Turismo
Domingo 5 de agosto de 2012
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Por Claudio Smulevich
Maranhao, Brasil
Pequeño Sahara salpicado de azul
sobre los 300 metros de malecón se están disponiendo las mesas de los pequeños restaurantes con su oferta marítima y en un rato tendremos música ao vivo. Al otro día temprano ya estamos acomodados en la 4x4 tipo safari. Nos dirigimos al río Formigas. Dejamos el pavimento y entramos en un abrupto camino de tierra colorada, sólo apto para este tipo de vehículos. Al llegar al río y antes de darnos cuenta estamos sentados en el centro de una cámara de auto boyando por un río transparente que no tiene ningún apuro y que, a la par del relax, nos permite apreciar la exuberante vegetación. Al regresar nos espera otra 4x4, esta vez vamos en busca de los grandes Lençois. La 4x4 sube a la balsa para sortear el río Preguiças. Superado el obstáculo tenemos una hora de viaje entre médanos para llegar al punto de destino. Y desde aquí, cual legionarios, 2,5 km a pie pasando por las pequeñas lagunas dispersas entre el irregular paisaje. Al final del camino nos zambullimos en la enorme extensión de agua dulce de la lagoa do Peixe. A la mañana siguiente, nueva 4x4 y ya estamos partiendo hacia Tutoia, pequeña ciudad y puerto enclavada en la desembocadura del río Parnaiba, y a la cual llegaremos después de dos horas, arenas mediante. El antiguo pueblo nos recibe con burros cargados de alforjas y pequeños carros de carga con los conductores sentados sobre las varas. Estamos en el Del-
ta das Americas (vaya nombrecito) que forma el Parnaiba al encontrarse con el mar, con una configuración que asemeja una mano abierta al dividirse en cinco afluentes. A la lancha nuevamente. Acá se repite la vegetación de mangues y palmares a la que se agregan los árboles de Cajú entre la intermitencia de dunas y mar. Más allá divisamos unos puntos rojo fuego que contrastan con el verde de la vegetación de fondo. Son los guarás, tipo de garzas de exuberante plumaje rojo que pasean junto a sus colegas blancas entre los cangrejales. Sol, arena, palmares, mar y cielo azul en un paraíso ecológico. ¿Qué más? Sí, hay más, pero se necesitan otros 3000 caracteres. ¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 3000 caracteres con espacios)
Compañeros de ruta
Atrás queda São Luis, capital del nordestino estado de Maranhão. Dejamos la ciudad colonial, que alguna vez fue francesa, con sus angostas calles de empedrado irregular y sus frentes de azulejo y la algarabía de las fiestas junhianas con tablados montados en cada esquina. Vamos en busca de los Lençois Maranhenses. Inmensas extensiones de dunas junto al mar que semejan un pequeño Sahara. Con la diferencia que, terminada la temporada de lluvias, han quedado encerradas entre las depresiones enormes lagunas azules de agua dulce. Son 330 km al sudeste y estaremos en Barreirinhas, puerta de entrada al Parque Nacional de los Lençois. Ahora la lancha nos interna en el río Preguiças, entre cerradas galerías de manglares y palmeras de todo tipo. Nos dicen que quizá podamos ver algún yacaré, por ahora sólo cangrejos y enormes hormigueros adosados a los troncos de los árboles, mientras unos peces saltarines y brillantes van acompañando nuestro paso. El río desemboca en el mar y lentamente vamos llegando al faro de Mandacarú, desde el cual por un lado divisamos el intenso mar azul y del otro se extienden las 155 mil hectáreas de dunas. El río divide los pequeños Lençois de los grandes Lençois. Cruzamos el río y estamos en la playa de Caburé, amplia faja de arena entre el río y el mar, que deja la opción de disfrutar un mar de agua cálida y calma o un río igualmente límpido y azul. Atardece. Cuando regresamos,
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Camino Portugués Del 21 de septiembre al 8 de octubre partimos en vehículo desde Madrid, y recorreremos Toledo, Mérida, Lisboa, Fátima, Oporto, caminando –quien lo desee- en 6 días los últimos 116 kilómetros desde Tui hasta Santiago, y obtener la Compostela. Mail: amigosasantiago@ gmail.com
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¡NO SE P I E R DA N !
Por Martha Genolet
Las brujas de Goslar Las colinas y los montes de Harz se extienden por la Baja Sajonia mostrando un paisaje cordillerano cubierto por una exuberante vegetación. En medio de ese verdor esplendoroso está la ciudad medieval de Goslar, que hace más de mil años fue una zona minera tan importante que le valió el título de Ciudad Imperial de la Liga Hanseática. Ahora, las minas están agotadas, pero este poblado encantador fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sus construcciones del Medievo se conservan intactas, lo que le confiere la apariencia de lugar encantado, como de cuentos. Cuando la visitamos nos alojamos en un hotel del siglo XV frente a la Plaza del Mercado, donde un reloj con sus muñecos que emergen y desaparecen por tres puertitas (a determinadas horas) dan mayor relevancia a la música deliciosa de su tintineante carillón. Nos llamó la atención la cantidad de brujas que pendían de las ventanas de muchas casas, y las que se ofrecían a la venta en las vidrieras de los negocios. Es que según la tradición, la gente del área de los montes de Harz tenían sus propios dioses antes de ser cristianizados (allá entre la quinta y octava centuria), como Wodan y Walpurga. Y
ESTUVE EN...
entre sus ritos y celebraciones estaba la despedida del invierno y bienvenida a la primavera. Se suponía que en las cumbres de las montañas estaban más cerca de los dioses y allí celebraban en secreto. También se rumoreaba que las brujas se encontraban en el Brocken, la más alta cumbre de los Harz, adonde acudían sobre escobas o caballos voladores, cocinaban sus secretas pociones balsámicas y danzaban y flirteaban con los demonios. Todo en medio de la niebla a través de la cual se veían extrañas visiones
Por Luciana Pechacek
Jujuy
Olores, sabores y paisajes que cautivan en Tilcara Cuando hace unos años la hermana de mi amiga Ana Inés dejó la gran ciudad par irse a vivir a Tilcara, supongo que a varios nos costó comprender su decisión ¿Por qué elegir un lugar con muy poca oferta de bienes y servicios? Pensé: “Los paisajes deben ser hermosos, esto compensa y por eso lo eligió”. Hace días estuve en Jujuy y supe lo errada que había estado. Sí, los paisajes son bellos, bellísimos, son imponente. Pero hay más que eso. Después de
de animales salvajes que emitían extraños sonidos. Cuentan que el poeta Goethe visitó la zona en el invierno de 1777 e incorporó todas esas figuras y sonidos en su Fausto: rumores de fantasmas y espíritus congregados en los Harz. Hoy se despide al crudo invierno a fines de abril, con fuegos que arden para espantar el frío. Además cuelgan e intercambian brujas como regalo y la Walpurgis night se puebla de tragos, baile y diversión en medio de ese exótico medieval decorado.
unas horas en Tilcara uno comprende rápida y fácilmente la elección del que elige este lugar como su hogar. ¿Qué tiene Tilcara que la hace tan especial? Di diez vueltas por la plaza, la observé y encontré la respuesta en las palabras de Anthony Bourdain, cuando describe algún lugar: dignidad. Uno mira a las mujeres, tejiendo y vendiendo los más bellos gorros de lana de llama o vicuña; o amamantando a sus bebés, al fondo de la tienda, a pesar
del frío seco y cruel; o a los hombres, levantando las tiendas cuando empieza a caer el sol; o a otras mujeres, las que venden tortillas de jamón y queso en la vereda, y las hacen en una suerte de parrilla; y los chicos, sus hijos, corriendo y jugando entre hermanos y amigos alrededor. Ni Facebook, ni Playstation 3, ni televisión. Simplemente, juegos de chicos: imaginan y crean, corren, saltan, se tropiezan, se golpean. Me atrevo a recomendar que visiten el norte argentino. Por los colores de los aguayos y las mantas. Por el olor y el sabor de las tortillas recién hechas. Por la textura de las bufandas y los gorros de lana. Por el Cerro de los Siete Colores. Por el silencio. Por las peñas. Pero por sobre todo, por su gente.