vuelo. Bioandina es una fundación privada, sin fines de lucro, cuyo objetivo principal es el estudio y protección de las especies animales en peligro de extinción de la Región Andina Venezolana. En este sentido, lleva a cabo el Proyecto de Reintroducción del Cóndor de Los Andes. Este trabajo se lleva a cabo actualmente en conjunción con el Zoológico de Cleveland. Si desea obtener más información puede contactarlos a través del siguiente teléfono: Si llama desde el exterior: +58 274.2510131. Si llama desde el interior de Venezuela: (0274) 2510131. Bien vale la pena la cuña y cualquier colaboración posible por fomentar esta necesaria obra. La naturaleza, la flora, el ambiente, la fauna, el reino humano, el cielo azulado, el reino vegetal, las nubes altísimas de diversos tamaños y tonalidades, el reino humano y el mismísimo Dios creador, se lo agradecerá.

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Simplemente soy un náufrago en una isla pérdida en el mar, en medio de otro día solitario sin alguien más que yo, en silencio, en la oscura

soledad de esta noche fría, rota y triste. Esta soledad es mayor a la que hombres normales pueden resistir. Noche a noche te recorro en mis recuerdos y escarbo desesperadamente en ellos buscando volver a sentir el calor de tus suaves caricias salvadoras que agitaban mi mente, mi cuerpo todo y mi enamorado corazón. Rescátame antes que caiga en tu implacable olvido. Te enviaré un SOS que recorra el mundo entero. Espero que alguien lo reciba y te haga llegar mi mensaje en una botella. Ha pasado más de un año desde que escribí mi carta anunciándote que iría en tu busca estuvieses donde estuviese. Sé que la recibiste. Lo sé. Pero aunque deberías haber sabido desde el principio que recorrería el país entero, el mundo si fuese necesario, para encontrarte, en vez de acudir a mi encuentro te marchaste mucho más lejos aún. Abandonaste mi natal estado Lara para refugiarte en los confines del páramo andino. Hasta allá te siguieron mis pasos. Tan solo la esperanza puede mantenerme cuerdo, solo el amor puede arreglar mi atormentada vida, pero fue precisamente ese amor el que rompió mi corazón en mil pedazos. Le enviaré un SOS a Cupido a ver si me responde. Espero que alguien reciba mi mensaje en una botella. Esta mañana salí a caminar, y por más que me lo propuse no podía creer lo que veía. Navegando por la avenida colmada del agua de esta lluvia refrescante y milagrosa, dadora de vida y, chocando con el resto de la infaltable basura que solemos arrojar sin ton ni son y muchísimo menos consideración a la naturaleza, nuestro medio ambiente y hacia el planeta entero, cien mil millones de botellas eran arrastradas por la corriente hasta quién sabe dónde. Cada una de ellas lleva en su interior un mensaje para alguien especial que espera en algún sitio por cada uno de nosotros. Tal parece que no estoy solo en esta solitaria circunstancia de estar solo. Cien mil millones de náufragos están en busca de un amor que los espere en un cálido y dulce hogar. Enviaré un SOS al espacio exterior a ver si por lo menos un ser de otro planeta donde también crean en el amor venga a buscarme y me lleve a

dar una vuelta por el universo. Cariño mío, ¿qué te preocupa?... ¿Te decepcioné?... ¿O acaso te dejé un mal sabor de boca?... ¿Sería acaso que te pedí demasiado?... Lo que tú me diste fue…bueno, tú me diste la nada, y ahora eso es todo lo que tengo. Fuimos uno, pero ya no somos iguales porque nos hicimos daño y luego lo hicimos de nuevo y quizás, estoy seguro, lo volveríamos a hacer. Te comportas como si nunca hubieras tenido un amor verdadero cuando en realidad me tuviste a mí, aunque no supiste reconocer el gran amor que tuviste frente a ti, en tus manos, entre tus brazos. Y quisiera que sepas que todavía no es demasiado tarde para sacar a la luz el pasado y romperlo en mil pedazos para no otorgarle continuidad a este mal teatro del absurdo cuya historia dramática puede tener un final feliz si tú lo intentas salvar. Sálvalo que aún estás a tiempo. Sálvame. Dices que el amor es un templo donde impera una ley suprema, y aún así me pides que entre, pero entonces me haces arrastrarme por el piso frío y no puedo aferrarme a lo que tienes por cuanto todo lo que tienes es dolor. Tú no tienes alma y yo no tengo nada. Si me quedara solo en este lugar estaría en camino hacia ti, de manera tal que me iré, pero sé que pensaré en ti cada paso del camino, y siempre te querré, y siempre te amaré, y siempre te adoraré. Agridulces recuerdos, es todo lo que me llevo conmigo. De ellos están repletas mis pesadas maletas. Por favor, no llores por mí, mejor, permíteme llorar por ti hasta que se me sequen los ojos y el mar sea salado por mis lágrimas y no por efectos de la naturaleza sabia como nuestros ancestros. Los dos sabemos que no soy lo que tú necesitas pero sabes que como yo te amo jamás alguien te podrá amar. Espero que la vida te trate con amabilidad, que tengas todo lo que soñaste tener, que la alegría y la felicidad aniden en ti, pero por encima de todo esto, deseo que ames cuando en mitad de la noche los ángeles desciendan para cantar sus odas celestiales en aras del amor terrenal que es tan sublime como el celestial.

Tú y yo nunca moriremos, nos fundiremos tan solo en un abrazo eterno que nos transportará por un sendero oscuro al principio mientras que la luz de una era amanecerá dando paso a un nuevo y hermoso día, un día especial, el día de días, y llegará para nosotros la hora de estar vivos por toda la eternidad unidos en amor. Prometo no olvidar el momento, ese momento perfecto en el cual contamos nuestra historia romántica mientras el destino se acercaba, y lo sé, se agota el tiempo, tengo que irme. El destino está acercándose, eso lo sé, déjalo ir, permítele ser, pero escúchame, bajo el cartel del paraíso aun podemos soñar en voz alta. Vivir por nada o morir por algo. Esa es la elección definitiva, contundente y final. Mientras tanto la historia continúa, esta es la historia.

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La Cordillera de Mérida es el conjunto de relieves andinos que forma el sistema de los Andes venezolanos, junto con la cordillera de Perijá. Abarca la mayor parte no solo del estado Mérida, sino también de los estados Trujillo y Táchira. Se delimita en su extremo suroccidental en la depresión del Táchira, y en su extremo nororiental en las depresiones de Carora y Barquisimeto. Cuenta con una superficie de 32.500 km2, una longitud de 450 kilómetros y una anchura media de 80 kilómetros, que se elevan hasta los picos nevados, hasta alcanzar su máximo en el pico Bolívar (5.007 m.s.n.m). Se subdivide en varias sierras separadas entre sí por profundos valles: Sección Suroccidental: Domina el páramo de Batallón con una altura de 3.913 m.s.n.m y la sierra de Tovar, que culmina en el páramo Nariño cuya altura es de 3.517 m.s.n.m. Sección Central: Las espectaculares sierra Nevada de Mérida y sierra de Santo Domingo, con altitudes de más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, separadas por el río Chama de la sierra de la Culata, con máxima altitud en el pico Piedras Blancas (4.729 m.s.n.m). Se advierten extensos páramos, glaciares y lagunas. Sección Oriental: Termina septentrionalmente con la sierra de Barbacoas y la sierra de Portuguesa, destacando los cerros Palomera y Potrerito con una altura de 2.496 m.s.n.m y 2.473 m.s.n.m respectivamente.

La Cordillera de Mérida fue un sitio de significación prehispánica, por haber sido habitada por grupos indígenas hasta los 3.500 metros de altura. En la época colonial se desenvolvió una importante agricultura del trigo y vegetales mediterráneos, junto con la ganadería de ovinos y bovinos en las zonas de pisos térmicos templados, entre 1.500 y 2.200 m.s.n.m. Durante el siglo XIX mantuvo su importancia debido a los avances de las plantaciones cafetaleras. En la actualidad se han afianzado cultivos comerciales de tubérculos, flores, frutas y hortalizas. La Cordillera de La Culata comprende el macizo occidental de la cordillera de Mérida. Tiene una longitud de 140 kilómetros y mantiene una anchura de unos 40 kilómetros. Alcanza la mayor altitud en el páramo de Piedras Blancas (4.737 m.s.n.m), desde donde se desprenden el páramo de Mucuchíes (4.077 m.s.n.m) y el paso El Águila (4.077 m.s.n.m), que es considerado el punto más alto de la carretera andina. Sirve de comunicación entre el valle del río Motatán y los valles altos del río Chama. A partir del páramo de Piedras Blancas las altitudes comienzan a descender paulatinamente en dirección noreste hasta el área de Valera. Todas las aguas de este conjunto montañoso van a la cuenca del lago de Maracaibo. Se le considera, junto con la sierra Nevada, la mayor estructura de bloques de la Cordillera de Mérida. El Parque Nacional Sierra Nevada, abarca los municipios Rangel, Libertador y Campo Elías del estado Mérida, y los municipios Bolívar y Peraza del estado Barinas. El 2 de mayo de 1.952 fue creado inicialmente con 190 mil hectáreas, extensión ampliada posteriormente a 276.446 hectáreas para proteger las máximas cumbres de la cordillera de los Andes venezolanos. Está conformado por dos cadenas montañosas paralelas: la sierra Nevada de Mérida y la sierra de Santo Domingo. Dentro del Parque Nacional sierra Nevada se aprecian varias lagunas como la de Mucubají, La Canoa, Anteojos, Gallo y otras. Debido a que sus límites altitudinales son muy amplios y extendidos, es el único parque en Venezuela que incluye toda una serie de sucesiones vegetales, desde la pluvisilva en las faldas de las montañas hasta los páramos y las nieves perpetuas de las cumbres andinas, pasando por selvas nubladas y bosques alpinos. Su fauna está constituida por algunas especies en peligro de extinción, como el oso frontino, el cóndor de los Andes, el puma, el zorro cangrejero y el venado, además de otras especies más comunes como la lapa, el puercoespín y la musaraña. Existen restos arqueológicos de sumo valor en el alto valle del Chama, que han permitido constatar el poblamiento prehispánico testimoniado por los muros de piedra, terrazas agrícolas y restos de mintoyes, viviendas que sirvieron alternativamente de silos para almacenar

granos y tubérculos.

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No quiero hablar de las cosas por las que hemos pasado, ni de los hechos traumáticos con que nos hemos herido una y otra vez, a cada instante. Y aunque me duela perderte ahora eso es historia, pasado. Triste historia en la cual he jugado todas mis cartas, aposte todo a ganador y perdí absolutamente todo. Eso es lo que has hecho tú también aunque te sientas feliz ganadora. Debes aprender que a veces ganando, se pierde y que otras más, perdiendo realmente se gana. No hay más que decir ni hay más ases que jugar. El ganador siempre se lo lleva todo, el perdedor se queda solo, empequeñecido tan cerca de la victoria de su rival de turno. Ese fue nuestro destino. Yo estaba perdido y entregado entre tus brazos pensando que era el lugar al que pertenecía. Pensé, creí, imaginé que tendría mucho sentido construir una valla alrededor de nuestro hogar, así sería una fortaleza, lugar inexpugnable donde nadie más nos volvería a hacer daño, nunca más. Pero me equivoqué. El enemigo no vino de afuera. El enemigo éramos nosotros. Dormíamos con el enemigo. Fui muy ingenuo, o tonto, tal vez estúpido. Jugué siempre de acuerdo con las reglas mientras tú usabas cartas marcadas. Los dioses pueden tirar los dados, pero el demonio labra el camino del perdedor utilizando sus diabólicas artimañas por medio de las cuales me dejé embaucar. Y perdí a alguien querido, a un ser más que amado. Y sé que el ganador se lo lleva todo, en tanto el perdedor tiene que caer, arrastrarse por el fango y ser humillado. Es simple y claro, ¿por qué debería quejarme?... Pero dime, ¿alguien te besa como solía hacerlo yo?, ¿se siente lo mismo cuando otro pronuncia tu nombre?, ¿qué tal te va sin mí?...Yo no puedo estar lejos de ti ni un minuto más, dime ¿cómo puedo soportar el paso de los años sin ti?... En alguna parte profunda de tu ser debes saber que te echo de menos, pero ¿qué puedo decir?, las reglas se hicieron para ser obedecidas. Los jueces de la vida han decidido que la gente como yo, debe obedecer mientras los espectadores del show hablan bajo murmurando de uno y de otro ser. Y el juego se inicia nuevamente, la ruleta está otra vez en marcha, y sea un premio grande o algo pequeño, el ganador siempre se lo lleva todo. Ya no hay nada que hablar. Cada palabra tuya, cada suspiro tuyo, cada respiro tuyo tan solo

puede hacerme sentir mucho más triste de lo que ya estoy. No soy un Romeo envenenado, soy un hombre herido que está desangrándose por una certera herida mortal que le has infringido a mi enamorado corazón. Pero no puedes ver su sangre que fluye como manantial de aguas bravías, tan ciega estás por tu soberbia. No tengo nada excepto algunos sentimientos, esos mismos que has pateado como a objetos inservibles carentes de valor para ti. Ha estado lloviendo a cántaros desde que me dejaste, me estoy ahogando en la inundación desbordada de aguas turbias y repugnantes en la que me has condenado a morir. Sabes que siempre he sido un luchador pero que ahora, sin embargo me he dado por vencido. Ahora, no puedo cantar una canción de amor de la forma en la que debería ser, de la manera en la cual solías merecerla cual serenata diaria por cuanto todos los días debe ser el día de los enamorados. Bueno, supongo que ya no soy tan bueno para ti, pero cariño mío, así es como soy. Y sabes que te querré siempre, mi amada, siempre, y estaré ahí para ti eternamente y todavía un día más, por si acaso no fuese suficiente. Estaré ahí hasta que las estrellas no brillen, hasta que los cielos exploten y las palabras no rimen. Hasta que se detenga el tiempo y se devuelva el viento. Hasta que el camino del universo llegue a su final. Y sé que cuando muera, tú estarás en mi mente como último pensamiento, y en mis labios tu nombre será mi última palabra, y mi último aliento será tan sólo para ti Y siempre te amaré. Recuerdo que hubo una vez en la que me enamoraba o al menos eso creí hacer porque en realidad estaba cayendo en el amor, pero ahora, simplemente me derrumbo, caigo como un espejo roto en mil pedazos, ya nada se puede hacer, el día se tornado en noche cerrada y macabra debido al eclipse total del corazón. Hubo una vez en la que había luz en mi vida, luz intensa que provenía de tus ojos brillantes, de tu cabello de oro radiante, de tu sonrisa alegre y contagiosa, pero con tu marcha no solo te llevaste mi corazón sino que ahora solo existe un amor perdido en la más cruel y absoluta oscuridad. Cada cierto tiempo me derrumbo. Date la vuelta y mira mis ojos que no cesan de llorar por ti. Tu amor es como una sombra que se yergue sobre mí todo el tiempo. Y no sé qué hacer porque siempre estoy en la oscuridad por cuanto al marcharte te llevaste contigo la luz de tus ojos que eran faros guiadores, de luz salvadora ante los inciertos pasos de mi no menos desconcertante camino. Eras mi luna, mi sol, mi estrella, mi lucero, la luz de mi vida y ahora todo se ha

tornado en oscuridad para mí, para mi mundo, para mi universo.

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El tocayo Mario Jiménez aunque yo lo soy con G, me contó su Crónica del Perro Mucuchíes, la cual comparto con ustedes:

“A finales del siglo XVI llegaron a estos parajes andinos de Mérida, Venezuela, los Frailes Doctrineros Agustinos y se establecieron en el poblado de Santa Lucia de Mucuchíes. Por iniciativa de ellos, al pasar de los años y a través de la Compañía Guipuzcoana, trajeron a Venezuela las primeras ovejas para reproducirse en la Cordillera Andina para el usufructo de lana, leche y carne; acompañando estos ovinos, llegaron los primeros ejemplares caninos de la raza Pastor de los Pirineos, provenientes de las regiones de Navarra y Aragón, para guardia y defensa de dichos apriscos. Los nuevos alimentos. Desde 1.534 los españoles buscan asentarse en la región hasta que en 1.558 el capitán Juan Rodríguez Suárez funda la ciudad de Mérida, en recuerdo de su Mérida natal en España, y en 1.559 el capitán Juan Maldonado, un poco más arriba en la meseta, establece la ciudad de Santiago de Los Caballeros. Desde allí, se extiende el poblamiento posterior y se crean reparamientos y encomiendas. Más tarde, hacia 1.628, llega a la región la Compañía de Jesús. Conquistadores y jesuitas impulsan la agricultura y la ganadería. Cuando finaliza el siglo XVIII ya se había creado la mayoría de los centros urbanos merideños que se consolidaron luego al ritmo expansivo de la economía del café y de la caña. Tras la espada de los conquistadores y la cruz de los jesuitas llegaron a la región muchos nuevos productos, especialmente el trigo, el ganado vacuno y porcino, las aves de corral y algunas hortalizas, modificando el escenario económico y alimentario. Después vendría la caña de azúcar, a las tierras bajas, y el café, a las tierras de laderas. El aislamiento regional comenzó a romperse de manera notable a partir de 1.870, con el desarrollo de la economía cafetalera, que intensificó los cambios e impulsó la base poblacional de los núcleos urbanos existentes, constituyéndose una red de comunicaciones más dinámica. El trigo se cultivaba en Venezuela desde el siglo XVI. Hacia 1.883 en Mérida, entonces Sección Guzmán, había unos 68

molinos de trigo, ubicados en las tierras altas del páramo de Mucuchíes y en los pueblos del Sur. Con el ganado vacuno pasó otro tanto. Venia, por caminos fragosos y accidentados, de los llanos occidentales, hasta que la ganadería se desarrolló en las tierras bajas de Mérida. La población merideña había tenido hasta entonces, un régimen alimentario predominantemente vegetariano, siendo común el consumo de papa, camote, arracacha, auyama, maíz, yuca dulce y ají, mayormente raíces y tubérculos, lo que es habitual en una sociedad agrícola tradicional. Con el proceso de la colonización se introdujeron en los Andes algunas hortalizas, pero su producción se limitaba a los solares de las casas y su consumo se restringía a los pobladores de origen español. Para su cuidado trajeron una nueva raza de perros hasta ese momento desconocida en nuestro país. Otros ejemplares fueron traídos muy posteriormente por Don Vicente Pino, con autorización del Rey Carlos III de España, a la hacienda Moconoque, de su propiedad, con el mismo fin. Sea una u otra, o las dos versiones fidedignas, es así como se inicia el origen del PERRO MUCUCHICERO. Estos canes llegados de la madre Patria al cruzarse entre sí, con el exceso de consanguinidad, la mala alimentación y el hábitat, fueron delineando las características de un nuevo perro que en el transcurrir del tiempo tomó la denominación de perro de Mucuchíes. En 1.961, se funda el club oficial para la preservación de la raza y gracias a ello y a la estandarización de ciertas características fenotípicas y a prácticas apropiadas de cría, el perro de Mucuchíes fue salvado y reconocido como raza nacional de Venezuela en el año 1.964. De aquella fecha hasta hoy han pasado 46 años y hablar de perro mucuchicero es muy difícil porque los que se pueden adquirir hoy distan mucho de los ejemplares criados por Don Benjamín Pino, nieto de Don Vicente y de los de Don Salomón Villarreal, criados en la hacienda Moconoque y en Apartaderos. Hoy por hoy podemos decir que las causas progresivas de su extinción se deben a:

1) La pobreza e ignorancia campesina que hizo descuidar su patrimonio genético al cruzarlo indiscriminadamente con otros perros bastardos que nada tenían que ver con su raza. 2) El desconocimiento de la raza original, Pastor de los Pirineo (español), que fue confundida con el Gran Pirineo (origen francés), y es así como en el año 1.965 por iniciativa de Santiago y Carlos La Cruz, secundados

económicamente por el doctor Siro Febres Cordero Salas, se traen al país perros de la raza Gran Pirineo para su reproducción en la hacienda Moconoque, idea encomiable y transformada en trabajo y esfuerzo, pero signada desde su inicio al fracaso por el cambio de la raza estirpe de origen del perro mucuchicero. 3) El afán y desconocimiento llevaron a cruzarlo además con perros de la raza San Bernardo, lo cual no hizo sino complicar más la situación, ya que lo único en común que tenían era su origen montañés.

Es su futuro incierto y quién sabe si ya es demasiado tarde para recuperar la raza, utilizando como patrón los estándares del club oficial ya desaparecido, para salvaguarda de esta raza y prácticas sanas de cría controlada, para que las federaciones caninas la acepten y la registren como una raza oficial. El estado Mérida, especialmente en sus zonas altas, donde se concentró gran parte del poblamiento, estaba prácticamente aislado, al no contar con un solo camino carretero hasta la segunda década del siglo XX. Al ponerse en servicio la carretera Trasandina, en 1.925, los productores agrícolas merideños fueron estimulados por el acceso a mercados más amplios, como el de Maracaibo. Así se desarrollan nuevos centros de producción hortícola como el de Timotes, en 1.924, gracias a la iniciativa de dos alemanes que introdujeron en la zona nuevas técnicas de cultivo y maquinarias. Más tarde, en las décadas de 1.930 y 1.940, los agricultores de Mucuchíes imitaron las técnicas agrícolas practicadas en Timotes. Al final de la década de 1.940 la horticultura se había extendido hasta Bailadores. Y por todas partes en las zonas altas del estado el paisaje mostraba, además de papa y el trigo, los cultivos de lechuga, zanahoria, repollo, remolacha, coliflor, acelga y, en menos proporción, de espárrago y alcachofa. El paisaje alimentario era ya otro. Además, Mérida destacaba como productor de papa, trigo, arvejas, cacao, yuca, cambur, caña de azúcar, carne de res y leche. Esa circunstancia influyó decisivamente sobre su régimen alimentario dominante. Hoy, podemos decir que de esta raza representada en el perro "Nevado", regalo que hiciera Don Vicente Pino al Libertador Simón Bolívar a su paso por estas tierras en la Campaña Admirable de 1.813, solamente quedan la tradición hermosa de Don Tulio Febres Cordero y su imagen en la plaza Santa Lucía de Mucuchíes, acompañando al indio Tinjacá al pie del busto de Bolívar, donde inmóvil ante el paso del tiempo, con su mirada en la lejanía, parece añora el esplendor de tiempos pasados y otear un provenir oscuro para

su linaje.

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Recordando nuestros años de juventud rememoré que éramos jóvenes, salvajes y libres. Que nuestro mundo solo era habitado por ambos. Y quisimos, juramos que siempre habría de ser así. Ahora nada puede acercarte a mí. Has puesto mucha distancia de por medio, hay un vasto camino que nos separa y aunque a diario lo recorro no parece terminar. Tú eres todo lo que quiero, lo único que realmente importa en mi vida, la cual intento reconstruir, si es posible a tu lado porque al marcharte se rompió cual rompecabezas derribado de la mesa donde estaba debida, paciente y tiernamente formado. Me resulta difícil creer y aceptar, reconocer y admitir que ya no estemos tumbados en la hierba de aquel paraíso en el cual nos juramos siempre habitar. El amor es lo único que necesito y lo encontré ahí en tu corazón. Hoy nada podría cambiar lo que significas para mí y aunque todavía hay mucho por decir, quisiera ahorrarme las palabras y en vez de eso tan solo te abrazaría muy fuerte para que tu sagrada luz me arrope e ilumine nuevamente mi camino. He estado esperando tanto tiempo que algo llegara, que alguna pista me condujese a ti, que una señal del cielo me indicase que me estaba acercando de nuevo a ti, que tu amor se acercaba nuevamente a mí. Ahora esos sueños se están convirtiendo en realidad pasados los buenos momentos y los malos también. Mírame a los ojos y verás que aún te amo. Mira mis ojos y entenderás lo que significas para mí. Busca en tu corazón, en tu alma, dentro de ti y cuando me encuentres allí, ya no tendrás que buscarme jamás. No me digas que es algo que no merece la pena intentar, no puedes decirme que no vale la pena morir por este amor, sabes que es la pura verdad por cuanto lo sentiste, viviste y disfrutaste igual que yo. Mira en tu corazón y encontrarás todo aquello tan mágico, radiante y maravilloso que llegaste a creer estaba escondido o extraviado quizás, irremediablemente perdido tal vez. Recuerda que para amar de verdad a una mujer, no solo se debe tratar de entenderla, sino que además hay que conocerla por dentro, oír cada pensamiento, ver dentro de sus sueños, velar su descanso, y darle alas para cuando quiera volar.

Por eso me encontrabas siempre recostado indefenso entre tus brazos, sabes que realmente te amaba a ti, mujer enormemente deseada, la única que quiero, la mejor, tú. Mi dama de verdad adorada, a la que abrazaba a cada instante para hacerle comprender cuánto necesita ser acariciada y cuanto yo necesitaba darle mis caricias. Te respiraba. Te saboreaba. Te sentía en cada gota de tu sangre. Así que díganme, ¿realmente alguna vez han amado a una mujer?... Cuando es amor lo que das, este se convierte en una causa que morimos por defender, se transforma en la roca sólida que golpean con fuerza las descomunales olas del mar embravecido pero sobre las cuales se puede construir un cálido y firme hogar para los dos. Allí te probaré que estamos hechos el uno para el otro, que soy el muro que te protege del viento incierto y de la fría lluvia, del daño cruel y del inclemente dolor. Y seré el fuego en tu noche, el amor que recibes, y defenderé el bastión de tu esencia, pelearé a muerte contra el mundo defendiendo tu ser. Yo estaré allí cuando me necesites, cuando el honor esté en juego, esta promesa haré: seré tu fiel caballero defensor de tu amor. Pero en realidad sé que no está exactamente rompiéndose, es tan solo un pensamiento sombrío que altera y ciega mi mente. Mi vida está en alquiler y no a la venta pero sigo sin aprender a comprar y menos a comprometerme, bueno, no merezco más de lo que tengo, porque nada de lo que tengo es realmente mío. Lo he dicho ya y no temo confirmarlo una vez más. Es el recuerdo del olvido el que te trae a mi mente una vez más, así, despacito. Como estalactita creciendo imperceptiblemente hasta unir techo y suelo para no dejarme espacio en el cual desplazarme. Siempre he pensado que me encantaría vivir junto al mar, contigo. Y viajar por todo el mundo, junto a ti. Y vivir de la forma más sencilla, a tu lado. Pero no tengo idea qué ocurrió con aquel sueño, con aquella promesa de amor eterno que un día nos hicimos con el cielo, Dios y todos los seres celestiales por testigos. En su presencia comprometimos el alma. Pero ahora tan solo es un recuerdo, solo un pensamiento. La lluvia de la mañana nubla mi vista a través de la ventana. No puedo ver nada, e incluso si pudiera sería todo gris. Pero tu foto en la pared me recuerda que no está tan mal, no está del todo mal. Pudiese estar peor. Al menos continúo en la búsqueda. Aún estoy detrás de ti. Te busco y no te encuentro.

Pero te busco. Y quiero agradecerte por darme el mejor día de mi vida. Oh, simplemente estar contigo, a tu lado, junto a ti, significó para mí el mejor día de mi vida. Abro y empujo la puerta. Por fin estoy en casa. La lluvia me ha empapado de la cabeza a los pies, entonces, tú me pasas una toalla, y todo lo que veo, es a ti reinando como antes en nuestro hogar. E incluso si mi casa se cayera ahora mismo, yo no me daría ni cuenta, porque tú estás a mi lado. Entro en mi casa llegando de una jornada laboral de un miércoles lluvioso chapoteando en el rio de la avenida principal. Creí escucharte hablar suavemente, recibirme tiernamente pero sé que esto no es posible. Recordé que hace varios meses te fuiste de mi lado, me abandonaste y dejaste tus llaves, la cartera que te regalé en tu cumpleaños y un cigarrillo a medio fumar. Encendí las luces, el televisor y el radio, para escapar del silencio que me agobia a sabiendas que no puedo escapar de tu fantasma, del fantasma de tu ausencia que pesa y pega fuertemente cada día un poco más. Es una locura, diría alguno. Está desaparecida, comentaría otro más. Chismosos. Déjalos hablar y murmurar. Pero no lloraré por el ayer. En este mundo común y corriente, ordinario y sofisticado, a veces normal y otras anormal, se que de alguna manera tengo que encontrarte. Y mientras intento recorrer mi camino hacia el mundo normal y corriente, aprenderé a sobrevivir. Pídeme lo que tú quieras, menos que te olvide y que te saque de mi corazón, ni que te borre de mi mente y que te excluya de mi alma. Pídeme lo que tú quieras y te lo daré. Recuerdo que en una ocasión la pasión o tal vez la casualidad, el orgullo o el egoísmo una vez dieron pie a que dijeras que el orgullo nos separaría y que ese sería el final definitivo para los dos. Bueno, ahora el orgullo ha salido por la ventana, cruzó las azoteas, escapó dejándome un vacío en mi corazón. Vacío al cual se arrojó. Los periódicos de la nefasta tarde comentaron algo al respecto. Pero no puedo leer sobre eso, quema la piel y los ojos enterarse de los detalles.

Estaré bien sin saberlo, sin comprometerme a sumirme aún más en el dolor. Mientras tanto las mentiras vienen bien disfrazadas para formar parte de nuestras vidas. Controlas tu destino, atiendes tus asuntos, están en tu nómina los profetas que justifican tus razones. Escuché tu promesa, pero no me la creí. Es por eso que lo he vuelto a hacer. Una vez más he vuelto a pecar. Sé que las mujeres guardarán los secretos mientras los hombres se ufanarán de saberlos. Es por eso que lo he vuelto a hacer,

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Sin lugar a dudas Juan Félix Sánchez es el artista popular de Los Andes.

"Poseo tres cualidades preciosas que guardo en mí como preciado tesoro: la primera se llama amor, la segunda se llama modestia, la tercera se llama humildad. Por la primera soy valeroso; por la segunda, generoso; y por la tercera, más grande que los demás".

Lao-Tse. (Filósofo chino). Juan Félix Sánchez nació al principio del siglo XX, un 16 de Mayo del año 1.900, en una casa que era de sus abuelos maternos en el pueblo de San Rafael de Mucuchíes, Estado Mérida, Venezuela. Fue un campesino andino arriero, panadero, payaso, maromero, juez, presidente de la Junta Comunal de San Rafael de Mucuchíes, innovador, sombrerero, y tejedor. En el año 1.943 decidió retirarse a un valle solitario en Los Andes Venezolanos, a veinte kilómetros de su pueblo natal, un año después de la muerte de su madre, con su compañera Epifanía Gil. No sabía lo que quería, pero sentía la falta de algo importante que llenara su existencia y se fue para El Potrero en busca de "otra cosa mejor". Antes de irse para ese bello valle, absorbió la devoción religiosa, la ritualización diaria, y el deseo por conocer y hacer. La infancia de todos los niños de San Rafael consistía, principalmente, en trabajo agrícola, la escuela y la actividad religiosa. En la casa paterna Juan Félix aprendió la devoción familiar y el sentido de la fe; todas las noches se reunían a orar en la sala principal. El retiro a El Potrero se debió a algo más que el dolor provocado por la muerte de su madre, y estos fueron los problemas que se encontró con la

posición de poder que tenía cuando era Juez de Municipio en San Rafael. Hoy en día, a un kilómetro y medio subiendo desde la casa donde vivió Juan Félix Sánchez en El Potrero, por encima de la confluencia de dos quebradas, está el complejo arquitectónico y escultórico del Filo de El Tisure, construido por Juan Félix Sánchez durante treinta años de arduo trabajo. En medio de la inmensidad del valle se encuentra una impresionante combinación de capillas, terrazas, plazas, pesebre, Calvario y Santo Sepulcro; todos integrados y amurallados. A pesar de que abundan sitios más planos y más cercanos a la casa en ningún otro lugar se domina una vista comparable. En ese valle no existe el ruido, ni la velocidad, ni la confusión que crea la tecnología, y además de sus creaciones, en el Tisure los visitantes tienen una oportunidad para examinar su mundo interior. Es un lugar espiritual, no importa el tipo de creencias que el visitante tenga porque produce las mismas emociones que Machu Picchu, las pirámides Mayas, o Stonehengue. Para Juan Félix Sánchez todo era de Dios; las piedras, los animales, los árboles, las montañas, etc. Esta actitud se manifestó en el respeto con que trataba la piedra, la madera y la arcilla que trabajaba, era la expresión del amor de un hombre por su tierra y por el suelo que lo sustentó. Arquitecto, escultor, tejedor, ceramista y fabulador, este artesano y artista popular tuvo una vida de inmensa riqueza que solo puede dar la humildad y el amor. No hay muchos escultores en el mundo que puedan comparársele. Ni tejedor alguno que no lo mire como maestro. Ni sobran en ninguna parte diseñadores de muebles tan definitivamente divorciados de los esquemas simétricos. Se dio en el, por una parte, la mezcla de artesano tradicional (en la fabricación de cobijas y sombreros) y del artista creador (en útiles y diseños textiles, en muebles y tallas). Pero, se dio en él, igualmente, la mezcla de racionalidad, y de la expresividad emotiva. Después de haber vivido 40 años en la soledad del valle de El Potrero, Juan Félix se convirtió en famoso y el artista más reconocido de Venezuela. En la casa de San Rafael de Mucuchíes, donde nació, y vivió sus últimos años junto a su compañera Epifanía Gil, al lado de su famosa capilla de piedra, hay una habitación llena de agradecimientos y homenajes otorgados en vida por su labor artística, entre ellos recibió el Premio Nacional de Arquitectura. Es difícil hablar de los inicios de Juan Félix Sánchez, este hombre que poseía una sonrisa infantil y mirada penetrante, nació con esa sabiduría propia de los seres que son capaces de captar la energía de la naturaleza, la adoptan y pueden plasmarla artísticamente en cualquier propósito al que se le

dedique. Sus manos gruesas y al mismo tiempo sutiles lograron una estética bien particular, con la que Juan Félix, en perfecta armonía con lo divino, trabajó la madera y utilizó la piedra, partiendo, como el mismo decía, de la fusión de lo feo con lo bello, para construir la Capilla de la Virgen de Coromoto, La Gruta, La Capilla Grande dedicada a José Gregorio Hernández, la Plaza de la Estatua de Piedra, la Torre, el Santo Sepulcro, en fin, todo un proyecto concebido desde su espacio interno más sagrado. Hoy en día la valoración de su obra artística debe continuar y la fortaleza de su fe debe ser un paradigma para las nuevas generaciones, tan necesitadas y huérfanas de modelos verdaderos. Juan Félix Sánchez, hombre de arte y de fe, un hombre a tomar en cuenta a la hora de establecer rieles que conduzcan a la canalización de nuestras inquietudes estéticas, morales y espirituales. Juan Félix Sánchez murió días antes de cumplir los 97 años de edad, el 18 de abril de 1.997. Para la inmortalidad quedaron sus palabras como suspendidas en el viento frio andino:

"Yo no hice esto por facha, ni para nada, sino ideas mías para tener una obra aquí, porque uno por donde pasa debe, más que sea, rastro dejar, una huella... Y cuando yo me muera me voy a dir al sitio de los sueños, en donde sabré si los sueños míos eran verdades...".

Buen viaje, Juan Félix, buen viaje. Hasta siempre.

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La Loca Luz Caraballo.

El paramo andino también relata sus historias de misterio y horror, uno de sus casos más conocidos es el de Luz Caraballo, un personaje de la cultura popular venezolana, especialmente de Timotes, Estado Mérida e

inmortalizada en la literatura por el escritor y poeta Andrés Eloy Blanco, quien la relata en "Palabreo de la loca Luz Caraballo". Cuenta la leyenda que cuando su marido fue reclutado y sus dos hijos parten con Simón Bolívar en la lucha independentista, esta enloquece de forma repentina vagando por las calles de su pueblo, incluso la leyenda relata que al momento que los españoles pidieron saber el rumbo de Bolívar, Caraballo señala la dirección equivocada, dando así un falso indicio del destino de sus hijos y del Libertador. Tan grande es la trascendencia de este personaje que en el "Parque loca Luz Caraballo", a 3.473 msnm, el cual es patrimonio edificado del Estado Mérida, se encuentra la esfinge de Luz Caraballo; una mujer con harapos largos, cabellera descuidada y el brazo alzado apuntando al horizonte con un dedo en alto, como indicando la ruta que debían seguir los españoles. También en el mismo lugar se encuentra el "Museo-Antigüedades La Loca Luz Caraballo", donde se exhiben objetos pertenecientes a ella, además de piezas coloniales del momento. Realmente no existen registros o documentos con el nombre de esta mujer, pero si la razón por la que es tan nombrada, y es gracias a la literatura, el fascinante poema escrito por el venezolano Andrés Eloy Blanco en su libro La juanbimbada, con data de 1.936. En esta obra describe a una mujer que estaba loca y caminaba sin rumbo fijo cerca de Timotes del estado Mérida. Este pueblo fue dónde se mantuvo residenciado el escritor en 1.932 por órdenes de Gómez en tiempos de dictadura, y según le llamó la atención la historia de la mujer que lloraba desconsolada en las calles por sus hijos fallecidos. Otras versiones afirman que Luz Caraballo, era de la época independentista, y su locura, fue a causa del abandono de sus dos hijos tras sumarse al ejército de Bolívar, y que al poco tiempo fallecieron en guerra. Algunos historiadores asocian un verso del palabreo de Andrés Eloy Blanco donde dice: -¡los otros dos se te fueron detrás de un hombre a caballo!–, que quizás fue el Libertador. Por eso en la leyenda se dice que ella señaló la ruta contraria a los españoles para que no siguieran a Bolívar y sus hijos, en su cruce por los Andes Venezolanos. La Loca Luz Caraballo fue una mujer que vivió en la región andina de la época independentista de Venezuela y era considerada por sus vecinos como una señora enloquecida tras la falta de sus hijos que se fueron a los campos de batalla. Un día se perdió y jamás fue encontrada ni viva ni muerta. Los cuentos de camino aseguran que Luz Caraballo se encuentra buscando a sus hijos y asustando a todos los que se atrevan a pasar por los caminos de Chachopo a Apartaderos.

Muchos habrán oído la historia de la loca Luz Caraballo en voces de niños andinos, la proeza está en entender lo que sus veloces lenguas pronuncian. Cuentan de una mujer enloquecida por perder a sus cinco hijos. Se dice que dos de ellos partieron a la guerra junto a Simón Bolívar, los que, según la leyenda, “se fueron detrás de un hombre a caballo desde entonces, esta mujer enloquecida permanece penando por todo el páramo, de Chachopo a Apartaderos, buscando a los hijos que perdió”. Supuestamente sus otros dos hijos murieron y su niña se fue a un palacio lejano.

Palabreo de la Loca Luz Caraballo:

“De Chachopo a Apartadero caminas, Luz Caraballo, con violeticas de mayo, con carneritos de enero; inviernos del ventisquero, farallón de los veranos, con fríos cordilleranos, con riscos y ajetreos, se te van poniendo feos los deditos de tus manos. La cumbre te circunscribe al solo aliento del nombre, lo que te queda del hombre que quien sabe dónde vive; cinco años que no te escribe, diez años que no lo ves, y entre golpes y traspiés, persiguiendo tus ovejos,

se te van poniendo viejos los deditos de tus pies. El hambre lleva en sus cachos algodón de tus corderos, tu ilusión cuenta sombreros mientras tú cuentas muchachos; una hembra y cuatro machos, subida, bajada y brinco, y cuando pide tu ahínco frailejón para olvidarte, la angustia se te reparte: uno, dos, tres, cuatro, cinco. Tu hija está en un serrallo, dos hijos se te murieron, los otros dos se te fueron detrás de un hombre a caballo. dice el decreto del Juez, porque te encontró una vez, sin hijos y sin carneros, contandito los luceros: ..seis, siete, ocho, nueve, diez...”. Andrés Eloy Blanco.

Las historias o leyendas, no quedan solo en un poema. También fue creado un Monumento con una estatua, parque y Museo de Antigüedades “La Loca Luz Caraballo”, cerca del pueblo de Apartaderos, sobre una pequeña colina a 3.473 msnm. Para llegar a este lugar se deberá

tomar la vía trasandina, donde la mayoría de los turistas se detienen para apreciar el monumento y la hermosa vista de Apartaderos y del Astrofísico del Hato del llano. Un grupo de niños del páramo recitan a los turistas el palabreo del célebre poeta Andrés Eloy Blanco sobre la Loca Luz Caraballo, esperando recibir el aplauso y la contribución monetaria de los mismos. Precauciones para los turistas:

1) Cuando visite este Monumento es importante ir bien abrigado, algunas veces el clima llega a 10º C en temporadas de junio a Agosto. 2) Al subir las escaleras para llegar hasta la estatua, deberán subir poco a poco, para evitar la asfixia debido a la inclinación y altura del lugar.

Este Monumento es parte del patrimonio edificado del estado Mérida. Es una obra de 1.967 del artista plástico español Manuel de La Fuente. Junto al monumento se encuentra una placa de concreto con chapa de bronce, con la imagen de Andrés Eloy Blanco y su “Palabreo de la Loca Luz Caraballo”. La figura de la mujer se levanta de pie con harapos largos, cabellera descuidada y el brazo alzado apuntando al horizonte con un dedo, evocando a la leyenda del supuesto falso indicio de la ruta de Bolívar que dio Luz Caraballo a los españoles en la época de independencia. La Leyenda.

Luz Caraballo parece un nombre de leyenda al no existir documentos ni memorias sobre alguien que se llamase como tal en la región. El nombre fue dado por Andrés Eloy Blanco a una mujer considerada como "loca" en las zonas aledañas a Timotes, el pueblo dónde Juan Vicente Gómez confinó al escritor en 1.932, durante su dictadura. Jesús María Espinoza Marín, citado por Silvana Stea en su publicación "Tras los pasos de la loca Luz Caraballo", sostiene que el personaje podría referirse a "Lesmichimío", una mujer de Timotes a quien conoció Andrés Eloy Blanco, de acuerdo con Espinoza. La sustentación del argumento intenta relacionar versos del "Palabreo de la Loca Luz Caraballo" con aspectos que lega la tradición oral acerca de esta mujer cuyo marido Lesmes fue reclutado por el ejército al igual que sus hijos y como resultado "enloqueció".

Otros investigadores de la Universidad de Los Andes dan como nombre de la mujer el de Blasa Ramírez, conocida como "la loca Blasa", habitante de la aldea de El Cacho y recordada por algunos ancianos por su errante caminar entre los pueblos de la zona. Blasa es otra persona distinta a Lesmichimío y murió el 11 de noviembre de 1.955; no se le conoció marido ni hijos, lo que desconcuerda con la narrativa de Andrés Eloy Blanco, coincidiendo solo en sus travesías, aunque algunas referencias exponen descendencia. Las leyendas identifican a la loca Luz Caraballo como una mujer de la época independentista, siendo así uno de los argumentos de su "locura" el hecho que dos de sus hijos se fueran tras el ejército de Bolívar, lo que se asocia por demás con el verso del palabreo que refiere que dos de sus hijos se fueron tras un hombre a caballo. Según la leyenda, ella señaló la ruta contraria a los españoles para que no siguieran a Bolívar en su cruce por los Andes. Diversos autores han intentado descubrir una mejor realidad detrás del personaje de Luz Caraballo, para lo que se valen del análisis narrativo de la obra de Andrés Eloy Blanco. Incluso algunos alegan que la loca Luz Caraballo fue un elemento narrativo del poeta como "fenomenología de la vida cotidiana de la época, donde se describe la experiencia de exclusión en que vivió el pueblo venezolano en el contexto del gobierno gomecista".

La Realidad.

Alvio Alfonso Briceño escribió un libro donde afirma ser nieto de la Loca Luz Caraballo. En el recopila los datos reales sobre el personaje, destacando:

1) Su nombre real es María Blasa Rivas. Nació en 1.885 en el pueblo de Jajó, estado Trujillo. 2) Tuvo dos hijos, un varón y una hembra. Por lo tanto, los cinco hijos que relata el poema de Andrés Eloy Blanco son ficticios. 3) Ninguno de sus hijos quiso hablar más acerca de su madre, al grado que Alvio Alfonso Briceño se enteró de su parentesco con María Blasa Rivas en el año 2.004. 4) No era callejera ni andaba con varios hombres. 5) No se conoce el motivo de su locura, que se limitaba a simples desvaríos, no como las leyendas retratan. Solía extraviarse en los caminos de los Andes y pobladores del área la ayudaban a regresar a su casa. 6) En 1.927, a los 42 años, salió por última vez de su casa para nunca

más regresar. Familiares, amigos y gente de comunidades vecinas se dieron a la tarea de buscarla por atajos y veredas y no se le encontró, ni viva ni muerta. Simplemente desapareció.

Los campesinos llenaron de mitos los caminos de sus andanzas, creando huellas y seguros de verla en presencia fantasiosa como un ánima en pena, razón por la cual se convirtió en leyenda. La imaginación popular hizo de ella un alma milagrosa y hasta le imploraban favores en sus oraciones alumbrando con velas y favores su recuerdo.

Literatura.

El personaje legendario de la loca Luz Caraballo fue inmortalizado por el escritor venezolano Andrés Eloy Blanco en su poema "Palabreo de la loca Luz Caraballo" incluido en su libro La juanbimbada con data de 1.936. Diversas obras se han derivado del poema original. De este modo, por ejemplo, la Asociación Venezolana de Intérpretes y Productores de Fonogramas (AVINPRO), presentó en 2.009 en Caracas el monólogo "La loca Luz Caraballo", en un intento de caracterizar "la verdadera historia" del personaje, a quien reconocen como María Blasa, contando con la asistencia Alvio Briceño, nieto de Blasa.

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La Fundación Cultural por el Rescate de la Música Aborigen, se encarga de mantener viva la tradición indígena de los Andes Suramericanos, y esta es la visión de una particular fundación organizada por un pequeño, pero importante grupo de músicos oriundos de países andinos como Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, quienes durante más de una década han recorrido los estados del país llevando la Música Altiplánica, música perteneciente a toda la cordillera de Los Andes, por toda Venezuela. Desde hace varios años ellos se han establecido en la Ciudad de Mérida, específicamente se les puede ver y oír frente a la Plaza Bolívar de Mérida, en el paseo de la calle 22 entre avenidas 3 y 4. También están en la estación Pico Espejo del Teleférico de Mérida durante los meses de temporada alta. Poder oír esta música en vivo es una experiencia única. Está compuesta con instrumentos musicales indígenas, entre ellos: La Zampoña o

Carrizos, la Quena (primera flauta suramericana), Charangos (primer instrumento de cuerdas suramericano), el Bombo Leguero e Instrumentos de Percusión Aerófono y la Guitarra. Si usted visita la ciudad de Mérida o reside en ella, le recomiendo acercarse al paseo de la calle 22, frente a la Plaza Bolívar, para que escuche la música Altiplánica interpretada por la "Fundación Cultural por el Rescate de la Música Aborigen". Allí se encontrará con su director, el señor José Bernardo Gallego, oriundo del país vecino de Colombia. José Gallego junto a Ramón Molina, de Venezuela, interpretan temas como: El Cóndor Pasa, Pájaro Campana, Ojos Azules, Carnaval Humaguaqueño, entre otros. Estoy seguro que le agradará y hasta deseará llevarse esta bella música a su casa, lo mejor de todo es que podrá hacerlo. El señor Fabricio Macías, oriundo de Ecuador, está a cargo de ofrecerle los 4 volúmenes que han grabado en CD. También podrá adquirir instrumentos de viento como Carrizos, Flautas y artesanías con motivos indígenas Peruanos. En caso que no desee comprar algunos de los artículos que ellos ofrecen, bien podría contribuirles con una pequeña colaboración. Estos artistas se han levantado por autogestión, es decir, que con la venta de sus artículos y la colaboración del público que les escucha, han venido adquiriendo con el paso de los años sus equipos de trabajo. La música es y será el lenguaje universal de todos los que estamos hospedados en nuestra gran casa: La Tierra. Angélica Rojas es una merideña enamorada de su terruño enclavado entre grandes montañas de Los Andes Venezolanos: Mérida, a quien ha dedicado las más expresivas canciones de autores venezolanos y de su propio verbo, en los acordes musicales de su voz serrana, donde se denota el amor y el sentir de merideñidad, contándose entre los muy pocos interpretes que han cultivado el género musical tradicional andino. Desde el año 1.997 ha venido proyectando a nivel nacional e internacional la música típica merideña, como una meta personal de realzar nuestros valores culturales, trabajando arduamente y de forma independiente. Ha grabado varios discos compactos en los que interpreta temas de importantes autores venezolanos como: Brisas del Torbes (Luis Felipe Ramón y Rivera), La Loca Luz Caraballo (Poema de Andrés Eloy Blanco), Soy de Los Andes (Valentín Caruci), Trigales y Amador (Luis Alfonso Matos). También ha escrito y compuesto sus propios temas, incluidos en sus CD´s, entre ellos: Cafecito Andino, Regalo Navideño, Magia Tachirense y Pinceladas Trujillanas.

Escuchar la música merideña de la voz de Angélica es un deleite para nuestros oídos y nuestra alma. A los amantes de esta tierra merideña, queremos recomendarles escuchar nuestra música, llena de magia y de paz. Igualmente el grupo Cinco Numerao, que nace en enero del 2.005 por iniciativa propia de sus integrantes para incursionar en el hermoso mundo de la música venezolana bajo influencia de las trayectorias de grandes grupos como Raíces de Venezuela, El Cuarteto, Venezuela 4 y otros. Además de las bases musicales que provienen del sistema de orquestas sinfónicas juveniles e infantiles de Venezuela. Grupo que se caracteriza por la amistad incondicional entre sus integrantes y por el aporte musical de los distintos enfoques de cada uno de ellos. Cinco Numerao emprende un camino de trabajo y dedicación para llegar al éxito que es el sueño anhelado de cada uno de sus integrantes. Han compartido escenario con grupos de alta trayectoria como "El Cuarteto" y "Raíces de Venezuela", en salas como el Auditorio de la Facultad de Ciencias ULA y Teatro de la UNET en el estado Táchira. Esta agrupación está compuesta por cinco jóvenes talentosos, ellos son:

Leónidas Rondón: (Contrabajo y arreglos): Joven yaracuyano, de padre merideño. Inició sus estudios musicales a la edad de 5 años. Estudiante de la Licenciatura en Música de la Universidad de Los Andes, mención Dirección Coral. Arreglista y Compositor, alumno del Maestro Gilberto. Rebolledo: Profesor de Cuatro y Lenguaje musical de la Escuela de Música del Estado Mérida e integrante activo de la Estudiantina Universitaria de la ULA y de la Orquesta de Cámara de la Escuela de Música del Estado Mérida. Cuatrista de destacada trayectoria a nivel nacional e internacional, ganador del concurso nacional de La Siembra del Cuatro, en su edición 2.004, en la región andina y llanos occidentales. Contrabajista alumno del sistema de orquestas sinfónicas juveniles e infantiles de Venezuela. Ha participado en clases con los maestros: Telésforo Naranjo, Asdrúbal "Cheo" Hurtado, Rafael Brito, entre otros. Derik Romero (Violín): Proveniente del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, ingresa a la academia latinoamericana de violín bajo tutela del prominente Maestro José Francisco del Castillo, ha recibido clases magistrales con Violinistas de renombre nacional e internacional, forma parte de la Orquesta Sinfónica del Estado Mérida. Se ha presentado como solista en diversas oportunidades y ha realizado giras Nacionales e Internacionales con la Orquesta Nacional Infantil de Venezuela y distintas Orquestas Sinfónicas de Venezuela. Ingeniero de Sistemas egresado de la ilustre Universidad de Los

Andes, Analista Programador y progresivamente desarrolla un proyecto empresarial de Software denominado DYR Technologies. Daniel Delgado (Flauta): Joven flautista merideño, comienza sus actividades musicales en la Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil del Estado Mérida. Prosigue a efectuar estudios de perfeccionamiento con los maestros José Antonio Naranjo, Raimundo Pineda y Nicaulis Alliey. Ha participado en diversos festivales a nivel nacional e internacional como lo son el Curso Festival Unión de las Artes, el Festival Nuevo Mundo, el Festival de Flauta de los Andes y en la Convención Anual de la Asociación Nacional de Flauta de los Estados Unidos. Además ha participado en clases magistrales con destacados músicos como Michel Bellavance, René Oréa, Huáscar Barradas y el Quinteto de Vientos de la Filarmónica de Berlín. Luís Moret: (Guitarra, Mandola): Inicia estudios musicales a corta edad bajo la tutela de su padre, el maestro Orlando Moret, primera mandolina del Grupo Raíces de Venezuela y recibe clases de Guitarra con el Maestro Domingo Moret integrante también de dicho grupo y con Leónidas Rondón. Actualmente cursa sus estudios de Ingeniería de Sistemas en la ilustre Universidad de Los Andes. Luis Meneses (Cuatro): Nace en Mérida, hijo de padres tachirenses, desde niño se interesó por la música. Se inició en el cuatro con ayuda de su mamá y familiares maternos. Alumno de Cheo Hurtado, egresado de la Universidad de Los Andes como Odontólogo. **************************************************

Rastros en la amnesia. Amanece así para los dos. Vientos de altura alejan la fina llovizna borrando sutil y rápidamente los rastros y los restos del frío rocío, alejándolo más allá de los distantes blancos perpetuos del páramo. La lluvia me produce una íntima melancolía, desde siempre, desde que era un niño y aún hoy, que te sigo amando como niño enamorado por primera vez. Anoche llovió un poco igual al día nefasto en que me dejaste, el día en que nuestros sentimientos se separaron así como las nubes grises se apartan de las blancas limpiando lentamente el horizonte azulado que ahora exhibe un sol inmenso y radiante que nos sonríe con calidez a través de los nubes que se amontonan formando nubarrones de diversas tonalidades. Es la lluvia que no se decide a abandonarnos del todo. Respiro intensamente queriendo aspirar por mi resfriada nariz todo el

aire puro andino que me trae tu aroma, tu esencia, tu recuerdo. El aire es crudo y un tanto frío. Así se despertaba hoy la madre naturaleza, cual mujer indecisa en cuanto a su resolución porque no podía decidir todavía si debía o no volver a humedecer la tierra bendita con sus lágrimas esta hermosa mañana, tal cual como lo había hecho durante la majestuosa noche. Pero entonces surgió el sol, oh poderoso astro rey, que vino a despojarla de su incertidumbre obligándola a retener su llanto lastimero que nos envuelve en una oscuridad tétrica y tenebrosa, funesta y cruel, desgarradora y despiadada velando y ocultando la límpida cara del día que nos baña con sus esplendorosos rayos. Fin del cuento.

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Mérida es un lugar hermoso para visitar en cualquier época del año. He aquí el Calendario Folklórico-Popular-Religioso para que cada quien elija cual fecha le conviene más para trasladarse a este mágico lugar según sus convicciones y gustos particulares.

Enero: Día:

Celebración:

Lugar:

1 y 2

La paradura, robo y Todo el Estado. búsqueda del niño.

1 y 2

"El Espuntón", danzas Pueblo Llano. de las locainas del Niño Jesús y giros de San Benito.

1 al 6

Fiesta en honor al Santo Municipio Zea. Niño de la Cuchilla.

3

El entierro de Pueblo Llano. Mampoleón Linarez.

5 y 6

11 al 13

Fiesta de Reyes.

Pueblo Llano, Zea, Tabay, La Azulita, Santo Domingo, La Hoyada y Bailadores.

San Benito de la Joya.

Pueblo Nuevo del Sur.

12 al 29

San Benito de la Joya

Mesa Seca (Ejido), Mucuchíes, San Rafael, Mucurubá, Chachopo, El Valle, Milla.



Febrero: Día: 2 y 3

27 Movible febrero y marzo.

Celebración:

Lugar:

Fiesta a la Virgen de la La Punta, Mucurubá, Candelaria. Valle Grande, Mesa Bolívar, Las Piedras, Bailadores. Fiestas Patronales en Honor al Santo Cristo.

Aricagua.

Carnaval - Feria del Sol. Ciudad de Mérida.



Marzo. Día: 19

Celebración: Fiestas Patronales en Honor a San José.

Lugar: Los Nevados Torondoy.

y



Movible marzo – abril. Semana Santa: Pasión Todo el Estado. Viviente, Quema de Judas.

Mayo: Día:

Celebración:

Lugar:

3 al 5

Fiesta de la Santa Cruz.

Pueblo Nuevo, Torondoy, Milla, El Llano, Pozo Hondo.

10 al 15

Fiestas a San Isidro, procesiones y carrozas tiradas por bueyes, cargadas de productos agrícolas.

Lagunillas, Pueblos del Páramo, La Azulita, Chiguará, Tovar, Bailadores, Jají, Tucaní, Pueblos del Sur.

21 y 22

Fiestas Patronales y Pueblo Nuevo del Sur. locainas de Santa Rita.

Movible (Última Fiestas semana de mayo, 1ra de Christi. junio).

del

Corpus Basílica Menor de Mérida, Tabay, pueblo Nuevo del Sur.



Junio: Día: 1 al 14

24 29

Celebración:

Lugar:

Fiestas Patronales en Chiguara, Honor a San Antonio de Acequias. Padua.

Tabay,

Fiestas Patronales en Honor a San Juan.

San Juan de Lagunillas.

Fiestas de la Santísima Trinidad (Danzas).

Pueblo Llano.





Julio: Día: 12 al 16

14 24 al 29

Celebración:

Lugar:

Fiestas patronales en Santa Cruz de Mora, honor a la Virgen del Tucaní, Canaguá. Carmen. San Buenaventura y la Ejido. Virgen del Carmen. Fiestas del niño Jesús de La Mesa de San José de Romería. Timotes.

Última semana de julio Ferias agropecuarias en La Trampa. o agosto. honor a la Virgen del Carmen.

Agosto: Día:

Celebración:

Movible todo el mes.

Feria Agro-Artesanal.

Movible todo el mes.

Ferias Folklóricas y Las Piedras. artesanales.

16

Fiestas en honor a San

Lugar: Torondoy.

El Morro.

Jacinto.



Septiembre: Día: 8 al 15

Celebración:

Lugar:

Ferias y Fiestas en Tovar. honor a Nuestra Señora de Regla (danceros, corridas de toros, bailes populares).

23

Fiestas patronales en Zea y El Valle honor a la Virgen de Las Mercedes.

30

Fiestas de San Jerónimo Santo Domingo. (negros de San Jerónimo).



Octubre: Día:

Celebración:

Lugar:

20

Fiestas en honor a San San Rafael del Páramo, Rafael Arcángel. La Pedregosa, Jají, Ejido, Mucurubá, La Mesa, Tabay.

20

Fiestas de San Benito.

El Rincón, Municipio El Llano (Vasallos).

20

Paseo de San Benito.

El Playón, El Valle, La Culata.

Domingo de la última semana.

Baile de los Indios La Azulita. Cospe en honor a la Virgen de Coromoto.



Noviembre: Día:

Celebración:

Lugar:

1

Día de todos los Santos. Todo el estado.

2

Día de los Fieles Difuntos.

22

Fiesta de Santa Cecilia La Mesa de Ejido.

Todo el estado.

de los Músicos. Último sábado.

Fiesta de la Virgen de Llano del Hato, Coromoto. Mucuhíes, San Rafael, Apartaderos.

Diciembre: Día:

Celebración:

Lugar:

4

Fiestas patronales en Parroquia de Santa honor a Santa Bárbara. Bárbara, municipio El Llano.

8

Fiestas en honor a la Patrona de Inmaculada Arquidiócesis Concepción. Mérida.

8

Fiesta de las 18.000 Mucurubá. velas.

8 al 20

Ferias Agropecuarias. La Azulita.

16 al 22

Fiestas patronales en Mucuchíes. honor a Santa Lucía de Palermo, Giros de San Benito, Santa Cecilia.

16 al 24

Los Giros de San Benito.

25

Timotes y La Venta.

Ferias de Canaguá. Canaguá.

25 al 31

Misas de Aguinaldos, Todo el estado. patinatas, conjuntos de aguinaldos, pastores.

25

Navidad. Todo el estado.

27 al 30

Ferias y bailes del pato y la cucaracha.

Chacantá.

28

Los Chimbángueles de Palmarito. San Benito.

29

Fiesta de San Benito y Chachopo. los Santos Inocentes– Locainas

31

Locos y quema del año viejo.



Y que siga la fiesta.

Todo el estado.

la de

************************************************** Como otra vez vuelvo a tener hambre les transcribo una breve crónica de la alimentación en Mérida según Rafael Cartay quien afirma:

"Las transformaciones operadas en el paisaje merideño, así como su compromiso poblacional, se reflejan en la pitanza que ha salido humeante de la historia en dirección a la mesa. Este trabajo recoge la peripecia trazada desde la relación indígena, vegetariana en casi su totalidad, hasta el cosmopolitismo gastronómico que registra hoy la turística Ciudad de los Caballeros".

Los Primeros Alimentos. Las tierras elevadas de la Cordillera de Mérida fueron el escenario de la gran nación Timote, que poblaba lo que es hoy el territorio de Trujillo y Mérida; y estaba muy vinculada con tierras tachirenses, a través de los Capachos, y del norte de Colombia, a través de los Chitareros y Laches. Timotes y Kuikas, de Trujillo constituían un vasto poblamiento indígena con ciertos rasgos comunes: su sedentarismo; su filiación étnica emparentada con los Muiskas de Cundinamarka; sus sistemas de producción agrícola, con cultivos en terrazas y andenes, con sistemas de riego por acequias, depósitos o quimpués y silos subterráneos o mintoyes, etc. Su régimen alimentario era compartido por todas las comunidades de la región. El clima permitía el cultivo de una amplia gama de plantas, algunas ahora muy conocidas, como la papa, al maíz, el frijol, la yuca dulce, la arracacha o apio, el camote o batata, la auyama, el ají, el cacao, el maní, la piña, el aguacate, la guanábana, la lechosa, la chirimoya. Y de otras ahora casi desconocidas como la quinoa, la ruba, el michiruy, la quiba, el istú, el cuyre, la navilla, la chuba, etc. Compartiendo también una serie de recipientes de cocina, como múcuras, chorotes, jicaras, chirguas, moyas, hechas de barro cocido y utensilios hechos de totuma o tapara. Aunque su fauna no era muy rica, particularmente la mayor, los indígenas andinos habían logrado ciertos avances en la domesticación de animales, particularmente de aves, como paujíes, pavas y tórtolas. La alimentación de los indígenas estaba concentrada en algunos productos de base, mayormente tubérculos y raíces, una pocas gramíneas y leguminosas, una esterculiácea como el cacao y muchas frutas que lograban satisfacer los requerimientos de carbohidratos y grasas, así como de algunos microelementos.

Algunas plantas, aves y pescados de agua dulce, llenaban deficientemente las necesidades de proteínas, carencia que fue una constante en la dieta rural andina durante mucho tiempo. Los Nuevos Alimentos. Desde 1.534 los españoles buscan asentarse en la región hasta que en 1.558 el capitán Juan Rodríguez Suárez funda la ciudad de Mérida, en recuerdo de su Mérida natal en España, y en 1.559 el capitán Juan Maldonado, un poco más arriba en la meseta, establece la ciudad de Santiago de Los Caballeros. Desde allí, se extiende el poblamiento posterior y se crean reparamientos y encomiendas. Más tarde, hacia 1.628, llega a la región la Compañía de Jesús. Conquistadores y jesuitas impulsan la agricultura y la ganadería. Cuando finaliza el siglo XVIII ya se había creado la mayoría de los centros urbanos merideños que se consolidaron luego al ritmo expansivo de la economía del café y de la caña. Tras la espada de los conquistadores y la cruz de los jesuitas llegaron a la región muchos nuevos productos, especialmente el trigo, el ganado vacuno y porcino, las aves de corral y algunas hortalizas, modificando el escenario económico y alimentario. Después vendría la caña de azúcar, a las tierras bajas, y el café, a las tierras de laderas. El aislamiento regional comenzó a romperse de manera notable a partir de 1.870, con el desarrollo de la economía cafetalera, que intensificó los cambios e impulsó la base poblacional de los núcleos urbanos existentes, constituyéndose una red de comunicaciones más dinámica. El trigo se cultivaba en Venezuela desde el siglo XVI. Hacia 1.883 en Mérida, entonces Sección Guzmán, había unos 68 molinos de trigo, ubicados en las tierras altas del páramo de Mucuchíes y en los pueblos del Sur. Con el ganado vacuno pasó otro tanto. Venia, por caminos fragosos y accidentados, de los llanos occidentales, hasta que la ganadería se desarrolló en las tierras bajas de Mérida. La población merideña había tenido hasta entonces, un régimen alimentario predominantemente vegetariano, siendo común el consumo de papa, camote, arracacha, auyama, maíz, yuca dulce y ají, mayormente raíces y tubérculos, lo que es habitual en una sociedad agrícola tradicional. Con el proceso de la colonización se introdujeron en los Andes algunas hortalizas, pero su producción se limitaba a los solares de las casas y su consumo se restringía a los pobladores de origen español. El estado Mérida, especialmente en sus zonas altas, donde se concentró gran parte del poblamiento, estaba prácticamente aislado, al no contar con un solo camino carretero hasta la segunda década del siglo XX. Al ponerse en servicio la carretera Trasandina, en 1.925, los productores agrícolas

merideños fueron estimulados por el acceso a mercados más amplios, como el de Maracaibo. Así se desarrollan nuevos centros de producción hortícola como el de Timotes, en 1.924, gracias a la iniciativa de dos alemanes que introdujeron en la zona nuevas técnicas de cultivo y maquinarias. Más tarde en las décadas de 1.930 y 1.940, los agricultores de Mucuchíes imitaron las técnicas agrícolas practicadas en Timotes. Al final de la década de 1.940 la horticultura se había extendido hasta Bailadores. Y por todas partes en las zonas altas del estado el paisaje mostraba, además de papa y el trigo, los cultivos de lechuga, zanahoria, repollo, remolacha, coliflor, acelga y, en menos proporción, de espárrago y alcachofa. El paisaje alimentario era ya otro. Además, Mérida destacaba como productor de papa, trigo, arvejas, cacao, yuca, cambur, caña de azúcar, carne de res y leche. Esa circunstancia influyó decisivamente sobre su régimen alimentario dominante. La inmigración puso también su granito de arena, como productor y consumidor. Todos estos aportes han venido conformando el régimen alimentario actual del merideño, con la intervención de elementos vinculados con la geografía, la historia, la economía, la cultura y la política, y que son la síntesis de un abigarrado conjunto de intereses, creencias, preferencias e influencias. Se mezclan así los alimentos y usos culinarios indígenas con los traídos por los españoles y otros europeos, y las modas alimentarías del fastfood, que representa avances de la postmodernidad alimentaría en un mundo de aperturas y globalizaciones, que penetra en todos los ámbitos de la vida social, y especialmente en el de la alimentación. La comida andina de hoy en día. Los elementos fundamentales de la dieta cotidiana andina en general, y de la merideña en particular, son la papa, el trigo, el maíz, la caña de azúcar, la yuca, el arroz, la auyama, la chayota, el café, el cacao, las carnes y las vísceras, el queso, el garbanzo, la arveja, la piña, la guayaba, el cambur, el plátano y la mora. Presentes siempre en la gastronomía regional, desde aquella primera síntesis alimentaría fraguada durante la época de la conquista y la colonización, estos productos han dejado huella impresa en la cocina popular merideña. Entre las sopas destacan las de papa (de papa picada, papa molida, papa cocida, de pan con papas), las de garbanzos y arvejas (de garbanzos con hojaldes o con marrano; de garbanzos con asadura; de arvejas tostadas y molidas, conocida como chunguete, cochute o baile; el guisado de arvejas), las de cereales (de maíz, de trigo o la sopa de currungo); las de plátano,

especialmente las de plátano verde; el mondongo o mute; la pisca andina, la sopa cosó, etc. Entre los platos principales, extrañamente escasos, figuran, al igual que en otras regiones del país, las albóndigas, especialmente las de carne de cochino; la macarronada con pollo; la carne de res, pollo o cochino guisado con papas; la pepitoria, con menudencias de res o cerdo; las preparaciones con truchas frescas y ahumadas (de la variedad arco iris, sembrada en los ríos de montaña en la década de 1.930) y las chayotas y otras hortalizas rellenas. Mención aparte merecen algunas especialidades de la región, como las empanadas y los pasteles; los chorizos y morcillas; el jamón y otros embutidos del páramo; las hallacas andinas; las hallaquitas y carabinas, las mazamorras y atoles, especialmente la arepa de harina de trigo del páramo y las panelas de la zona baja. Entre los panes, mayormente dulces, que constituyen una verdadera especialidad andina, por su variedad y exquisitez, destacan el pan aliñado, el pan tovareño, el pan de Tunja, el pan de avena, el pan de maíz, el pan de queso, chicharrones o guayaba, la acema, la acemita, la acema de chicharrón, el pan mojicón, el bizcochuelo, la manteca, la almojábana y otras preparaciones de panadería como los bizcochos dulces y salados, las catalinas, etc. Entre los postres y dulces encontramos el alfondoque, la melcocha, las conservas, los dulces abrillantados, los confites, la polvorosa, los bocadillos de guayaba, el higo relleno de arequipe, el dulce de lechosa con hojas de higuera, el curruchete, la caspiroleta, y muchos otros más. Entre las bebidas sobresalen la chica andina de maíz, fresca o fermentada; el chorote; el aguamiel; el guarapo de piña, fresco o fermentado, las vitaminas y muchos jugos de frutas naturales, entre ellos de mora, curuba, fresa, pachita y piña. Algunos vinos de elaboración de elaboración casera, como el de mora. Licores como el miche o aguardiente claro; las bebidas preparadas con aguardiente y papelón, como el calentado o calentadito, o con hiervas, como el díctamo real reputado como afrodisíaco. El estado Mérida ha conocido un gran desarrollo de su ganadería, tanto en las tierras altas como en las bajas. Ello ha permitido el florecimiento de muchas queserías artesanales, donde es frecuente encontrar cuajada, suero, y quesos de pasta blanda, como el queso blanco suave, o quesos de pasta semidura, como el ahumado, o dura como los quesos tipo provolone (o provoandino). Los dulces merideños. La tradición de la elaboración de dulces en Mérida se remonta a la Colonia, asociada a la existencia de algunos conventos de religiosas, cuyas

monjas, como las de la Orden de las Clarisas, se dedicaban al atractivo arte de la repostería. En el siglo XVI, en la ciudad se producían bizcochos y galletas que se exportaban, junto con la harina de trigo, a Cartagena de Indias y a las islas Antillas. En esa tradición, se inscriben, desde época muy temprana, los bocadillos de cajita, los dulces abrillantados, los confites, cuya fama trascendía los limites estadales. Al ser cerrados los conventos y seminarios, en los tiempos de Guzmán Blanco, y ser expulsadas las monjitas, el arte del dulce pasó a las demás merideñas que continuaron tales quehaceres, aunque hoy, sin casi ayuda oficial, muchas de esas pequeñas industrias, tan asociadas al turismo, sobreviven apenas. Cinco Recetas Merideñas del Siglo XIX. Sopa de Piña: Se saca el caldo de la piña. Se pone a hervir una botella de agua con una corteza de limón y azúcar. Se disuelven dos cucharadas de sagú en el caldo de la piña, y se revuelve todo dejándolo hervir y meneándolo. Se le agrega pasas antes de servirla. Chunguete: Se tuestan las arvejas hasta que queden doradas, se muelen, se ciernen y se disuelve esta harina en caldo, dándole el grueso de la chicha. Se le agrega guiso molido y se pone a hervir, meneándolo, se le echa más caldo hasta que queda a buen temple. Lomo al Ron: Se corta el lomo de cerdo en rodajas. Se pone en una fuente con perejil, rodajas de limón, sal, pimienta negra y ron. Se puyan las tajadas para que penetre todo bien, volteándolo con frecuencia. A la hora se saca, se polvorea con bizcocho y se fríe. Caspiroleta: Se hace almíbar con una libra de azúcar y se le da el punto de hoja. Luego se baten 16 yemas, se ponen en el almíbar frío y se mezclan. Se ponen de nuevo al fuego, sin dejar de mover hasta que despeguen de la paila. Se retira del fuego, se bate para que blanquee y se vacía en una bandeja. Si se quiere se rellena el bizcochuelo empapado en vino dulce y almíbar. Crema de Guanábana: Después de hervida y endulzada una botella de leche, se le ponen cuatro yemas de huevo batidos y se deja al fuego hasta que hierva. Se deja enfriar. Cuando esté bien fría, se le ponen cuatro vasos de guanábana colada y brandry al gusto.

Gracias, Rafa.

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Sin lugar a duda la Trucha es un icono turístico de Mérida y Los Andes. Oriunda de América del Norte y Europa, se introdujo en nuestro país en 1.937 y desde entonces adoptó aguas merideñas para convertirse hoy en día, en un símbolo representativo de la región andina. Con el paso de los años, la trucha se ha convertido en un icono representativo de Mérida. Al hablar del pez, inmediatamente se asocia con la zona andina y es muy común que la primera pregunta del turista al llegar a la ciudad de Santiago de los Caballeros es ¿dónde comprar una trucha?... En Venezuela sólo existen cinco truchiculturas, de la cuales cuatro están radicadas en Mérida y una en Trujillo. Una de ellas, con 30 años al suministro local y nacional, es la truchicultura El Paraíso, ubicada en la parte alta de Mucunután en el municipio Santos Marquina, y está basada en la cría y engorde del pez. Aunque la distribución se da a nivel nacional, Mérida se ubica en la región más consumidora de trucha, puesto que mensualmente “se suministra cerca de 4 mil kilos a diferentes restaurantes y supermercados de la zona”, en palabras del propietario de El Paraíso, José Ignacio León. Se ha intentado expandir la producción local y nacional para su exportación pero no se ha podido puesto que hay muy pocos truchicultores en Venezuela a pesar de existir el potencial y aún los precios son muy competitivos en comparación a los que están en el mercado a nivel internacional, expresó el veterinario León. Explicó que la trucha tiene un proceso de crianza riguroso. Una vez que nacen los alevines son colocados en tanques de incubación con una dieta de leche en polvo y huevos deshidratados, de manera que se les suplan los requerimientos energéticos necesarios para su desarrollo. Cuando tienen mes y medio, se pasan a los tanques de alevinaje, donde tienen una dieta variada para luego ser trasladados a los tanques de cría, este proceso dura de tres a cuatro meses, tiempo en el cual se necesita un proceso de selección con equipos especializados para evitar el canibalismo entre ellas. “La trucha es carnívora que ataca a otros peces, por tal razón son seleccionadas por tamaño para que no se ataquen entre sí, asimismo no pueden convivir con otro tipo de pez”, resaltó León. Luego pasan a un estanque de engorde, donde son seleccionadas según su tamaño y peso para llevarlas al matadero, donde se limpian, lavan y se colocan en bolsas individuales para congelarlas, lo cual facilita el proceso de comercialización local y nacional. El proceso desde que nace hasta que sale a la venta, según León, es de aproximadamente un año y se calcula que para

engordar un kilo de trucha se necesitan dos kilos de alimento concentrado y este tiene un valor aproximado de 3 mil 200 bolívares el kilo. Ante el alto costo del alimento, informó el veterinario, se están realizando una serie de diligencias para buscar la manera que el Seniat exonere gran parte de los impuestos para importar el mismo, debido a que en Venezuela sólo hay un productor y existen monopolios que no son muy convenientes para los truchicultores. En cuanto a la producción de ovas o alevines, León destacó que hoy en día hay centros de producción como el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), que se encargan de suministrarlos para que el truchicultor realice la crianza y engorde del pez, en otros casos, se importa. En torno a la trucha existen ciertos mitos y realidades que desglosaré para ustedes, curiosos lectores. La hembra trucha se desarrolla y crece con mayor rapidez que el macho y su contenido de grasa, desde el punto de vista dietético y nutritivo, es más elevado, es por ello, que se trabaja con un proceso genético de selección en el sentido que las ovas sean el 100 por ciento hembras. La trucha no es nata de Mérida, se introdujo en 1.937 cuando la Embajada Norteamericana donó al entonces Ministerio de Agricultura unas ovas que se incubaron en la Mucuy en un centro experimental, “plantada en las aguas merideñas, el pez se adaptó perfectamente a las aguas que no deben superar los 16 grados centígrados”. En 1.938, León manifestó que se introdujeron 200 mil huevos más y así se fue “sembrando en tierras venezolanas. Lo mismo ocurrió con Colombia, Bolivia y Perú, pero la realidad es que no es oriunda de América Latina, proviene de la América del Norte y Europa”. En cuanto al gusto y color de la trucha, León manifestó que es un mito que la trucha azul o rosada tenga un sabor diferente. Aclaró que todas tienen un alto valor nutricional por los altos contenidos de proteínas, vitaminas, minerales y bajo colesterol y por ser un alimento versátil, se puede preparar de múltiples formas. En cuanto al color, aseguró que el mismo es un acto de pigmentación de la piel, “así como hay seres humanos albinos por la poca pigmentación, lo mismo sucede con los animales, en el caso de la trucha arco iris, y por la pigmentación que tiende a un color azul o dorado”. La azul es un pigmentación que lleva a ese color y aquella que no tiene ningún tipo de pigmentación es la dorada, a excepción de la salmonada que es alimentada con concentrados que contienen pigmentos a base de carotenos para obtener una tendencia rosada pero en cuanto al sabor todas son

iguales. No deje de probarla cuando viaje a estos lares, es un pecado imperdonable no deleitar el paladar con este suculento plato.

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Yas solía reía a carcajadas. Me encantaba hacerla reír, verla reír aunque fuese de mí. Sin lugar a dudas, era feliz. Fuimos muy felices juntos. Entre carcajadas, risas y sonrisas solía decirme una frase típica suya: -¡Tienes más suerte que un bobo!-. Y tenía, como siempre, muchísima razón. En una afortunadísima ocasión, mediante un maravilloso y extraordinario paseo por el Páramo Merideño en la siempre grata y cordial compañía del amigo Nelson Prato Barbosa, nos contaba que la Ruta de los Páramos está enclavada en las cumbres andinas venezolanas. Los Andes constituyen un sistema montañoso que se encuentra conformado por los estados Mérida, Táchira, Trujillo y estribaciones de mi natal Estado Lara. Estas montañas se dividen en dos ecorregiones: la de los bosques Nublados Andinos y la de los Páramos, que incluye un área de nieves perpetuas. Lo típico de la mayor parte de la región andina es su clima frío, su gente cordial, su deliciosa gastronomía, sus sorprendentes paisajes nublados, sus lugares históricos y tradiciones que se han conservado durante generaciones. La oferta de hoteles, posadas, parques recreacionales y temáticos, restaurantes, museos, tiendas de artesanía, pueblos parques nacionales, flora y fauna, conforman una amplia gama de atractivos turísticos en nuestro país. La Ruta de los Páramos: Esta ruta recoge la experiencia turística que ofrece la ecorregión de los Páramos ubicada en pleno corazón de la Cordillera de Los Andes, entre los Parques Nacionales de La Culata y de Sierra Nevada, que facilitan el disfrute y el contacto directo con la naturaleza. Dado su carácter montañoso, su patrimonio cultural, el tipo de clima y su gran biodiversidad, la ecorregión paramera se presta, especialmente, para el turismo de aventura, el agroturismo y el turismo activo. Es un destino que está previsto para el disfrute de grupos familiares y

amigos, así como para jóvenes, ya sea en vehículos propios o alquilados, o en grupos organizados de excursionistas, en busca de actividades al aire libre, descanso o simplemente de paseo. En la actualidad, los turistas nacionales predominan sobre los turistas extranjeros, aunque este destino está siendo comercializado cada vez más por grupos mayoristas y operadores turísticos internacionales. La Ruta de los Páramos recorre la carretera trasandina, inaugurada por Juan Vicente Gómez en el año 1.925, la cual remonta la cordillera hasta una altura máxima de 4.118 m.s.n.m, que culmina en el Collado del Nido del Cóndor, mejor conocido como Pico El Águila. La ruta incluye gran cantidad de pequeñas comunidades agrícolas ubicadas a todo lo largo de la carretera. Cabe destacar que buena parte de la carretera trasandina corre paralela al Río Chama, el más importante del estado Mérida, así como de los ríos Santo Domingo y Mocotíes, por la otra vertiente. De igual manera, destacan los espejos de agua que se encuentran en las depresiones de las serranías ofreciendo al viajero un especial encanto, tales como las lagunas: Negra, Victoria, Mucubají y Los Patos, entre otras. La ruta tiene tres vías de acceso, todas interconectadas por la carretera trasandina: Un primer acceso es el de la vía que viene desde la población de Timotes que une al estado Mérida con el estado Trujillo. El segundo acceso es a través de la población de Santo Domingo, paso obligado de quienes viajan desde el estado Barinas. Santo Domingo, a 2.178 m.s.n.m, es un importante centro de producción agrícola, siendo uno de los principales productores de champiñones y de truchas del país, y la población más visitada del estado. Finalmente, existe el tercer acceso desde la ciudad de Mérida, que dispone de aeropuerto y todos los servicios necesarios para las actividades turísticas. En esta se encuentra el teleférico más alto y largo del mundo. Siguiendo la vía desde Barinas, en pleno corazón del Páramo Merideño, se encuentra el Hotel Los Frailes, uno de los iconos turísticos nacionales. Es una antigua abadía convertida en hotel que conserva su aire y estilo colonial, muy apropiado para aquellos recién casados que buscan un lugar donde pasar su luna de miel. Los frailejones, a esta altitud, comienzan a predominar en este paisaje andino, estas plantas de tersas hojas y flores amarillas constituyen la vegetación que más identifica a este ecosistema. El Pico El Águila: Es el punto más alto de la carretera trasandina y el sitio pavimentado más alto de toda Suramérica. En la época de invierno, durante los meses de agosto y septiembre, ocurren nevadas que cubren de blanco estas montañas, siendo este espectáculo uno de los principales atractivos. Desde aquí se puede partir hacia el Páramo de Piñango que conduce a la Laguna del Águila y al poblado del mismo nombre.

En esta agreste serranía crece una especie de frailejón gigante o arbóreo. Este recorrido, aún vigente, es el mismo que hacían los arrieros para vender sus productos entre el páramo y la vertiente lacustre del pie de monte andino. En el Valle de Mifafí, en la vía hacia la ciudad de Mérida, está el Páramo de La Culata, situado a 3.634 m.s.n.m, considerado el hogar del Cóndor de Los Andes, el ave más grande y pesada del mundo. Es un valle rocoso y helado, perfecto ecosistema para la vida de estas aves. Aquí se encuentra un Centro de Visitantes y una estación biológica donde estudian y cuidan a varios ejemplares en cautiverio, lo cual hace posible ver a estas admirables aves tan cerca como para tener contacto con ellas. Apartaderos: Entre las cumbres de la Sierra Nevada y la Sierra de Santo Domingo, a 3.342 m.s.n.m, se alza la población de Apartaderos, uno de los pueblos claves de este circuito porque se ubica justo en la confluencia de las vías que conducen a las ciudades de Mérida, Barinas y Valera. Apartaderos es un sitio de contrastes turísticos donde se puede observar porciones de lo que fue el pueblo colonial con hermosas casas blancas de techos rojos, como las que se construían antaño, junto a modernos hoteles y bellos chalets de estilo europeo. Sus habitantes son gente amable, cálida y hospitalaria, que viven principalmente del cultivo de hortalizas y legumbres, así como de la artesanía y de pequeños restaurantes donde ofrecen la gastronomía típica andina como la pisca andina, arepas de trigo, embutidos, quesos maduros, pastelitos, truchas y dulcería típica como los Aliados y también los Calentaitos, una bebida alcohólica. En el pueblo se encuentra la estatua construida en homenaje a la Loca Luz Caraballo, quien señalara la ruta contraria a los españoles para que no siguieran a Bolívar en su cruce por los Andes. Aquí se halla un museo de antigüedades que exhibe una serie de objetos de la modernidad, reproducciones e arte indígena y colonial. San Rafael de Mucuchíes es un pueblo pequeño, ubicado a hora y media de la ciudad de Mérida a 3.140 m.s.n.m. Fue fundado el 17 de agosto de 1.872. Sus suelos están erosionados por la sobreexposición y el mal uso de las tierras, lo cual ha generado en la actualidad, la formación de organizaciones comunitarias que ayudan a corregir el proceso de degradación del suelo e introducen la agricultura ecológica. En este pueblo se aprecia la capilla de piedra construida por Juan Félix Sánchez en honor a la Virgen de Coromoto, ubicada en plena carretera trasandina. Mucuchíes, que significa en lengua indígena Lugar Frío, se caracteriza por tener un estilo colonial, donde todavía se pueden observar casas típicas de la época, con un patio central, paredes de tapia y/o bahareque.

En la Plaza Bolívar se encuentra también el monumento al Indio Tinjaca y al perro Nevado que acompañaron a Bolívar en su Campaña Admirable. Otras atracciones turísticas que pueden conocerse a lo largo de esta ruta son: la Casa de la Primera Misa; la Iglesia de San Isidro; la Casa de los Cien Techos; el Molino de Piedra, el Camino Real de los Españoles, que a su vez forman parte de la Ruta de la Campaña Admirable. En materia de atractivos naturales y ambientales, destaca el Parque Nacional Sierra Nevada fundado en 1.952 con una extensión de 276.446 hectáreas. A la altura de Mucubají, el parque cuenta con una importante infraestructura turística que incluye miradores, carteleras interactivas, restaurante que sirve comidas y bebidas típicas de la región. Además allí se puede pescar truchas entre los meses de marzo y septiembre, hacer excursiones a caballo y acampar previo permiso de INPARQUES. Igualmente, se encuentra el Parque Nacional Sierra de La Culata, entre los estados Mérida y Trujillo, que corre paralelo al Parque Sierra Nevada, el cual representa un extenso territorio virgen ocupando una superficie de 200.400 hectáreas. En estos espacios protegidos se encuentran gran variedad de especies animales que hacen vida entre los páramos y los bosques nublados. Destaca, igualmente la presencia de diferentes circuitos ecoturísticos para los páramos y comunidades cercanas a Mucuchíes, como Gavidia, donde existen alojamientos comunitarios llamados "ecoposadas", donde ofrecen servicios de guías, alquiler de mulas o caballos y facilidades para acampar además de visitas a las lagunas cercanas de Michurao, El Hoyo y la Lagunita. Una actividad importante que se realiza en esta ruta, especialmente cuando hay cielo despejado, es la visita al Centro de Investigaciones de Astronomía (CIDA) en Llano del Hato. Esta Comunidad se encuentra a pocos kilómetros de Apartaderos, aquí pueden visitar uno de los cuatro observatorios astronómicos abiertos al público en horas nocturnas y disfrutar de una excelente guiatura acerca del fascinante mundo del cosmos. Otro atractivo de la Ruta de los Páramos es la visita, a lomo de mula, a El Tisure, convertido en un santuario de arte y religiosidad con obras en piedra y madera de Juan Félix Sánchez. La Casa de la cultura "Juan Félix Sánchez" es un espacio donde se puede interactuar con el arte y la creatividad de este artista del páramo. Aquí se exhiben objetos de carácter religioso, pinturas, cerámicas y pesebres navideños, entre otros. Otro sitio de interés relacionado con este creador es el "Museo Benigno y Vicente Sánchez" casa natal de Sánchez, el "arquitecto de los páramos" ubicado en San Rafael de Mucuchíes, al lado de la Capilla de Piedra de la Coromoto, donde los turistas pueden admirar una variedad de obras de

artistas y de su compañera Epifania. La compra de artesanía constituye otra de las actividades que encanta a los turistas. Aunque la variedad de objetos, piezas y obras artesanales es muy amplia, es importante destacar las tallas de madera policromada, y más aun aquellas que son firmadas y certificadas por el artesano. A lo largo de toda la ruta existen muchas ventas de objetos artesanales que van desde hamacas, cobijas de lana, vajillas de barro, muñecas de trapo, muebles y utensilios de madera o de gress, que le dan gran colorido a este recorrido En cuanto a sus costumbres y tradiciones, los habitantes de los páramos se caracterizan por ser gente muy religiosa, por lo que las fiestas de sus santos patronos son muy celebradas. Durante estas festividades acuden muchos visitantes y turistas venidos de diferentes partes de país. Entre éstas destacan: las fiestas en honor a la Virgen de la Candelaria, el 2 de febrero; las de Santa Cecilia, Santa Lucia, la Inmaculada Concepción, y San Benito, las cuales se celebran el 27, 28 y 29 de diciembre, respectivamente. Estas fiestas patronales incluyen desfiles de carrozas, bailes, comidas típicas y exposiciones de artesanías. La Ruta de los Páramos puede hacerse en unas ocho horas, aproximadamente, incluyendo las paradas para compras y comidas. Sin duda alguna es una excelente opción para quienes andamos en plan turístico recorriendo y conociendo la geografía e historia nacional. **************************************************

Te alejaste de mi vida brutalmente, de un solo golpe, sin decirme adiós. Y me dicen LOCO porque hablo con las estrellas, hermanas de tu segundo nombre: YASMIRA ESTRELLA. También a los pájaros y a las flores les cuento acerca de ti. Quizás por eso mi perro me abandonó. Prefirió mudarse con la vecina. Cosas que pasan, supongo. Al coyote y a mí solamente. Te busco arduamente entre las nubes desde que te fuiste. Me doy cuenta que poco a poco las nubes sombrías se transforman hasta obtener una coloración parduzca para luego mutar a una coloración plateada que se matiza irregularmente con tintes rojizos que pasan por el rosa

hasta degradar en el anaranjado hasta que por fin, iluminadas plenamente por la luz incandescente del sol, semejante espectáculo aéreo deviene en un infinito desierto dorado que se derrite por el calor y que, al poco es amenazado por nubes negras que desean convertirse en gigantescas olas cual las del bravío y enfurecido mar, para en su absoluta envidia eclipsar al sol y opacar su magnífico espectáculo visual. Si tú supieras que en estos momentos estoy, como siempre, pensando en ti y hablando de ti, mientras mi corazón palpita a mil y mi pecho suspira apertrechado en la ilusión de volver a ser tu dueño y que vuelvas a ser mi dueña absoluta. Siempre creí que la frase: MORIR DE AMOR, no era sino una simple licencia poética. Ahora que me encuentro así, que me siento así, me doy cuenta que no es así. Es una sentencia cruel que no le deseo a nadie padecer.

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Acerca de la actividad económica de Mérida les comento que las principales actividades económicas son: la agricultura, el turismo, la ganadería, la agroindustria, la truchicultura, las actividades de servicios asociadas a la Universidad de Los Andes y al gobierno regional y nacional. Además, la región merideña es uno de los grandes centros culturales, artesanales y universitarios del país. Es el primer estado productor de apio, papa, coliflor, lechuga, zanahoria, ajo, remolacha y repollo del país. También se destaca el cultivo de arvejas, cambures, plátano, caraotas, tomate, yuca, cacao y café. En el sector pecuario, destaca en ganadería de bovinos (carnes), porcinos y aves. La actividad pesquera ha adquirido gran importancia a través del cultivo de la trucha en ríos, lagunas y quebradas. Las industrias en la entidad son fundamentalmente productos alimenticios, vestidos y utensilios domésticos. El sector turístico reviste gran relevancia, al estar dotado de muy buena infraestructura. Existe una gran variedad de comercios y servicios que también contribuyen a la economía de Mérida. Juegan un factor importante en la economía, una gran gama de artículos artesanales, tales como: tejidos de lana en la fabricación de hermosas cobijas, tallados en madera de originales esculturas, artículos de arcilla, dulces típicos, vinos, ponches y licores artesanales elaborados con frutas cultivadas en la región. La mayoría de los turistas adquiere estos productos, generando un ingreso adicional al estado.

La economía se complementa con los ingresos del turismo. El sistema teleférico al ser el más alto y largo del mundo, atrae cada año a miles de personas que se aventuran a ascender hasta las proximidades del Pico Bolívar. Además Mérida es rica en atractivos naturales, basta con solo ascender por la carretera trasandina para disfrutar de las bellezas del páramo. Por esta y muchas otras razones es uno de los destinos turísticos preferido por venezolanos y extranjeros. Otra industria de importancia es la Hotelera. Todo el estado Mérida está dotado de una excelente infraestructura hotelera. Existen hoteles de montaña con servicio de cabañas, dotadas de parques infantiles, caballos de paseo, lagos artificiales para la pesca y muchos otros servicios que satisfacen a los turistas más exigentes. En cuanto a la geografía, Mérida es el décimo quinto estado de Venezuela con mayor superficie terrestre, ocupando un área de 11.300 km2 donde predomina el ambiente geográfico andino, constituido por valles interiores y tierras llanas. Sobre la geografía se destaca La Cordillera de Mérida, que es de origen terciario, con una longitud de 460 kilómetros, 100 kilómetros de ancho y una altura media de 4 mil metros; nace en el nudo de Santurbán, con dirección noreste, y conforma el tramo final de la cordillera de los Andes. Está constituida por rocas arcaicas y mesozoicas y es derivada por los movimientos de la corteza terrestre, existiendo una fosa por la cual fluye el río Chama, la cual divide a la cordillera de Mérida en dos sierras mayores: La Sierra Nevada, que constituye el núcleo dominante y reúne las mayores altitudes del país, con los picos:

Pico:

Bolívar:

Humbolt:



Metros sobre el nivel del mar

Bonpland: La Concha:

El León:

El Toro:













5.007

4.942

4.883

4.922

4.740

4.755



En la Sierra de La Culata destacan los picos: Pan de Azúcar y El

Águila con una altura de 4.620 y 4.048 metros sobre el nivel del mar, respectivamente. Ambos ramales se unen en el páramo de Mucuchíes. En estos sectores montañosos los suelos son bastante uniformes a pesar de la topografía. Son de poca profundidad, muy pedregosos y con escasa presencia de materia orgánica. Otro núcleo cristalino, la sierra de Tovar, situada al suroeste, marca el alineamiento montañoso. Algunos tramos presentan valles transversales profundos formados por los grandes ríos (Chama, Mocotíes), con laderas casi verticales y depresiones generalmente longitudinales. En los paisajes del valle se dan suelos con condiciones favorables para actividades agrícolas. En el piedemonte tienden a ser de textura arcillosa, con escasa permeabilidad y poca profundidad. Los de planicie son los de mayor potencial agrícola. Los ríos formaron terrazas, muchas de ellas aprovechadas para asentamientos humanos y actividades agropecuarias, en un territorio mayoritariamente montañoso, donde la escasa existencia de tierras planas o con pendientes suaves dificulta la ocupación humana. Los ríos de la pendiente occidental desembocan en el lago de Maracaibo (Zulia, Onia, Frío) y los de la oriental pertenecen a la cuenca del Orinoco (Caporo, Uribante, Munutuy, Aricagua, Ticoporo). Clima: Los tipos climáticos van desde el tropical en la planicie, al tipo páramo en las montañas más altas, y desde el semiárido en sectores como Lagunillas, al muy húmedo tropical en las vertientes nubladas de las cuencas media y alta del río Caparo, prevaleciendo dentro de esta tipología los climas húmedos que cubren cerca del 90 % de la superficie del estado. La temperatura en la entidad registra diferencias muy marcadas debido a las características del relieve montañoso. En Palmarito, a orillas del lago de Maracaibo, la media es de 27 ºC y por encima de los 4 mil m.s.n.m. alcanza valores inferiores a 0 ºC. Las precipitaciones oscilan, según la zona, entre 700 mm y 1.800 mm anuales. Vegetación: Va desde selvas macrotérmicas lluviosas hasta vegetación paramera (gramíneas y frailejón). Se dan la casi totalidad de las Zonas de Vida que, según Holdridge, ocurren en Venezuela. Los recursos forestales que aún se localizan en este paisaje están formados por especies como: cedro, comino, jabillo, mijao, saisai, ceiba y pardillo. Fauna: Destacan mamíferos como el oso frontino o de anteojos (único representante de los osos en Sudamérica), el coatí o guache andino y el rabipelado andino o faro. Aves como el cóndor, el colibrí pico espada, el águila de copete y el pato de torrente. Anfibios como la ranita transparente y la salamandra andina. Entre los reptiles se puede citar la coral falsa. Recursos Minerales: Mérida cuenta con los principales yacimientos

de fosfato descubiertos hasta ahora en Venezuela, además de concentraciones significativas de plomo, zinc, cobre y plata en complejo, así como mica, berilio, litio y otra serie de minerales no metálicos, entre los que destacan las arcillas y las calizas. El sector Hidrográfico en el estado Mérida cuenta con dos vertientes: la del Caribe a través del lago de Maracaibo y la del Atlántico, por las aguas que van al Orinoco. En la primera destaca la cuenca del Chama. En ella, así como en las cuencas que drenan al sur del lago, se presentan lagunas formadas por efectos de los glaciares, debido a que en la segunda mitad del terciario las cumbres fueron cubiertas por las glaciaciones de la era cuaternaria y posteriormente, al retirarse los glaciares se originaron varias de estas lagunas. Destacan entre ellas la laguna de Mucubají, laguna Negra, laguna Verde, laguna Urao y laguna Santo Cristo. En el estado se genera cerca del 10 % de las aguas que se producen al norte del Orinoco, las cuales escurren a través de los ríos Chama, Santo Domingo, Motatán, Torondoy, Capaz, Tucaní, Uribante, Caparo, Acequias, Bumbún y Socopó, cursos que drenan hacia la costa sureste del lago de Maracaibo y los altos llanos occidentales. La historia de Mérida es sumamente interesante. En tiempos Pre-Hispanicos el territorio que hoy conforma el Estado Mérida estuvo habitado por diversos grupos indígenas, algunos habitaban en las regiones altas y frías del estado y otros en las regiones bajas y cálidas. Uno de estos grupos indígenas fueron los Timoto-Cuicas, pertenecientes a la cultura Pre-Hispánica Incaica, la más avanzada dentro de las Culturas PreHispánicas Venezolanas. También estaban los Torondoyes, los Timotes, Mucurubaes y Escagueyes que ocupaban las regiones altas y frías del norte de Mérida; así como los Bailadores, Chinatos, Mocoties y Jirajaras que ocupaban la zona del sur. Actualmente muchos pueblos de Mérida deben su nombre a estos grupos indígenas. Se dedicaban a tejer, a la elaboración de objetos de cerámica, y a la agricultura. Realizaban sus cultivos en “Terrazas”, que consiste en la construcción en terreno inclinado de planicies escalonadas, para evitar la erosión y el agotamiento del suelo. Esta es una técnica que se practica aún en nuestros días. Según los historiadores, los conquistadores españoles denominaron a esta técnica de cultivo “Andenes”, lo cual dio origen al nombre de nuestra región: Los Andes. El estilo de vida de cada uno de estos grupos indígenas se diferenciaba, especialmente por el tipo de viviendas que construían, así como en su vestimenta. Los indígenas de las regiones altas y frías necesitaban mayor

abrigo contra el clima templado, así que sus viviendas eran hechas a base de piedras con paredes altas para conservar el calor interno. Por otra parte los indígenas de las regiones cálidas del sur hacían sus viviendas de bahareque, una mezcla de barro y paja, por lo que sus hogares eran más frescos en el interior. El nombre de Mérida tiene su origen en España. Los romanos en el siglo 26 A. C. fundaron la ciudad de “Emerita Augusta”, que hoy en día conforma la ciudad de Mérida en España y cuyo nombre “Emerita” en su deformación al español se traduce: Mérida. Mérida fue fundada por el Capitán Juan Rodríguez Suárez, quien nació en Mérida de Extremadura en España y dio el nombre de Santiago de Los Caballeros de Mérida a la capital de este estado en honor a la tierra que lo vio nacer. La ciudad fue fundada el 9 de octubre de 1.558 cerca de San Juan de Lagunillas, pero en 1.561 fue refundada en su actual sitio con el nombre de Santiago de Los Caballeros de Mérida. Posteriormente se fueron fundando los pueblos actuales y ensamblando con el paso del tiempo la cultura española y la cultura indígena, lo que dio origen a los rasgos indohispanos que caracterizan al Merideño actual. En 1.830 se formó la Provincia de Mérida. Más tarde, en 1.856, integra la Provincia del Táchira. En 1.881 conforma el Gran Estado de Los Andes. En 1.899 queda circunscrita a los términos que antes tenía como estado independiente, pero es en 1.909 cuando figura como estado Mérida. El capitán Juan Rodríguez Suárez fue el fundador de Mérida, el 9 de octubre de 1.558. Pero Rodríguez Suárez no estaba autorizado por la corona española para poblar y repartir tierras. Era un oficial de la ciudad de Pamplona, en la antigua Nueva Granada y estaba a cargo de unos 60 hombres que tenían como misión explorar las montañas del Sierra Nevada para buscar oro y someter a los indios en el camino cuando así lo requiriesen las circunstancias. Rodríguez Suárez, a sabiendas de no poseer la Réal Cédula que lo autorizara para la fundación, se enamoró de la tierra enclavada en una meseta ligeramente inclinada de norte a sur y limitada por tres ríos: el Mucujún al norte, Albarregas al oeste y Chama por el este. Todo esto le valió al intrépido capitán arresto y juicio en Bogotá por usurpación de prerrogativa real; fue declarado culpable y sentenciado a ser atado a la cola de su caballo y arrastrado a través de las calles hasta su muerte, para luego ser descuartizado y sus restos esparcidos sin derecho a sepultura. Juan Rodríguez Suárez, con la ayuda del Arzobispo de Bogotá y otros amigos logró huir y sortear tan brutal sentencia. Se trasladó a la

provincia de Venezuela, concretamente a Trujillo, allí el Maese de Campo Don Diego de Paredes lo defendió y ocultó. De esta manera el capitán fundador de la Ciudad de Los Caballeros de Mérida se convirtió así en el primer exiliado político en América. Ubicado en la región de Los Andes, el Estado Mérida tiene una superficie de 11.300 km2 ocupando el 1,23 % del territorio nacional, lo cual lo convierte en la décima quinta entidad con mayor superficie del país. Limita al norte con los estados Trujillo y Zulia; al sur con Barinas y Táchira, al este con el estado Barinas y al oeste con los estados Zulia y Táchira. La capital del estado Mérida está ubicada sobre hermosas terrazas del valle medio del río Chama, tiene un clima promedio de 19 ºC, su altura es de 1.625 metros sobre el nivel del mar, al pie de la Sierra Nevada. Frente a si tiene al pico Bolívar, cuya altura es de 5.007 m.s.n.m y permanece nevado los 365 días del año; junto a este los picos gemelos Humboldt y Bonpland con una altura de 4.942 y 4.882 m.s.n.m respectivamente, y La Concha con 4.942 m.s.n.m. Mérida es hoy uno de los centros de mayor actividad turística, educativa, cultural, artística y recreativa del país, es conocida como la ciudad turística y estudiantil de Venezuela. Cuenta con el sistema teleférico más largo (12,5 Km) y alto (4.765 m) del mundo, lo cual atrae a centenares de turistas de todo el planeta. La ciudad posee hermosas edificaciones, algunas de ellas son: 1) El Palacio Arzobispal y la Catedral de Mérida, hermosa edificación declarada por su Santidad Juan Pablo II Basílica menor. 2) El Palacio de Gobierno, lugar histórico donde se le otorgó al General Simón Bolívar el Titulo de Libertador el 23 de mayo de 1.813. 3) La Plaza Bolívar, testigo de la llegada del Libertador Simón Bolívar a Mérida. 4) El Rectorado de la Universidad de Los Andes. 5) La Iglesia de Milla. 6) La Casa de los antiguos Gobernadores. 7) El Centro Cultural Tulio Febres Cordero. 8) Otros.

Hermosos parques y monumentos históricos, así como museos, hacen de la ciudad capital del estado un centro de atractivos turísticos. Mérida es sede de la prestigiosa Universidad de Los Andes, con una matrícula que supera los 35 mil estudiantes y es motor fundamental del desarrollo científico, humanístico, y económico de la ciudad. Posee la única Zona Libre dedicada a la Cultura, la Ciencia y la Tecnología en todo el país.

Les invito a conocer Mérida, a darse a su búsqueda, a venir a su encuentro, les aseguro que disfrutarán al máximo de su visita. Podrá explorar no solo las bellezas de la ciudad, sino también las bellezas naturales que rodean a los pueblos aledaños. A medida que efectúen su recorrido por el estado podrán contar con una variedad de servicios, tales como restaurantes de comida típica, criolla o internacional; tiendas con artesanía de la región, variedad de hoteles, posadas y cabañas full equipo y mucho más. Siempre serán BIENVENIDOS.

************************************************** El amigo Nelson Prato Barbosa no deja de sorprenderme con sus conocimientos amplios acerca de la geografía ecoturística de la región. Esta vez se apoya en unas espectaculares fotografías del artista del lente Jairo Orozco para mostrarme y contarme las bellezas y detalles de los pueblos del Páramo. Les cuento: Apartaderos es uno de los pueblos más hermosos del páramo merideño y está lleno de historia, tradiciones y leyendas. También es conocido como San Isidro de Apartaderos. Se encuentra a 58 kilómetros de la ciudad de Mérida en la carretera trasandina a una altura de 3.342 m.s.n.m y goza de un clima promedio de 6 ° C. Es un caserío antiguo con reliquias de un pasado indígena y colonial. Aún se aprecian amplias casonas de tapia y tejados con patios internos. Debe su nombre a los antiguos caminos que en la colonia se dirigían a Trujillo y a Barinas. Desde aquí podemos apreciar la Sierra de Santo Domingo cuyos picos nevados durante los meses de julio y agosto cautivan la vista. Otra vista cautivadora es hacia Llano del Hato donde se encuentran las cúpulas del Observatorio Astronómico de La Fundación Centro de Investigaciones de Astronomía "Francisco J. Duarte" (CIDA). Pueden apreciarse terrenos cultivados por hortalizas utilizando la antigua técnica de terrazas o andenes y casas dispersas en las colinas. La ubicación del pueblo es casi en la cumbre de la serranía de La Culata, en la depresión conocida como Valle de Apartaderos. En algunos sitios aún pude apreciarse un camino muy antiguo que era llamado "Camino Real de Los Españoles", utilizado por El Libertador Simón Bolívar en 1.813 cuando procedente de Colombia, cruzó triunfante durante la Campaña Admirable los andes venezolanos hasta llegar a Caracas. Entre los atractivos turísticos que puede visitar se encuentran:

El Observatorio Nacional Llano del Hato: Llano del Hato es un pueblo rodeado de hermosos paisajes que no debe dejar de visitar, allí conocerá el Astrofísico que es uno de los más altos en el mundo ubicado a una altitud de 3.600 m.s.n.m. Forma parte de La Fundación Centro de Investigaciones de Astronomía "Francisco J. Duarte" (CIDA), una institución del estado venezolano, creada en 1.975, que tiene por objeto realizar, promover y difundir las actividades de observación, investigación y estudios teóricos y experimentales en el campo de la astronomía. Cuenta con cuatro grandes telescopios, cada uno albergado en su respectiva cúpula: la cámara Schmidt, el telescopio reflector, el gran refractor y un astrógrafo doble. Si deseas visitar el Observatorio, ¡puedes hacerlo! El Centro le ofrece al visitante toda la información referente al Observatorio y a la astronomía en general mediante visitas guiadas a las cúpulas, charlas, videos, exhibiciones y cuando las condiciones atmosféricas lo permiten, la observación con los instrumentos menores del observatorio. La Casa de los Cien Techos: Está ubicada aproximadamente a 100 metros del Monumento Luz Caraballo, antes de llegar a la bifurcación de la vía que conduce a Valera y Barinas. Es una casa colonial con varios niveles en sus techos que hacen que el espectador perciba más techos de los que realmente son, gracias a una ingeniosa distribución arquitectónica de sus tejados. Allí funciona un pequeño museo donde el visitante puede ver piezas de cerámica de fabricación indígena prehispánicas y coloniales descubiertas en los alrededores del pueblo, junto a piezas indígenas importadas de otros lugares del país. La Casa de la Primera Misa y El Camino Real de Los Españoles: Es una casa antigua cercana a la entrada de Apartaderos. Según la tradición el Libertador y sus soldados escucharon misa en esta casa mientras cruzaban Mérida en ruta a su Campaña Admirable. Se dice que el ejército patriota utilizó esta casa para esconder armas en su paso hacia Caracas. Próximo a esta casa se encuentra parte de El Camino Real de Los Españoles que fue la ruta seguida por Bolívar durante la Campaña Admirable al proceder con su ejército victorioso de Colombia rumbo a Caracas. Este camino seguía la siguiente ruta: se dirigía hacia los llanos de Barinas partiendo desde Apartaderos, desplazándose por las cumbres, descendiendo entre riscos y farallones siguiendo el curso del río Santo Domingo. La Iglesia de Apartaderos: Construida a inicios de 1.937, se ubica a la entrada del pueblo. En su interior se encuentra la imagen del santo patrono San Isidro, con su yunta de bueyes, venerado por los campesinos, además de cuadros antiguos. Cacute es un pequeño poblado del páramo merideño, goza de un agradable clima y una altura de 2.027 metros sobre el nivel del mar. Está

ubicado a un costado de la carretera trasandina entre la población de Escaguey y el parque temático de Los Aleros, a unos 25 kilómetros de la ciudad de Mérida. Fue fundado por Don Manuel Antonio Pacheco Valero a finales del siglo XVIII. Pertenece al Municipio Rangel. Aunque es de espacio reducido, Cacute ofrece al turista una vista pintoresca con sus casas típicas de tejados de aleros anchos, columnas de madera y pisos de ladrillo y una tranquilidad que rodea al pueblo entre sus montañas. Posee una sola calle en donde se encuentra su pequeña Plaza Bolívar y la antigua iglesia del pueblo convertida en el 2.007 en un museo religioso dedicado a su patrono El Santo Niño de Cacute. Al frente de la Plaza está la nueva iglesia. Durante la temporada alta los lugareños realizan una interesante Feria Artesanal y Gastronómica donde el visitante puede adquirir artesanía típica merideña entre las que destacan las tallas en madera y tejidos en fibra vegetal, así como dulces abrillantados, arepitas andinas, mermeladas, vinos, chicha andina, entre otros; además los músicos del pueblo crean un ambiente mágico al sonar hermosas melodías tradicionales con sus violines y demás instrumentos de cuerda. El Santo Niño de Cacute: Según la leyenda, el 14 de enero del año 1.800 el fundador del pueblo, Don Manuel Antonio Pacheco Valero, observó en la choza de unos indios en la zona Cacute Alto, la imagen ennegrecida y sucia del Niño a causa del hollín, lo cual lo motivó a preguntarle a aquellos indios de que se trataba, indicándole ellos que solo era un muñeco. Don Manuel al examinarlo inmediatamente se dio cuenta que se trataba de una imagen del Niño Jesús, por lo cual se la llevó a su casa para limpiarla cuidadosamente, retocarla y venerarla; los indígenas de Cacute también comenzaron a venerar la imagen del Niño y a celebrarlo todos los 14 de enero, y con el paso de los años fue declarado por la iglesia patrono del pueblo. Desde entonces se ha venerado el Santo Niño de Cacute a quien se le atribuyen varios milagros. En el año 1.937 se le construyó la primera capilla, pero el número de devotos aumentó al punto que fue necesario construirle una capilla más grande en el año 1.973. Esta antigua capilla, que fue bendecida el 14 de enero de 1.978, actualmente funciona como museo en su honor, pues una vez más fue necesario construir otra más amplia recientemente (2.007) al frente de la misma Uno de los milagros atribuidos al Santo Niño de Cacute data del año 1.924 cuando una de las quebradas cercanas estaba a punto de inundar el pueblo, ante esta crisis los habitantes elevaron sus plegarias y se abocaron a la capilla de su Santo Patrono sin poder acceder en vista que la misma estaba cerrada con llave. Mientras esto ocurría el dique que represaba la quebrada

cedió y pasó el peligro de inundación. La población de Mucuchíes se encuentra a 48 kilómetros de la ciudad de Mérida, que equivale aproximadamente a más de una hora de recorrido. Tiene una altitud de 2.893 metros sobre el nivel del mar y goza de una temperatura promedio de 11 °C y una población que supera los 5.900 habitantes. Es una población típica del páramo de calles rectas y algunas casonas coloniales de tapia con viejos tejados humedecidos y desgastadas puertas de madera. Al caminar por la población de Mucuchíes es recomendable hacerlo despacio, debido a que la altura afecta nuestra respiración. Desde la carretera, a la entrada y a la salida del pueblo se aprecian hermosos paisajes de páramo, por encontrarse en medio de las serranías de Santo Domingo y de La Culata. Al oriente se aprecian a las riberas del río Chama algunas casonas de techos entejados y paredes de tapia, así como múltiples cultivos de papa, remolacha, ajo y zanahoria, entre otros. Mucuchíes es la Capital del Municipio Rangel. Este municipio debe su nombre al héroe de la patria Coronel Antonio Rangel quien tuvo una participación muy destacada en la Guerra de la Independencia de Venezuela. Abarca las parroquias San Rafael de Mucuchíes, La Toma, Cacute y Mucurubá. La población de Mucuchíes es de origen indígena. Antes de la conquista, los indios Mucuchíes ocupaban esas tierras altas, dedicándose a la agricultura y a la veneración de sus dioses llevando una vida en paz en armonía con la naturaleza. En el año 1.586 fue fundada por vez primera la población con indios de las vecindades, por el capitán Bartolomé Gil Naranjo. Sin embargo, los indios se dispersaron con el paso de los años y en 1.626 fue cuando se logró consolidar la población, gracias a Fray Bartolomé Díaz Menacho, un misionero agustino que había adoctrinado a los indios y que se encargó junto a otros misioneros de recoger a los que andaban dispersos, para finalmente refundar el pueblo con el nombre de Santa Lucía de Mucuchíes. En relación a la cultura existen las celebraciones a San Benito de Palermo, el santo negro y las fiestas de Santa Cecilia. Santa Cecilia: Las fiestas de Santa Cecilia se realizan el 27 de diciembre de cada año cuando la imagen de la virgen es paseada por todo el pueblo acompañada con música de violines, guitarras, cuatro y maracas, para luego ser llevada de vuelta a la iglesia para realizarle una misa en su honor. Santa Lucía: Los 28 de diciembre se celebra al día de la patrona del pueblo, con una procesión amenizada por una banda musical donde la virgen es trasladada por damas vestidas de blanco con una cinta roja terciada al

pecho. Luego es celebrada una misa y la virgen es paseada por todo el pueblo. San Benito: Todos los 28 de diciembre, desde horas de la madrugada, los pobladores también inician la celebración de San Benito. Un ejército conformado por jóvenes, niños y adultos, tiñen sus rostros de negro y se arman con trabucos para quemar pólvora, cargan sombreros de ala ancha adornados con plumas, flores y capas rojas, todos salen a las calles e invaden el pueblo haciendo explosiones de pólvora con sus trabucos y chopos, mientras cargan al santo negro por todo el pueblo hasta llegar a la iglesia. Las explosiones se hacen escuchar durante todo el día durante la celebración en las proximidades de la iglesia y la plaza. Esta celebración se lleva a cabo en todos los pueblos del páramo, no solo en Mucuchíes. Entre sus atractivos turísticos encontramos: La Plaza Bolívar: Cercada por piedra perimetral, hermosas áreas verdes y cuatro portales a cada lado. En su área central se aprecia el busto del Libertador sobre un pedestal y junto a éste la estatua del Perro Nevado, un fiel perro de la raza Mucuchíes que junto a su edecán, el Indio Tinjacá, compartieron con el Libertador hasta el 24 de junio de 1.821 en la Batalla de Carabobo, cuando el perro nevado muere de un lanzazo, al atacar a la Caballería Realista como una fiera indómita que al calor de la batalla se abalanzó contra los enemigos de su amo. Cuenta la leyenda que el Libertador Simón Bolívar se despidió del perro nevado "con una lagrima de pesar profundo...El hermoso perro nevado era digno de aquella lagrima". La Iglesia de Santa Lucía: Ubicada frente a la Plaza Bolívar, con una fachada de estilo andino tradicional, construida en el año 1.877. En su interior se encuentran las imágenes de Santa Lucía, San Isidro, San Benito y Santa Cecilia, también descansan los restos del Presbítero Jesús Manuel Jáuregui, sacerdote fundador del Colegio Sagrado Corazón de Jesús en La Grita, estado Táchira. El Castillo San Ignacio: Una hermosa construcción de ladrillos al estilo europeo, realizada por Ignacio Castrogiovanni, quien en su infancia jugaba en las ruinas de un viejo castillo en Europa y materializo su fantasía de tener su propio castillo. El Castillo San Ignacio funciona como Hotel y Restaurante. La población de Mucurubá se encuentra a 32 kilómetros de la ciudad de Mérida, a una altitud de 2.407 metros sobre el nivel del mar, goza de una temperatura media de 16,5 °C y una población que supera los 4.700 habitantes. Es una parroquia dependiente del Municipio Rangel, incluye las aldeas de Las Cruces, Los Pozos, Escaguey y Mucupiche.

El pueblo de Mucurubá es atravesado por dos largas calles cortadas por algunas transversales. En su calle principal de doble vía se aprecian casonas coloniales construidas con muros de tapia, tejados y ventanas de balaustre, algunas de dos plantas. También se aprecian pintorescas casas rurales de techos de teja sostenidos por vigas de madera que datan de la época del Presidente Leoni, a fines de los años 60. El nombre Mucurubá es de origen indígena, donde "Mucu" quiere decir sitio y "ruba" se refiere a un tubérculo parecido a la papa. Los pobladores primitivos fueron los indios Mucurubaes, Escagüeyes y Mucupiches quienes hablaban una lengua de raíz mucu y se dedicaban al cultivo de tubérculos en terrazas escalonadas o andenes. El pueblo vivió tres fundaciones, siendo la primera en marzo del año 1.586, por Bartolomé Gil Naranjo. La segunda ocurrió en el año 1.619 y finalmente la tercera fundación fue en el año 1.774 con el nombre de Nuestra Señora de la Concepción de Mucurubá. La población vive de la agricultura y de la ganadería. Mucurubá disfruta de un clima frío y seco, lo cual es propicio para el cultivo de la papa, la zanahoria, la lechuga, el ajo, las moras, fresas, duraznos e higos. Estos cultivos se siembran en pequeños valles y mesetas, el riego se efectúa por aspersión valiéndose de los arroyos de las montañas. Durante la época de la colonia se cultivó en sus montañas y laderas el trigo, se producían importantes cosechas en la región y la abastecían de harina, la cual se procesaba colocando el trigo en rústicos molinos de piedra que eran movidos por el agua de las quebradas. Aún permanecen de pie algunos de estos molinos que pueden apreciarse en las aldeas de Cacute, Escaguey, Mucumpiche y San Román. En la actualidad en la tierra de estas montañas se aprecian los efectos de la erosión que dejó la siembra del trigo con zanjones y grietas ocasionados por las aguas que se desplazan desde los altos páramos hacia abajo, aunque han sido reforestadas las laderas con eucaliptos y pinos. Su plaza posee bellos jardines de cipreses podados, flores de colores, dos fuentes de agua y casurianas de tallos leñosos que le brindan una refrescante sombra. Está bordeada por muros de cemento con revestimiento de lajas. La Iglesia del pueblo está frente a la plaza, en posición elevada sobre un altonazo. Tiene una hermosa y sencilla fachada de estilo colonial, con dos torres macizas de forma rectangular con campanario. Está dedicada a La Inmaculada Concepción. Para la época de la colonia, alrededor del año 1.650 la iglesia era de tamaño regular, con techo de paja, sagrario de madera y una pila bautismal de piedra. En la actualidad se puede apreciar en su interior las imágenes de la Inmaculada Concepción, San Benito y San Isidro.

El Parque Alberto Carnevalli se encuentra a la salida de Mucurubá, al norte, vía Mucuchíes a orillas de la carretera trasandina. Allí existen cómodas instalaciones para acampar en familia, bajo grandes árboles cerca del Río Chama, con kioscos y parrilleras donde se convive con la naturaleza en un ambiente fresco y relajante. Las Velas de Mucurubá, es una espectacular tradición que atrae a miles de visitantes cada año. Puede apreciarse los 8 de diciembre, cuando se celebra el día de la Inmaculada Concepción, patrona del pueblo, donde se encienden más de 15 mil velas en su honor. Las velas son colocadas por los habitantes de pueblo en las aceras de las calles, al frente de cada casa, en hileras bien ordenadas y en la plaza. Pasadas las 7 de la noche se encienden las velas por espacio de una hora y se pagan las luces eléctricas quedando iluminado todo el pueblo por las velas y la luz de las estrellas, mientras se celebra la procesión de la Virgen por las calles, siendo esta llevada en hombros por los feligreses, acompañada de serenatas de músicos, para finalizar con un espectáculo de fuegos artificiales y música andina. Tabay: A 30 minutos de la Ciudad de Mérida, a una distancia de 12 kilómetros, tomando la vía hacia el Páramo, se encuentra la población de Tabay. Está ubicado a una altura de 1.708 m.s.n.m., tiene un clima promedio anual de 17 °C. Es un pueblo pequeño, pero con grandes atractivos turísticos y un buen número de artesanos, entre los que se encuentran ceramistas y talladores de madera en cedro y majagüey. Su plaza Bolívar es muy hermosa y se caracteriza por sus antiguos árboles frondosos bañados de "barba de palo". Al frente se encuentra su Iglesia construida al estilo colonial, usted debe entrar y conocer sus interiores. Las calles principales de Tabay son muy típicas, con casas antiguas características de Los Andes venezolanos. Cuenta con una variedad de servicios, comercios y un banco con cajero automático, razón por la cual es una de las paradas de los turistas durante su travesía hacia el páramo merideño. Existen en este pueblo aguas termales y sulfurosas, también está el Parque Nacional Sierra Nevada con el río La Mucuy con aguas heladas. Este parque es ideal para pasar un rato de esparcimiento en contacto con la naturaleza, cuenta con instalaciones para hacer parrillas o sancochos, pero debe recordar apagar bien las brazas a fin de evitar incendios forestales. A través de este parque también se realizan excursiones hacia la Sierra Nevada, pero para hacerlo necesitará solicitar un permiso en el puesto de la Guardia Nacional y requiere de la compañía de un guía experimentado. Tabay pertenece al Municipio Santos Marquina, es uno de los

municipios con el mayor número de posadas y cabañas al servicio del turista. El nombre de Tabay tiene su origen en los aborígenes que lo habitaban en tiempos antiguos: Los Indios Tabayes. El nombre del municipio se debe al Capitán Santos Marquina, un héroe de la Patria, oriundo de esta tierra, que luchó junto a Simón Bolívar desde temprana edad por la independencia de Venezuela, quien fue el Primer Alcalde de Tabay y trazó las calles que configuran hoy esta población. Tabay fue descubierto por el fundador de Mérida Capitán Juan Rodríguez, en octubre del año 1.558. En 1.619 el visitador de la Real Audiencia de Bogotá, licenciado Alonso Vásquez de Cisneros, decretó la fundación del pueblo de Tabay, que estuvo durante años en el lugar que hoy es La Mucuy Baja y posteriormente fue mudado al lugar que ocupa en la actualidad. Las actividades económicas de Tabay son la agricultura, la artesanía y el turismo, donde juegan un factor fundamental el servicio de alojamiento de posadas, hoteles y cabañas. Tovar está ubicado al sur oeste del estado Mérida a unos 74 kilómetros de la capital de la entidad. Goza de un clima promedio de 21 °C, rodeado de verdes montañas y una altitud de 952 metros sobre el nivel del mar. La población se encuentra sobre una terraza de origen aluvial y sus habitantes se dedican principalmente a la agricultura, siendo personas muy trabajadoras, pero de un espíritu alegre, hospitalario y conversador desde tiempos remotos. Tovar está rodeado de interesantes montañas, una de ellas es la Loma de la Virgen, de intenso verdor, la cual separa a Tovar de los Pueblos del Sur y cuenta con algunas pequeñas casitas dispersas ocupadas por campesinos dedicados a la siembra hortalizas. Otro es el cerro los Limones que también cuenta con pequeñas aldeas próximas al Páramo de Mariño de casi 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar, enriquecido con hermosas lagunas y cultivos de café. Atractivos Turísticos de Tovar. El centro del pueblo cuenta con importantes atractivos turísticos entre los que se desatacan algunas casas de finales del siglo XIX, de dos pisos, con balcones, columnas y pisos que nos remontan al pasado. Una de ellas es la Casa Musche, la cual data del año 1.876 y fue propiedad de la familia Burguera y en la actualidad ha sido declarada patrimonio municipal. Cuenta con amplios corredores y acogedores patios internos. Está ubicada en pleno centro de Tovar, en la carrera 5 con calle 7. La Iglesia de Tovar está dedicada a su Santa Patrona Nuestra Señora de Regla. Data del año 1.850, pero su construcción fue lenta, pues se finalizó

en 1.956. Su estructura sufrió grandes daños a causa de un gran terremoto acontecido en el año 1.894. En 1.978 fue declarada Monumento Histórico. La Iglesia está ubicada en el centro del pueblo, junto a la Plaza Bolívar. La Plaza Bolívar de Tovar es el lugar donde se reúnen los tovareños para conversar bajo la sobra de sus frondosos árboles. Esta Plaza posee distintos niveles, como terrazas, lo cual le da un estilo algo moderno. Debajo del piso de la plaza existe un sótano donde funciona la biblioteca pública. La Plaza de Toros de Tovar está ubicada en la parte alta de pueblo, también es llamada Coliseo de Tovar y es la única plaza de toros techada en Venezuela. Esto se debe a que para la temporada en que el pueblo celebra sus ferias en honor a la Virgen de Regla, durante el mes de septiembre, caen fuertes lluvias. Vale la pena visitarlo y conocerlo, posee un techo colgante y su capacidad es de 2 mil espectadores. Las Ferias de Tovar: A partir del 8 de septiembre, durante una semana, los tovareños celebran sus fiestas patronales en honor a la Virgen de Regla. En esta fecha usted disfrutará no solo de las corridas de toro en su singular plaza de toros techada, además presenciará las carreras de carruchas elaboradas con tablas y rolineras, que se dejan rodar por las empinadas calles del pueblo. Otro atractivo es la carrera de burros donde los jinetes atraviesan gran parte del pueblo sobre las bestias mientras los presentes ríen y aplauden. Festival del Violín de los Andes: Es un evento cultural que ha venido celebrándose hace varios años durante el mes de noviembre, al cual acuden violinistas de todo el occidente del país para participar, es una experiencia única poder oír en la Plaza Bolívar de Tovar a cientos de violines tocados por músicos populares y clásicos. El Cerro de La Galera: Es un monumento natural muy llamativo, se trata de una meseta que puede apreciarse hacia el sur del pueblo, es un cerro plano en su parte superior, como si se tratara de un Tepuy. Lamentablemente la parte de la formación natural de este monumento cobró algunas vidas en el año 1.610, cuando la parte superior del cerro se desprendió y cayó sobre el río Mocotíes represando sus aguas totalmente durante más de 90 días, lo cual ocasionó que las aguas represadas que llegaron a formar una laguna, rompieran inundando todo el valle de Tovar. Este hecho ocurrió el día de San Juan y se le conoce con el nombre de Cataclismo de Vólcan. Sobre el cerro La Galera se levantó una estatua del Cristo Rey con los brazos abiertos, mirando hacia la población. El nombre Galera proviene de su forma de barco.



FINAL

Empiezo a entenderlo todo y al mismo tiempo todo es imposible de explicar. Pero lo sé. Ahora lo veo todo tan claro. Siempre estuvo la verdad allí, enfrente de mí. Con la suave y tibia luz de un sol tropical en medio de un pasaje paramero, adornado por el verde espeso de los árboles refrescados por la lluvia nocturnal y recién bañados por el rocío matinal, la mañana adquirió una brillantez intensa debido a las incontables gotas cristalinas que se posaban suavemente sobre las temblorosas hojas donde destellaban como los mejores amigos de las mujeres: los diamantes. Hasta donde alcanzaba mi vista se podía admirar la naturaleza en todo su esplendor y magnificencia, en total libertad del concreto que vuelve grisácea e inhabitable nuestras ciudades gracias al estilo sombrío que el progreso del hombre, por el hombre y para el hombre les confiere. Los árboles a mi alrededor reflejan sus centenarias sombras de tiempos perdidos en torno a los campos como si aquellos fuesen guardianes gigantes y milenarios cuya única misión consiste en proteger, resguardar y vigilar las nobles cosechas. Es que en estas tierras las estaciones simplemente parecen no existir. Lo digo porque no bien ha culminado su labor de segar el abnegado campesino su cosecha, cuando una nueva empieza a mostrar sus brotes tiernos

en los constantes y fructíferos campos andinos. No así en nuestras cada vez más industrializadas e inhumanas ciudades donde tan solo hayamos, entre tantas cosas malas, una que suele ser muy dolorosa: Los rincones más oscuros de la miseria humana. Son los lugares que mayormente me ha correspondido visitar y habitar. Si pudiera escapar de la cárcel de papel en la cual me ha hecho vivir mi creador para plasmar en estas líneas mis sentimientos, sería yo la prueba viviente de mayor credibilidad por haber realizado un recorrido sincero e imparcial por estos recovecos bizarros que están dentro de nosotros mismos. No somos más que fieras salvajes modernas incapaces de distinguir los suaves y finos olores de vida que emergen de la tierra húmeda que reclama la sangre de sus hijos, así como tampoco logramos escuchar los cánticos de vida y amor que surgen del ancho cielo azul que espera la ascensión de las almas que Dios tomará para sí. El infierno no está allá abajo…está aquí…dentro de todos y cada uno de nosotros…en los rincones más oscuros de la miseria humana. Ayer todos mis problemas parecían tan lejanos y ahora es como si estuvieran aquí y llegaron para quedarse. De pronto, no soy ni la mitad del hombre que solía ser por cuanto hay una sombra que se cierne sobre mí, de pronto llegó el ayer a pasarme factura por mis actos reprochables de antaño. ¿Por qué tuvo que irse?, no lo sé porque no me lo dijo. Quizás dije o hice algo que no debía, no lo sé. Tan solo entiendo que hoy en día, ahora mismo, en este momento anhelo el ayer así como el joven que atesora su futuro con la certeza ingenua que ocurra en realidad tal como lo ensueña y desea. Ayer, junto a ti, el amor era un juego fácil, hoy, sin ti, es una oscura y dolorosa realidad. Necesito un lugar donde esconderme porque sin quererlo, cada día que pasa anhelo más el ayer. Hoy, por un instante me sentí hijo de Dios, por un momento sentí su dicha, su gloria y su paz verdadera. Supe entonces que mi viaje tornaba a su fin. Una bella y pequeña niña inocente con su tierna sonrisa me ha conmovido y me ha arrugado el corazón. Su ternura me arrancó dos lágrimas y me recordó que bajo mi blindada coraza está mi tierno, dulce y viejo corazón maltratado y remendado. Hoy me sentí gozoso, dichoso, hoy puse mis pies descalzos sobre una nube, hoy he estado en el paraíso en cuerpo y alma, con mente y corazón, y en ese lapso divino y espiritual, celestial y bendito en el cual estuve tan cerca de Dios y pude tocar su trono. Te extrañé.

Me hiciste mucha falta y sentí hondamente tu ausencia en mí, en mi ser, en mi amor, en mi corazón. Mi amor, mi cariño, mi ternura, mis versos, mis palabras, mis gestos, mis cartas de amor fueron como una alfombra mullida bajo tus pies, para tus pasos, para el caminar de mi amada…tú. En tu vida mi amor fue una alborada, en mi vida tu amor fue una ilusión, tristeza, pasión, un sueño hecho realidad, un amor enviado por Dios. ¿Dónde estás, mi amor?, ¿Dónde estás, mi corazón, mi vida?... Hoy estuve por unos segundos efímeros que sin embargo, me parecieron eternos, en el cielo y vi a Dios pero tan solo faltaste tú junto a mí para adentrarnos, tomados de la mano, en la infinita eternidad.

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Desde las altas montañas, entre los ventisqueros y gargantas sombrías, aparece la vasta llanura invadida poco a poco por el sol. El viento es frio pero el astro rey calienta un poco la piel, los huesos y el alma espantando las sombras mientras ofrece ante nuestros ojos medio dormitados el esplendor del cielo cual océano infinito, la inmensidad absoluta de las cumbres montañosas escarpadas y heladas como si el techo del mundo estuviese al alcance de las manos. Y llegué a rozar el cielo con la punta de mis dedos yertos faltos de ti. Despacito, muy lentamente el sol se esconde detrás de la tan lejana y a la vez tan cercana cadena montañosa, perfilándose majestuosamente los altos picos helados con su último resplandor por el día de hoy. La delicada, frágil y tenue espuma que fluye de los elevados picachos se abraza a esa última luz y entre ambos la reflejan en una enormidad de matices cambiantes y fluctuantes conforme a la dirección que caprichosamente elija la suave brisa del atardecer. Las profundas sombras purpúreas parecen surgir de las grietas y oquedades montañosas cual si fuesen criaturas nocturnas que salen a jugar mientras devoran los escasísimos últimos rayos de luminosidad diurna. De manera cada vez más gradual la violácea oscuridad trepa a lo largo del incólume pico Bolívar, ascendiendo más y más, lenta pero continuamente hasta que finalmente tan sólo las doradas cumbres reflejan el destello final antes de sumergirse en una creciente oscuridad. Uno tras otro los pequeños rayos de luz se muestran cual joyas situándose encima de la negritud aumentando el contraste. La escarpada pared de cada montaña formadora del páramo andino se erguía firme, recia, imponente, rígida, inaccesible, mientras la luz solar a sus espaldas decrecía en

intensidad llevándose su agradable calor para dar paso al frío ventisquero que ya hacía acto de presencia. Aquí, tú y yo, sentados sobre una inmensa y milenaria roca grisácea, cual rocoso observatorio, contemplábamos una vez más el declinante sol que todavía iluminaba una parte del rocoso paisaje. Y contigo recostada sobre mí, con tu cabeza inclinada en mi pecho, acariciando tu dorada cabellera imaginaba que así como la tenias protegida con un gorro contra el frío así igualmente el sol se marchaba buscando refugio por el pacheco nocturnal. En cuestión de segundos nos encontramos sumidos en una casi total oscuridad y así, sin luces que delatasen nuestra presencia nos besamos tierna y apasionadamente. Éramos tan solo tú, yo y esta oscuridad cómplice que albergó nuestro amor y acunó nuestra pasión en tierras merideñas. Y cuando tan solo nos quedaba el frío intenso nos retiramos a nuestro cálido refugio a compartir un Calentaíto con Alfajores y el infaltable Miche andino que aprendí a tomar con tu papá.

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Este es el final, aguanta la respiración y cuenta hasta diez, hasta cien, incluso hasta mil. Tenme paciencia, por favor, antes de exclamar con decisión: -¡Lárgate. Sal de mi vida y no vuelvas nunca más! Siento la tierra agitarse bajo mis cansados pies. ¿La sientes moverse tú también?… Desearía que desabotonaras mi camisa con más ansia que pericia, con mayor pasión y menos tino, con incontrolable deseo y cero delicadezas. Escucha mi corazón, ha vuelto a romperse una vez más, pero no importa, esto ya es el final. He llegado al final del camino, la casita humilde de bahareque en la cual te has refugiado con tu familia materna. Casita antigua. Allí adentro estás, calentado tus manos frente al fuego del fogón. Estás preparando el exquisito té que te encanta probar y que tantas veces disfruté en tu misma tasa por cuanto compartíamos todo. Siento que muero a pesar que estoy más vivo que ayer y mi corazón palpita tan rápido que temo infartarme o morir de la emoción. Voy hacia ti, querida mía, cada vez son menos los pasos que nos separan.

Mis lágrimas son cosa ya del pasado, estoy a un paso de ti, de tu amor, de tu corazón. Ya casi llego a tu casa. He fallecido ahogado en mi soledad y estando muerto soñé con este momento, he cobrado con creces la tan vencida deuda que la vida me debía y que llegué a creer que el destino me robaría. Ahora tan solo deja que se caiga el cielo y lo veremos juntos desmoronarse al caer estrepitosamente. Estaremos de pie de cara al mundo, ante todo y ante todos, juntos. El cielo caerá, el cielo va a caer. La seguridad de tus amorosos brazos me mantendrá apartado del dolor, y tu mano sujetando la mía será el disparo de partida rumbo a una meta común en la carrera de nuestro amor. Estoy frente a la casa. Iba a golpear con los nudillos la puerta pero, fiel a mi costumbre cuando visitaba tu hogar, abrí la puerta como si yo fuese de la familia y entré como si se tratase de mi casa. Y no me equivoqué. Por fin. Al fin. Allí estabas tú. Frente al fogón esperando que hirviese el agua para tu exquisito té. Te encontré. Después de tanto caminar te he encontrado. Has volteado a mirar hacia la puerta al sentir el aire frio entrar en el cálido recinto. Me has reconocido enseguida. Aunque ha pasado algún tiempo desde la última vez que estuvimos cara a cara y la tristeza, el hastío, el cansancio y otros factores han fortalecido mis rasgos faciales, estos no se han transformado por cuanto pertenezco a ese tipo de seres humanos descritos sabiamente por Ernesto Sábato, que desde muy niños tenemos rasgos fuertes que los años no modifican sino para acen​tuarlos. Igualmente hubiese podido reconocerte en medio de una multi​tud caótica, en mitad de la multitudinaria procesión de la Divina Pastora, en pleno desfile de carnaval de Río de Janeiro, tan hermosos, irrepetibles e inolvidables son los rasgos de tu bella cara. Te levantas y me miras sin sorprenderte, cual si me esperabas sin esperarme. Tu rostro ahora es una montaña nevada, sin expresión ninguna.

Me pregunto ¿qué pensarás?, ¿qué sentirás?... Sonríes. Me dices: -¡Holaaaaa. Me encontraste!-. Continúas sonriendo. Me doy cuenta que este amor había muerto antes de nacer. De pronto tuve la innegable sensación de estar solo en aquella habitación, en esa casa, en este mundo. Percibí que el espacio que ocupabas allí y el que habías ocupado en mi vida permanecía más vacío que el vacío mismo. Me pareció que se trataba de un agujero negro que aspiraba todo a su alrededor pero que no arrojaba nada desde su interior. En tus ojos observé tu esencia humana tan deshumanizada y solo entonces pude comprender que eres como una piedra en el agua: seca por dentro. Inmóviles, como seres que repentinamente se hubiesen dado vuelta para observar los confines del mal, la dureza y la destrucción del creador sobre los pecadores para repentinamente transformarse en estatuas de sal, paralizados como por la acción sorpresiva de la llegada del diablo al cual solíamos llamar, nos quedamos así, congelados en el tiempo real, en un irreal tiempo sin tiempo, durante un lapso de tiempo en el cual no transcurre el tiempo sino que abre una puerta o portal dimensional hacia la eternidad. Doy la vuelta y me marcho desandando cada uno de los inhiestos pasos que me condujeron hasta ti mientras descubro que, como decía mi paisana y tocaya Gloria Sabrina Gómez, después de tanto andar, no quiero más alas de libertad. Me encamino hacia la cumbre más alta del paramo por encima de esa corona de montañas sagradas en las cuales impera una realidad distinta a la de los demás, incluyendo la mía. No es fácil llegar aquí, alcanzar este punto geográfico y muchísimo menos el espiritual. En ambas perspectivas, la de las montañas y la mía, arriba el paisaje ofrece una visión pronunciadamente árida en medio de un clima gélido con ventisqueros inhóspitos arrasados por la atmósfera glacial en cuyos nichos nacen arroyuelos de agua cristalina que mucho más abajo se convierten en ríos tempestuosos. Así me siento por dentro. Y aún así descubro la belleza majestuosa delante de mis ojos y la admiro hasta donde alcanza mi cansada vista y comprendo que las montañas están tan vivas como aún continúa viviendo mi corazón. Ha sobrevivido después de todo y a pesar de ti. Pero contar toda esta experiencia, compartirla con ustedes no es igual a haberla vivido. Y aunque la nostalgia, la melancolía

y la pesadumbre se hacen presente me siento mejor viviendo dichas experiencias que contándolas. Siempre será mejor vivir por un fin. Hoy mi fin es…olvidarme de ti. Olvidarte, Yasmira, aquí donde duerme el sol.

Poema dedicado a ti:

Caminando bajo la lluvia.

Camino llorando bajo la tormenta en una mezcla de lágrimas

con agua de lluvia y nadie se da cuenta de mi llanto.

El paso del tiempo nos mata y el peso de la vida nos agota, y me detengo ante tu puerta y no me atrevo a llamar.

¿De qué me sirve amarte? si tú no me quieres y me eres indiferente, tal vez ames a otro.

Prefiero irme y abandonarme a mi más remota esperanza, no volveré a entrar a tu casa, estamos cansados de vernos ya.

Tu puerta se abre a mi espalda y deja pasar todo el silencio de mi amargura, de mis sollozos y mi dolor, el silencio de mi amor.

Más yo recorro con mis pies cansados aceras que detienen jardines mojados que parecen desear desparramarse y unirse a las aguas que surcan la sucia calle.



Las flores golpeadas por el ímpetu de la lluvia no desvían mi atención, no tengo ojos para ellas.

Solo puedo ver el espacio infinito donde bailan bajo la llovizna el vacío y la luz, mi dolor y mi amor.

De repente siento un frio que recorre mi espalda húmeda y cansada y mi corazón mojado parece detenerse. Miro de soslayo sobre un hombro y te veo sentada frente a una ventana restregando tus ojos cansados y casi ciegos por el polvo del tiempo y el olvido,

mientras sostienes en la otra mano una humeante taza de café que sorbes poco a poco al mismo tiempo en el que yo

me alejo de tu casa y de ti y arrojo mi esperanza a la calle

y el agua la arrastra y la arroja a la más próxima alcantarilla.

J. A. Gómez Giménez.